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Los tímidos y los radicales

Carolina Castellanos
09 de noviembre, 2018

En estos tiempos de tanta polarización y posiciones diversas sobre los temas nacionales, cada uno vamos ocupando nuestro lugar, no solo a nivel individual sino también gubernamental, grupos de la “sociedad civil”, cámaras empresariales, centros educativos como las universidades, etc.

Esta semana tuvimos las elecciones de medio término en Estados Unidos.  El Presidente Donald Trump, tildado de radical, se mostró súper contento por los resultados obtenidos.  Fueron realmente buenos.  En la mayoría de ocasiones, el partido de turno pierde la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes.  En esta ocasión, se ganó el Senado y la Cámara no tuvo la “marea azul” que tanto pregonó.  ¿Se deben estos resultados al radicalismo del Presidente?  Probablemente tenga mucho que ver pues, aunque muchos no aceptan esa forma de ser, Mr. Trump ha sido bastante firme en sus decisiones, frontal en sus negociaciones aunque muy poco tolerante con quienes se alejan de su línea de acción.

En nuestra Guate tenemos un Presidente bastante tímido.  La firmeza que vemos en Trump no está en Jimmy Morales.  Sin embargo, se mostró muy enfático cuando decidió no renovar el mandato de la CICIG y cuando canceló la visa a Iván Velásqez.  Ahora lo vemos tímido nuevamente.  Fue el Vicepresidente quien tuvo que salir a dar la cara cuando la Fiscal General, muy a sorpresa de todos, dijo que era bueno que Velásquez regresara al país.

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Hay unos colegios en la región de Cataluña que empiezan a negarse a enseñar el español por temor a que se pierda el catalán. Inaudito. En el resto del país, incluyendo al Vasco, se habla español. Imaginemos que un presidente radical en Guatemala pretenda que esto suceda. Sería continuar generando pobreza y manteniendo el aislamiento de tantos guatemaltecos.

La prensa no se queda atrás. Ha mostrado, a través de la forma en que transmite las noticias, un radicalismo extremo. Cuando su labor ética debería ser de mantener la objetividad, lo más posible, y el balance al presentar la información, se inclinan a la izquierda y se esfuerzan por mantener esa postura en todo, a pesar que sus sueldos y la supervivencia de los medios depende de los anuncios que coloca el sector empresarial. Un ejemplo sencillo: tildan de “ultra” derecha al recién electo Presidente Bolsonaro, pero nunca tildarán de “ultra” izquierda a Nicolás Maduro, Evo Morales, Rafael Correa, los Castro, etc.

Los jueces adoptan posturas extremas cuando otorgan amparos para que no desalojen a invasores de fincas, o cuando protegen a CODECA pues no dan trámite a las miles de denuncias por robo que ha interpuesto Energuate. Todo lo hacen “por la causa”, violando leyes y haciendo lo que sea. Eso es extremo y radical pues violan lo más importante: el juramento que hicieron cuando fueron nombrados.

Las agendas feministas, LGBTI, derechos humanos, indigenismo, medio ambiente, etc., son extremadamente radicales. Gracias a los tímidos en el Congreso, tribunales, Ministerios, etc., esas agendas han avanzado. En Guatemala hemos logrado detenerlas pero solo basta con recordar la procesión de la vulva para convencerse del radicalismo extremo.

Otro ejemplo: la cantidad de insultos en redes sociales hacia quienes no compartimos las ideas “progres”. Ante la falta de argumentos, salen los insultos.

¿Y los tibios? Son todos aquellos que no se ocupan por estar enterados de lo que sucede.  Tampoco se pronuncian o comentan en reuniones familiares, de amigos o trabajo porque “mejor no hablemos de política”. Prefieren ver pasar a los radicales, sin darse cuenta que un día le tocarán la puerta. El país no se defiende solo. Guatemala necesita de sus mejores soldados: todos nosotros, los que tuvimos acceso a educación, tenemos algún trabajo e información ilimitada a nuestro alcance. Así como fue la marcha por la vida, desde nuestro metro cuadrado, nos toca pronunciarnos y defender nuestra forma de vida en libertad.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Los tímidos y los radicales

Carolina Castellanos
09 de noviembre, 2018

En estos tiempos de tanta polarización y posiciones diversas sobre los temas nacionales, cada uno vamos ocupando nuestro lugar, no solo a nivel individual sino también gubernamental, grupos de la “sociedad civil”, cámaras empresariales, centros educativos como las universidades, etc.

Esta semana tuvimos las elecciones de medio término en Estados Unidos.  El Presidente Donald Trump, tildado de radical, se mostró súper contento por los resultados obtenidos.  Fueron realmente buenos.  En la mayoría de ocasiones, el partido de turno pierde la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes.  En esta ocasión, se ganó el Senado y la Cámara no tuvo la “marea azul” que tanto pregonó.  ¿Se deben estos resultados al radicalismo del Presidente?  Probablemente tenga mucho que ver pues, aunque muchos no aceptan esa forma de ser, Mr. Trump ha sido bastante firme en sus decisiones, frontal en sus negociaciones aunque muy poco tolerante con quienes se alejan de su línea de acción.

En nuestra Guate tenemos un Presidente bastante tímido.  La firmeza que vemos en Trump no está en Jimmy Morales.  Sin embargo, se mostró muy enfático cuando decidió no renovar el mandato de la CICIG y cuando canceló la visa a Iván Velásqez.  Ahora lo vemos tímido nuevamente.  Fue el Vicepresidente quien tuvo que salir a dar la cara cuando la Fiscal General, muy a sorpresa de todos, dijo que era bueno que Velásquez regresara al país.

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Hay unos colegios en la región de Cataluña que empiezan a negarse a enseñar el español por temor a que se pierda el catalán. Inaudito. En el resto del país, incluyendo al Vasco, se habla español. Imaginemos que un presidente radical en Guatemala pretenda que esto suceda. Sería continuar generando pobreza y manteniendo el aislamiento de tantos guatemaltecos.

La prensa no se queda atrás. Ha mostrado, a través de la forma en que transmite las noticias, un radicalismo extremo. Cuando su labor ética debería ser de mantener la objetividad, lo más posible, y el balance al presentar la información, se inclinan a la izquierda y se esfuerzan por mantener esa postura en todo, a pesar que sus sueldos y la supervivencia de los medios depende de los anuncios que coloca el sector empresarial. Un ejemplo sencillo: tildan de “ultra” derecha al recién electo Presidente Bolsonaro, pero nunca tildarán de “ultra” izquierda a Nicolás Maduro, Evo Morales, Rafael Correa, los Castro, etc.

Los jueces adoptan posturas extremas cuando otorgan amparos para que no desalojen a invasores de fincas, o cuando protegen a CODECA pues no dan trámite a las miles de denuncias por robo que ha interpuesto Energuate. Todo lo hacen “por la causa”, violando leyes y haciendo lo que sea. Eso es extremo y radical pues violan lo más importante: el juramento que hicieron cuando fueron nombrados.

Las agendas feministas, LGBTI, derechos humanos, indigenismo, medio ambiente, etc., son extremadamente radicales. Gracias a los tímidos en el Congreso, tribunales, Ministerios, etc., esas agendas han avanzado. En Guatemala hemos logrado detenerlas pero solo basta con recordar la procesión de la vulva para convencerse del radicalismo extremo.

Otro ejemplo: la cantidad de insultos en redes sociales hacia quienes no compartimos las ideas “progres”. Ante la falta de argumentos, salen los insultos.

¿Y los tibios? Son todos aquellos que no se ocupan por estar enterados de lo que sucede.  Tampoco se pronuncian o comentan en reuniones familiares, de amigos o trabajo porque “mejor no hablemos de política”. Prefieren ver pasar a los radicales, sin darse cuenta que un día le tocarán la puerta. El país no se defiende solo. Guatemala necesita de sus mejores soldados: todos nosotros, los que tuvimos acceso a educación, tenemos algún trabajo e información ilimitada a nuestro alcance. Así como fue la marcha por la vida, desde nuestro metro cuadrado, nos toca pronunciarnos y defender nuestra forma de vida en libertad.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo