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Los “orejas” en la era de vigilancia líquida.

Redacción
17 de noviembre, 2015

Decía el destacado sociólogo Zygmunt Bauman, autor de los conceptos de “modernidad líquida” y “vigilancia líquida”, que en estos tiempos, luego de acontecimientos como el 11-S en Estados Unidos, vivimos en un estado de vigilancia constante, para cuyos propósitos se pueden estar utilizando drones del tamaño de un colibrí con la capacidad de captar y grabar miles y miles de horas de video, que luego deben ser analizadas por “especialistas” en alguna agencia de Inteligencia-. Si en Estados Unidos, luego del ataque a las Torres Gemelas, se aprobaron leyes como la Patriot Act, que incrementaba los poderes de vigilancia de varias agencias gubernamentales, algo parecido podría ocurrir en un país como Francia luego de los condenables ataques terroristas ocurridos el pasado 13N.

Los problemas de seguridad en la era de la “modernidad líquida”, entonces, traen consigo mayores niveles de vigilancia hacia los ciudadanos. Y esta nueva vigilancia es un fenómeno del cual no se escapa nadie… o casi nadie a nivel global.

Para muestra un botón. Hagamos un repaso de posibles actividades que usted realiza día a día y en las cuales está siendo vigilado y monitoreado, algunas veces con su conocimiento y otras sin percatarse de ello: 1) Sale de su casa y el acto queda registrado en las cámaras de seguridad instaladas en la entrada de su colonia y/o alrededores; 2) Va manejando su carro por diferentes calles y avenidas, lo cual está siendo grabado y monitoreado en cámaras de seguridad cuyo control de mando está en alguna Municipalidad; 3) Está en Ciudad de Guatemala y va a alguna de las diferentes paradas de buses del Transurbano y allí está siendo grabado por más de mil cámaras instaladas en diferentes zonas de la capital –la central de monitoreo de esas cámaras está a cargo de la Policía Nacional Civil, PNC-; 4) Pasa a un cajero automático y la máquina le pide poner su huella digital para procesar su transacción; 5) Pasa a la gasolinera, a un supermercado, restaurante, etc., y paga con su tarjeta de crédito o débito, con lo cual deja sus “huellas de consumo”; 6) Va a un banco del sistema y para procesar su transacción le piden su DPI, el cual es insertado en un aparato lector del chip de su documento de identificación que contienen todos sus datos personales y, seguidamente, le piden poner la huella de su dedo índice derecho antes de procesar su transacción. Sí. Una huella más en su record; 7) Ni hablar de aquel archivo en el cual quedan registradas sus “huellas digitales”, como producto de las búsquedas que realiza día a día en Google o el reporte de toda su actividad en Facebook y otras redes sociales…

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A las actividades antes mencionadas que están siendo grabadas, vigiladas y monitoreadas, podríamos agregar un sinnúmero más, como por ejemplo, las cámaras que registran su actividad en el trabajo, en el colegio, en la universidad, en el gimnasio, en los hoteles, en los bares y discotecas, en las iglesias, etc. Sume, también, los archivos de su licencia de conducir o DPI que ha sido escaneado en alguna garita de seguridad. A todo lo anterior agregue que, solo en el país, hay más de 20 millones de teléfonos celulares muchos de los cuales podrían ser utilizados para grabar sus conversaciones, así como para captar fotos y videos. ¿Y qué tal si además pagamos por uno de esos paquetes de video y monitoreo que ofrece alguna compañía telefónica para instalar cámaras en nuestros hogares y así controlarlos desde cualquier dispositivo móvil, en cualquier lugar del mundo? En resumen, a dondequiera que vaya, usted puede estar siendo vigilado.

Con las nuevas tecnologías y los mecanismos de vigilancia y monitoreo disponibles, uno esperaría que las autoridades responsables de la Seguridad y la Justicia fueran más efectivas para garantizar la integridad física y la seguridad integral de cada uno de los guatemaltecos. Sin embargo, aún seguimos siendo un país violento y muchos de los crímenes cometidos quedan en la impunidad. Respecto a los alcances y límites que tienen las agencias de Seguridad e Inteligencia en el país –tanto militar como civil-, para llevar a cabo operaciones de vigilancia, se debate muy poco respecto a ello, quizá debido al mito de que ese es un tema de “chafas” y que no hay que hablar ni mencionar aquel asunto. Además, discutimos muy poco respecto a qué hacen algunas instituciones privadas con toda la información suya y mía que tienen en su poder…

En la era de la “vigilancia líquida” conviene abrir el debate sobre el “Modelo de Inteligencia en Guatemala”, tal como ocurrió en un reciente foro organizado por la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos. Pero más allá del mito de los “orejas” y de que la “Inteligencia” sigue siendo solo un tema de los “chafas”, la discusión debe incluir aspectos como: a) la vigencia del marco legal actual del modelo de Inteligencia y sus potenciales modificaciones; b) mecanismos de transparencia y rendición de cuentas; c) nuevos instrumentos legales para la ciberseguridad –por ejemplo, recientemente una fuente militar me relataba la poca atención que varios actores ponen al hecho de no contar con una adecuada legislación en este tema-; d) la capacidad que tiene el Estado para tener información “preventiva” de actos violentos –ya se ve que ni países como Estados Unidos o Francia, que cuentan con sofisticados servicios de Inteligencia son capaces de contener ataques terroristas en sus territorios-…

En la era de la “vigilancia líquida” la metáfora del Gran Hermano de Orwell ha sido superada, ya que no solo los Estados y gobiernos pueden llevar a cabo acciones de monitoreo y vigilancia de sus ciudadanos… Hoy en día, hay nuevos y potenciales “orejas” por doquier…

@bequerchocooj

Los “orejas” en la era de vigilancia líquida.

Redacción
17 de noviembre, 2015

Decía el destacado sociólogo Zygmunt Bauman, autor de los conceptos de “modernidad líquida” y “vigilancia líquida”, que en estos tiempos, luego de acontecimientos como el 11-S en Estados Unidos, vivimos en un estado de vigilancia constante, para cuyos propósitos se pueden estar utilizando drones del tamaño de un colibrí con la capacidad de captar y grabar miles y miles de horas de video, que luego deben ser analizadas por “especialistas” en alguna agencia de Inteligencia-. Si en Estados Unidos, luego del ataque a las Torres Gemelas, se aprobaron leyes como la Patriot Act, que incrementaba los poderes de vigilancia de varias agencias gubernamentales, algo parecido podría ocurrir en un país como Francia luego de los condenables ataques terroristas ocurridos el pasado 13N.

Los problemas de seguridad en la era de la “modernidad líquida”, entonces, traen consigo mayores niveles de vigilancia hacia los ciudadanos. Y esta nueva vigilancia es un fenómeno del cual no se escapa nadie… o casi nadie a nivel global.

Para muestra un botón. Hagamos un repaso de posibles actividades que usted realiza día a día y en las cuales está siendo vigilado y monitoreado, algunas veces con su conocimiento y otras sin percatarse de ello: 1) Sale de su casa y el acto queda registrado en las cámaras de seguridad instaladas en la entrada de su colonia y/o alrededores; 2) Va manejando su carro por diferentes calles y avenidas, lo cual está siendo grabado y monitoreado en cámaras de seguridad cuyo control de mando está en alguna Municipalidad; 3) Está en Ciudad de Guatemala y va a alguna de las diferentes paradas de buses del Transurbano y allí está siendo grabado por más de mil cámaras instaladas en diferentes zonas de la capital –la central de monitoreo de esas cámaras está a cargo de la Policía Nacional Civil, PNC-; 4) Pasa a un cajero automático y la máquina le pide poner su huella digital para procesar su transacción; 5) Pasa a la gasolinera, a un supermercado, restaurante, etc., y paga con su tarjeta de crédito o débito, con lo cual deja sus “huellas de consumo”; 6) Va a un banco del sistema y para procesar su transacción le piden su DPI, el cual es insertado en un aparato lector del chip de su documento de identificación que contienen todos sus datos personales y, seguidamente, le piden poner la huella de su dedo índice derecho antes de procesar su transacción. Sí. Una huella más en su record; 7) Ni hablar de aquel archivo en el cual quedan registradas sus “huellas digitales”, como producto de las búsquedas que realiza día a día en Google o el reporte de toda su actividad en Facebook y otras redes sociales…

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Con las nuevas tecnologías y los mecanismos de vigilancia y monitoreo disponibles, uno esperaría que las autoridades responsables de la Seguridad y la Justicia fueran más efectivas para garantizar la integridad física y la seguridad integral de cada uno de los guatemaltecos. Sin embargo, aún seguimos siendo un país violento y muchos de los crímenes cometidos quedan en la impunidad. Respecto a los alcances y límites que tienen las agencias de Seguridad e Inteligencia en el país –tanto militar como civil-, para llevar a cabo operaciones de vigilancia, se debate muy poco respecto a ello, quizá debido al mito de que ese es un tema de “chafas” y que no hay que hablar ni mencionar aquel asunto. Además, discutimos muy poco respecto a qué hacen algunas instituciones privadas con toda la información suya y mía que tienen en su poder…

En la era de la “vigilancia líquida” conviene abrir el debate sobre el “Modelo de Inteligencia en Guatemala”, tal como ocurrió en un reciente foro organizado por la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos. Pero más allá del mito de los “orejas” y de que la “Inteligencia” sigue siendo solo un tema de los “chafas”, la discusión debe incluir aspectos como: a) la vigencia del marco legal actual del modelo de Inteligencia y sus potenciales modificaciones; b) mecanismos de transparencia y rendición de cuentas; c) nuevos instrumentos legales para la ciberseguridad –por ejemplo, recientemente una fuente militar me relataba la poca atención que varios actores ponen al hecho de no contar con una adecuada legislación en este tema-; d) la capacidad que tiene el Estado para tener información “preventiva” de actos violentos –ya se ve que ni países como Estados Unidos o Francia, que cuentan con sofisticados servicios de Inteligencia son capaces de contener ataques terroristas en sus territorios-…

En la era de la “vigilancia líquida” la metáfora del Gran Hermano de Orwell ha sido superada, ya que no solo los Estados y gobiernos pueden llevar a cabo acciones de monitoreo y vigilancia de sus ciudadanos… Hoy en día, hay nuevos y potenciales “orejas” por doquier…

@bequerchocooj