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Lecturas van y vienen, algunas en el aire se detienen

Redacción
03 de marzo, 2015

La lectura, los libros, las palabras; son guía, ruta, mapa para cumplir el sueño, alcanzar la vocación, y con gozo, satisfacción y más provocación crecer y crear.

Llegó como llegan algunas invitaciones, inesperada y agradable. Las nuevas dinámicas de comunicación, mensajes instantáneas vía la aplicación Whatsapp, ingresan breves misivas con silbidos o cánticos, éstas pueden ser o individual o grupal. Ésta fue una mezcla de ambos modalidades, una amiga invita a un grupo a formar un club de lectura. ¡Que alegría! Leer en grupo, provocación mutua, aprendizaje compartido, discusiones enérgicas. La respuesta positiva, a pesar de no conocer a ninguna de las integrantes del nuevo club, únicamente la anfitriona virtual, deseosa por iniciar, y sobre todo, por conocer cuál fuese el primer titulo a compartir.

Preguntas iban y venían; ¿Qué día?; ¿Qué hora?; ¿Dónde? Y por último, ¿Qué vamos a leer? La inquietud inició en diciembre del año pasado, en fechas imposibles para una reunión, pero ideales para iniciar una lectura que aislara la mente del mundanal ruido de los quehaceres celebrativos. Continuaba la incógnita del titulo inicial. En ese ínterin, arriba un mensaje individual que consultaba sobre cuál fuese un buen titulo para el arranque. Con sumo cuidado, con el afán de encontrar las hojas ideales que pudieran ser agradables y a la vez de un aprendizaje indoloro, sin tener que comparar cifras ni investigar tendencias; una lectura actual para enriquecer la vida, se sugirió el reciente libro de Andrés Oppenheimer, “Crear o morir” el cual comparte en lenguaje periodística, por medio de entrevistas, en un estilo conversatorio, los cómos de las innovaciones de hoy día, en las palabras de los mismos innovadores; cómo iniciaron, cómo fracasaron y cómo iniciaron de nuevo. Experiencias de vida que a todo ser humano le son útiles.

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Se comunicó el titulo, que aparentemente fue recibido con gran aceptación. Se agotó el titulo en plaza, luego hubo más, y pasaron los días. Al cabo de algunas semanas, la organizadora le preguntó al grupo por el avance de la lectura, con respuestas variadas que se resumía en que nadie había leído. Se percibía cierta resistencia, reticencia y una participante declaró abiertamente que no le gustaba el libro porque quería leer para distraerse, no leer un libro político económico. Se quedó en limbo la lectura grupal, en espera de otro titulo de mayor aceptación; y a las tres semanas de esta última comunicación, el club de lectura ingresó a una suspensión temporal que pueda ser definitiva.

Este relato pregunta por el futuro de la lectura. Si los comentarios de medios de comunicación social indican que la población no lee; no es problema sólo de los estudiantes de todos los niveles educativos. ¿No hay amor por ella? No se debe generalizar, y sí se tiene que generalizar. Vargas Llosa, en La civilización del espectáculo (2012) comenta sobre las generaciones actuales, su atención a la frivolidad, el gusto por lo visual, y la facilidad de los medios de comunicación. Es parte la causa del abandono por la lectura del libro físico y la búsqueda de temas livianas.

La lectura, mapa del camino a las respuestas a las preguntas, provoca la curiosidad, no sólo la satisface. Las entrevistas de los creativos del libro mencionado revelan que estos próceres de la creatividad, de la invención, de la innovación, no necesariamente contaban con una educación superior, pero sí con un sueño, una visión, y la insaciable curiosidad que empezaron a satisfacer con la lectura. Y una tenacidad férrea que los llevó a llegar a su meta, y continuar hacia sueños nuevos.

Estos relatos son la invitación para todo lector. La inquietud es que no se lean.

Preocupa que una lectura, si seria, no texto, no fuera fuente de distracción. Es necesaria distraerse, un ocio sano, acompañado por una lectura que provoque una creación interna, un tejido personal, un reto para el alma. No es un esfuerzo sobrehumano, es un gozo espiritual.

Lecturas van y vienen, algunas en el aire se detienen

Redacción
03 de marzo, 2015

La lectura, los libros, las palabras; son guía, ruta, mapa para cumplir el sueño, alcanzar la vocación, y con gozo, satisfacción y más provocación crecer y crear.

Llegó como llegan algunas invitaciones, inesperada y agradable. Las nuevas dinámicas de comunicación, mensajes instantáneas vía la aplicación Whatsapp, ingresan breves misivas con silbidos o cánticos, éstas pueden ser o individual o grupal. Ésta fue una mezcla de ambos modalidades, una amiga invita a un grupo a formar un club de lectura. ¡Que alegría! Leer en grupo, provocación mutua, aprendizaje compartido, discusiones enérgicas. La respuesta positiva, a pesar de no conocer a ninguna de las integrantes del nuevo club, únicamente la anfitriona virtual, deseosa por iniciar, y sobre todo, por conocer cuál fuese el primer titulo a compartir.

Preguntas iban y venían; ¿Qué día?; ¿Qué hora?; ¿Dónde? Y por último, ¿Qué vamos a leer? La inquietud inició en diciembre del año pasado, en fechas imposibles para una reunión, pero ideales para iniciar una lectura que aislara la mente del mundanal ruido de los quehaceres celebrativos. Continuaba la incógnita del titulo inicial. En ese ínterin, arriba un mensaje individual que consultaba sobre cuál fuese un buen titulo para el arranque. Con sumo cuidado, con el afán de encontrar las hojas ideales que pudieran ser agradables y a la vez de un aprendizaje indoloro, sin tener que comparar cifras ni investigar tendencias; una lectura actual para enriquecer la vida, se sugirió el reciente libro de Andrés Oppenheimer, “Crear o morir” el cual comparte en lenguaje periodística, por medio de entrevistas, en un estilo conversatorio, los cómos de las innovaciones de hoy día, en las palabras de los mismos innovadores; cómo iniciaron, cómo fracasaron y cómo iniciaron de nuevo. Experiencias de vida que a todo ser humano le son útiles.

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Se comunicó el titulo, que aparentemente fue recibido con gran aceptación. Se agotó el titulo en plaza, luego hubo más, y pasaron los días. Al cabo de algunas semanas, la organizadora le preguntó al grupo por el avance de la lectura, con respuestas variadas que se resumía en que nadie había leído. Se percibía cierta resistencia, reticencia y una participante declaró abiertamente que no le gustaba el libro porque quería leer para distraerse, no leer un libro político económico. Se quedó en limbo la lectura grupal, en espera de otro titulo de mayor aceptación; y a las tres semanas de esta última comunicación, el club de lectura ingresó a una suspensión temporal que pueda ser definitiva.

Este relato pregunta por el futuro de la lectura. Si los comentarios de medios de comunicación social indican que la población no lee; no es problema sólo de los estudiantes de todos los niveles educativos. ¿No hay amor por ella? No se debe generalizar, y sí se tiene que generalizar. Vargas Llosa, en La civilización del espectáculo (2012) comenta sobre las generaciones actuales, su atención a la frivolidad, el gusto por lo visual, y la facilidad de los medios de comunicación. Es parte la causa del abandono por la lectura del libro físico y la búsqueda de temas livianas.

La lectura, mapa del camino a las respuestas a las preguntas, provoca la curiosidad, no sólo la satisface. Las entrevistas de los creativos del libro mencionado revelan que estos próceres de la creatividad, de la invención, de la innovación, no necesariamente contaban con una educación superior, pero sí con un sueño, una visión, y la insaciable curiosidad que empezaron a satisfacer con la lectura. Y una tenacidad férrea que los llevó a llegar a su meta, y continuar hacia sueños nuevos.

Estos relatos son la invitación para todo lector. La inquietud es que no se lean.

Preocupa que una lectura, si seria, no texto, no fuera fuente de distracción. Es necesaria distraerse, un ocio sano, acompañado por una lectura que provoque una creación interna, un tejido personal, un reto para el alma. No es un esfuerzo sobrehumano, es un gozo espiritual.