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El Gobierno puesto en su lugar

Redacción
07 de junio, 2016

Todo problema luce muy complejo hasta que se entiende. Entender correctamente lo ocurrido la semana pasada sobre la “Cooptación del Estado” de Guatemala es el mejor punto de partida para identificar la correcta solución y para ello es preciso analizarlo bajo un tamiz diferente, en la forma y en el fondo.

Respecto a la forma—para nada menos importante, quiero manifestar mi escepticismo sobre quienes hacen el supuesto hallazgo. Es nuevamente ese ente paralelo al Estado, la CICIG, la que gana legitimidad ante una población ingenua. Es a través de ella que el gobierno socialista de Estados Unidos nos hace creer que realmente estamos depurando y reconstruyendo el Estado cuando en realidad lo que hacemos es acrecentar nuestra dependencia y paternalismo, ahora en el ámbito de la investigación criminal y la justicia.

¿Pero sin la CICIG quién hubiese encontrado estas redes de corrupción? Me preguntan con frecuencia cuando propongo esta tesis. Debo responder con otra pregunta: ¿Acaso no antes 73,000 guatemaltecos ya habíamos impulsado por vías pacíficas y democráticas la reconstrucción del sistema de seguridad, de investigación criminal y de justicia con proReforma? Las reformas que propuso en su momento aquel movimiento cívico-ciudadano constituían una vacuna contra la dependencia, el paternalismo y la intervención extranjera. ¡Nosotros mismos proponíamos una solución concreta, si no perfecta, con muchas probabilidades de éxito!

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La CICIG no solo no permite que aprendamos solos a caminar sino que ahora se da el lujo de romper los ya escasos lazos de confianza que quedan entre los guatemaltecos. Acrecienta la noción de muchos sobre la necesidad de un salvador, de un ungido, en menoscabo de reconocer en el sistema el verdadero problema. Y sin absolver a los supuestos culpables, la CICIG y su instrumento, el Ministerio Público, acrecienta el sentimiento anti-empresarial y anti-político, el primero ya exacerbado por los conflictos ambientales y el segundo por la corrupción flagrante y propio de los gobiernos i-limitados.

¿Quién ahora se atrevería a defender la actitud empresarial? ¿Quién ahora se atrevería a participar en un genuino emprendimiento político?

En el fondo, nada nuevo a lo que personalmente he reiterado: hay que poner al gobierno en su lugar. Limitando sus atribuciones, poderes y presupuesto a la esfera pública (seguridad, justicia y contratos por algunas obras físicas de infraestructura) el gobierno mantendría alejados a aquellos “malos empresarios” que busquen favores y privilegios. Al entender que el gobierno debe ser limitado en este sentido y no en otro, recae la necesidad de poner a los partidos políticos en manos de los guatemaltecos.

La organización interna, tamaño, doctrina y financiamiento de los partidos políticos corresponde a la esfera privada de las personas. Como cualquier otra asociación, los partidos políticos deben competir por electores y votos, persuadir a la audiencia mediante propuestas claras y convincentes. De no hacerlo, la ley de la oferta y la demanda los hará quebrar, y la quiebra como en el mundo empresarial, tiene una función social: la de salir del mercado. Ello conducirá hacia representaciones más genuinas y políticas públicas más ajustadas al pensamiento de la mayoría. De cualquier otra manera, como dice el político y filósofo brasileño Olavo de Carvalho, lo que seguiremos teniendo es propio de la democracia patológica y no una democracia liberal; en la última tú eliges entre candidatos y partidos de izquierda, centro o derecha, en la segunda, muy propia de Guatemala, tú eliges entre candidatos y partidos de izquierda, izquierda o de izquierda.

El gran problema descubierto la semana pasada no es más que otro síntoma de la usurpación del gobierno en la esfera privada de las personas. Sencillo. Ese círculo perverso de corrupción es el resultado de lo que hemos, o aprobado ingenuamente o dejado de apoyar de manera consciente. Votando por el menos peor, no participando en política los que debemos hacerlo y no teniendo claro, por pereza o por ignorancia, que la única salida es limitar el gobierno a sus funciones propias y ponerlo en su lugar. Ello no será posible sin un partido político de derecha liberal: https://www.facebook.com/5RGuatemala/.

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Jorge David Chapas es guatemalteco y empresario forestal. Fundador y CEO de Rana. Miembro del CEES, del PERC y del Heartland Institute.

El Gobierno puesto en su lugar

Redacción
07 de junio, 2016

Todo problema luce muy complejo hasta que se entiende. Entender correctamente lo ocurrido la semana pasada sobre la “Cooptación del Estado” de Guatemala es el mejor punto de partida para identificar la correcta solución y para ello es preciso analizarlo bajo un tamiz diferente, en la forma y en el fondo.

Respecto a la forma—para nada menos importante, quiero manifestar mi escepticismo sobre quienes hacen el supuesto hallazgo. Es nuevamente ese ente paralelo al Estado, la CICIG, la que gana legitimidad ante una población ingenua. Es a través de ella que el gobierno socialista de Estados Unidos nos hace creer que realmente estamos depurando y reconstruyendo el Estado cuando en realidad lo que hacemos es acrecentar nuestra dependencia y paternalismo, ahora en el ámbito de la investigación criminal y la justicia.

¿Pero sin la CICIG quién hubiese encontrado estas redes de corrupción? Me preguntan con frecuencia cuando propongo esta tesis. Debo responder con otra pregunta: ¿Acaso no antes 73,000 guatemaltecos ya habíamos impulsado por vías pacíficas y democráticas la reconstrucción del sistema de seguridad, de investigación criminal y de justicia con proReforma? Las reformas que propuso en su momento aquel movimiento cívico-ciudadano constituían una vacuna contra la dependencia, el paternalismo y la intervención extranjera. ¡Nosotros mismos proponíamos una solución concreta, si no perfecta, con muchas probabilidades de éxito!

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La CICIG no solo no permite que aprendamos solos a caminar sino que ahora se da el lujo de romper los ya escasos lazos de confianza que quedan entre los guatemaltecos. Acrecienta la noción de muchos sobre la necesidad de un salvador, de un ungido, en menoscabo de reconocer en el sistema el verdadero problema. Y sin absolver a los supuestos culpables, la CICIG y su instrumento, el Ministerio Público, acrecienta el sentimiento anti-empresarial y anti-político, el primero ya exacerbado por los conflictos ambientales y el segundo por la corrupción flagrante y propio de los gobiernos i-limitados.

¿Quién ahora se atrevería a defender la actitud empresarial? ¿Quién ahora se atrevería a participar en un genuino emprendimiento político?

En el fondo, nada nuevo a lo que personalmente he reiterado: hay que poner al gobierno en su lugar. Limitando sus atribuciones, poderes y presupuesto a la esfera pública (seguridad, justicia y contratos por algunas obras físicas de infraestructura) el gobierno mantendría alejados a aquellos “malos empresarios” que busquen favores y privilegios. Al entender que el gobierno debe ser limitado en este sentido y no en otro, recae la necesidad de poner a los partidos políticos en manos de los guatemaltecos.

La organización interna, tamaño, doctrina y financiamiento de los partidos políticos corresponde a la esfera privada de las personas. Como cualquier otra asociación, los partidos políticos deben competir por electores y votos, persuadir a la audiencia mediante propuestas claras y convincentes. De no hacerlo, la ley de la oferta y la demanda los hará quebrar, y la quiebra como en el mundo empresarial, tiene una función social: la de salir del mercado. Ello conducirá hacia representaciones más genuinas y políticas públicas más ajustadas al pensamiento de la mayoría. De cualquier otra manera, como dice el político y filósofo brasileño Olavo de Carvalho, lo que seguiremos teniendo es propio de la democracia patológica y no una democracia liberal; en la última tú eliges entre candidatos y partidos de izquierda, centro o derecha, en la segunda, muy propia de Guatemala, tú eliges entre candidatos y partidos de izquierda, izquierda o de izquierda.

El gran problema descubierto la semana pasada no es más que otro síntoma de la usurpación del gobierno en la esfera privada de las personas. Sencillo. Ese círculo perverso de corrupción es el resultado de lo que hemos, o aprobado ingenuamente o dejado de apoyar de manera consciente. Votando por el menos peor, no participando en política los que debemos hacerlo y no teniendo claro, por pereza o por ignorancia, que la única salida es limitar el gobierno a sus funciones propias y ponerlo en su lugar. Ello no será posible sin un partido político de derecha liberal: https://www.facebook.com/5RGuatemala/.

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Jorge David Chapas es guatemalteco y empresario forestal. Fundador y CEO de Rana. Miembro del CEES, del PERC y del Heartland Institute.