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La hipocresía latinoamericana en materia de inmigración

Nicholas Virzi
20 de enero, 2016

Mas de un millón de inmigrantes han entrado a Europa en 2015, y ese número solo va a subir. Desde 2012, más de cien mil han ingresado desde Siria, con permiso, a Estados Unidos, país que simplemente no tiene frontera sur. De estos inmigrantes, casi todos son musulmanes. Esto a pesar de las terribles campañas de genocidio que se han practicado contra Cristianos y otros pueblos no musulmanes, cosa que finalmente han denunciado las autoridades Cristianas, el Arzobispo de Canterbury en Inglaterra, y el Papa. Aunque son los Cristianos, judíos, yazidis y kurdos que han sufrido las intenciones genocidas del Estado Islámico, estos grupos de víctimas parecieran no tener el peso político necesario como para ser reconocidos como dignos de trato especial de parte de las potencias de Occidente.

El tema migratorio se ha vuelto un tema político de tinte moral, pero de doble moral. Los que abogan por el mas sencillo control fronterizo en Europa o Estados Unidos son tildados de racistas y anti-islámicos, aunque los controles migratorios de los países musulmanes (y latinos, ojo) son mucho más estrictos. El candidato líder entre los Republicanos en Estados Unidos, Donald Trump, desató una polémica política que motivó a muchos intelectuales a comentar sobre su intolerancia cuando propuso imponer una moratoria sobre la inmigración a Estados Unidos de musulmanes. Esta propuesta fue políticamente incorrecta. No hay ninguna necesidad de imponer un control de ingreso por razones religiosas. Solo hacía falta que dijera que Estados Unidos no debe de aceptar el ingreso de personas provenientes de países que vetan la entrada a personas con pasaporte Israelí. Caso cerrado.

En algo tienen razón los países centroamericanos. La verdad es que cualquier país tiene el derecho de vetar la entrada a cualquier persona, por cualquier razón. Los países centroamericanos implementan esta práctica por excelencia. Lo hacen hoy mismo, vetando la entrada de VERDADEROS refugiados cubanos, que huyen de la opresión y persecución comunista, pero que no han encontrado entrada ni mucho menos bienvenida en países como Nicaragua o Guatemala.

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Para tomar otro ejemplo, México, tiene controles migratorios más estrictos de cualquier propuesta que ha enunciado Donald Trump … por mucho. Por mucho. Se habla de sistemas migratorios “rotos”, haciéndose referencia a los países destino de migrantes, pero el problema es el abuso de los sistemas migratorios mas generosos del mundo. Países en América Latina suelen controlar el ingreso de inmigrantes muy estrictamente, por lo que parece extraño que los latinoamericanos sean los primeros en quejarse que otros países no implementan las reformas que ellos mismos no han considerado … nunca.

Lo único “roto” de los sistemas migratorios en Europa o Estados Unidos, ya por si mas abiertos que otras regiones, es que son demasiado permisivos con respecto a la violación de sus reglas. Sencillamente, no solo no se castiga su violación, se premia su violación. En la ley, y en su aplicación selectiva, existen incentivos perversos. Por estas razones, la apertura de los sistemas migratorios de Europa y Estados Unidos es entendida por debilidad. La apertura migratoria es aprovechada por quienes no respetan las reglas, un suicidio social considerando que los países avanzados desarrollaron a tal punto de ser destinos atractivos para migrantes principalmente porque lograron desarrollar culturas y sistemas políticos basados en el respeto por las reglas.

Los críticos progresistas de las reglas migratorias son las primeras voces en alzarse en pro de cualquier intervención o regulación estatal. El discurso político francamente cae en estupidez cuando se puede argüir que se debe regular la venta de limonada en las calles, fumar cigarros en bares, la captación de lluvia en propiedad privada, pero no la migración, ni la trata de personas, abuso y esclavitud sexual, tráfico de terroristas y enemigos del Estado, y todos los temas relacionados con la inmigración ilegal.

La hipocresía latinoamericana en materia de inmigración

Nicholas Virzi
20 de enero, 2016

Mas de un millón de inmigrantes han entrado a Europa en 2015, y ese número solo va a subir. Desde 2012, más de cien mil han ingresado desde Siria, con permiso, a Estados Unidos, país que simplemente no tiene frontera sur. De estos inmigrantes, casi todos son musulmanes. Esto a pesar de las terribles campañas de genocidio que se han practicado contra Cristianos y otros pueblos no musulmanes, cosa que finalmente han denunciado las autoridades Cristianas, el Arzobispo de Canterbury en Inglaterra, y el Papa. Aunque son los Cristianos, judíos, yazidis y kurdos que han sufrido las intenciones genocidas del Estado Islámico, estos grupos de víctimas parecieran no tener el peso político necesario como para ser reconocidos como dignos de trato especial de parte de las potencias de Occidente.

El tema migratorio se ha vuelto un tema político de tinte moral, pero de doble moral. Los que abogan por el mas sencillo control fronterizo en Europa o Estados Unidos son tildados de racistas y anti-islámicos, aunque los controles migratorios de los países musulmanes (y latinos, ojo) son mucho más estrictos. El candidato líder entre los Republicanos en Estados Unidos, Donald Trump, desató una polémica política que motivó a muchos intelectuales a comentar sobre su intolerancia cuando propuso imponer una moratoria sobre la inmigración a Estados Unidos de musulmanes. Esta propuesta fue políticamente incorrecta. No hay ninguna necesidad de imponer un control de ingreso por razones religiosas. Solo hacía falta que dijera que Estados Unidos no debe de aceptar el ingreso de personas provenientes de países que vetan la entrada a personas con pasaporte Israelí. Caso cerrado.

En algo tienen razón los países centroamericanos. La verdad es que cualquier país tiene el derecho de vetar la entrada a cualquier persona, por cualquier razón. Los países centroamericanos implementan esta práctica por excelencia. Lo hacen hoy mismo, vetando la entrada de VERDADEROS refugiados cubanos, que huyen de la opresión y persecución comunista, pero que no han encontrado entrada ni mucho menos bienvenida en países como Nicaragua o Guatemala.

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Para tomar otro ejemplo, México, tiene controles migratorios más estrictos de cualquier propuesta que ha enunciado Donald Trump … por mucho. Por mucho. Se habla de sistemas migratorios “rotos”, haciéndose referencia a los países destino de migrantes, pero el problema es el abuso de los sistemas migratorios mas generosos del mundo. Países en América Latina suelen controlar el ingreso de inmigrantes muy estrictamente, por lo que parece extraño que los latinoamericanos sean los primeros en quejarse que otros países no implementan las reformas que ellos mismos no han considerado … nunca.

Lo único “roto” de los sistemas migratorios en Europa o Estados Unidos, ya por si mas abiertos que otras regiones, es que son demasiado permisivos con respecto a la violación de sus reglas. Sencillamente, no solo no se castiga su violación, se premia su violación. En la ley, y en su aplicación selectiva, existen incentivos perversos. Por estas razones, la apertura de los sistemas migratorios de Europa y Estados Unidos es entendida por debilidad. La apertura migratoria es aprovechada por quienes no respetan las reglas, un suicidio social considerando que los países avanzados desarrollaron a tal punto de ser destinos atractivos para migrantes principalmente porque lograron desarrollar culturas y sistemas políticos basados en el respeto por las reglas.

Los críticos progresistas de las reglas migratorias son las primeras voces en alzarse en pro de cualquier intervención o regulación estatal. El discurso político francamente cae en estupidez cuando se puede argüir que se debe regular la venta de limonada en las calles, fumar cigarros en bares, la captación de lluvia en propiedad privada, pero no la migración, ni la trata de personas, abuso y esclavitud sexual, tráfico de terroristas y enemigos del Estado, y todos los temas relacionados con la inmigración ilegal.