Esta semana ha sido profusa en cuestionamientos sobre el rumbo de Guatemala. En ese compartir con actores políticos se hace necesario ser proactivo, con visión juiciosa y clara sin perder realidad y sin fijar los ojos en el horizonte político de Guatemala.
El concepto justicia en los últimos meses contrasto con el concepto Estado intentando con el primero acercarnos a la civilización Occidental y con el segundo a Macondo. Uno de los primeros términos propios de la Europa del Este fue la acuñación de neologismos como sociedad civil para indicar asociaciones autónomas independientes del Estado que vinculan a los ciudadanos en temas comunes y de políticas públicas. Parece ser que es un COCODE elevado a la potencia de un actor opositor de Estado.
Muchos modelos sin éxito en el siglo XX anterior y posterior a la Gran Guerra, el conflicto bélico Segunda Guerra Mundial, Guerra Fría y crisis Este-Oeste fueron replanteados en los problemas actuales del siglo XXI.
La privatización de la vida humana dio un revés fuerte en la condición pública de la vida de los seres humanos conminados en redes sociales a un control vertiginoso de su vida, acciones cuyas condiciones geopolíticas.
La idea de confundir al Estado con esa fuerza se convirtió en una periferia de la fuerza en una de las instituciones tratando de homologar el enorme sisma que haber pegado 95 peticiones en la puerta de la iglesia del castillo de Wittemberg por un monje agustino de la provincia alemana desencadenara los hechos políticos más importantes de la historia europea.
En Guatemala los fenómenos se dieron dando aisladamente paralela y en conjunto con el Estado. La democracia del Cacif, la de los grupos étnicos, los grupos políticos y el omniabarcante modelo de una economía informal favorecida con remesas que con cada transferencia hacia desaparecer algún sentido de patria en el ciudadano común.
La trágica situación política de Guatemala, copia del típico modelo anglosajón al colocar como héroe de la cultura al juez y no al legislador procurando a que los entes fiscalizadores cuenten con una mayor libertad.
Mucho de lo que nos pasa tiene raíces en el pasado de modelos ineficaces en Europa y Estados Unidos y que se experimentan en sociedades como Guatemala. Decir por ejemplo que colocar a un nuevo ministro de salud por su filiación con la izquierda provocará que la avalancha de los sindicatos desaparezca es tan ingenuo como creer en la nueva Jerusalén de la Inglaterra posterior a Winston Churchill.
No pretendo una crítica malsana contra el gobierno de Jimmy Morales como me lo hizo ver en la conferencia de Esquipulas uno de sus más allegados. Trato de ser un ciudadano que se interesa por Guatemala asumiendo sin cobardía las críticas de Castresana y la CICIG investigándome por lo que expreso y mucho menos bajo el dictamen pericial de la Gustavo Adolfo Bracamonte Cerón en ese entonces Director de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la USAC sino que a los guatemaltecos nos dejen de dar atole con el dedo.
Esta semana ha sido profusa en cuestionamientos sobre el rumbo de Guatemala. En ese compartir con actores políticos se hace necesario ser proactivo, con visión juiciosa y clara sin perder realidad y sin fijar los ojos en el horizonte político de Guatemala.
El concepto justicia en los últimos meses contrasto con el concepto Estado intentando con el primero acercarnos a la civilización Occidental y con el segundo a Macondo. Uno de los primeros términos propios de la Europa del Este fue la acuñación de neologismos como sociedad civil para indicar asociaciones autónomas independientes del Estado que vinculan a los ciudadanos en temas comunes y de políticas públicas. Parece ser que es un COCODE elevado a la potencia de un actor opositor de Estado.
Muchos modelos sin éxito en el siglo XX anterior y posterior a la Gran Guerra, el conflicto bélico Segunda Guerra Mundial, Guerra Fría y crisis Este-Oeste fueron replanteados en los problemas actuales del siglo XXI.
La privatización de la vida humana dio un revés fuerte en la condición pública de la vida de los seres humanos conminados en redes sociales a un control vertiginoso de su vida, acciones cuyas condiciones geopolíticas.
La idea de confundir al Estado con esa fuerza se convirtió en una periferia de la fuerza en una de las instituciones tratando de homologar el enorme sisma que haber pegado 95 peticiones en la puerta de la iglesia del castillo de Wittemberg por un monje agustino de la provincia alemana desencadenara los hechos políticos más importantes de la historia europea.
En Guatemala los fenómenos se dieron dando aisladamente paralela y en conjunto con el Estado. La democracia del Cacif, la de los grupos étnicos, los grupos políticos y el omniabarcante modelo de una economía informal favorecida con remesas que con cada transferencia hacia desaparecer algún sentido de patria en el ciudadano común.
La trágica situación política de Guatemala, copia del típico modelo anglosajón al colocar como héroe de la cultura al juez y no al legislador procurando a que los entes fiscalizadores cuenten con una mayor libertad.
Mucho de lo que nos pasa tiene raíces en el pasado de modelos ineficaces en Europa y Estados Unidos y que se experimentan en sociedades como Guatemala. Decir por ejemplo que colocar a un nuevo ministro de salud por su filiación con la izquierda provocará que la avalancha de los sindicatos desaparezca es tan ingenuo como creer en la nueva Jerusalén de la Inglaterra posterior a Winston Churchill.
No pretendo una crítica malsana contra el gobierno de Jimmy Morales como me lo hizo ver en la conferencia de Esquipulas uno de sus más allegados. Trato de ser un ciudadano que se interesa por Guatemala asumiendo sin cobardía las críticas de Castresana y la CICIG investigándome por lo que expreso y mucho menos bajo el dictamen pericial de la Gustavo Adolfo Bracamonte Cerón en ese entonces Director de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la USAC sino que a los guatemaltecos nos dejen de dar atole con el dedo.