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El cementerio ilegal y peligroso de autos de la PNC (II)

Juan Diego Godoy
01 de julio, 2018

Si esperaban algún cambio, bienvenidos a Guatemala, porque esto puede que tome años – si bien nos va. Hace poco recibí más llamadas de la Municipalidad de Guatemala solo para aclararme, por quinta vez, que ellos no eran responsables de ese cementerio de autos clandestino e ilegal ubicado antes de la intersección entre Bulevar Los Próceres, la 18 avenida de la zona 10 y la Diagonal 6 se encuentra, sobre el final de la 20 calle, que he denunciado. “No podemos interferir, joven, eso ya es potestad de la Policía Nacional Civil (…) si si, se ve muy mal y estorba al peatón, entendemos su frustración”. Ir a la Estación 13.2 no sirvió de nada. No me atendieron y duré poco tiempo allí. Así que, mientras espero a que me contesten alguno de los cinco teléfonos que he conseguido de la Comisaría 13 para hacer mis cuestionamientos (22627714 / 23310203 / 23621141 / 23343158 / 23621225 – la mayoría están desactivados o tienen a su cargo a alguna secretaria sorda porque no responden), he decidido reflexionar sobre los aportes y problemas que este cementerio de chatarra causa.

Una señora platicó conmigo. Ella maneja un Kia Sportage y pasa todos los días por allí. Da la vuelta en esa especie de redondel para integrarse a la 19 calle. “Cada vez es más difícil porque los carros que están allí bloquean la vista y dificultan el giro. Lo peor es que hace una semana llegaron a parquear un Pick-Up negro gigante que ocupa un poco del carril principal”. Y es cierto. Aquí en Guatemala se maneja en esas condiciones.
También un colega de mi antiguo trabajo camina por ese pedazo todos los días. “No es tan distinto de todas las calles de la ciudad. Las banquetas son escasas y el peligro es una realidad. Sin embargo, en ese pedazo hay que caminar como que si fuera un laberinto, porque vas esquivando carros, bicicletas, motos, otros peatones y los benditos carros chatarra mal- parqueados. Te juro que una vez vi como un patojo se trataba de robar un emblema de un Toyota”. ¿Me sorprendí? Para nada, el relato es tan real como la corrupción.

Una experimentada urbanista me dio una opinión más técnica. “Esto es fatal y no hace sentido que los autos estén en la vía pública. Sin embargo, todo esto se debe a una mala – sino nula – planificación urbana. Éste es el efecto de improvisar en la ciudad y de reaccionar sin anticiparse nunca a la situaciones. Visualmente es un espanto pero el problema no solo es estético, ya que esto es poco funcional porque utiliza permanentemente el espacio público”.
Sin embargo, he tratado de sacar al menos un aspecto positivo de todo esto. La respuesta me la dio una compañera de trabajo que también pasa a diario por allí.

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Ella es madre, así que tiene ese pensamiento maternal tan necesario. “A mi ese panorama me sirve para recordarles a mis hijos sobre los efectos de manejar imprudentemente. Ver los autos destrozados ha llevado temas como el alcohol y la velocidad a la mesa. Una cosa es hablar y otra es hacerlo mientras vez un Kia Picanto hecho una pelota de metal”. Y no podría estar más de acuerdo. Al fin y al cabo, este cementerio ilegal puede despertar consciencias en los pilotos. Los autos destrozados muchas veces han sido ataúdes de personas imprudentes o de víctimas de malas decisiones. Al menos ese tipo de reflexiones son un aspecto positivo.
A pesar de los pesares, en la ciudad de Guatemala también tenemos un exceso de vallas publicitarias que arruinan el paisaje, hay un cableado horroroso que mancha el cielo y que también es peligroso para la ciudadanía, las banquetas no existen y las cunetas están infestadas de basura. La guinda del pastel es que la Comisaría 13 utiliza la vía pública como un cementerio de autos decomisados que lejos de estar “en resguardo” solamente se oxidan bajo el sol y se arruinan con los constantes robos de los numerosos criminales de la ciudad.

Este cementerio clandestino es una vergüenza, un insulto a lo que en algún momento se llamó “la ciudad del futuro”, un nido de crímenes materiales y un problema que pareciera no querer encontrar una solución por parte de las autoridades. Mientras tanto, los ciudadanos seguimos circulando por allí a diario, viendo como poco a poco aparecen más vehículos destrozados en la vía pública y arruinando el paisaje de lo que alguna vez fue decente.
(Continuará – esperemos)

República es ajena a la opinión expresada en este artículo

El cementerio ilegal y peligroso de autos de la PNC (II)

Juan Diego Godoy
01 de julio, 2018

Si esperaban algún cambio, bienvenidos a Guatemala, porque esto puede que tome años – si bien nos va. Hace poco recibí más llamadas de la Municipalidad de Guatemala solo para aclararme, por quinta vez, que ellos no eran responsables de ese cementerio de autos clandestino e ilegal ubicado antes de la intersección entre Bulevar Los Próceres, la 18 avenida de la zona 10 y la Diagonal 6 se encuentra, sobre el final de la 20 calle, que he denunciado. “No podemos interferir, joven, eso ya es potestad de la Policía Nacional Civil (…) si si, se ve muy mal y estorba al peatón, entendemos su frustración”. Ir a la Estación 13.2 no sirvió de nada. No me atendieron y duré poco tiempo allí. Así que, mientras espero a que me contesten alguno de los cinco teléfonos que he conseguido de la Comisaría 13 para hacer mis cuestionamientos (22627714 / 23310203 / 23621141 / 23343158 / 23621225 – la mayoría están desactivados o tienen a su cargo a alguna secretaria sorda porque no responden), he decidido reflexionar sobre los aportes y problemas que este cementerio de chatarra causa.

Una señora platicó conmigo. Ella maneja un Kia Sportage y pasa todos los días por allí. Da la vuelta en esa especie de redondel para integrarse a la 19 calle. “Cada vez es más difícil porque los carros que están allí bloquean la vista y dificultan el giro. Lo peor es que hace una semana llegaron a parquear un Pick-Up negro gigante que ocupa un poco del carril principal”. Y es cierto. Aquí en Guatemala se maneja en esas condiciones.
También un colega de mi antiguo trabajo camina por ese pedazo todos los días. “No es tan distinto de todas las calles de la ciudad. Las banquetas son escasas y el peligro es una realidad. Sin embargo, en ese pedazo hay que caminar como que si fuera un laberinto, porque vas esquivando carros, bicicletas, motos, otros peatones y los benditos carros chatarra mal- parqueados. Te juro que una vez vi como un patojo se trataba de robar un emblema de un Toyota”. ¿Me sorprendí? Para nada, el relato es tan real como la corrupción.

Una experimentada urbanista me dio una opinión más técnica. “Esto es fatal y no hace sentido que los autos estén en la vía pública. Sin embargo, todo esto se debe a una mala – sino nula – planificación urbana. Éste es el efecto de improvisar en la ciudad y de reaccionar sin anticiparse nunca a la situaciones. Visualmente es un espanto pero el problema no solo es estético, ya que esto es poco funcional porque utiliza permanentemente el espacio público”.
Sin embargo, he tratado de sacar al menos un aspecto positivo de todo esto. La respuesta me la dio una compañera de trabajo que también pasa a diario por allí.

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Ella es madre, así que tiene ese pensamiento maternal tan necesario. “A mi ese panorama me sirve para recordarles a mis hijos sobre los efectos de manejar imprudentemente. Ver los autos destrozados ha llevado temas como el alcohol y la velocidad a la mesa. Una cosa es hablar y otra es hacerlo mientras vez un Kia Picanto hecho una pelota de metal”. Y no podría estar más de acuerdo. Al fin y al cabo, este cementerio ilegal puede despertar consciencias en los pilotos. Los autos destrozados muchas veces han sido ataúdes de personas imprudentes o de víctimas de malas decisiones. Al menos ese tipo de reflexiones son un aspecto positivo.
A pesar de los pesares, en la ciudad de Guatemala también tenemos un exceso de vallas publicitarias que arruinan el paisaje, hay un cableado horroroso que mancha el cielo y que también es peligroso para la ciudadanía, las banquetas no existen y las cunetas están infestadas de basura. La guinda del pastel es que la Comisaría 13 utiliza la vía pública como un cementerio de autos decomisados que lejos de estar “en resguardo” solamente se oxidan bajo el sol y se arruinan con los constantes robos de los numerosos criminales de la ciudad.

Este cementerio clandestino es una vergüenza, un insulto a lo que en algún momento se llamó “la ciudad del futuro”, un nido de crímenes materiales y un problema que pareciera no querer encontrar una solución por parte de las autoridades. Mientras tanto, los ciudadanos seguimos circulando por allí a diario, viendo como poco a poco aparecen más vehículos destrozados en la vía pública y arruinando el paisaje de lo que alguna vez fue decente.
(Continuará – esperemos)

República es ajena a la opinión expresada en este artículo