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“Soy responsable de mi Tarjeta de crédito”

Ramon Parellada
06 de noviembre, 2015

Encuentro muy útil utilizar mi tarjeta de crédito por lo cómodo que me resulta pagar con ella en cualquier momento por los productos o servicios que quiero adquirir. Ya no necesito llevar mi chequera conmigo y tampoco tengo que andar cargando grandes cantidades de efectivo como se hacía en el pasado. Puedo comprar sin siquiera salir de mi casa u oficina ya que la tarjeta de crédito me permite comprar también por internet.

Cada mes, pago el total de mi tarjeta de crédito antes de que venza, en una sola transacción.   No me excedo porque considero a la Tarjeta de crédito un instrumento cómodo de pago y no uno de crédito. Si necesito un préstamo recurro a un banco para que me lo otorguen. Yo sé que las tasas de interés de las tarjetas son mayores que las de los préstamos otorgados por los bancos debido precisamente a que es un financiamiento espontáneo, sin aviso, en el cual hay un manejo de cuenta del deudor que utiliza esta forma para financiarse y que incluso llega a volverse moroso en muchas ocasiones.

Así pues, no es comparable el concepto de “tasas de interés” de las tarjetas de crédito con el del financiamiento que puedo obtener en un banco. La “tasas de interés” de las tarjetas incluyen muchas cosas más. Pretender ponerle un precio tope a esta “tasa de interés” de las tarjetas de crédito es pura ignorancia de parte de sus proponente. La intención es apoyar al que se endeuda por este medio pero al final lo están fastidiando pues lo que pasará es que los emisores de tarjetas de crédito se volverán más estrictos y prudentes en otorgar tarjetas de crédito a quien se la solicita. Le harán la vida más incómoda a mucha gente que no calificará aunque puedan llegar a ser buenos sujetos de crédito.

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El gobierno a través de una excesiva regulación no puede asumir el riesgo empresarial de los banqueros o emisores de tarjetas. Este riesgo es de ellos y de nadie más al otorgar tarjetas de crédito a quienes no deberían tenerla. Al final perderá el emisor de tarjeta si no le pagan. Ese costo también es parte que esta incluida en ese concepto que hoy se llama “tasa de interés” de las tarjetas de crédito.

Yo, como usuario, soy el único responsable del buen o mal uso que le haga a mi tarjeta de crédito. La cuido porque me es muy útil pero además porque me genera una referencia positiva, al ir al día con mis pagos, como sujeto de crédito para cuando necesite solicitar un préstamo. ¿Por qué el gobierno a través de una regulación que es innecesaria quiere protegerme? Al final, quieren proteger a los que hacen mal uso de la misma y precisamente por ello los banqueros decidirán no otorgarles más tarjetas de crédito a estas personas. Así de sencillo.

Los diputados que voten por esta iniciativa le harán más daño a quienes pretenden ayudar que si dejaran que el mercado funcionara como lo ha estado haciendo hasta ahora.

Por otro lado se pretende aprobar una ley que tienen cosas tan ridículas que pareciera que los diputados ponentes de esta ley consideran tontos a los usuarios de tarjetas de crédito y a los emisores de las mismas. Ese paternalismo por cuidar al usuario impone al emisor un programa de educación financiera por un lado y a realizar estudios socioeconómicos antes de otorgar la tarjeta al usuario.   Como si estas cosas no se hicieran de una u otra manera. Se de muchas personas que no han tenido acceso a tarjetas de crédito porque no califican. Así de sencillo. Y también se de otras que por sus malas referencias crediticias tampoco califican para obtener una tarjeta. ¿Para qué regular lo que ya está funcionando bien?

Entre las genialidades de la ley que se pretende pasar para regular las tarjetas de crédito está la de ponerle tope también al monto. Si esto pasa lo que harán los usuarios es tener varias tarjetas de crédito, una con cada diferente emisor. ¿Y además, que impide a muchos ir al extranjero y conseguir alguna tarjeta sin tanto límite ni tonterías?

Vuelvo a insistir que yo soy el único responsable del uso de mi tarjeta de crédito, del buen nombre de mi apellido por el uso de la misma y de abrirme o cerrarme las puertas al financiamiento. Mientras más opciones para escoger tarjetas de crédito tengan, es decir, más competencia de parte de los emisores, mejor para mí. Restringir a los emisores porque algunos diputados paternalistas me consideran tonto e inútil al manejar mi tarjeta es un insulto a la inteligencia. No necesito ese tipo de ayudas o protección porque al final me están dañando, restringen mi libertad y mis opciones. Yo no debo pagar los platos rotos de aquellos irresponsables en sus comportamientos crediticios.

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Cada mes, pago el total de mi tarjeta de crédito antes de que venza, en una sola transacción.   No me excedo porque considero a la Tarjeta de crédito un instrumento cómodo de pago y no uno de crédito. Si necesito un préstamo recurro a un banco para que me lo otorguen. Yo sé que las tasas de interés de las tarjetas son mayores que las de los préstamos otorgados por los bancos debido precisamente a que es un financiamiento espontáneo, sin aviso, en el cual hay un manejo de cuenta del deudor que utiliza esta forma para financiarse y que incluso llega a volverse moroso en muchas ocasiones.

Así pues, no es comparable el concepto de “tasas de interés” de las tarjetas de crédito con el del financiamiento que puedo obtener en un banco. La “tasas de interés” de las tarjetas incluyen muchas cosas más. Pretender ponerle un precio tope a esta “tasa de interés” de las tarjetas de crédito es pura ignorancia de parte de sus proponente. La intención es apoyar al que se endeuda por este medio pero al final lo están fastidiando pues lo que pasará es que los emisores de tarjetas de crédito se volverán más estrictos y prudentes en otorgar tarjetas de crédito a quien se la solicita. Le harán la vida más incómoda a mucha gente que no calificará aunque puedan llegar a ser buenos sujetos de crédito.

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Yo, como usuario, soy el único responsable del buen o mal uso que le haga a mi tarjeta de crédito. La cuido porque me es muy útil pero además porque me genera una referencia positiva, al ir al día con mis pagos, como sujeto de crédito para cuando necesite solicitar un préstamo. ¿Por qué el gobierno a través de una regulación que es innecesaria quiere protegerme? Al final, quieren proteger a los que hacen mal uso de la misma y precisamente por ello los banqueros decidirán no otorgarles más tarjetas de crédito a estas personas. Así de sencillo.

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