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“NUESTRO DERECHO A DECIR LA VERDAD”

Redacción
13 de marzo, 2015

Justo cuando creemos que los problemas en Guatemala no podrían ser peores, que entre tantas malas noticias que nos asechan todos los días como la corrupción, bloqueos en el Congreso, narcotráfico, extorsiones, delincuencia o linchamientos, por decir algunos, surge un evento que nos hace reflexionar y decir: “Hasta cuándo mi Guatemala; Cuánto hace falta para que toquemos fondo”. Y me refiero específicamente al cobarde asesinato de los periodistas Danilo López y Federico Salazar el día martes 10 en Mazatenango, Suchitepéquez; quienes cumpliendo su labor de informar pagaron un alto precio con su vida. Si bien López había denunciado, meses antes, intimaciones por parte de José Linares, alcalde de San Lorenzo, Suchitepéquez, éstas no prosperaron por lo que muy probablemente el alcalde deba ser uno de los principales sospechosos cometer esta tragedia.

Quizá muchos guatemaltecos no dimensionan la magnitud de la muerte de estos dos periodistas, incluso quienes puedan pensar ¿Qué son dos asesinatos más para un país que llora sangre por tanta violencia cada día? Y no estoy haciendo de menos a cada una de las 16 víctimas diarias que de forma violenta mueren en promedio cada día en Guatemala, sino lo preocupante de este “martes sangriento” es que quisieron callar no sólo el derecho de libertad de expresión de periodistas que hacían su trabajo o un medio de comunicación en particular sino la libertad de un pueblo con el derecho a informarse. De acuerdo a la Constitución de la República de Guatemala en su artículo 35 hace referencia a la Libertad de Emisión del Pensamiento en cualquier medio de comunicación y bajo ningún caso ésta libertad debe ser censurada. El gremio periodístico claramente está de luto, pero también lo está el país entero pues se le ha mutilado su oportunidad buscar y denunciar la verdad públicamente a través de ese cuarto poder como se le asocia a la prensa en un sistema republicano como el nuestro.

Irónicamente, a pesar que sucedan situaciones como la muerte de estos dos valientes periodistas y aunque muchos lo hayamos olvidado ya, el Gobierno del Presidente Otto Pérez Molina declaró apenas en enero, durante la entrega del informe de su tercer año de gestión, el año 2015 como “el año de la no violencia”. Poco avance hemos visto en relación a esta declaración, que a menos de dos meses de ser presentada ya ha quedado en el olvido debido a que los números no cambian y la percepción de inseguridad y violencia persiste, aunque el Gobierno nos haga creer lo contrario con publicidad engañosa. Y qué nos queda pensar, si los pocos que se atreven a divulgar y denunciar la verdad tienen que vivir bajo amenazas hasta el punto de pagar con su vida sin que nadie haga nada.

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No sé qué tan cerca estemos de tocar fondo en el país que vivimos pero pareciera que cada día unos pocos malos guatemaltecos se esfuerzan por hacernos caer un escalón más, por el simple hecho de buscar su beneficio propio sin importar a costa de qué o quién necesiten pasar encima con tal de lograr lo que quieren. Quisiera exigir a todas las autoridades de Gobierno que les compete que den con los responsables materiales e intelectuales de este evento y que se les condene sin importar que estos últimos ejerzan un puesto público de poder. Finalmente no sólo s responsabilidad de las autoridades marcar un precedente en la investigación y castigo de quienes se atrevieron a atentar contra la libertad de expresión del pueblo pero nosotros como ciudadanos somos responsables de repudiar públicamente estos actos y exigir a que nuestro derecho a decir la verdad no sea negado.

@herbsmelendez

“NUESTRO DERECHO A DECIR LA VERDAD”

Redacción
13 de marzo, 2015

Justo cuando creemos que los problemas en Guatemala no podrían ser peores, que entre tantas malas noticias que nos asechan todos los días como la corrupción, bloqueos en el Congreso, narcotráfico, extorsiones, delincuencia o linchamientos, por decir algunos, surge un evento que nos hace reflexionar y decir: “Hasta cuándo mi Guatemala; Cuánto hace falta para que toquemos fondo”. Y me refiero específicamente al cobarde asesinato de los periodistas Danilo López y Federico Salazar el día martes 10 en Mazatenango, Suchitepéquez; quienes cumpliendo su labor de informar pagaron un alto precio con su vida. Si bien López había denunciado, meses antes, intimaciones por parte de José Linares, alcalde de San Lorenzo, Suchitepéquez, éstas no prosperaron por lo que muy probablemente el alcalde deba ser uno de los principales sospechosos cometer esta tragedia.

Quizá muchos guatemaltecos no dimensionan la magnitud de la muerte de estos dos periodistas, incluso quienes puedan pensar ¿Qué son dos asesinatos más para un país que llora sangre por tanta violencia cada día? Y no estoy haciendo de menos a cada una de las 16 víctimas diarias que de forma violenta mueren en promedio cada día en Guatemala, sino lo preocupante de este “martes sangriento” es que quisieron callar no sólo el derecho de libertad de expresión de periodistas que hacían su trabajo o un medio de comunicación en particular sino la libertad de un pueblo con el derecho a informarse. De acuerdo a la Constitución de la República de Guatemala en su artículo 35 hace referencia a la Libertad de Emisión del Pensamiento en cualquier medio de comunicación y bajo ningún caso ésta libertad debe ser censurada. El gremio periodístico claramente está de luto, pero también lo está el país entero pues se le ha mutilado su oportunidad buscar y denunciar la verdad públicamente a través de ese cuarto poder como se le asocia a la prensa en un sistema republicano como el nuestro.

Irónicamente, a pesar que sucedan situaciones como la muerte de estos dos valientes periodistas y aunque muchos lo hayamos olvidado ya, el Gobierno del Presidente Otto Pérez Molina declaró apenas en enero, durante la entrega del informe de su tercer año de gestión, el año 2015 como “el año de la no violencia”. Poco avance hemos visto en relación a esta declaración, que a menos de dos meses de ser presentada ya ha quedado en el olvido debido a que los números no cambian y la percepción de inseguridad y violencia persiste, aunque el Gobierno nos haga creer lo contrario con publicidad engañosa. Y qué nos queda pensar, si los pocos que se atreven a divulgar y denunciar la verdad tienen que vivir bajo amenazas hasta el punto de pagar con su vida sin que nadie haga nada.

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No sé qué tan cerca estemos de tocar fondo en el país que vivimos pero pareciera que cada día unos pocos malos guatemaltecos se esfuerzan por hacernos caer un escalón más, por el simple hecho de buscar su beneficio propio sin importar a costa de qué o quién necesiten pasar encima con tal de lograr lo que quieren. Quisiera exigir a todas las autoridades de Gobierno que les compete que den con los responsables materiales e intelectuales de este evento y que se les condene sin importar que estos últimos ejerzan un puesto público de poder. Finalmente no sólo s responsabilidad de las autoridades marcar un precedente en la investigación y castigo de quienes se atrevieron a atentar contra la libertad de expresión del pueblo pero nosotros como ciudadanos somos responsables de repudiar públicamente estos actos y exigir a que nuestro derecho a decir la verdad no sea negado.

@herbsmelendez