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El aula del siglo veintiuno

Diana Brown
13 de noviembre, 2018

“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender.”                                                                               Alvin Toffler

El año en que se vive hoy día es dos mil dieciocho,  muy dentro del siglo veintiuno. Y aunque se está plenamente inmerso en tiempo real, todavía se cuestiona cómo será el aula futuro, cuando ahora se está participando en él.

La innovación educativa “ …un cambio significativo del proceso de enseñanza aprendizaje con calidad, un aporte de valor y relevancia”  es la llave para abrir la puerta a la visión futura y divisar la ruta con los variados senderos que llevan al perfeccionamiento del desarrollo humano.

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El término “aula del siglo veintiuno” puede comunicar desconcierto, ¿es nuevo? ; la adquisición del  conocimiento es la misma, aplicando la tecnología y la innovación definida.

En el aula del siglo veintiuno hay que iniciar desde el principio, como en todo; lo dijo Platón en la obra maestra de La República: “ …se instruye jugando, con eso estarás más cerca de conocer las disposiciones de cada uno de ellos (los niños) …” En estos siglos atrás, en este fragmento de proposición, se observa que  inicia el concepto educativo de la educación personalizada y el uso de la lúdica, ya implementado con la gamificación,  la construcción de juegos virtuales por medio de la programación, que lleva al pensamiento critico, la lógica, el discernimiento, la visualización, y más destrezas suaves inherentes del siglo veintiuno, pero nacidas en las épocas antes de Cristo.  Otra herramienta griega, la mayéutica, el continuo cuestionamiento del ¿porque? o ¿cómo?  o ¿para que?, preguntas no lejanas del permanente cuestionamiento de los niños de dos y tres años, y el mismo que se quiere provocar para asegurar la investigación permanente y profunda en todas las etapas vitales.  De nuevo, a la vista  la conexión de antes a ahora, herramientas educativas aplicadas si con mayor velocidad, la tecnología acorta tiempo y distancia, y permite el uso de la mayéutica con mayores alcances.

Estos pinceladas de mención continúan con pedagogos/filósofos quienes ejercen influencia sobre la adquisición del aprendizaje. Se escucha del constructivismo, que como su nombre indica, es una construcción del desarrollo integral de la persona y la adquisición del conocimiento. Piaget, Vygotsky, Ausubel,  sobre todo los primeros dos, en base de sus observaciones, formaron su metodología que propone el modelo educativo. Conocimiento previo, interiorización de información, aprehensión y su apropiación, acompañado por pares en trabajo colaborativo, reconociendo los talentos de cada integrante del grupo, construyendo el aprendizaje sobre andamios estables afianzados sobre el fundamento del creciendo conocimiento previo.

Estos próceres educativos bautizaron su  metodología; ahora se usa con nombres del siglo veintiuno. La educación personalizada, reconoce los talentos de cada individuo; el trabajo socializado ahora es el aprendizaje cooperativo; todos estas visiones académicas están involucrados en las llamadas destrezas del siglo veintiuno, las destrezas suaves, que incluyen liderazgo, competencia en las comunicaciones de todo tipo; un trabajo colaborativo;  dominio de la tecnología; el poder resolver problemas, y como valor agregado, aprender de los errores; ser creativo, respetar al medio ambiente, y más. Si se observa, los fundamentos de las visiones filosóficas-pedagógicas son idénticas a las actuales; y una más, John Dewey, la educación vivencial, el aprender haciendo, el ahora aprendizaje basado en proyectos, y se regresa a los talentos, el desarrollo integral del ser, la educación personalizada, acompañada por el trabajo cooperativo, Vygotsky, Platón.

Hay aportes de novedad: la influencia de las neurociencias, conocer hemisferios cerebrales y los cuadrantes, y cómo influyen en la interpretación de lo que se percibe a través de los sentidos;  el auto conocimiento en la inteligencia emocional y cómo se debe de  mediar en el mundo actual; los estilos de pensamientos u las multiinteligencias, formando parte del reconocimiento de la unicidad de la persona, y el desarrollo de los talentos individuales, otro precepto socrático.

Falta aún el desarrollo de la teorías de la virtualidad en la educación; la inteligencia artificial; impresoras en 3D; la visión del conectivismo de Steiner, todo dispositivo es instrumento de aprendizaje; STEM y STEAM, líneas especificas  de desarrollo duro y blando, el arte siendo el mediador que permite la intervención de belleza y creatividad, así otorgando visiones que provocan la creatividad y la invención. Y no se puede dejar atrás, la taxonomía de Bloom, gradas (constructivismo) en la adquisición de competencias.

El aula del siglo veintiuno está presente; debe modificarse la actitud hacia él. Lo que hayan propuesto los ancianos a través de los siglos es válido y está vivo; gozan de herramientas nuevas, la tecnología con toda su bondad, y con el cuidado de guiarla hacia fines de creación no de destrucción.

Las generaciones actuales (Milenios, y demás) gozan de otra manera de percibir la vida; los docentes deben ampliar sus horizontes para primero comprender esos perspectivas y luego modificar las dinámicas educativas para que sean provocadoras. ¡Nunca facilitar la educación! Aprender y aprehender debe ser una aventura, un reto,  con avances y retrocesos, como proponía Dewey, se vive el aprendizaje.

Apoyar a la formación integral de la persona es el privilegio más grande a que cualquier persona pueda aspirar. Los docentes viven ese privilegio, diez meses del año, por lo menos seis horas diarias, y aprenden a la par de sus alumnos. Vygotsky estaría orgulloso.

Piaget visualizó la construcción del conocimiento en etapas precisas; ahora su propuesta temporal se modifica por la estimulación oportuna, o inoportuna,  de la invasión cibernética.  Los docentes migrantes digitales han aprendido a utilizar la tecnología; los alumnos nativos digitales la dominan. Instrumento innegable en el futuro de la educación, necesario su mediación.

El aula del siglo veintiuno goza de la misma visión que la del aula socrático: permitir que el alumno se perfeccione, que goce de sus talentos, los desarrolle al máximo, para ser feliz. Pues la propuesta educativa es que el fin de la educación es ser feliz, que cada alumno esté afianzado en el desarrollo integral del ser, para  vivir una vida plena, sereno en sus capacidades y confiado en su perfeccionamiento personal.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

El aula del siglo veintiuno

Diana Brown
13 de noviembre, 2018

“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender.”                                                                               Alvin Toffler

El año en que se vive hoy día es dos mil dieciocho,  muy dentro del siglo veintiuno. Y aunque se está plenamente inmerso en tiempo real, todavía se cuestiona cómo será el aula futuro, cuando ahora se está participando en él.

La innovación educativa “ …un cambio significativo del proceso de enseñanza aprendizaje con calidad, un aporte de valor y relevancia”  es la llave para abrir la puerta a la visión futura y divisar la ruta con los variados senderos que llevan al perfeccionamiento del desarrollo humano.

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El término “aula del siglo veintiuno” puede comunicar desconcierto, ¿es nuevo? ; la adquisición del  conocimiento es la misma, aplicando la tecnología y la innovación definida.

En el aula del siglo veintiuno hay que iniciar desde el principio, como en todo; lo dijo Platón en la obra maestra de La República: “ …se instruye jugando, con eso estarás más cerca de conocer las disposiciones de cada uno de ellos (los niños) …” En estos siglos atrás, en este fragmento de proposición, se observa que  inicia el concepto educativo de la educación personalizada y el uso de la lúdica, ya implementado con la gamificación,  la construcción de juegos virtuales por medio de la programación, que lleva al pensamiento critico, la lógica, el discernimiento, la visualización, y más destrezas suaves inherentes del siglo veintiuno, pero nacidas en las épocas antes de Cristo.  Otra herramienta griega, la mayéutica, el continuo cuestionamiento del ¿porque? o ¿cómo?  o ¿para que?, preguntas no lejanas del permanente cuestionamiento de los niños de dos y tres años, y el mismo que se quiere provocar para asegurar la investigación permanente y profunda en todas las etapas vitales.  De nuevo, a la vista  la conexión de antes a ahora, herramientas educativas aplicadas si con mayor velocidad, la tecnología acorta tiempo y distancia, y permite el uso de la mayéutica con mayores alcances.

Estos pinceladas de mención continúan con pedagogos/filósofos quienes ejercen influencia sobre la adquisición del aprendizaje. Se escucha del constructivismo, que como su nombre indica, es una construcción del desarrollo integral de la persona y la adquisición del conocimiento. Piaget, Vygotsky, Ausubel,  sobre todo los primeros dos, en base de sus observaciones, formaron su metodología que propone el modelo educativo. Conocimiento previo, interiorización de información, aprehensión y su apropiación, acompañado por pares en trabajo colaborativo, reconociendo los talentos de cada integrante del grupo, construyendo el aprendizaje sobre andamios estables afianzados sobre el fundamento del creciendo conocimiento previo.

Estos próceres educativos bautizaron su  metodología; ahora se usa con nombres del siglo veintiuno. La educación personalizada, reconoce los talentos de cada individuo; el trabajo socializado ahora es el aprendizaje cooperativo; todos estas visiones académicas están involucrados en las llamadas destrezas del siglo veintiuno, las destrezas suaves, que incluyen liderazgo, competencia en las comunicaciones de todo tipo; un trabajo colaborativo;  dominio de la tecnología; el poder resolver problemas, y como valor agregado, aprender de los errores; ser creativo, respetar al medio ambiente, y más. Si se observa, los fundamentos de las visiones filosóficas-pedagógicas son idénticas a las actuales; y una más, John Dewey, la educación vivencial, el aprender haciendo, el ahora aprendizaje basado en proyectos, y se regresa a los talentos, el desarrollo integral del ser, la educación personalizada, acompañada por el trabajo cooperativo, Vygotsky, Platón.

Hay aportes de novedad: la influencia de las neurociencias, conocer hemisferios cerebrales y los cuadrantes, y cómo influyen en la interpretación de lo que se percibe a través de los sentidos;  el auto conocimiento en la inteligencia emocional y cómo se debe de  mediar en el mundo actual; los estilos de pensamientos u las multiinteligencias, formando parte del reconocimiento de la unicidad de la persona, y el desarrollo de los talentos individuales, otro precepto socrático.

Falta aún el desarrollo de la teorías de la virtualidad en la educación; la inteligencia artificial; impresoras en 3D; la visión del conectivismo de Steiner, todo dispositivo es instrumento de aprendizaje; STEM y STEAM, líneas especificas  de desarrollo duro y blando, el arte siendo el mediador que permite la intervención de belleza y creatividad, así otorgando visiones que provocan la creatividad y la invención. Y no se puede dejar atrás, la taxonomía de Bloom, gradas (constructivismo) en la adquisición de competencias.

El aula del siglo veintiuno está presente; debe modificarse la actitud hacia él. Lo que hayan propuesto los ancianos a través de los siglos es válido y está vivo; gozan de herramientas nuevas, la tecnología con toda su bondad, y con el cuidado de guiarla hacia fines de creación no de destrucción.

Las generaciones actuales (Milenios, y demás) gozan de otra manera de percibir la vida; los docentes deben ampliar sus horizontes para primero comprender esos perspectivas y luego modificar las dinámicas educativas para que sean provocadoras. ¡Nunca facilitar la educación! Aprender y aprehender debe ser una aventura, un reto,  con avances y retrocesos, como proponía Dewey, se vive el aprendizaje.

Apoyar a la formación integral de la persona es el privilegio más grande a que cualquier persona pueda aspirar. Los docentes viven ese privilegio, diez meses del año, por lo menos seis horas diarias, y aprenden a la par de sus alumnos. Vygotsky estaría orgulloso.

Piaget visualizó la construcción del conocimiento en etapas precisas; ahora su propuesta temporal se modifica por la estimulación oportuna, o inoportuna,  de la invasión cibernética.  Los docentes migrantes digitales han aprendido a utilizar la tecnología; los alumnos nativos digitales la dominan. Instrumento innegable en el futuro de la educación, necesario su mediación.

El aula del siglo veintiuno goza de la misma visión que la del aula socrático: permitir que el alumno se perfeccione, que goce de sus talentos, los desarrolle al máximo, para ser feliz. Pues la propuesta educativa es que el fin de la educación es ser feliz, que cada alumno esté afianzado en el desarrollo integral del ser, para  vivir una vida plena, sereno en sus capacidades y confiado en su perfeccionamiento personal.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo