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Tender Puentes: Cuestionarse y formarse, luego opinar

Juan Diego Godoy
14 de enero, 2019

Tender Puentes- Cuestionarse, formarse y luego opinar

Suele habitar, como estrategia del nefasto discurso de quienes han decidido operar desde losextremos de cualquier postura, una actitud de terror al auto examen, al cuestionamientosincero de todo lo que creemos, defendemos y enseñamos. Ese miedo es síntoma delretroceso. El temor a someter nuestro intelecto y acciones al análisis personal (que usualmentees el más sincero, si sabemos interpretarlo) termina enjaulando al hombre y convierte su menteen una especie de máquina reproductora de audios repetitivos y profundidad inexistente. ¿Porqué no avanzan las buenas ideas? ¿Por qué son tan frágiles algunas? ¿Por qué ciertasagendas reinan, a pesar de la precariedad de sus raíces? Por el miedo al cuestionamientosincero.

¿Cuándo fue la última vez que nos retamos a nosotros mismos y cuestionamos, tajantes y sinmentirnos, alguna creencia, comportamiento o postura propia? La importancia de cuestionarsey perder el miedo a hacerlo debería de ser uno de los propósitos que adoptemos todos comosociedad y generación. Cuestionarse no significa que, necesariamente, vayamos a cambiar lapostura original respecto a algún tema. Contrario a lo que algunos pensarían, someter a juicioaquello que nos tiene tan seguros, nos libera; es ejercer la libertad. Por eso, cuestionarnos noslleva a tres planteamientos: cambiar de opinión, reforzar la opinión o continuar elcuestionamiento al no sentirse lo suficientemente preparado para edificar una opinión concriterio. Eso no es ingenuidad, es madurez.

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Quienes se encuentran en los extremos de cualquier postura se venden como personas conideales de acero, seguros de lo que piensan y cómo actúan al cien por ciento. Se vendencomo una utopía pero son, irónicamente, quienes viven más confundidos ya que han evitadorealizarse este auto examen constantemente con valentía y sin miedo a poder darse cuentaque, en efecto, quizás se equivocaron con algo. Renuncian al estudio objetivo de su posición.“Se dirigen” con una venda en los ojos. Es por eso que están allí, en los extremos, puesto quetodo extremo es síntoma de la ausencia de cuestionamiento. No se dan cuenta queequivocarse es de humanos y que jamás estaremos cien por ciento seguros de algo. La duda,hasta cierto grado y controlada, es sana. La incertidumbre le inyecta emoción a la vida.

Para quienes queremos ser libres, sabemos que luego de haber hecho este ejercicio intelectuales cuando nuestra opinión tendrá validez. Aunque todos tengamos opinión y expresarla seahasta un derecho, hemos de tener muy presente que como todo derecho éste está cargado deobligaciones. Nos guste o no, como personas inteligentes estamos llamados a opinarresponsablemente y la “opinión responsable” (esa que vale la pena) nace siempre de uncuestionamiento, de formación, estudio, investigación, ¡nace de un esfuerzo que va más alláque el de sentarse a pensar! Por eso, aunque todos opinen, no todas las opiniones sonimportantes pues abundan esas que carecen de un proceso previo a emitirse; proceso que esvital.

Por eso cuestionémonos, formémonos y luego opinemos. Esa es la fórmula para una sociedadcon ideas menos tóxicas y más comunitarias. Tendamos puentes y no cavemos zanjas.

#TendamosPuentes @JDGodoy95


República es ajena a la opinión expresada en este artículo

Tender Puentes: Cuestionarse y formarse, luego opinar

Juan Diego Godoy
14 de enero, 2019

Tender Puentes- Cuestionarse, formarse y luego opinar

Suele habitar, como estrategia del nefasto discurso de quienes han decidido operar desde losextremos de cualquier postura, una actitud de terror al auto examen, al cuestionamientosincero de todo lo que creemos, defendemos y enseñamos. Ese miedo es síntoma delretroceso. El temor a someter nuestro intelecto y acciones al análisis personal (que usualmentees el más sincero, si sabemos interpretarlo) termina enjaulando al hombre y convierte su menteen una especie de máquina reproductora de audios repetitivos y profundidad inexistente. ¿Porqué no avanzan las buenas ideas? ¿Por qué son tan frágiles algunas? ¿Por qué ciertasagendas reinan, a pesar de la precariedad de sus raíces? Por el miedo al cuestionamientosincero.

¿Cuándo fue la última vez que nos retamos a nosotros mismos y cuestionamos, tajantes y sinmentirnos, alguna creencia, comportamiento o postura propia? La importancia de cuestionarsey perder el miedo a hacerlo debería de ser uno de los propósitos que adoptemos todos comosociedad y generación. Cuestionarse no significa que, necesariamente, vayamos a cambiar lapostura original respecto a algún tema. Contrario a lo que algunos pensarían, someter a juicioaquello que nos tiene tan seguros, nos libera; es ejercer la libertad. Por eso, cuestionarnos noslleva a tres planteamientos: cambiar de opinión, reforzar la opinión o continuar elcuestionamiento al no sentirse lo suficientemente preparado para edificar una opinión concriterio. Eso no es ingenuidad, es madurez.

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Quienes se encuentran en los extremos de cualquier postura se venden como personas conideales de acero, seguros de lo que piensan y cómo actúan al cien por ciento. Se vendencomo una utopía pero son, irónicamente, quienes viven más confundidos ya que han evitadorealizarse este auto examen constantemente con valentía y sin miedo a poder darse cuentaque, en efecto, quizás se equivocaron con algo. Renuncian al estudio objetivo de su posición.“Se dirigen” con una venda en los ojos. Es por eso que están allí, en los extremos, puesto quetodo extremo es síntoma de la ausencia de cuestionamiento. No se dan cuenta queequivocarse es de humanos y que jamás estaremos cien por ciento seguros de algo. La duda,hasta cierto grado y controlada, es sana. La incertidumbre le inyecta emoción a la vida.

Para quienes queremos ser libres, sabemos que luego de haber hecho este ejercicio intelectuales cuando nuestra opinión tendrá validez. Aunque todos tengamos opinión y expresarla seahasta un derecho, hemos de tener muy presente que como todo derecho éste está cargado deobligaciones. Nos guste o no, como personas inteligentes estamos llamados a opinarresponsablemente y la “opinión responsable” (esa que vale la pena) nace siempre de uncuestionamiento, de formación, estudio, investigación, ¡nace de un esfuerzo que va más alláque el de sentarse a pensar! Por eso, aunque todos opinen, no todas las opiniones sonimportantes pues abundan esas que carecen de un proceso previo a emitirse; proceso que esvital.

Por eso cuestionémonos, formémonos y luego opinemos. Esa es la fórmula para una sociedadcon ideas menos tóxicas y más comunitarias. Tendamos puentes y no cavemos zanjas.

#TendamosPuentes @JDGodoy95


República es ajena a la opinión expresada en este artículo