Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Vivir en el infierno

Redacción
17 de enero, 2016

Guatemala, país de la eterna primavera, tierra de Pedro de Alvarado y Atanasio Tzul, tierra de Miguel Ángel Asturias, de Efraín Recinos, Romeo Lucas García, Jorge Ubico, Álvaro Arzú, Manuel Colom Argueta, Rigoberta Menchú, Manuel Ayáu, Jairo Orellana, Waldemar Lorenzana, Enrique Gómez Carrillo, Luis Cardoza y Aragón es un lugar en el mundo deshumanizado en 2016.

Guatemala siempre ha vivido una crisis de principios. La radicalidad de múltiples sectores ha desencadenado barbaries en toda la amplitud del territorio, de la manera más amplia y silenciosa. Lo que nos ha pasado a lo largo de la historia no es un fenómeno local o por período. Es la constante vida en el infierno con dificultades de toda índole.

No puedo fundamentar la legitimidad de las acciones del Ministerio Público porque los problemas rebasan a los seres humanos individuales y se enfocan en una sola expresión la envidia y la intromisión. El formalismo legal del cual se invisten las instituciones apadrinadas por misiones de paz y justicia en Guatemala son desde cualquier óptica inadecuadas.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Honduras, El Salvador, Belice y México comparten la realidad de Guatemala de lo que significa deshumanizarse y donde no caben las investigaciones puramente lógicas del Ministerio Público sobre violencia y corrupción. Sus ciudadanos han sido descuidados por intereses de clases diversas y antagónicas que se devoran entre sí. Las redes criminales como denomina el Ministerio Público están emparentadas con personas de toda condición social, inclinación religiosa o color político.

Hay armas, inteligencia, poder desde cualquier bando y son las circunstancias internas y externas la que deciden lo bueno y lo malo. La forma de ser de la justicia está supeditada siempre a la fuerza bruta y no al pensamiento. Si repaso la historia desde que Guatemala recibía el nombre de Audiencia de los Confines hasta hoy encuentro una sola cosa: no solo en América Misisipi rodeado de Arkansas, Luisiana Alabama, conquistado originalmente por españoles es el país con altos índices de pobreza y desempleo y fue foco principal de la guerra civil americana, sino también Guatemala vive en estos momentos esa intolerancia humana.

En el siglo XX esa intolerancia humana se le llamó segregación social. El odio, violencia y envidia causa los graves desastres humanos que en sus naturales expresiones se vuelven un infierno como el que se vive en Guatemala. No es la unidad la que ahuyentará la crisis infernal de los guatemaltecos. Yo le diría al Ministerio Público ahora extendido al Ministerio de Gobernación: esos son síntomas que a todos los guatemaltecos nos enfrenta esa duda fundamental si se hace lo correcto o solo se instrumentaliza la justicia para reconstruir el infierno.

A veces creo que las acciones de 2015 fueron exaltaciones de grado y no cualitativamente distintas para eliminar lo profano de la sacralidad de la justicia por usar una correlación religiosa y no un eufemismo. La justicia tiene siempre un hiato. Un punto de inexactitud. Y solo un verdadero amante de la justicia puede distinguir ese débil hilo sobre el cuál pende la espada de Damocles.

Vivir en el infierno

Redacción
17 de enero, 2016

Guatemala, país de la eterna primavera, tierra de Pedro de Alvarado y Atanasio Tzul, tierra de Miguel Ángel Asturias, de Efraín Recinos, Romeo Lucas García, Jorge Ubico, Álvaro Arzú, Manuel Colom Argueta, Rigoberta Menchú, Manuel Ayáu, Jairo Orellana, Waldemar Lorenzana, Enrique Gómez Carrillo, Luis Cardoza y Aragón es un lugar en el mundo deshumanizado en 2016.

Guatemala siempre ha vivido una crisis de principios. La radicalidad de múltiples sectores ha desencadenado barbaries en toda la amplitud del territorio, de la manera más amplia y silenciosa. Lo que nos ha pasado a lo largo de la historia no es un fenómeno local o por período. Es la constante vida en el infierno con dificultades de toda índole.

No puedo fundamentar la legitimidad de las acciones del Ministerio Público porque los problemas rebasan a los seres humanos individuales y se enfocan en una sola expresión la envidia y la intromisión. El formalismo legal del cual se invisten las instituciones apadrinadas por misiones de paz y justicia en Guatemala son desde cualquier óptica inadecuadas.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Honduras, El Salvador, Belice y México comparten la realidad de Guatemala de lo que significa deshumanizarse y donde no caben las investigaciones puramente lógicas del Ministerio Público sobre violencia y corrupción. Sus ciudadanos han sido descuidados por intereses de clases diversas y antagónicas que se devoran entre sí. Las redes criminales como denomina el Ministerio Público están emparentadas con personas de toda condición social, inclinación religiosa o color político.

Hay armas, inteligencia, poder desde cualquier bando y son las circunstancias internas y externas la que deciden lo bueno y lo malo. La forma de ser de la justicia está supeditada siempre a la fuerza bruta y no al pensamiento. Si repaso la historia desde que Guatemala recibía el nombre de Audiencia de los Confines hasta hoy encuentro una sola cosa: no solo en América Misisipi rodeado de Arkansas, Luisiana Alabama, conquistado originalmente por españoles es el país con altos índices de pobreza y desempleo y fue foco principal de la guerra civil americana, sino también Guatemala vive en estos momentos esa intolerancia humana.

En el siglo XX esa intolerancia humana se le llamó segregación social. El odio, violencia y envidia causa los graves desastres humanos que en sus naturales expresiones se vuelven un infierno como el que se vive en Guatemala. No es la unidad la que ahuyentará la crisis infernal de los guatemaltecos. Yo le diría al Ministerio Público ahora extendido al Ministerio de Gobernación: esos son síntomas que a todos los guatemaltecos nos enfrenta esa duda fundamental si se hace lo correcto o solo se instrumentaliza la justicia para reconstruir el infierno.

A veces creo que las acciones de 2015 fueron exaltaciones de grado y no cualitativamente distintas para eliminar lo profano de la sacralidad de la justicia por usar una correlación religiosa y no un eufemismo. La justicia tiene siempre un hiato. Un punto de inexactitud. Y solo un verdadero amante de la justicia puede distinguir ese débil hilo sobre el cuál pende la espada de Damocles.