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Derrumbes

Adriana Lopez
03 de octubre, 2015

La aldea el Cambray II, en Santa Catarina Pinula, sufrió hace dos días el derrumbe de un cerro que dejó como saldo una gran cantidad de fallecidos, heridos y desaparecidos. Pero no hablemos de la noticia en sí, pues los medios de comunicación han sabido mantenernos informados; hoy quiero que hablemos de los hombres y mujeres que están involucrados en éste acontecimiento.

Por un lado están los afectados, que no terminan de entender todo lo que ha sucedido en las últimas 72 horas, pero aún así se muestran ante el resto de sus paisanos con la voluntad más firme que nunca, fuertes y con un corazón agradecido por las múltiples ayudas que han recibido. Y por el otro lado están todos los voluntarios que se hicieron presentes en el lugar y se apropiaron de la tarea de usar la fuerza bruta y no descansar hasta encontrar a las personas heridas y dar una respuesta a la multitud desconcertada que merodea por el lugar tratando de saber algo de esa persona que perdió.

También están los vecinos del lugar que se preocuparon por llevar donaciones para que todos tuvieran algo que comer. Y los cibernautas que a pocas horas de lo sucedido, comenzaron a hacer público su apoyo hacia los damnificados mediante las redes sociales. Los representantes de los medios de comunicación, llegaron para averiguar las necesidades que había que suplir y difundieron la información hasta lograr la conformación de centros de acopio en donde por cierto, usted y yo podemos ir a donar artículos de primera necesidad para ayudar a éstas personas.

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Al ver las fotografías de los voluntarios, rescatistas, damnificados, vecinos y demás, sólo vino a mi mente una frase del escritor argentino Ernesto Sábato, quien una vez escribió: «Habrá siempre un hombre tal que, aunque su casa se derrumbe, estará preocupado por el Universo.

Y quiero explicar, que la frase me hizo entender que el ser humano, al hallarse en medio de un sufrimiento, es siempre capaz encontrar las fuerzas para preocuparse por algo más, que no sea el mismo.

Es decir, que siempre encontraremos a quién puede dar la milla extra para pensar en los demás.

Porque no entiendo como varios de los afectados pudieron encontrar ánimos para decir “gracias”, pero lo hicieron.

Y porque además, vi hombres y mujeres en esa aldea que bien pudieron haber estado solucionando sus propios problemas en casa, pero prefirieron ir a brindar su tiempo y apoyo a los necesitados.

Porque imagino que a varias familias no les importó desajustar su presupuesto mensual, con tal compartir sus víveres en un centro de acopio.

Porque es maravilloso que varios hombres y mujeres, en medio del trajín de la vida, hayan decidido juntar fuerzas y recursos para ayudar a un completo desconocido; y la más increíble razón es: porque un pueblo que aún tiene la moral destrozada por las desdichas que ha vivido en los últimos meses, se encontró dispuesto a darlo todo por quien más lo necesitaba.

Derrumbes

Adriana Lopez
03 de octubre, 2015

La aldea el Cambray II, en Santa Catarina Pinula, sufrió hace dos días el derrumbe de un cerro que dejó como saldo una gran cantidad de fallecidos, heridos y desaparecidos. Pero no hablemos de la noticia en sí, pues los medios de comunicación han sabido mantenernos informados; hoy quiero que hablemos de los hombres y mujeres que están involucrados en éste acontecimiento.

Por un lado están los afectados, que no terminan de entender todo lo que ha sucedido en las últimas 72 horas, pero aún así se muestran ante el resto de sus paisanos con la voluntad más firme que nunca, fuertes y con un corazón agradecido por las múltiples ayudas que han recibido. Y por el otro lado están todos los voluntarios que se hicieron presentes en el lugar y se apropiaron de la tarea de usar la fuerza bruta y no descansar hasta encontrar a las personas heridas y dar una respuesta a la multitud desconcertada que merodea por el lugar tratando de saber algo de esa persona que perdió.

También están los vecinos del lugar que se preocuparon por llevar donaciones para que todos tuvieran algo que comer. Y los cibernautas que a pocas horas de lo sucedido, comenzaron a hacer público su apoyo hacia los damnificados mediante las redes sociales. Los representantes de los medios de comunicación, llegaron para averiguar las necesidades que había que suplir y difundieron la información hasta lograr la conformación de centros de acopio en donde por cierto, usted y yo podemos ir a donar artículos de primera necesidad para ayudar a éstas personas.

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Al ver las fotografías de los voluntarios, rescatistas, damnificados, vecinos y demás, sólo vino a mi mente una frase del escritor argentino Ernesto Sábato, quien una vez escribió: «Habrá siempre un hombre tal que, aunque su casa se derrumbe, estará preocupado por el Universo.

Y quiero explicar, que la frase me hizo entender que el ser humano, al hallarse en medio de un sufrimiento, es siempre capaz encontrar las fuerzas para preocuparse por algo más, que no sea el mismo.

Es decir, que siempre encontraremos a quién puede dar la milla extra para pensar en los demás.

Porque no entiendo como varios de los afectados pudieron encontrar ánimos para decir “gracias”, pero lo hicieron.

Y porque además, vi hombres y mujeres en esa aldea que bien pudieron haber estado solucionando sus propios problemas en casa, pero prefirieron ir a brindar su tiempo y apoyo a los necesitados.

Porque imagino que a varias familias no les importó desajustar su presupuesto mensual, con tal compartir sus víveres en un centro de acopio.

Porque es maravilloso que varios hombres y mujeres, en medio del trajín de la vida, hayan decidido juntar fuerzas y recursos para ayudar a un completo desconocido; y la más increíble razón es: porque un pueblo que aún tiene la moral destrozada por las desdichas que ha vivido en los últimos meses, se encontró dispuesto a darlo todo por quien más lo necesitaba.