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Superioridad

Carolina Castellanos
04 de mayo, 2018

“Es usualmente inútil tratar de darle hechos y análisis a personas que disfrutan un sentimiento de superioridad moral en su ignorancia.” Thomas Sowell

En estos días en que muchos lamentamos la partida a la eternidad de quien fue cinco veces alcalde de la ciudad de Guatemala y Presidente de la República, Álvaro Arzú, vienen a la mente muchos recuerdos de quienes tuvimos el privilegio de conocerlo a lo largo de los años.  Mucho se ha hablado y escrito ya, por lo que no pretendo repetirlo.  Solamente quiero rendirle un tributo en este pequeño espacio, acompañado de agradecimiento por todo lo bueno que hizo por Guatemala.  Un “chapín de a de veras” que entregó su vida a servir al país que lo vio nacer y en el que decidió morir, pues nunca tuvo la intención de salir corriendo a otro lado, a pesar de haber tenido los medios económicos para hacerlo.

A esto llamo superioridad sobre la mayoría de guatemaltecos que no se involucran en la vida nacional, en los problemas, en nada.  Están muy ocupados trabajando, lo que es loable y deseo que estén generando los tan necesarios empleos.  Otros, estarán buscando empleo y eso les hace concentrarse en la tarea casi imposible en estos tiempos, que es encontrar ese trabajo que tanto desea y necesita. Y no se ha dado cuenta que esta dificultad existe por tanto problema que tenemos, la polarización, las acusaciones a todos los que piensan diferente a los acusadores, a los innumerables intentos de defenestrar al Presidente porque hay personas que se sienten tan superiores que quieren imponer sus ideas destructivas sobre la voluntad de los ciudadanos que lo elegimos para que dirija el país.

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El viejo dicho “se pintan de cuerpo entero” ha venido a mi mente constantemente cuando leo muchos mensajes en redes sociales insultando no solo a Álvaro Arzú sino a quienes hemos lamentado su muerte y reconocido sus grandes logros.  Siempre he dicho que los insultos salen cuando no hay argumentos.  Y se sienten superiores al hacerlo porque “se salieron con la suya”.

Superioridad es un atributo reconocido por otros, cuando se ha ganado con esfuerzo, trabajo honesto, principios firmes y voluntad fuerte.  Es un grave defecto cuando, quien lo posee, busca imponer su voluntad pues cree ser mejor que todos los demás y saber qué es lo mejor para cada uno.  Esto último es clásico de los socialistas que pretenden manejar la vida de otros, para que todos seamos “iguales”, menos ellos, por supuesto.

Ya lo decía Thomas Sowell, son personas que sienten superioridad moral en su ignorancia. Y esto nos ha llevado a un clima de negocios casi inmanejable en Guatemala y una convivencia nada pacífica.  Reconozco el atributo en quienes, con valentía, emiten su opinión con argumentos, se agrupan formando asociaciones o sencillas organizaciones para transmitir sus ideas, sin perturbar la convivencia pacífica (manifestando o boqueando carreteras), y aprovechan las redes sociales para publicar sus comunicados.  Van ganando adeptos, pues se les reconoce como luchadores y defensores de la democracia y de la República.

Esto contrasta con esas otras organizaciones, llamadas sindicatos y ONGs, que creen ser superiores a la ley (en su ignorancia y soberbia) y se sienten con la autoridad de alterar la vida de todos los que están a su paso cuando marchan “exigiendo sus derechos”, bloqueando, violando la ley y generando rechazo de todos los que no estamos dispuestos a que nos afecten nuestra vida, trabajo y convivencia pacífica.  Hemos tenido varias de estas demostraciones de superioridad moral en su ignorancia (fingida o real).

Al final, el llamado es a la reflexión.  Queremos ser superiores a la ley, imponernos a los demás con soberbia y “luchar” por los derechos que creemos merecer, o ser reconocidos superiores (sin soberbia) por el trabajo, esfuerzo, honestidad y valentía con lo que vivimos en esta tierra que aún es libre para que podamos escoger nuestro camino.  Guatemala necesita más Arzús.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Superioridad

Carolina Castellanos
04 de mayo, 2018

“Es usualmente inútil tratar de darle hechos y análisis a personas que disfrutan un sentimiento de superioridad moral en su ignorancia.” Thomas Sowell

En estos días en que muchos lamentamos la partida a la eternidad de quien fue cinco veces alcalde de la ciudad de Guatemala y Presidente de la República, Álvaro Arzú, vienen a la mente muchos recuerdos de quienes tuvimos el privilegio de conocerlo a lo largo de los años.  Mucho se ha hablado y escrito ya, por lo que no pretendo repetirlo.  Solamente quiero rendirle un tributo en este pequeño espacio, acompañado de agradecimiento por todo lo bueno que hizo por Guatemala.  Un “chapín de a de veras” que entregó su vida a servir al país que lo vio nacer y en el que decidió morir, pues nunca tuvo la intención de salir corriendo a otro lado, a pesar de haber tenido los medios económicos para hacerlo.

A esto llamo superioridad sobre la mayoría de guatemaltecos que no se involucran en la vida nacional, en los problemas, en nada.  Están muy ocupados trabajando, lo que es loable y deseo que estén generando los tan necesarios empleos.  Otros, estarán buscando empleo y eso les hace concentrarse en la tarea casi imposible en estos tiempos, que es encontrar ese trabajo que tanto desea y necesita. Y no se ha dado cuenta que esta dificultad existe por tanto problema que tenemos, la polarización, las acusaciones a todos los que piensan diferente a los acusadores, a los innumerables intentos de defenestrar al Presidente porque hay personas que se sienten tan superiores que quieren imponer sus ideas destructivas sobre la voluntad de los ciudadanos que lo elegimos para que dirija el país.

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El viejo dicho “se pintan de cuerpo entero” ha venido a mi mente constantemente cuando leo muchos mensajes en redes sociales insultando no solo a Álvaro Arzú sino a quienes hemos lamentado su muerte y reconocido sus grandes logros.  Siempre he dicho que los insultos salen cuando no hay argumentos.  Y se sienten superiores al hacerlo porque “se salieron con la suya”.

Superioridad es un atributo reconocido por otros, cuando se ha ganado con esfuerzo, trabajo honesto, principios firmes y voluntad fuerte.  Es un grave defecto cuando, quien lo posee, busca imponer su voluntad pues cree ser mejor que todos los demás y saber qué es lo mejor para cada uno.  Esto último es clásico de los socialistas que pretenden manejar la vida de otros, para que todos seamos “iguales”, menos ellos, por supuesto.

Ya lo decía Thomas Sowell, son personas que sienten superioridad moral en su ignorancia. Y esto nos ha llevado a un clima de negocios casi inmanejable en Guatemala y una convivencia nada pacífica.  Reconozco el atributo en quienes, con valentía, emiten su opinión con argumentos, se agrupan formando asociaciones o sencillas organizaciones para transmitir sus ideas, sin perturbar la convivencia pacífica (manifestando o boqueando carreteras), y aprovechan las redes sociales para publicar sus comunicados.  Van ganando adeptos, pues se les reconoce como luchadores y defensores de la democracia y de la República.

Esto contrasta con esas otras organizaciones, llamadas sindicatos y ONGs, que creen ser superiores a la ley (en su ignorancia y soberbia) y se sienten con la autoridad de alterar la vida de todos los que están a su paso cuando marchan “exigiendo sus derechos”, bloqueando, violando la ley y generando rechazo de todos los que no estamos dispuestos a que nos afecten nuestra vida, trabajo y convivencia pacífica.  Hemos tenido varias de estas demostraciones de superioridad moral en su ignorancia (fingida o real).

Al final, el llamado es a la reflexión.  Queremos ser superiores a la ley, imponernos a los demás con soberbia y “luchar” por los derechos que creemos merecer, o ser reconocidos superiores (sin soberbia) por el trabajo, esfuerzo, honestidad y valentía con lo que vivimos en esta tierra que aún es libre para que podamos escoger nuestro camino.  Guatemala necesita más Arzús.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo