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“Tengan cuidado de los comunistas y los cachurecos”: Jorge Ubico

José Carlos Ortega
22 de octubre, 2016

Se dice que el General Jorge Ubico, en el momento de salir al exilio advertía a los guatemaltecos con esa frase lapidaria, que a medida de profecía se levantaba como espada sobre los guatemaltecos. Cabe decir que muy posiblemente sea válida hoy, 72 años después y ha sido una constante sobre nuestro bello y amado país desde entonces.
El peligro de los comunistas puede empezar desde el mismo momento de la salida del dictador de los 14 años de Guatemala. Como la revolución rusa, que tuvo participación de todos los sectores, la revolución del ‘44 (20 de octubre de 1944) unió a muchos sectores de la población contra la tiranía, pero a lo largo de su desarrollo fue apartándose de valores republicanos y democráticos para hacer un primer intento de gobierno comunista, o como le llamaría Arévalo: socialista espiritual. Esa connotación solo me recuerda lo que hoy, con más pena que gloria, a principios de siglo patalea por Sur América como “socialismo del siglo veintiuno” y que como consecuencia de su incapacidad de lógica económica no llegará ni a medio siglo.
No se puede negar algunos de los “avances” en materia social implementados por ese “primer” gobierno de la revolución. El Código de Trabajo, la autonomía universitaria, el IGSS y la carretera al Atlántico. Pero al pasarle la prueba del tiempo, como se debe hacer económicamente, hoy por hoy, ante la falta de evolución o de razonamiento y debate sincero sobre las ventajas y desventajas de dichos logros, podríamos concluir que algunos de esos logros hoy representan un lastre para el desarrollo. El código de trabajo por su inflexibilidad, sobre todo en cuanto a los pactos colectivos, el seguro social con la cantidad de afiliados sobre la cantidad de trabajadores en del país, la cobertura de servicio, la capacidad de cobro de la parte de la cuota correspondiente al Estado y sobre todo el régimen de pensiones y la influencia que tiene el Ejecutivo en la integración de su Junta Directiva y de la colocación de sus fondos. No se diga de la tricentenaria USAC que con la excusa de la autonomía se volvió un monopolio gubernamental, lento para cubrir las necesidades de estudio profesional de la sociedad, con cobertura escasa y botín político permanente. Avances que más bien podríamos llamar la “peronización” de Guatemala.
“Y los cachurecos”, que desde mi perspectiva podrían ser aquellos que se encuentran muy cómodos con la situación tal y cual está en el país, a quienes el “status quo” les favorece. No hay necesidad de cambiar nada, el país tiene oportunidades para quien las aproveche, solo están allí, esperando. Por supuesto, algunos hábiles y oportunos ciudadanos las han sabido aprovechar, pero la mayoría de los que han tenido evolución social lo han hecho en medio de aprovecharse del sistema por medio de corrupción, privilegios y favores. No puedo generalizar, y reconozco a magníficos empresarios guatemaltecos que han hecho grandes emprendimientos sin esos métodos. Los cachurecos o conservadores, porque necesitan que el país siga igual para seguir con su forma fácil de seguir creciendo, sin competencia, a base de favores, etc. conservando lo mismo.
Una sociedad “liberal”, y no la liberal de neoconservadores, que privilegia los derechos individuales: la vida, la libertad, la propiedad y la familia, es una sociedad diferente. En ella nos integramos como sociedad en busca de que se nos respete y que seamos iguales, pero ante la ley. Se privilegia la justicia, sin calificativos, la justicia ciega, que no reconoce más que personas que deben protegerse ante lo injusto, que considera a cada individuo como persona, como ser humano, como creación de Dios, y lo protege con seguridad y justicia.
Hoy, recordando el fin del régimen dictatorial del general Jorge Ubico Castañeda, si algo pudiéramos rescatar de ella, es que nos dirigiéramos a una sociedad de respeto y reconocimiento de todos, sin privilegios, en una república democrática. Recordando el daño que nos han hecho aquellos que continúan buscando que el Estado resuelva todo, y aquellos que con miopía creen que todo está “rebonito”.
@josekrlos

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

“Tengan cuidado de los comunistas y los cachurecos”: Jorge Ubico

José Carlos Ortega
22 de octubre, 2016

Se dice que el General Jorge Ubico, en el momento de salir al exilio advertía a los guatemaltecos con esa frase lapidaria, que a medida de profecía se levantaba como espada sobre los guatemaltecos. Cabe decir que muy posiblemente sea válida hoy, 72 años después y ha sido una constante sobre nuestro bello y amado país desde entonces.
El peligro de los comunistas puede empezar desde el mismo momento de la salida del dictador de los 14 años de Guatemala. Como la revolución rusa, que tuvo participación de todos los sectores, la revolución del ‘44 (20 de octubre de 1944) unió a muchos sectores de la población contra la tiranía, pero a lo largo de su desarrollo fue apartándose de valores republicanos y democráticos para hacer un primer intento de gobierno comunista, o como le llamaría Arévalo: socialista espiritual. Esa connotación solo me recuerda lo que hoy, con más pena que gloria, a principios de siglo patalea por Sur América como “socialismo del siglo veintiuno” y que como consecuencia de su incapacidad de lógica económica no llegará ni a medio siglo.
No se puede negar algunos de los “avances” en materia social implementados por ese “primer” gobierno de la revolución. El Código de Trabajo, la autonomía universitaria, el IGSS y la carretera al Atlántico. Pero al pasarle la prueba del tiempo, como se debe hacer económicamente, hoy por hoy, ante la falta de evolución o de razonamiento y debate sincero sobre las ventajas y desventajas de dichos logros, podríamos concluir que algunos de esos logros hoy representan un lastre para el desarrollo. El código de trabajo por su inflexibilidad, sobre todo en cuanto a los pactos colectivos, el seguro social con la cantidad de afiliados sobre la cantidad de trabajadores en del país, la cobertura de servicio, la capacidad de cobro de la parte de la cuota correspondiente al Estado y sobre todo el régimen de pensiones y la influencia que tiene el Ejecutivo en la integración de su Junta Directiva y de la colocación de sus fondos. No se diga de la tricentenaria USAC que con la excusa de la autonomía se volvió un monopolio gubernamental, lento para cubrir las necesidades de estudio profesional de la sociedad, con cobertura escasa y botín político permanente. Avances que más bien podríamos llamar la “peronización” de Guatemala.
“Y los cachurecos”, que desde mi perspectiva podrían ser aquellos que se encuentran muy cómodos con la situación tal y cual está en el país, a quienes el “status quo” les favorece. No hay necesidad de cambiar nada, el país tiene oportunidades para quien las aproveche, solo están allí, esperando. Por supuesto, algunos hábiles y oportunos ciudadanos las han sabido aprovechar, pero la mayoría de los que han tenido evolución social lo han hecho en medio de aprovecharse del sistema por medio de corrupción, privilegios y favores. No puedo generalizar, y reconozco a magníficos empresarios guatemaltecos que han hecho grandes emprendimientos sin esos métodos. Los cachurecos o conservadores, porque necesitan que el país siga igual para seguir con su forma fácil de seguir creciendo, sin competencia, a base de favores, etc. conservando lo mismo.
Una sociedad “liberal”, y no la liberal de neoconservadores, que privilegia los derechos individuales: la vida, la libertad, la propiedad y la familia, es una sociedad diferente. En ella nos integramos como sociedad en busca de que se nos respete y que seamos iguales, pero ante la ley. Se privilegia la justicia, sin calificativos, la justicia ciega, que no reconoce más que personas que deben protegerse ante lo injusto, que considera a cada individuo como persona, como ser humano, como creación de Dios, y lo protege con seguridad y justicia.
Hoy, recordando el fin del régimen dictatorial del general Jorge Ubico Castañeda, si algo pudiéramos rescatar de ella, es que nos dirigiéramos a una sociedad de respeto y reconocimiento de todos, sin privilegios, en una república democrática. Recordando el daño que nos han hecho aquellos que continúan buscando que el Estado resuelva todo, y aquellos que con miopía creen que todo está “rebonito”.
@josekrlos

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