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¿Derechos para Shamu?

Redacción
18 de marzo, 2016

Después de varios años de una campaña mundial en contra del uso de orcas en espectáculos de entretenimiento, el jueves recién pasado la empresa de parques temáticos SeaWorld anunció que su programa de shows con los mencionados cetáceos asesinos, se daba por terminado.

Lo que motivo a SeaWorld a tomar esa decisión, no fue su creencia en los derechos animales sino el desplomo de sus ingresos a raíz del inicio de esa campaña orquestada por organizaciones que luchan por “los derechos animales” como PETA, la cual se intensificó con la publicación del documental titulado Blackfish en el que su directora intentó demostrar el maltrato requerido para el entrenamiento de los mencionados gigantes marinos.

Pero, ¿realmente Shamu, la ballena más famosa del mundo cuyo magnífico espectáculo tuve la suerte de poder apreciar, tiene derechos?

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La anterior es una pregunta que se extiende a todos los animales y es necesario responderla pues ya hay en Guatemala movimientos animalistas promoviendo iniciativas de ley al respecto del tema. Pero para contestar esta pregunta es necesario que entendamos cual es el origen de los derechos.

La filósofa Ayn Rand escribió en su ensayo titulado Derechos del Hombre que “un derecho es un principio moral que define y sanciona la libertad de acción de un hombre en un contexto social”. El concepto “derechos” es uno desarrollado por la facultad racional del hombre, un concepto moral que denota las condiciones requeridas para que los seres humanos puedan vivir de acuerdo con su naturaleza.

Todos los animales, buscan sobrevivir pues su vida es su valor final. Sin embargo, todos los animales, a excepción del hombre, sobreviven por instinto, reaccionando y actuando únicamente como producto de la integración automática de sus sensaciones. Por el contrario, el hombre no sobrevive por instinto sino por voluntad. Esto se demuestra por el hecho de que la mayoría de los animales pueden sobrevivir por su cuenta desde el momento en que nacen. Sin embargo, los bebés humanos no pueden hacer esto porque no han adquirido la facultad racional con la que tienen que hacer frente a su entorno.

Decir que el hombre sobrevive por voluntad, es decir que sobrevive tomando todas las acciones y decisiones que requiere la preservación de su vida. Para ello necesita estar libre del uso de la fuerza otros individuos y él, a su vez, tampoco debe iniciar su uso. Es este el significado del derecho a la vida. Pero para poder reconocer los derechos, la condición fundamental que debe existir es la capacidad de captar conjuntos abstractos de principios y de comprender las consecuencias de las propias acciones. Esta condición es la facultad conceptual, la razón, y solo el hombre posee esta facultad.

Los derechos pues, solamente pueden existir si son reconocidos y respetados por igual por ambos lados. Es por este motivo que los animales no tienen derechos. Ya que, una orca, por ejemplo, es incapaz de reconocer el hecho de que sus entrenadores tienen derecho a vivir.

La prueba más simple de que el resto de animales no poseen una facultad racional, es el hecho de que solamente los seres humanos han cambiado su nivel de vida radicalmente, realizando avances tremendos en el tiempo mientras que el resto de animales (incluidos los que tienen estrechos vínculos genéticos con los seres humanos) llevan cientos de generaciones en el mismo estado. Nuestra civilización avanzada es el resultado de los logros alcanzados por la mente humana.

Asimismo, hay que enfatizar que para que el hombre pueda vivir, es necesario que transforme y utilice los recursos que lo rodean para alcanzar sus fines. Esto incluye el uso de los animales para alimentos, ropa y, sí, incluso de entretenimiento. Privar al hombre de utilizar animales para sus propios fines es sacrificarlo en pro de la naturaleza y privarlo de su derecho a la vida. Y eso, no es más que “altruismo llevado a la locura” como le denomina el filósofo Leonard Peikoff.

No pretendo hacer una apología del sadismo contra los animales, una actitud que me parece nefasta, repugnante e irracional pues los valores de quien lo hace han de ser demasiado pueriles como para disfrutar de algo así. Pero eso sí, una cosa es ser cruel por gozo y una muy diferente es infligir de una u otra forma dolor en los animales para satisfacer nuestras necesidades, que son al final de todo, la raíz del concepto “moral”.

Los que afirman animales son poseedores de derechos han hecho un excelente trabajo al rededor del mundo en persuadir a los legisladores a aprobar leyes contra la crueldad, pero lo han hecho sólo mediante la explotación de una emoción básica de lástima. Después de todo, a ninguna persona racional le gusta ver a un animal maltratado, pero una cosa es que no nos guste y otra es pretender forzar esa decisión sobre los demás.

Si en algún momento SeaWorld llegara a cerrar sus puertas, esto debe ser porque los consumidores no quieren seguir pagando por un tipo de entretenimiento que consideran es malvado para con los animales y por tanto llevarán a la quiebra al establecimiento.

Sin embargo, los parámetros deben quedar claros, los animales son propiedad, no entidades merecedoras de un estatus legal, por lo que no deben existir regulaciones que determinen como cada uno trata y usa a sus animales.

Twitter: @FOrellanaWer

Blog: forellanawer.wordpress.com

¿Derechos para Shamu?

Redacción
18 de marzo, 2016

Después de varios años de una campaña mundial en contra del uso de orcas en espectáculos de entretenimiento, el jueves recién pasado la empresa de parques temáticos SeaWorld anunció que su programa de shows con los mencionados cetáceos asesinos, se daba por terminado.

Lo que motivo a SeaWorld a tomar esa decisión, no fue su creencia en los derechos animales sino el desplomo de sus ingresos a raíz del inicio de esa campaña orquestada por organizaciones que luchan por “los derechos animales” como PETA, la cual se intensificó con la publicación del documental titulado Blackfish en el que su directora intentó demostrar el maltrato requerido para el entrenamiento de los mencionados gigantes marinos.

Pero, ¿realmente Shamu, la ballena más famosa del mundo cuyo magnífico espectáculo tuve la suerte de poder apreciar, tiene derechos?

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La anterior es una pregunta que se extiende a todos los animales y es necesario responderla pues ya hay en Guatemala movimientos animalistas promoviendo iniciativas de ley al respecto del tema. Pero para contestar esta pregunta es necesario que entendamos cual es el origen de los derechos.

La filósofa Ayn Rand escribió en su ensayo titulado Derechos del Hombre que “un derecho es un principio moral que define y sanciona la libertad de acción de un hombre en un contexto social”. El concepto “derechos” es uno desarrollado por la facultad racional del hombre, un concepto moral que denota las condiciones requeridas para que los seres humanos puedan vivir de acuerdo con su naturaleza.

Todos los animales, buscan sobrevivir pues su vida es su valor final. Sin embargo, todos los animales, a excepción del hombre, sobreviven por instinto, reaccionando y actuando únicamente como producto de la integración automática de sus sensaciones. Por el contrario, el hombre no sobrevive por instinto sino por voluntad. Esto se demuestra por el hecho de que la mayoría de los animales pueden sobrevivir por su cuenta desde el momento en que nacen. Sin embargo, los bebés humanos no pueden hacer esto porque no han adquirido la facultad racional con la que tienen que hacer frente a su entorno.

Decir que el hombre sobrevive por voluntad, es decir que sobrevive tomando todas las acciones y decisiones que requiere la preservación de su vida. Para ello necesita estar libre del uso de la fuerza otros individuos y él, a su vez, tampoco debe iniciar su uso. Es este el significado del derecho a la vida. Pero para poder reconocer los derechos, la condición fundamental que debe existir es la capacidad de captar conjuntos abstractos de principios y de comprender las consecuencias de las propias acciones. Esta condición es la facultad conceptual, la razón, y solo el hombre posee esta facultad.

Los derechos pues, solamente pueden existir si son reconocidos y respetados por igual por ambos lados. Es por este motivo que los animales no tienen derechos. Ya que, una orca, por ejemplo, es incapaz de reconocer el hecho de que sus entrenadores tienen derecho a vivir.

La prueba más simple de que el resto de animales no poseen una facultad racional, es el hecho de que solamente los seres humanos han cambiado su nivel de vida radicalmente, realizando avances tremendos en el tiempo mientras que el resto de animales (incluidos los que tienen estrechos vínculos genéticos con los seres humanos) llevan cientos de generaciones en el mismo estado. Nuestra civilización avanzada es el resultado de los logros alcanzados por la mente humana.

Asimismo, hay que enfatizar que para que el hombre pueda vivir, es necesario que transforme y utilice los recursos que lo rodean para alcanzar sus fines. Esto incluye el uso de los animales para alimentos, ropa y, sí, incluso de entretenimiento. Privar al hombre de utilizar animales para sus propios fines es sacrificarlo en pro de la naturaleza y privarlo de su derecho a la vida. Y eso, no es más que “altruismo llevado a la locura” como le denomina el filósofo Leonard Peikoff.

No pretendo hacer una apología del sadismo contra los animales, una actitud que me parece nefasta, repugnante e irracional pues los valores de quien lo hace han de ser demasiado pueriles como para disfrutar de algo así. Pero eso sí, una cosa es ser cruel por gozo y una muy diferente es infligir de una u otra forma dolor en los animales para satisfacer nuestras necesidades, que son al final de todo, la raíz del concepto “moral”.

Los que afirman animales son poseedores de derechos han hecho un excelente trabajo al rededor del mundo en persuadir a los legisladores a aprobar leyes contra la crueldad, pero lo han hecho sólo mediante la explotación de una emoción básica de lástima. Después de todo, a ninguna persona racional le gusta ver a un animal maltratado, pero una cosa es que no nos guste y otra es pretender forzar esa decisión sobre los demás.

Si en algún momento SeaWorld llegara a cerrar sus puertas, esto debe ser porque los consumidores no quieren seguir pagando por un tipo de entretenimiento que consideran es malvado para con los animales y por tanto llevarán a la quiebra al establecimiento.

Sin embargo, los parámetros deben quedar claros, los animales son propiedad, no entidades merecedoras de un estatus legal, por lo que no deben existir regulaciones que determinen como cada uno trata y usa a sus animales.

Twitter: @FOrellanaWer

Blog: forellanawer.wordpress.com