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7,305 Noches de Paz

José Carlos Ortega
24 de diciembre, 2016

Estamos a cinco días de cumplir el vigésimo aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz Firme y Duradera entre el Estado de Guatemala y la guerrilla representada por las “organizaciones” que conformaban la URNG, la alianza de varias agrupaciones guerrilleras surgidas en los años 60’s y 70’s (FAR, ORPA, EGP y PGT). Ese 29 de diciembre de 1996, una vasta mayoría de guatemaltecos estuvimos atentos a los actos protocolarios de la firma de los acuerdos. Momento cumbre de unas negociaciones que habían iniciado 4 gobiernos antes, ante la iniciativa del presidente Marco Vinicio Cerezo Arévalo, que de forma valiente e intrépida propuso iniciar un diálogo, en Esquipulas, a nivel centroamericano, que incluyera a los otros actores presentes en ese conflicto, los verdaderos participantes de la Guerra Fría.
También de manera sorprendente, y muy a su estilo, el entonces presidente Álvaro Arzú, sin mucho consenso, más por su estilo de logro de objetivos a pesar de los métodos, expeditó el camino para la firma de los acuerdos, a pesar de algunos momentos complicados en la negociación, que no tomó en cuenta los consejos, las posiciones de algunos sectores: había que firmar los acuerdos cuanto antes, pues eso significaba acabar con años de falta de desarrollo en las áreas más azotadas por el conflicto armado (o como se llame).
Indudablemente los Acuerdos de Paz Firme y Duradera hicieron un cambio importante para nuestro país. Para una vasta mayoría de nuestra población eso no parece haber tenido trascendencia porque nacieron en “tiempos de paz”, pero para otros tuvo un enorme significado. En las áreas del altiplano y norte del país, donde se vivía con la cautela, con el miedo permanente, con el tránsito de grupos de guerrilleros y grupos de las fuerzas armadas a diario, eso tiene todo el significado. Poder vivir sin ese terror, terror a la delación, a la amenaza, a la extorsión, sin muertes y desapariciones, sabiendo que el fruto de mi trabajo es mío, es una gran diferencia. Aún en los centros urbanos, el miedo de una bomba, de un tiroteo en una parada de bus, de una detención ilegal, de un accidente, etc. es completamente diferente. La inversión en las áreas rurales es un cambio, la iniciativa privada ha podido desarrollar inversión en áreas donde nunca se pudo imaginar antes.
Cambiar las balas, el choque armado, la cultura de violencia por una de diálogo, democrática, de choque de ideas, de esos puentes donde los entonces enemigos pueden sentarse a la misma mesa, discutir de los problemas, analizar soluciones, llegar a consensos, tender lazos porque se espera, al fin, los mismos objetivos, aunque posiblemente con las mismas soluciones, es un logro importante. El intento de solucionar por la vía democrática, del diálogo, de la discusión y debate de ideas, de llevar a la justicia los actos que atenten contra los derechos individuales, los derechos humanos, los contrarios a la ley y no a la eliminación física es un logro. Se ha avanzado, pero como decía una empleada a las preguntas de su jefe inmediata: ¡falta! Y sí, falta, y falta mucho.
Los rudimentos iniciales del conflicto armado, la pobreza profunda no se ha solucionado, tenemos grandes cantidades de personas viviendo en niveles de pobreza que no se solucionan, políticas públicas que pretenden solucionar, mitigar, pero que muchas de ellas han terminado en clientelismo, y más importante, en corrupción, es decir, en fracaso profundo. Podremos pensar que los sistemas diseñados desde el gobierno van a corregir esos niveles, pero en dos décadas el fracaso es alarmante. Miles de millones gastados después, para muchos de nuestros conciudadanos, los niveles de pobreza son mayores, y el deterioro de las clases medias, alarmante. Claro que se ha avanzado, la modernidad global ha hecho que cierto movimiento comercial tenga cambios en el sistema de vida de millones, pero el cambio de paso de la pobreza a estados donde se puedan suplir las necesidades básicas no existe. Como sabemos, eso sólo dependerá del nivel de creación de empleos en todas las áreas, de una propuesta de crecimiento del producto interno a niveles muy superiores a los actuales, fortalecimiento de la educación, salud e infraestructura.
Los Acuerdos de Paz Firme y Duradera tampoco fueron un punto final a la guerra. Pese a que la guerrilla formal no tiene la aceptación popular y democrática, muchos de sus miembros se han escondido en todo tipo de gobierno y han mantenido el conflicto a través de resucitar acciones judiciales que van de los absurdo a lo inhumano. Estoy seguro que acciones deleznables se cometieron en ambas vías durante el conflicto armado, iniciar juicios contra la jerarquía militar, dos décadas después, solo muestra falta de paz interior, deseos de venganza, intereses económicos, etc. Veinte años después, debe resolverse el punto final de esta guerra, con acciones que detengan ese linchamiento.
Caminamos por nuestro país con infinidad de conflictos, pasamos de un recuento de entre 20,000 a 150,000 muertos (parece que nunca sabremos el dato, pero cualquiera que este sea, fue demasiado), a uno de millares de muertes violentas al año por otras causas. Extorsiones, pandillas, narcotráfico, impunidad, muerte, corrupción, pobreza, desintegración familiar, etc. ¿Cómo encontrar paz, una noche de paz?
En medio de la turbulencia, recibir la paz en el corazón, no una paz externa, sino una paz interior, en medio de cualquier conflicto, la paz que viene de saberse aceptado pese a mis limitaciones, imperfecciones y rechazos, de golpes recibidos, la paz de la seguridad de salvación, no a través de la derrota del imperio (como creían los judíos – y aun creemos algunos hoy), sino de mi seguridad que a través de Jesús, y solo a través de Él, hay salvación para el hombre y la mujer. ¡Eso, no tiene precio! ¡Feliz Navidad!
Twitter: @josekrlos

Republicagt es ajena a la opinión expresada en este artículo

7,305 Noches de Paz

José Carlos Ortega
24 de diciembre, 2016

Estamos a cinco días de cumplir el vigésimo aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz Firme y Duradera entre el Estado de Guatemala y la guerrilla representada por las “organizaciones” que conformaban la URNG, la alianza de varias agrupaciones guerrilleras surgidas en los años 60’s y 70’s (FAR, ORPA, EGP y PGT). Ese 29 de diciembre de 1996, una vasta mayoría de guatemaltecos estuvimos atentos a los actos protocolarios de la firma de los acuerdos. Momento cumbre de unas negociaciones que habían iniciado 4 gobiernos antes, ante la iniciativa del presidente Marco Vinicio Cerezo Arévalo, que de forma valiente e intrépida propuso iniciar un diálogo, en Esquipulas, a nivel centroamericano, que incluyera a los otros actores presentes en ese conflicto, los verdaderos participantes de la Guerra Fría.
También de manera sorprendente, y muy a su estilo, el entonces presidente Álvaro Arzú, sin mucho consenso, más por su estilo de logro de objetivos a pesar de los métodos, expeditó el camino para la firma de los acuerdos, a pesar de algunos momentos complicados en la negociación, que no tomó en cuenta los consejos, las posiciones de algunos sectores: había que firmar los acuerdos cuanto antes, pues eso significaba acabar con años de falta de desarrollo en las áreas más azotadas por el conflicto armado (o como se llame).
Indudablemente los Acuerdos de Paz Firme y Duradera hicieron un cambio importante para nuestro país. Para una vasta mayoría de nuestra población eso no parece haber tenido trascendencia porque nacieron en “tiempos de paz”, pero para otros tuvo un enorme significado. En las áreas del altiplano y norte del país, donde se vivía con la cautela, con el miedo permanente, con el tránsito de grupos de guerrilleros y grupos de las fuerzas armadas a diario, eso tiene todo el significado. Poder vivir sin ese terror, terror a la delación, a la amenaza, a la extorsión, sin muertes y desapariciones, sabiendo que el fruto de mi trabajo es mío, es una gran diferencia. Aún en los centros urbanos, el miedo de una bomba, de un tiroteo en una parada de bus, de una detención ilegal, de un accidente, etc. es completamente diferente. La inversión en las áreas rurales es un cambio, la iniciativa privada ha podido desarrollar inversión en áreas donde nunca se pudo imaginar antes.
Cambiar las balas, el choque armado, la cultura de violencia por una de diálogo, democrática, de choque de ideas, de esos puentes donde los entonces enemigos pueden sentarse a la misma mesa, discutir de los problemas, analizar soluciones, llegar a consensos, tender lazos porque se espera, al fin, los mismos objetivos, aunque posiblemente con las mismas soluciones, es un logro importante. El intento de solucionar por la vía democrática, del diálogo, de la discusión y debate de ideas, de llevar a la justicia los actos que atenten contra los derechos individuales, los derechos humanos, los contrarios a la ley y no a la eliminación física es un logro. Se ha avanzado, pero como decía una empleada a las preguntas de su jefe inmediata: ¡falta! Y sí, falta, y falta mucho.
Los rudimentos iniciales del conflicto armado, la pobreza profunda no se ha solucionado, tenemos grandes cantidades de personas viviendo en niveles de pobreza que no se solucionan, políticas públicas que pretenden solucionar, mitigar, pero que muchas de ellas han terminado en clientelismo, y más importante, en corrupción, es decir, en fracaso profundo. Podremos pensar que los sistemas diseñados desde el gobierno van a corregir esos niveles, pero en dos décadas el fracaso es alarmante. Miles de millones gastados después, para muchos de nuestros conciudadanos, los niveles de pobreza son mayores, y el deterioro de las clases medias, alarmante. Claro que se ha avanzado, la modernidad global ha hecho que cierto movimiento comercial tenga cambios en el sistema de vida de millones, pero el cambio de paso de la pobreza a estados donde se puedan suplir las necesidades básicas no existe. Como sabemos, eso sólo dependerá del nivel de creación de empleos en todas las áreas, de una propuesta de crecimiento del producto interno a niveles muy superiores a los actuales, fortalecimiento de la educación, salud e infraestructura.
Los Acuerdos de Paz Firme y Duradera tampoco fueron un punto final a la guerra. Pese a que la guerrilla formal no tiene la aceptación popular y democrática, muchos de sus miembros se han escondido en todo tipo de gobierno y han mantenido el conflicto a través de resucitar acciones judiciales que van de los absurdo a lo inhumano. Estoy seguro que acciones deleznables se cometieron en ambas vías durante el conflicto armado, iniciar juicios contra la jerarquía militar, dos décadas después, solo muestra falta de paz interior, deseos de venganza, intereses económicos, etc. Veinte años después, debe resolverse el punto final de esta guerra, con acciones que detengan ese linchamiento.
Caminamos por nuestro país con infinidad de conflictos, pasamos de un recuento de entre 20,000 a 150,000 muertos (parece que nunca sabremos el dato, pero cualquiera que este sea, fue demasiado), a uno de millares de muertes violentas al año por otras causas. Extorsiones, pandillas, narcotráfico, impunidad, muerte, corrupción, pobreza, desintegración familiar, etc. ¿Cómo encontrar paz, una noche de paz?
En medio de la turbulencia, recibir la paz en el corazón, no una paz externa, sino una paz interior, en medio de cualquier conflicto, la paz que viene de saberse aceptado pese a mis limitaciones, imperfecciones y rechazos, de golpes recibidos, la paz de la seguridad de salvación, no a través de la derrota del imperio (como creían los judíos – y aun creemos algunos hoy), sino de mi seguridad que a través de Jesús, y solo a través de Él, hay salvación para el hombre y la mujer. ¡Eso, no tiene precio! ¡Feliz Navidad!
Twitter: @josekrlos

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