La baja en el precio del petróleo ha asustado a muchos por los efectos que se supone podría traer a la economía global. La revista The Economist puntualizó muy acertadamente, como suele hacer, que en los últimos 18 meses el precio ha bajado en un 75% de $110 a $27 el barril. British Petroleum, uno de los potentados en la industria, ha inclusive anunciado en Davos que podría bajar a $10 el barril. Históricamente, cuando el precio sube crea caos, pero cuando baja ha sido siempre positivo. Analistas señalan que una baja del 10% estimula el crecimiento económico en un 0.1 a 0.5%. La baja en el precio estimuló enormemente las exportaciones de Europa a Asia. Gigantes como India han crecido enormemente y en Europa ha bajado la importación de petróleo. Sin embargo, en esta oportunidad, si bien nos vemos beneficiados como consumidores, para los productores están enfrentando graves problemas debido al alza en los costos de extracción de crudo.
Las instituciones financieras están viéndose seriamente afectadas. Esta baja no es sostenible, aseveran los expertos y el precio podría estabilizarse finalmente entre $30 y $50 para mediados de este año. Los bancos, grandes y pequeños, están rebajando el valor de los préstamos y aumentando sus reservas para afrontar las pérdidas que la baja les traerá porque los productores de petróleo enfrentan problemas para hacerle frente a sus compromisos con los bancos. Citigroup, Wells Fargo y JP Morgan reportaron la semana pasada que la baja en el crudo reducirá sus ganancias del primer trimestre. Esperan que las cosas empeoren aún más para la industria. Afortunadamente la industria representa menos del 5% de los préstamos que algunas de estas instituciones bancarias han otorgado.
El ingreso de Irán al mercado de exportadores de petróleo también juega un importante papel. Ahora que la ONU ha autorizado, gracias a los Estados Unidos, que Irán compita, en un mercado ya saturado de petróleo, puede ser contraproducente para Irán. La Agencia Internacional de la Energía dijo recientemente que la saturación de la oferta de crudo, así que los analistas han expresado preocupación por los casi 50 millones de barriles que Irán parece tener listos para ingresar al mercado internacional. Esperemos ese exceso en producción no redunde en otras crisis ecológicas.
Como sabemos, si en el mundo desarrollado estornudan, a nosotros nos da fiebre. Mucha de la deuda corporativa de las economías emergentes ha sido en esta industria. Menor crecimiento económico, devaluación, inflación importada y políticas austeras son algunos de los efectos a nivel mundial. De los pocos que se ven beneficiados son India y China, y aquellos que impulsan reformas en países productores de petróleo. Guatemala depende de la demanda en los países importadores de nuestros productos, de los préstamos del exterior y de la asistencia que recibimos de los donantes. Por ende, una crisis internacional agravada sólo podría dificultar aún más los programas del nuevo gobierno.
¿Qué podemos hacer en Guatemala? Cuidar nuestro nivel de deuda pública y privada. Obviamente se espera suban las tasas de interés especialmente a nivel internacional. El problema del desempleo podría empeorar, por lo que debemos, urgentemente, buscar paliativos reales. Puede aumentar la recesión. Baja en el valor de los bonos, y caer las bolsas de valores. Es porque el mundo se enfoque en alternativas al petróleo. Energía limpia, renovable, eco-sostenible, es esencial para nuestra supervivencia. Si dejamos de consumir tanto plástico, de tirar tanta basura, de desperdiciar de todo, si aprendemos a reciclar, y hacemos un esfuerzo responsable y a conciencia para que desde nuestros hijos hasta nosotros mismos adultos “sazones” seamos más cuidadosos con el medio ambiente, y abrimos nuestra mente a esas alternativas, algo bueno se puede lograr. La caída del petróleo unida a las discusiones sobre el calentamiento climático nos indica que ese camino es inevitable para que la humanidad sobreviva.
La baja en el precio del petróleo ha asustado a muchos por los efectos que se supone podría traer a la economía global. La revista The Economist puntualizó muy acertadamente, como suele hacer, que en los últimos 18 meses el precio ha bajado en un 75% de $110 a $27 el barril. British Petroleum, uno de los potentados en la industria, ha inclusive anunciado en Davos que podría bajar a $10 el barril. Históricamente, cuando el precio sube crea caos, pero cuando baja ha sido siempre positivo. Analistas señalan que una baja del 10% estimula el crecimiento económico en un 0.1 a 0.5%. La baja en el precio estimuló enormemente las exportaciones de Europa a Asia. Gigantes como India han crecido enormemente y en Europa ha bajado la importación de petróleo. Sin embargo, en esta oportunidad, si bien nos vemos beneficiados como consumidores, para los productores están enfrentando graves problemas debido al alza en los costos de extracción de crudo.
Las instituciones financieras están viéndose seriamente afectadas. Esta baja no es sostenible, aseveran los expertos y el precio podría estabilizarse finalmente entre $30 y $50 para mediados de este año. Los bancos, grandes y pequeños, están rebajando el valor de los préstamos y aumentando sus reservas para afrontar las pérdidas que la baja les traerá porque los productores de petróleo enfrentan problemas para hacerle frente a sus compromisos con los bancos. Citigroup, Wells Fargo y JP Morgan reportaron la semana pasada que la baja en el crudo reducirá sus ganancias del primer trimestre. Esperan que las cosas empeoren aún más para la industria. Afortunadamente la industria representa menos del 5% de los préstamos que algunas de estas instituciones bancarias han otorgado.
El ingreso de Irán al mercado de exportadores de petróleo también juega un importante papel. Ahora que la ONU ha autorizado, gracias a los Estados Unidos, que Irán compita, en un mercado ya saturado de petróleo, puede ser contraproducente para Irán. La Agencia Internacional de la Energía dijo recientemente que la saturación de la oferta de crudo, así que los analistas han expresado preocupación por los casi 50 millones de barriles que Irán parece tener listos para ingresar al mercado internacional. Esperemos ese exceso en producción no redunde en otras crisis ecológicas.
Como sabemos, si en el mundo desarrollado estornudan, a nosotros nos da fiebre. Mucha de la deuda corporativa de las economías emergentes ha sido en esta industria. Menor crecimiento económico, devaluación, inflación importada y políticas austeras son algunos de los efectos a nivel mundial. De los pocos que se ven beneficiados son India y China, y aquellos que impulsan reformas en países productores de petróleo. Guatemala depende de la demanda en los países importadores de nuestros productos, de los préstamos del exterior y de la asistencia que recibimos de los donantes. Por ende, una crisis internacional agravada sólo podría dificultar aún más los programas del nuevo gobierno.
¿Qué podemos hacer en Guatemala? Cuidar nuestro nivel de deuda pública y privada. Obviamente se espera suban las tasas de interés especialmente a nivel internacional. El problema del desempleo podría empeorar, por lo que debemos, urgentemente, buscar paliativos reales. Puede aumentar la recesión. Baja en el valor de los bonos, y caer las bolsas de valores. Es porque el mundo se enfoque en alternativas al petróleo. Energía limpia, renovable, eco-sostenible, es esencial para nuestra supervivencia. Si dejamos de consumir tanto plástico, de tirar tanta basura, de desperdiciar de todo, si aprendemos a reciclar, y hacemos un esfuerzo responsable y a conciencia para que desde nuestros hijos hasta nosotros mismos adultos “sazones” seamos más cuidadosos con el medio ambiente, y abrimos nuestra mente a esas alternativas, algo bueno se puede lograr. La caída del petróleo unida a las discusiones sobre el calentamiento climático nos indica que ese camino es inevitable para que la humanidad sobreviva.