En Guatemala sufrimos de un mal centroamericano que radica en tener miedo a lanzarnos a una carrera y caernos, la caída no es nada malo sino un aprendizaje pero en nuestra sociedad una caída se toma como un fracasó total y esto aunque sea un pequeño tropiezo. El fracaso es una etapa de aprendizaje al cual no debemos de tener miedo ya que sino estaremos condenados a ser una sociedad conservadora con miedo a los cambios y las reformas necesarias quedarán en una mera idea y no se concretará una reforma importante en Guatemala.
Estamos a pocos días del “aniversario” de las manifestaciones del año pasado que causaron un antes y un después en Guatemala. ¿Qué antes y después? ¿Acaso hemos avanzado en algo? Lo que es seguro es que la convicción de muchos ciudadanos que la política guatemalteca afecta en su día a día, es un logro. Ahora bien examinar los cambios fundamentales ocurridos en tan solo un año es un poco difícil.
La ley electoral y de partidos políticos es una reforma esencial que podía cambiar fundamentalmente la forma de realizar política en el país, pero lastimosamente el Congreso regresó a las viejas prácticas y engañaron al pueblo de Guatemala ya que no significó un cambio fundamental en Guatemala.
¿Deberíamos abrir los listados? Una propuesta muy importante que está en discusión es la apertura de los listados electorales. El pasar a un sistema semi-proporcional puede tener como ventaja que el ciudadano conozca directamente y pueda controlar a los ciudadanos. Un ejemplo del mal funcionamiento del sistema político que tenemos son los diputados que están en el Congreso de Guatemala el ejemplo emblemático es Manuel Giordano quien entró al congreso “por suerte” porque era la siguiente casilla de un listado cerrado y el diputado que estaba en su lugar el TSE no le dejó tomar posesión por no cumplir los requisitos constitucionales.
Las propuestas concretas para resolver los problemas en Guatemala son escasas y especialmente en el ámbito de políticas públicas. Las políticas públicas integrales, diseñadas correctamente desde su origen y con un método de evaluación son necesarias en Guatemala para que podamos lograr un progreso.
En Guatemala sufrimos de un mal centroamericano que radica en tener miedo a lanzarnos a una carrera y caernos, la caída no es nada malo sino un aprendizaje pero en nuestra sociedad una caída se toma como un fracasó total y esto aunque sea un pequeño tropiezo. El fracaso es una etapa de aprendizaje al cual no debemos de tener miedo ya que sino estaremos condenados a ser una sociedad conservadora con miedo a los cambios y las reformas necesarias quedarán en una mera idea y no se concretará una reforma importante en Guatemala.
Estamos a pocos días del “aniversario” de las manifestaciones del año pasado que causaron un antes y un después en Guatemala. ¿Qué antes y después? ¿Acaso hemos avanzado en algo? Lo que es seguro es que la convicción de muchos ciudadanos que la política guatemalteca afecta en su día a día, es un logro. Ahora bien examinar los cambios fundamentales ocurridos en tan solo un año es un poco difícil.
La ley electoral y de partidos políticos es una reforma esencial que podía cambiar fundamentalmente la forma de realizar política en el país, pero lastimosamente el Congreso regresó a las viejas prácticas y engañaron al pueblo de Guatemala ya que no significó un cambio fundamental en Guatemala.
¿Deberíamos abrir los listados? Una propuesta muy importante que está en discusión es la apertura de los listados electorales. El pasar a un sistema semi-proporcional puede tener como ventaja que el ciudadano conozca directamente y pueda controlar a los ciudadanos. Un ejemplo del mal funcionamiento del sistema político que tenemos son los diputados que están en el Congreso de Guatemala el ejemplo emblemático es Manuel Giordano quien entró al congreso “por suerte” porque era la siguiente casilla de un listado cerrado y el diputado que estaba en su lugar el TSE no le dejó tomar posesión por no cumplir los requisitos constitucionales.
Las propuestas concretas para resolver los problemas en Guatemala son escasas y especialmente en el ámbito de políticas públicas. Las políticas públicas integrales, diseñadas correctamente desde su origen y con un método de evaluación son necesarias en Guatemala para que podamos lograr un progreso.