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Luces y sombras

Carmen Camey
11 de octubre, 2018

“La simiente de una idea creativa no perece entre el barro y la mugre. Brota incluso allí y florece como una estrella refulgente en medio de la oscuridad”. Estas palabras de Petr Ginz, un joven checo de origen judío que murió en Auschwitz en 1944, no han salido de mi cabeza desde que las escuché en una conferencia sobre el papel del arte durante la Shoá. Incluso entre el barro y la mugre, incluso entre las barracas y los piojos, incluso ahí, el hombre no deja de ser hombre.

Se me hace un nudo en la garganta cuando veo las imágenes que muestran lo que ahí ocurrió. Me siento profundamente decepcionada de nuestra especie. Sin embargo, cuando pienso en que aún en esas condiciones algunos hombres y mujeres supieron hacer florecer la humanidad, me entra una sensación de victoria: no pudieron contra ellos. Lo intentaron por todos los métodos, intentaron aniquilar a la persona desde todos los puntos de vista: jurídica, espiritual y moralmente. Pero no siempre lo lograron. Algunos no se doblegarán dice Arendt, y yo, con ella, lo repito.

Me impresiona que en las circunstancias más extremas hayan personas a quienes les quede espacio en el alma para escribir o pintar, que puedan decir que existe luz en la oscuridad y que mantengan la esperanza en momentos en los que yo no me creería capaz de levantar la cabeza. Y me siento agradecida de haber podido conocer los testimonios de personas tan grandes y espero haber podido aprender, aunque sea solo un poco, de ellos.

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“Cuando estoy en algún rincón del campamento, con los pies en la tierra y los ojos apuntando al cielo, siento el rostro anegado de lágrimas, única salida de la intensa emoción y de la gratitud. A veces, por la noche, tendida en el lecho y en paz contigo, también me embargan las lágrimas de gratitud, que constituyen mi plegaria”. No me siento digna de vivir en un mundo en donde una Etty Hillesum puede decir algo como esto en medio del campo de internamiento de Westerbork. Pero a la vez pienso que ella compartió el mundo con Eichmanns y Goebbels y Hitlers, así que estaremos siempre entre luces y sombras. Ojalá podamos ser de las luces y no de las sombras.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Luces y sombras

Carmen Camey
11 de octubre, 2018

“La simiente de una idea creativa no perece entre el barro y la mugre. Brota incluso allí y florece como una estrella refulgente en medio de la oscuridad”. Estas palabras de Petr Ginz, un joven checo de origen judío que murió en Auschwitz en 1944, no han salido de mi cabeza desde que las escuché en una conferencia sobre el papel del arte durante la Shoá. Incluso entre el barro y la mugre, incluso entre las barracas y los piojos, incluso ahí, el hombre no deja de ser hombre.

Se me hace un nudo en la garganta cuando veo las imágenes que muestran lo que ahí ocurrió. Me siento profundamente decepcionada de nuestra especie. Sin embargo, cuando pienso en que aún en esas condiciones algunos hombres y mujeres supieron hacer florecer la humanidad, me entra una sensación de victoria: no pudieron contra ellos. Lo intentaron por todos los métodos, intentaron aniquilar a la persona desde todos los puntos de vista: jurídica, espiritual y moralmente. Pero no siempre lo lograron. Algunos no se doblegarán dice Arendt, y yo, con ella, lo repito.

Me impresiona que en las circunstancias más extremas hayan personas a quienes les quede espacio en el alma para escribir o pintar, que puedan decir que existe luz en la oscuridad y que mantengan la esperanza en momentos en los que yo no me creería capaz de levantar la cabeza. Y me siento agradecida de haber podido conocer los testimonios de personas tan grandes y espero haber podido aprender, aunque sea solo un poco, de ellos.

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“Cuando estoy en algún rincón del campamento, con los pies en la tierra y los ojos apuntando al cielo, siento el rostro anegado de lágrimas, única salida de la intensa emoción y de la gratitud. A veces, por la noche, tendida en el lecho y en paz contigo, también me embargan las lágrimas de gratitud, que constituyen mi plegaria”. No me siento digna de vivir en un mundo en donde una Etty Hillesum puede decir algo como esto en medio del campo de internamiento de Westerbork. Pero a la vez pienso que ella compartió el mundo con Eichmanns y Goebbels y Hitlers, así que estaremos siempre entre luces y sombras. Ojalá podamos ser de las luces y no de las sombras.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo