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Carlos Roberto Vielman Montes

Redacción
21 de noviembre, 2018

La madurez política se obtiene en Guatemala conviviendo. Desde los barrios marginales de la ciudad, las colonias, los barrios ancestrales, los condados exclusivos, y las sendas extraviadas de las mansiones de blasones de las familias que conforman el statu quo de Guatemala guardan en común la diferencia fundamental con las provincias de Guatemala, con su historia, su pasión y su forma de resolver los problemas nacionales con la estabilidad del país.

En esa convivencia hay diferencias históricas que duran décadas y las cuales son transmitidas de generación en generación las cuales degeneran una y otra vez por odios, adversidades y controversias surgidas de modos de ver el mundo y la realidad.

Violencia armada aparece desde el área urbana y rural. Desde los sectores desfavorecidos  hasta los de cuna noble. En los guatemaltecos corre esa necesidad de entender que su acción privada adolece de una fortaleza jurídica como Estado social.  Sin embargo los guatemaltecos no representan unidad de pueblo, causa común o fuerza en una dirección. Esa frase de olla de cangrejos que se destruye a sí misma es la comparación de vivir en esta región.

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Por coincidencias y necesidades la alteridad de gobierno se da entre unos y otros permitiendo a todos ocupar parte de la clase política de turno sin el interés mínimo de construir un país sólido y de raíces fundamentadas en la unidad étnica. Igual suerte corrió Roma en su momento, sin estirpe, sin pasado, sin unidad a no ser la propiciada por cada cual desde cada lugar.

Sin embargo, esta es la Guatemala donde nace, vive y entiende la vida Carlos Roberto Vielman Montes, quien por razones totalmente crueles, se le obliga a enfrentar un juicio por aquellos que buscando una paja en el ojo ajeno son incapaces de ver la viga en el propio. Vielman Montes no se fue de Guatemala a hacer política como Norma Torres o Luis Arreaga que siendo ciudadanos americanos claudicaron vivir y sufrir una Guatemala que sangra como bien lo describe Manuel José Arce al partir al exilio “que dura eres Guatemala”.

Los guatemaltecos se identifican con Carlos Roberto Vielman Montes quien es acusado por el la escoria social que impunemente, como aparatos verdaderamente clandestinos han enlutado la vida de pilotos, transportistas, pequeños empresarios, gente trabajadora. Es necesario entender que el Derecho no busca resarcir la vida de la gente buena de Guatemala sino demostrar entre poderosos quien puede destruir a quien.

Aquellos que entendemos las acciones que se dan en Guatemala estamos conscientes de la enorme cortina de humo levantada por médicos, universitarios, profesores, incluyendo por causas naturales los desastres para no entender que los juicios políticos importan a los poderes que desde sectores comprometidos destruyen la reputación de personas que diáfanamente se han identificado con un sector del país sin negarlo y dando lo mejor de sí.

Carlos Roberto Vielman Montes, asumió como ministro siendo una persona que rebasaba los cincuenta años, con la frente en alto y jamás imputado por traicionar a la patria que le vio nacer. Por guatemaltecos como él tenemos patria y se hace retroceder a todos aquellos que con sus mezquindades tiran la piedra y esconden la mano.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Carlos Roberto Vielman Montes

Redacción
21 de noviembre, 2018

La madurez política se obtiene en Guatemala conviviendo. Desde los barrios marginales de la ciudad, las colonias, los barrios ancestrales, los condados exclusivos, y las sendas extraviadas de las mansiones de blasones de las familias que conforman el statu quo de Guatemala guardan en común la diferencia fundamental con las provincias de Guatemala, con su historia, su pasión y su forma de resolver los problemas nacionales con la estabilidad del país.

En esa convivencia hay diferencias históricas que duran décadas y las cuales son transmitidas de generación en generación las cuales degeneran una y otra vez por odios, adversidades y controversias surgidas de modos de ver el mundo y la realidad.

Violencia armada aparece desde el área urbana y rural. Desde los sectores desfavorecidos  hasta los de cuna noble. En los guatemaltecos corre esa necesidad de entender que su acción privada adolece de una fortaleza jurídica como Estado social.  Sin embargo los guatemaltecos no representan unidad de pueblo, causa común o fuerza en una dirección. Esa frase de olla de cangrejos que se destruye a sí misma es la comparación de vivir en esta región.

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Por coincidencias y necesidades la alteridad de gobierno se da entre unos y otros permitiendo a todos ocupar parte de la clase política de turno sin el interés mínimo de construir un país sólido y de raíces fundamentadas en la unidad étnica. Igual suerte corrió Roma en su momento, sin estirpe, sin pasado, sin unidad a no ser la propiciada por cada cual desde cada lugar.

Sin embargo, esta es la Guatemala donde nace, vive y entiende la vida Carlos Roberto Vielman Montes, quien por razones totalmente crueles, se le obliga a enfrentar un juicio por aquellos que buscando una paja en el ojo ajeno son incapaces de ver la viga en el propio. Vielman Montes no se fue de Guatemala a hacer política como Norma Torres o Luis Arreaga que siendo ciudadanos americanos claudicaron vivir y sufrir una Guatemala que sangra como bien lo describe Manuel José Arce al partir al exilio “que dura eres Guatemala”.

Los guatemaltecos se identifican con Carlos Roberto Vielman Montes quien es acusado por el la escoria social que impunemente, como aparatos verdaderamente clandestinos han enlutado la vida de pilotos, transportistas, pequeños empresarios, gente trabajadora. Es necesario entender que el Derecho no busca resarcir la vida de la gente buena de Guatemala sino demostrar entre poderosos quien puede destruir a quien.

Aquellos que entendemos las acciones que se dan en Guatemala estamos conscientes de la enorme cortina de humo levantada por médicos, universitarios, profesores, incluyendo por causas naturales los desastres para no entender que los juicios políticos importan a los poderes que desde sectores comprometidos destruyen la reputación de personas que diáfanamente se han identificado con un sector del país sin negarlo y dando lo mejor de sí.

Carlos Roberto Vielman Montes, asumió como ministro siendo una persona que rebasaba los cincuenta años, con la frente en alto y jamás imputado por traicionar a la patria que le vio nacer. Por guatemaltecos como él tenemos patria y se hace retroceder a todos aquellos que con sus mezquindades tiran la piedra y esconden la mano.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo