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Hablemos un poco de la ineficiencia en la educación superior en Guatemala.

Redacción
13 de octubre, 2016

Es universalmente aceptado que la educación es la base para el crecimiento y el desarrollo social y económico de cualquier nación, sin embargo, en Guatemala llevamos ya varios años gastando cerca del 20% del presupuesto nacional en la educación, o lo que es igual a 12,000,000,000 de quetzales cada año, en un sistema altamente ineficiente y para nada competitivo en el mundo real.
Pero en este artículo no vamos a discutir sobre el sistema educativo nacional y su funcionamiento, porque de todos es sabido que está dominado por sindicatos y toda suerte de movimientos espurios que lo único que buscan es su beneficio propio, y nunca velar por el nivel educativo de las nuevas generaciones de guatemaltecos, porque eso a nadie le importa, y a quienes si les importa, se esfuerzan en pagar mensualmente los servicios de un colegio privado, buscando una mejor formación y un mejor futuro para sus hijos.
Más bien voy a aprovechar este espacio para hablar del galardón a la ineficiencia que representan las universidades estatales en toda Latinoamérica, verdaderos bastiones del pensamiento comunista y fuente de toda clase de “profesionales” con las capacidades mínimas (algunos, sin estas) para subsistir y no sobresalir en el mercado laboral internacional, que dicho sea de paso es adonde todos competimos por un trabajo.
Para los que no me creen, basta que echen una mirada a quienes ocupan los cargos gerenciales en la mayoría de las grandes empresas establecidas en Guatemala y se van a topar con gente de todas nacionalidades, desde colombianos, mexicanos, estadounidenses, árabes, brasileños, etc. ¿La pregunta es por qué? ¡Pues porque simplemente la mayoría de graduados de las universidades nacionales, pero especialmente de la universidad estatal, no tienen las capacidades mínimas para poder competir con profesionales graduados de universidades de alto nivel, allí también me incluyo yo!!!
Y aquí viene la pregunta que siempre me he hecho, y de la que ya tengo respuesta: ¿Por qué creen ustedes apreciables lectores que al país solo vienen maquilas de ropa, y no vienen maquilas de computadoras, vehículos, motocicletas y/o aviones? Pues desafortunadamente porque la mayoría de nuestra gente no tiene la educación mínima, ni las capacidades para poder laborar en este tipo de industria.
La mayoría de mis lectores pensara: “de plano que este estudio en una universidad privada, yo porque no tengo dinero me toca ir a la USAC”. Y si, en efecto, estudie en la Universidad Rafael Landívar, gracias a un programa de becas gubernamentales implementado por el gobierno de Álvaro Arzú, señor a quien le agradezco de todo corazón haberme dado la oportunidad de no estudiar en la universidad estatal, que era adonde me tocaba ir.
Pero este, no es el punto al que quiero llegar en este artículo, el punto al que quiero llegar es a tratar de responder las siguientes preguntas: ¿se justificara el gasto del gobierno (o sea de nuestros impuestos) en un sistema universitario ineficiente, desactualizado e incapaz de dotar a los estudiantes con las capacidades mínimas para competir en el mercado laboral? ¿Una institución cuyo principal lema de los docentes, es evitar que los alumnos se gradúen para que no haya competencia por las plazas adentro de la universidad? ¿Un sistema universitario en el que puede más el que más conectes tiene para lograr una plaza, que aquel que si tiene las capacidades para formar a los alumnos? ¿o en la que tienes que pelear en un juzgado la plaza de catedrático? ¿O en la que tienes que incluir entre tus costos de empleo, el pago a un abogado para que defienda tu plaza de catedrático?
Existen otros modelos en los países desarrollados en los que el estado financia a los individuos y no a las instituciones, en las que la cantidad de recursos que te asigna el estado, te los da en función de tu desempeño académico y de tus logros profesionales, en el que al final de tu carrera, cuando ya tienes la capacidad de generar un mejor ingreso, entonces empiezas a devolver lo que el Estado te presto, y de esta manera haces un sistema sostenible, en el que a los mejores estudiantes, el Estado les paga las mejores universidades.
Estos modelos están basados en la meritocracia, y obligan a todo el sistema universitario nacional, privado y público, a competir por aumentar su número de estudiantes, brindando un servicio de alta calidad, que resulta al final en profesionales del más alto nivel, que al salir transforman el sistema económico, generando más riqueza para el mismo, y para la sociedad en general.
Y me gustaría preguntarle a usted querido lector: ¿le gustaría ir a estudiar su licenciatura en Guatemala, en universidades del nivel de Yale, Harvard, Cambridge, UC Davis, financiado por un programa del gobierno de Guatemala, en el que usted al final, cuando ya lleva varios años de ganar un salario competitivo empieza a pagar, para que otros también tengan esta misma oportunidad?
¿Considera usted que es necesario redireccionar la inversión estatal desde un sistema ineficiente actual, a uno que le permita a Guatemala y sus profesionales, competir en el mercado internacional? Si logramos que por lo menos 100,000 guatemaltecos piensen así, veremos cambios en nuestro querido país.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Hablemos un poco de la ineficiencia en la educación superior en Guatemala.

Redacción
13 de octubre, 2016

Es universalmente aceptado que la educación es la base para el crecimiento y el desarrollo social y económico de cualquier nación, sin embargo, en Guatemala llevamos ya varios años gastando cerca del 20% del presupuesto nacional en la educación, o lo que es igual a 12,000,000,000 de quetzales cada año, en un sistema altamente ineficiente y para nada competitivo en el mundo real.
Pero en este artículo no vamos a discutir sobre el sistema educativo nacional y su funcionamiento, porque de todos es sabido que está dominado por sindicatos y toda suerte de movimientos espurios que lo único que buscan es su beneficio propio, y nunca velar por el nivel educativo de las nuevas generaciones de guatemaltecos, porque eso a nadie le importa, y a quienes si les importa, se esfuerzan en pagar mensualmente los servicios de un colegio privado, buscando una mejor formación y un mejor futuro para sus hijos.
Más bien voy a aprovechar este espacio para hablar del galardón a la ineficiencia que representan las universidades estatales en toda Latinoamérica, verdaderos bastiones del pensamiento comunista y fuente de toda clase de “profesionales” con las capacidades mínimas (algunos, sin estas) para subsistir y no sobresalir en el mercado laboral internacional, que dicho sea de paso es adonde todos competimos por un trabajo.
Para los que no me creen, basta que echen una mirada a quienes ocupan los cargos gerenciales en la mayoría de las grandes empresas establecidas en Guatemala y se van a topar con gente de todas nacionalidades, desde colombianos, mexicanos, estadounidenses, árabes, brasileños, etc. ¿La pregunta es por qué? ¡Pues porque simplemente la mayoría de graduados de las universidades nacionales, pero especialmente de la universidad estatal, no tienen las capacidades mínimas para poder competir con profesionales graduados de universidades de alto nivel, allí también me incluyo yo!!!
Y aquí viene la pregunta que siempre me he hecho, y de la que ya tengo respuesta: ¿Por qué creen ustedes apreciables lectores que al país solo vienen maquilas de ropa, y no vienen maquilas de computadoras, vehículos, motocicletas y/o aviones? Pues desafortunadamente porque la mayoría de nuestra gente no tiene la educación mínima, ni las capacidades para poder laborar en este tipo de industria.
La mayoría de mis lectores pensara: “de plano que este estudio en una universidad privada, yo porque no tengo dinero me toca ir a la USAC”. Y si, en efecto, estudie en la Universidad Rafael Landívar, gracias a un programa de becas gubernamentales implementado por el gobierno de Álvaro Arzú, señor a quien le agradezco de todo corazón haberme dado la oportunidad de no estudiar en la universidad estatal, que era adonde me tocaba ir.
Pero este, no es el punto al que quiero llegar en este artículo, el punto al que quiero llegar es a tratar de responder las siguientes preguntas: ¿se justificara el gasto del gobierno (o sea de nuestros impuestos) en un sistema universitario ineficiente, desactualizado e incapaz de dotar a los estudiantes con las capacidades mínimas para competir en el mercado laboral? ¿Una institución cuyo principal lema de los docentes, es evitar que los alumnos se gradúen para que no haya competencia por las plazas adentro de la universidad? ¿Un sistema universitario en el que puede más el que más conectes tiene para lograr una plaza, que aquel que si tiene las capacidades para formar a los alumnos? ¿o en la que tienes que pelear en un juzgado la plaza de catedrático? ¿O en la que tienes que incluir entre tus costos de empleo, el pago a un abogado para que defienda tu plaza de catedrático?
Existen otros modelos en los países desarrollados en los que el estado financia a los individuos y no a las instituciones, en las que la cantidad de recursos que te asigna el estado, te los da en función de tu desempeño académico y de tus logros profesionales, en el que al final de tu carrera, cuando ya tienes la capacidad de generar un mejor ingreso, entonces empiezas a devolver lo que el Estado te presto, y de esta manera haces un sistema sostenible, en el que a los mejores estudiantes, el Estado les paga las mejores universidades.
Estos modelos están basados en la meritocracia, y obligan a todo el sistema universitario nacional, privado y público, a competir por aumentar su número de estudiantes, brindando un servicio de alta calidad, que resulta al final en profesionales del más alto nivel, que al salir transforman el sistema económico, generando más riqueza para el mismo, y para la sociedad en general.
Y me gustaría preguntarle a usted querido lector: ¿le gustaría ir a estudiar su licenciatura en Guatemala, en universidades del nivel de Yale, Harvard, Cambridge, UC Davis, financiado por un programa del gobierno de Guatemala, en el que usted al final, cuando ya lleva varios años de ganar un salario competitivo empieza a pagar, para que otros también tengan esta misma oportunidad?
¿Considera usted que es necesario redireccionar la inversión estatal desde un sistema ineficiente actual, a uno que le permita a Guatemala y sus profesionales, competir en el mercado internacional? Si logramos que por lo menos 100,000 guatemaltecos piensen así, veremos cambios en nuestro querido país.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo