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¿Incapacidad moral o destruccionismo?

Carolina Castellanos
11 de octubre, 2019

“Una incapacidad moral permanente es la que se manifiesta en un sesgo en las decisiones de un [presidente], que no es ocasional fruto de una ligereza en particular, sino repetido y que lo inclina a beneficiarse a sí mismo o a sus allegados o amenazar o perjudicar a sus adversarios, ya sea material, personal o políticamente (Iván Alonso, elcato.org, 22 de diciembre de 2017)”.

“El destruccionismo es la segunda etapa de cualquier visión inalcanzable de cómo debería ser la sociedad frente a una realidad que se niega a conformarse. El destruccionismo también demuestra ser extrañamente convincente para los movimientos populistas que están ansiosos por exteriorizar a sus enemigos y golpear a las fuerzas que se interponen en su reafirmación de poder. Finalmente, descubren la satisfacción en la destrucción, como un fin en sí mismo, porque les hace sentir vivos y le da sentido a su vida (Jeffrey A. Tucker, Panam Post, 7 de octubre de 2019).

La pregunta que titula este artículo busca encontrar explicaciones teóricas o racionales respecto al actuar de la corte de constitucionalidad (las minúsculas permanecerán hasta que haya magistrados que devuelvan la integridad a la institución).  Al decir ”racional” no me refiero a que tengan lógica o que estemos de acuerdo, simplemente es un ejercicio del intelecto pues el hígado, que es traicionero cuando decide dirigir las acciones o pensamientos, ya está acabado. Nos queda el cerebro que busca incesantemente una explicación válida a este caos en el que nos tienen tres magistrados. 

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La incapacidad moral descrita por Iván Alonso define claramente el objetivo de “beneficiarse a sí mismos o a sus allegados o amenazar o perjudicar a sus adversarios”.  En este caso, mucho se ha hablado en redes sociales respecto a que esos tres personajes, empujados y motivados a actuar incorrectamente por fuerzas oscuras que se han dedicado a saquear las arcas del país en beneficio personal, han suspendido todo el proceso de postulación de Magistrados a la Corte Suprema de Justicia y Cortes de Apelaciones porque, dentro de las nóminas, no hay ninguno, o muy pocos, de sus allegados.  Ante tal ausencia, que los dejaría a merced de la verdadera justicia, deciden anular todo lo actuado para que, en un segundo intento, sean incluidos quienes más adelante los beneficiarían con libertad eterna.

Naturalmente, esto no nos consta y es sumamente difícil que alguien llegue a comprobarlo alguna vez.  Así que quedará solamente como una teoría que seguirá dando vueltas sin fin en el intelecto de muchos que buscamos la verdad y la justicia.

Dice Jeffrey A. Tucker que “el destruccionismo también demuestra ser extrañamente convincente para los movimientos populistas”.  Esto lo hemos visto durante la debacle en la que vivimos, pues son las tradicionales oenegés que viven de las ideas del socialismo (no necesariamente creen en esta ideología; la usan por conveniencia, dinero y poder) quienes han apoyado al nefasto y corrupto trío de la corte. 

Decir “extrañamente” es muy real pues son estas mismas oenegés y personajes quienes vienen atacando a los militares, en particular al fallecido Efraín Ríos Mont, por haber dado un golpe de estado. Intentaron meterlo a la cárcel y tirar la llave, violando todos los preceptos legales para alcanzar su objetivo. Lo que está haciendo la corte ahora es un rompimiento constitucional, al igual que el golpe de estado que se dio en 1982.  Pero ahora, “extrañamente”, apoyan éste y rechazan aquél.

Agrega Jeffrey A. Tucker “[los destruccionistas] …descubren la satisfacción en la destrucción, como un fin en sí mismo, porque les hace sentir vivos y le da sentido a su vida”. Me pregunto si estos tres magistrados se acuestan a dormir con su mente en paz y con tranquilidad en lo que tengan todavía de conciencia, habiendo destruido lo más fundamental para cualquier país: el sistema de justicia.

Respondiendo a la pregunta inicial, la respuesta es obvia.   Este trío de “togados” tienen incapacidad moral demostrada y también una necesidad de destruir para sentirse vivos y satisfechos con su actuar.  “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, dijo Lord Acton en el siglo XIX. Ellos han logrado convertirse en un cuarto poder. Que sea esto una lección para que nada ni nadie vuelva a permitir esta dictadura de magistrados.


¿Incapacidad moral o destruccionismo?

Carolina Castellanos
11 de octubre, 2019

“Una incapacidad moral permanente es la que se manifiesta en un sesgo en las decisiones de un [presidente], que no es ocasional fruto de una ligereza en particular, sino repetido y que lo inclina a beneficiarse a sí mismo o a sus allegados o amenazar o perjudicar a sus adversarios, ya sea material, personal o políticamente (Iván Alonso, elcato.org, 22 de diciembre de 2017)”.

“El destruccionismo es la segunda etapa de cualquier visión inalcanzable de cómo debería ser la sociedad frente a una realidad que se niega a conformarse. El destruccionismo también demuestra ser extrañamente convincente para los movimientos populistas que están ansiosos por exteriorizar a sus enemigos y golpear a las fuerzas que se interponen en su reafirmación de poder. Finalmente, descubren la satisfacción en la destrucción, como un fin en sí mismo, porque les hace sentir vivos y le da sentido a su vida (Jeffrey A. Tucker, Panam Post, 7 de octubre de 2019).

La pregunta que titula este artículo busca encontrar explicaciones teóricas o racionales respecto al actuar de la corte de constitucionalidad (las minúsculas permanecerán hasta que haya magistrados que devuelvan la integridad a la institución).  Al decir ”racional” no me refiero a que tengan lógica o que estemos de acuerdo, simplemente es un ejercicio del intelecto pues el hígado, que es traicionero cuando decide dirigir las acciones o pensamientos, ya está acabado. Nos queda el cerebro que busca incesantemente una explicación válida a este caos en el que nos tienen tres magistrados. 

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La incapacidad moral descrita por Iván Alonso define claramente el objetivo de “beneficiarse a sí mismos o a sus allegados o amenazar o perjudicar a sus adversarios”.  En este caso, mucho se ha hablado en redes sociales respecto a que esos tres personajes, empujados y motivados a actuar incorrectamente por fuerzas oscuras que se han dedicado a saquear las arcas del país en beneficio personal, han suspendido todo el proceso de postulación de Magistrados a la Corte Suprema de Justicia y Cortes de Apelaciones porque, dentro de las nóminas, no hay ninguno, o muy pocos, de sus allegados.  Ante tal ausencia, que los dejaría a merced de la verdadera justicia, deciden anular todo lo actuado para que, en un segundo intento, sean incluidos quienes más adelante los beneficiarían con libertad eterna.

Naturalmente, esto no nos consta y es sumamente difícil que alguien llegue a comprobarlo alguna vez.  Así que quedará solamente como una teoría que seguirá dando vueltas sin fin en el intelecto de muchos que buscamos la verdad y la justicia.

Dice Jeffrey A. Tucker que “el destruccionismo también demuestra ser extrañamente convincente para los movimientos populistas”.  Esto lo hemos visto durante la debacle en la que vivimos, pues son las tradicionales oenegés que viven de las ideas del socialismo (no necesariamente creen en esta ideología; la usan por conveniencia, dinero y poder) quienes han apoyado al nefasto y corrupto trío de la corte. 

Decir “extrañamente” es muy real pues son estas mismas oenegés y personajes quienes vienen atacando a los militares, en particular al fallecido Efraín Ríos Mont, por haber dado un golpe de estado. Intentaron meterlo a la cárcel y tirar la llave, violando todos los preceptos legales para alcanzar su objetivo. Lo que está haciendo la corte ahora es un rompimiento constitucional, al igual que el golpe de estado que se dio en 1982.  Pero ahora, “extrañamente”, apoyan éste y rechazan aquél.

Agrega Jeffrey A. Tucker “[los destruccionistas] …descubren la satisfacción en la destrucción, como un fin en sí mismo, porque les hace sentir vivos y le da sentido a su vida”. Me pregunto si estos tres magistrados se acuestan a dormir con su mente en paz y con tranquilidad en lo que tengan todavía de conciencia, habiendo destruido lo más fundamental para cualquier país: el sistema de justicia.

Respondiendo a la pregunta inicial, la respuesta es obvia.   Este trío de “togados” tienen incapacidad moral demostrada y también una necesidad de destruir para sentirse vivos y satisfechos con su actuar.  “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, dijo Lord Acton en el siglo XIX. Ellos han logrado convertirse en un cuarto poder. Que sea esto una lección para que nada ni nadie vuelva a permitir esta dictadura de magistrados.