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El poder blando en Guatemala es real politik

Jorge Alvarado
18 de julio, 2018

La influencia que ejerce Estados Unidos sobre nosotros es real. La teoría de Joseph Nye acerca del poder blando (SoftPower) es real. En Guatemala, se cumplen las tres condiciones que plantea Nye para que se dé ese poder blando que se trata de incidir en tres temas concretos: en el ámbito cultural, en el ámbito ideológico y en el ámbito diplomático. El problema no es Estados Unidos, es de la incompetencia de nuestra política exterior, que en plena crisis migratoria solicitó de forma tardía el Status de Protección Temporal (TPS) que si aplica cuando ocurre un desastre natural como en Guatemala ocurrió con la erupción del volcán de Fuego.

Sin ni siquiera emitir un juicio de valor personal, hay quienes critican a la CICIG, pero la culpa es nuestra, por no hacernos responsables de nuestros propios problemas, nuestra poca evolución política derivada de una fragilidad en nuestra cultura política, que ha sido de forma intencional por quienes viven en el monopolio del sistema político. Lo que hace falta en Guatemala son procesos de aprendizaje y de formación política para construir la verdadera República.

Hablar de los migrantes es hablar de sacrificio, de valentía,de quienes tuvieron que dejarlo todo como a su familia, para huir de la pobreza y la violencia. Sin embargo, hablar de los migrantes es hablar de exclusión, abandono y abuso por parte de las autoridades guatemaltecas que no gestionan, ni atienden sus necesidades de forma oportuna en territorio estadounidense, pues se ha hablado mucho sobre los abusos en cobros excesivos en la emisión de partidas de nacimiento, DPI y pasaportes, así como la poca asesoría jurídica, el poco acompañamiento en diferentes temas como la repatriación, entre muchos otros.

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Si revisamos otras cifras, es alarmante que hasta el 30 de junio ya iban 17 mil 649 menores no acompañados que habían ingresado al territorio estadounidense de forma ilegal, según los datos de la Patrulla Fronteriza. El incremento de estas detenciones ya superó por 592 las efectuadas en 2014 cuando se produjo la primera crisis migratoria en los albergues de este país, por la incontrolable migración de menores no acompañados de los países del Triángulo Norte.

El problema de la administración del presidente Jimmy Morales, es que no saben leer y mucho menos interpretar correctamente las señales que los Estados Unidos les está dando. El arte de la diplomacia radica en leer lo que no todos pueden leer. Consiste en ver lo que otros no ven, pues el mundo diplomático es altamente sugestivo, sensible, pero totalmente intencional y deliberante.

Recientemente, el Departamento de Estado de Estados Unidos, dirigido por Pompeo, certificó a Guatemala para recibir la cooperación del Plan Alianza para la Prosperidad al haber alcanzado 12 de las 16 peticiones hechas por ese gobierno. Con esta certificación estaríamos hablando de US$69 millones que sería un aproximado de Q506 millones que equivale al 50 por ciento de esta última certificación que correspondía a cumplir con las peticiones del numeral 5 al 12 de los compromisos solicitados. El mayor error del mandatario Morales es no darse cuenta que parte fundamental de esos compromisos tiene que ver con CICIG y con el combate a la corrupción, pues al no interpretar estos códigos parece que iría justo a estrellarse contra la pared, aun cuando piensa que con el traslado de la embajada de Guatemala a Jerusalén tendrá el sartén por el mango al congraciarse con Donald Trump. ¡Tremendo error!

La reciente visita de funcionarios de alto nivel del Gobierno que han venido en el 2018 comenzando con la embajadora de Estados Unidos en la ONU Nikky Haley en febrero pasado, la del secretario adjunto de Defensa, Sergio de la Peña, así como la de la secretaria de la Seguridad Nacional Kristjen Nielsen, sin dejar de lado la más importante como fue la visita del vicepresidente de los estados Unidos Mike Pence. Esto, encierra un significado en el mundo diplomático mucho más profundo de la información que está al alcance de todos.

Es verdad que la agenda de migración, narcotráfico y seguridad fronteriza es importante, pero la visita del Vicepresidente Mike Pence hace recordar la misma modalidad de visita exprés que le hizo el entonces vicepresidente de los Estados Unidos Joe Biden al entoncesPresidente Otto Pérez Molina. Solamente que en aquella coyuntura se definía también la prórroga de CICIG que incluso no fue impedimento para la salida de Pérez Molina para retomar el control de forma abrupta.

Esas visitas de alto nivel esconden intereses más profundos que lo que podemos imaginar a simple vista. Tienen que ver con la estabilidad política del país, a cambio de una serie de peticiones que tienen que ver con corregir el rumbo de la gobernabilidad y la representatividad de forma inmediata, para evitar situaciones adversas como lo que ha ocurrido en el proceso de elecciones de Honduras el año pasado, o la situación actual de Nicaragua, que para Estados Unidos significa una serie de accidentes que se salieron de control y que ponen en riesgo la estabilidad política de la región.

En definitiva, en el caso de Guatemala la situación está en su punto álgido y promete un desenlace de pronósticos reservados, puesto que el presidente Jimmy Morales está con una solicitud de antejuicio pendiente por el tema de financiamiento electoral ilícito y ahora se le suma otra por el escándalo de supuesto abuso sexual. A esto, hay que sumarle la agonía de la cancelación del partido oficial FCN-Nación, que de llevarse a cabo impediría también la reelección en el Congreso de sus 37 diputados por la prohibición de transfuguismo, además de la incógnita de la prórroga de CICIG que termina su mandato en septiembre de 2019.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

El poder blando en Guatemala es real politik

Jorge Alvarado
18 de julio, 2018

La influencia que ejerce Estados Unidos sobre nosotros es real. La teoría de Joseph Nye acerca del poder blando (SoftPower) es real. En Guatemala, se cumplen las tres condiciones que plantea Nye para que se dé ese poder blando que se trata de incidir en tres temas concretos: en el ámbito cultural, en el ámbito ideológico y en el ámbito diplomático. El problema no es Estados Unidos, es de la incompetencia de nuestra política exterior, que en plena crisis migratoria solicitó de forma tardía el Status de Protección Temporal (TPS) que si aplica cuando ocurre un desastre natural como en Guatemala ocurrió con la erupción del volcán de Fuego.

Sin ni siquiera emitir un juicio de valor personal, hay quienes critican a la CICIG, pero la culpa es nuestra, por no hacernos responsables de nuestros propios problemas, nuestra poca evolución política derivada de una fragilidad en nuestra cultura política, que ha sido de forma intencional por quienes viven en el monopolio del sistema político. Lo que hace falta en Guatemala son procesos de aprendizaje y de formación política para construir la verdadera República.

Hablar de los migrantes es hablar de sacrificio, de valentía,de quienes tuvieron que dejarlo todo como a su familia, para huir de la pobreza y la violencia. Sin embargo, hablar de los migrantes es hablar de exclusión, abandono y abuso por parte de las autoridades guatemaltecas que no gestionan, ni atienden sus necesidades de forma oportuna en territorio estadounidense, pues se ha hablado mucho sobre los abusos en cobros excesivos en la emisión de partidas de nacimiento, DPI y pasaportes, así como la poca asesoría jurídica, el poco acompañamiento en diferentes temas como la repatriación, entre muchos otros.

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Si revisamos otras cifras, es alarmante que hasta el 30 de junio ya iban 17 mil 649 menores no acompañados que habían ingresado al territorio estadounidense de forma ilegal, según los datos de la Patrulla Fronteriza. El incremento de estas detenciones ya superó por 592 las efectuadas en 2014 cuando se produjo la primera crisis migratoria en los albergues de este país, por la incontrolable migración de menores no acompañados de los países del Triángulo Norte.

El problema de la administración del presidente Jimmy Morales, es que no saben leer y mucho menos interpretar correctamente las señales que los Estados Unidos les está dando. El arte de la diplomacia radica en leer lo que no todos pueden leer. Consiste en ver lo que otros no ven, pues el mundo diplomático es altamente sugestivo, sensible, pero totalmente intencional y deliberante.

Recientemente, el Departamento de Estado de Estados Unidos, dirigido por Pompeo, certificó a Guatemala para recibir la cooperación del Plan Alianza para la Prosperidad al haber alcanzado 12 de las 16 peticiones hechas por ese gobierno. Con esta certificación estaríamos hablando de US$69 millones que sería un aproximado de Q506 millones que equivale al 50 por ciento de esta última certificación que correspondía a cumplir con las peticiones del numeral 5 al 12 de los compromisos solicitados. El mayor error del mandatario Morales es no darse cuenta que parte fundamental de esos compromisos tiene que ver con CICIG y con el combate a la corrupción, pues al no interpretar estos códigos parece que iría justo a estrellarse contra la pared, aun cuando piensa que con el traslado de la embajada de Guatemala a Jerusalén tendrá el sartén por el mango al congraciarse con Donald Trump. ¡Tremendo error!

La reciente visita de funcionarios de alto nivel del Gobierno que han venido en el 2018 comenzando con la embajadora de Estados Unidos en la ONU Nikky Haley en febrero pasado, la del secretario adjunto de Defensa, Sergio de la Peña, así como la de la secretaria de la Seguridad Nacional Kristjen Nielsen, sin dejar de lado la más importante como fue la visita del vicepresidente de los estados Unidos Mike Pence. Esto, encierra un significado en el mundo diplomático mucho más profundo de la información que está al alcance de todos.

Es verdad que la agenda de migración, narcotráfico y seguridad fronteriza es importante, pero la visita del Vicepresidente Mike Pence hace recordar la misma modalidad de visita exprés que le hizo el entonces vicepresidente de los Estados Unidos Joe Biden al entoncesPresidente Otto Pérez Molina. Solamente que en aquella coyuntura se definía también la prórroga de CICIG que incluso no fue impedimento para la salida de Pérez Molina para retomar el control de forma abrupta.

Esas visitas de alto nivel esconden intereses más profundos que lo que podemos imaginar a simple vista. Tienen que ver con la estabilidad política del país, a cambio de una serie de peticiones que tienen que ver con corregir el rumbo de la gobernabilidad y la representatividad de forma inmediata, para evitar situaciones adversas como lo que ha ocurrido en el proceso de elecciones de Honduras el año pasado, o la situación actual de Nicaragua, que para Estados Unidos significa una serie de accidentes que se salieron de control y que ponen en riesgo la estabilidad política de la región.

En definitiva, en el caso de Guatemala la situación está en su punto álgido y promete un desenlace de pronósticos reservados, puesto que el presidente Jimmy Morales está con una solicitud de antejuicio pendiente por el tema de financiamiento electoral ilícito y ahora se le suma otra por el escándalo de supuesto abuso sexual. A esto, hay que sumarle la agonía de la cancelación del partido oficial FCN-Nación, que de llevarse a cabo impediría también la reelección en el Congreso de sus 37 diputados por la prohibición de transfuguismo, además de la incógnita de la prórroga de CICIG que termina su mandato en septiembre de 2019.

República es ajena a la opinión expresada en este artículo