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Inconcebible, inaudito

Betty Marroquin
20 de marzo, 2016

¿Cuánta plata tiene y mueve la izquierda? Estamos viviendo tiempos que para muchos fueron impensables, imposible, inimaginables. Los tribunales se han convertido en el nuevo campo de batalla, en el que los que perdieron la guerra siguen pasando sus cuantiosas facturas con el apoyo de gobiernos europeos con complejo de conquistadores arrepentidos, y de esta nueva política exterior de una administración estadounidense que no deja de sorprendernos.

Pero si bien antes pensaba que el tema era ideológico, ahora entiendo que sólo es ideológico para los pobres incautos que aún sueñan con una sociedad socialista, igualitaria a la fuerza, con apagar su resentimiento y su odio hacia los que tienen más, y algunos suman a esos sentires su resentimiento por parientes muertos durante la guerra de guerrillas de 36 largos años que vivió nuestro país. Para los abanderados de esta nueva forma de guerra, el tema es puramente económico. Lo único que buscan es enriquecerse fácil y rápido. El fácil lo están logrando, el rápido, no tanto.

Entre juicios plagados, infestados de ilegalidades, que van desde testimonios falsos hasta el impedimento absoluto a la defensa de ejercer su obligación de defender al acusado, que llega al colmo de multar al abogado defensor y al acusado cuando simplemente reclaman un derecho, como por ejemplo, el que un perito que presta testimonio o que presenta pruebas sea debidamente acreditado como la Ley lo exige. Vemos jueces becados por entidades netamente anti castrenses, casualmente mujeres todas, que presas de sus hormonas y su rabia, en apariencia, usan su poder en tribunales para cometer los más grotescos abusos y violaciones al debido proceso, avaladas por sus protectores de nacionalidades extranjeras. Me pregunto, los curas que los apoyan, obviamente han olvidado los preceptos de la Biblia de perdonar siempre, de enmendar, de sanar heridas, de reconstruir y fortalecer la concordia, porque se dedican únicamente a fomentar odio, resentimiento, sed de venganza y división.

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Lo curioso del tema es la plata que han invertido desde la firma de la paz, recibida en su mayoría de donaciones, aunque seguramente también financiada de dinero sucio, como lo hacía la guerrilla cuando se metió a sembrar heroína en Guatemala, a financiarse con secuestros y extorciones, impuestos de guerra y tráfico de armas, ya que se trata de los mismos actores. Plata que les ha permitido vender una imagen totalmente distorsionada de nuestro país, haciéndolo parecer casi como un Sudán, vendiendo la idea estúpida de que el Ejército está conformado por gente rubia y de ojos azules que deseaba exterminar a las comunidades indígenas, y que los abusos de la guerra fueron sólo de un lado, apoyándose en mentiras y embustes de la más baja calidad.

Toda esa inversión, está finalmente rindiendo frutos, nos guste o no admitirlo, porque aquí o en Tanganica, en río revuelto, ganancia de pescadores. Nos han visto las caras de idiotas (en el sentido literal de la expresión) a todos los que pensamos que con la firma de Los Acuerdos la Paz poníamos punto final a una etapa nefasta de nuestra Historia. Que ilusos, que miopes. Mientras el sector productivo se dedicó a construir país, invirtiendo millonadas en empresas de todo tipo, proveyendo plazas de trabajo estable y apoyando en todo sentido al desarrollo de Guatemala, esos parásitos incapaces de producir un solo Quetzal con el sudor de sus frentes trabajando honestamente, siendo productivos, se han dedicado a destruir y enlodar a Guatemala por doquier.   Estoy segura que me mandarán los típicos mensajitos histéricos, vulgares y llenos de odio que me mandan cada vez que hablo del sector productivo, todos esos “socialconfusos”, porque les arde que a quienes ellos llaman esclavistas, emplean gente que entra a trabajar a esas corporaciones desde los rangos más elementales hasta los más altos, y se quedan orgullosos de trabajar en empresas donde se sienten apreciados, son bien remunerados, con prestaciones muy por encima de las de Ley, y que seguramente si los encuestan están felices y se sienten agradecidos y afortunados de tener los trabajos que tienen. Cosa inconcebible para todos los resentidos. Es así que el sector productivo, no viéndola venir, se durmió en sus laureles creyendo que sería inconcebible que el mundo “civilizado” no viera con buenos ojos esa inversión social en Guatemala, esa práctica de “poner la plata donde ponen la palabra” (put your Money where your mouth is), y en su miopía no invirtió en dar a conocer todos esos logros con los mismos entes que hoy día apoyan a quienes nos pasan la factura.

Pero lo más inaudito, es que la gran mayoría de la población que únicamente está preocupada por su diario vivir, por llevar pan a su mesa, por cuidar a sus hijos, por conseguir un empleo digno, por superarse, gente que lucha por darle a sus hijos una vida mejor, deberán ahora junto con usted y conmigo, pagar millonadas a esos parásitos inservibles, protegidos por todos los diplomáticos y oenegeros internacionales que mandan la plata y dan la ayuda a los parásitos sin fiscalizarla. Sería interesante investigar si los receptores de los resarcimientos ya pagados, es decir, las supuestas víctimas, recibieron algo de plata y cuanto, y dónde está el resto del monto recibido. En pueblo de ciegos, el tuerto siempre será Rey, nos guste o no.

Inconcebible, inaudito

Betty Marroquin
20 de marzo, 2016

¿Cuánta plata tiene y mueve la izquierda? Estamos viviendo tiempos que para muchos fueron impensables, imposible, inimaginables. Los tribunales se han convertido en el nuevo campo de batalla, en el que los que perdieron la guerra siguen pasando sus cuantiosas facturas con el apoyo de gobiernos europeos con complejo de conquistadores arrepentidos, y de esta nueva política exterior de una administración estadounidense que no deja de sorprendernos.

Pero si bien antes pensaba que el tema era ideológico, ahora entiendo que sólo es ideológico para los pobres incautos que aún sueñan con una sociedad socialista, igualitaria a la fuerza, con apagar su resentimiento y su odio hacia los que tienen más, y algunos suman a esos sentires su resentimiento por parientes muertos durante la guerra de guerrillas de 36 largos años que vivió nuestro país. Para los abanderados de esta nueva forma de guerra, el tema es puramente económico. Lo único que buscan es enriquecerse fácil y rápido. El fácil lo están logrando, el rápido, no tanto.

Entre juicios plagados, infestados de ilegalidades, que van desde testimonios falsos hasta el impedimento absoluto a la defensa de ejercer su obligación de defender al acusado, que llega al colmo de multar al abogado defensor y al acusado cuando simplemente reclaman un derecho, como por ejemplo, el que un perito que presta testimonio o que presenta pruebas sea debidamente acreditado como la Ley lo exige. Vemos jueces becados por entidades netamente anti castrenses, casualmente mujeres todas, que presas de sus hormonas y su rabia, en apariencia, usan su poder en tribunales para cometer los más grotescos abusos y violaciones al debido proceso, avaladas por sus protectores de nacionalidades extranjeras. Me pregunto, los curas que los apoyan, obviamente han olvidado los preceptos de la Biblia de perdonar siempre, de enmendar, de sanar heridas, de reconstruir y fortalecer la concordia, porque se dedican únicamente a fomentar odio, resentimiento, sed de venganza y división.

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Lo curioso del tema es la plata que han invertido desde la firma de la paz, recibida en su mayoría de donaciones, aunque seguramente también financiada de dinero sucio, como lo hacía la guerrilla cuando se metió a sembrar heroína en Guatemala, a financiarse con secuestros y extorciones, impuestos de guerra y tráfico de armas, ya que se trata de los mismos actores. Plata que les ha permitido vender una imagen totalmente distorsionada de nuestro país, haciéndolo parecer casi como un Sudán, vendiendo la idea estúpida de que el Ejército está conformado por gente rubia y de ojos azules que deseaba exterminar a las comunidades indígenas, y que los abusos de la guerra fueron sólo de un lado, apoyándose en mentiras y embustes de la más baja calidad.

Toda esa inversión, está finalmente rindiendo frutos, nos guste o no admitirlo, porque aquí o en Tanganica, en río revuelto, ganancia de pescadores. Nos han visto las caras de idiotas (en el sentido literal de la expresión) a todos los que pensamos que con la firma de Los Acuerdos la Paz poníamos punto final a una etapa nefasta de nuestra Historia. Que ilusos, que miopes. Mientras el sector productivo se dedicó a construir país, invirtiendo millonadas en empresas de todo tipo, proveyendo plazas de trabajo estable y apoyando en todo sentido al desarrollo de Guatemala, esos parásitos incapaces de producir un solo Quetzal con el sudor de sus frentes trabajando honestamente, siendo productivos, se han dedicado a destruir y enlodar a Guatemala por doquier.   Estoy segura que me mandarán los típicos mensajitos histéricos, vulgares y llenos de odio que me mandan cada vez que hablo del sector productivo, todos esos “socialconfusos”, porque les arde que a quienes ellos llaman esclavistas, emplean gente que entra a trabajar a esas corporaciones desde los rangos más elementales hasta los más altos, y se quedan orgullosos de trabajar en empresas donde se sienten apreciados, son bien remunerados, con prestaciones muy por encima de las de Ley, y que seguramente si los encuestan están felices y se sienten agradecidos y afortunados de tener los trabajos que tienen. Cosa inconcebible para todos los resentidos. Es así que el sector productivo, no viéndola venir, se durmió en sus laureles creyendo que sería inconcebible que el mundo “civilizado” no viera con buenos ojos esa inversión social en Guatemala, esa práctica de “poner la plata donde ponen la palabra” (put your Money where your mouth is), y en su miopía no invirtió en dar a conocer todos esos logros con los mismos entes que hoy día apoyan a quienes nos pasan la factura.

Pero lo más inaudito, es que la gran mayoría de la población que únicamente está preocupada por su diario vivir, por llevar pan a su mesa, por cuidar a sus hijos, por conseguir un empleo digno, por superarse, gente que lucha por darle a sus hijos una vida mejor, deberán ahora junto con usted y conmigo, pagar millonadas a esos parásitos inservibles, protegidos por todos los diplomáticos y oenegeros internacionales que mandan la plata y dan la ayuda a los parásitos sin fiscalizarla. Sería interesante investigar si los receptores de los resarcimientos ya pagados, es decir, las supuestas víctimas, recibieron algo de plata y cuanto, y dónde está el resto del monto recibido. En pueblo de ciegos, el tuerto siempre será Rey, nos guste o no.