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“En guerra avisada no hay muertos” Dicho chapín

Carolina Castellanos
25 de octubre, 2019


Viene el aguacero y no sacamos el paraguas.  Ya lo anunciaron y no reaccionamos.  El súper corrupto presidente del Congreso de Venezuela, Diosdado Cabello, ya dijo que todo lo que está sucediendo en Chile, Ecuador, Bolivia, etc., es solo una brisa; ya llegará la tormenta.  

¿Es Guatemala inmune a los ataques desenfrenados y destructores de los socialistas, chairos, comunistas, afectados intelectuales, vividores, aprovechados o como quiera usted llamarlos? Definitivamente no lo es. 

Recordemos que los 36 años de guerra se debieron a que los comunistas trataron de tomar el poder por la fuerza.  Es la única forma que logran llegar al gobierno.  Gracias a nuestro ejército no alcanzaron su objetivo.  Esa es la causa de ese odio rencoroso que tienen en contra de los militares.  Se firmaron los acuerdos de paz, negociados en países socialistas y con observadores de la misma ideología, y exigieron que se redujera el tamaño del ejército.  El ex Presidente Óscar Berger lo hizo, cumpliendo con lo acordado.  

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La guerra ha continuado.  Existe una gran cantidad de oenegés que se dedican a “proteger” a los marginados, pobres, indígenas, mujeres, etc.  Sabemos que esa protección, defensa o lo que sea que hagan, no es más que la continuación de la guerra, ahora movilizando gente para bloquear carreteras como demostración de fuerza, para exigir que se cumplan sus demandas porque son pobres y marginados. Bien sabemos que los dirigentes viven muy bien con el dinero de la cooperación internacional, que le pagan Q50 o Q100 a cada persona para que bloquee, que ponen  a los niños al frente para que no los repriman las fuerzas de seguridad (nada más cobarde que eso), y que lo único que no hacen es proteger, defender o luchar a favor de nadie más que de ellos mismos.

Lamentablemente, gobierno tras gobierno, la corrupción continúa y eso es uno de los caballos de batalla de estos grupos. En Guatemala se volvió “el” tema, promovido por la prófuga y el innombrable. Pasan los años y no hay coordinación entre los diferentes ministerios para llevar desarrollo a las comunidades más lejanas, dejando a miles de personas en la más extrema pobreza.  Una carretera, un centro de salud equipado y con personal adecuado, una escuela con escritorios, libros y maestros entregados a su labor, son algunas de las necesidades básicas que deben ser resultas en el corto plazo.  Esa pobreza extrema es el caldo de cultivo para los socialistas.  El nombre de su juego es dinero y poder, siempre.  El dinero alimenta el poder y éste al otro, en una espiral infinita difícil de quebrar.

La conflictividad social es la forma de mantener vivo el odio y la lucha. Más allá de los bloqueos de carreteras, hay invasión de tierras, ahora llamadas “ancestrales” para tener la excusa de reclamarlas como propias.  Derrumban las torres de transmisión de electricidad pues dicen que causan abortos y deformidades en los niños. La pésima calidad educativa conduce a la ignorancia, y es así como logran convencer a las poblaciones aledañas que deben oponerse y derrumbarlas.  ¿Se imagina usted vivir sin energía eléctrica? La pobreza se desvanece para convertirse en miseria. Estas personas bloquearán carreteras y expondrán a sus hijos, todo a cambio de Q50.

La izquierda penetra todos los ámbitos nacionales con la única intención de tener dinero y poder.  La UNE cometió todo tipo de ilegalidades para tratar de lleva a su dirigente al poder.  La CICIG corrompió el sistema de justicia empezando por la corte de constitucionalidad, que nos tiene ahora sin justicia, y llegando a jueces y fiscales que buscan destruir empresas, denigrar a militares y acabar con todo lo bueno y lo justo.

¿Qué podemos hacer? Contrarrestar esos mensajes de odio, lucha de clases, exigencias de privilegios como tierras gratis, leyes que los protejan, etc., así como agendas que conducen a dividirnos en grupos “pro” y “en contra de” como la promoción del aborto y otros temas que atentan contra nuestros valores y principios cristianos.  Es una labor de hormiga que debe ser constante, persistente y en todos los ámbitos de nuestra vida diaria.

“En guerra avisada no hay muertos” Dicho chapín

Carolina Castellanos
25 de octubre, 2019


Viene el aguacero y no sacamos el paraguas.  Ya lo anunciaron y no reaccionamos.  El súper corrupto presidente del Congreso de Venezuela, Diosdado Cabello, ya dijo que todo lo que está sucediendo en Chile, Ecuador, Bolivia, etc., es solo una brisa; ya llegará la tormenta.  

¿Es Guatemala inmune a los ataques desenfrenados y destructores de los socialistas, chairos, comunistas, afectados intelectuales, vividores, aprovechados o como quiera usted llamarlos? Definitivamente no lo es. 

Recordemos que los 36 años de guerra se debieron a que los comunistas trataron de tomar el poder por la fuerza.  Es la única forma que logran llegar al gobierno.  Gracias a nuestro ejército no alcanzaron su objetivo.  Esa es la causa de ese odio rencoroso que tienen en contra de los militares.  Se firmaron los acuerdos de paz, negociados en países socialistas y con observadores de la misma ideología, y exigieron que se redujera el tamaño del ejército.  El ex Presidente Óscar Berger lo hizo, cumpliendo con lo acordado.  

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La guerra ha continuado.  Existe una gran cantidad de oenegés que se dedican a “proteger” a los marginados, pobres, indígenas, mujeres, etc.  Sabemos que esa protección, defensa o lo que sea que hagan, no es más que la continuación de la guerra, ahora movilizando gente para bloquear carreteras como demostración de fuerza, para exigir que se cumplan sus demandas porque son pobres y marginados. Bien sabemos que los dirigentes viven muy bien con el dinero de la cooperación internacional, que le pagan Q50 o Q100 a cada persona para que bloquee, que ponen  a los niños al frente para que no los repriman las fuerzas de seguridad (nada más cobarde que eso), y que lo único que no hacen es proteger, defender o luchar a favor de nadie más que de ellos mismos.

Lamentablemente, gobierno tras gobierno, la corrupción continúa y eso es uno de los caballos de batalla de estos grupos. En Guatemala se volvió “el” tema, promovido por la prófuga y el innombrable. Pasan los años y no hay coordinación entre los diferentes ministerios para llevar desarrollo a las comunidades más lejanas, dejando a miles de personas en la más extrema pobreza.  Una carretera, un centro de salud equipado y con personal adecuado, una escuela con escritorios, libros y maestros entregados a su labor, son algunas de las necesidades básicas que deben ser resultas en el corto plazo.  Esa pobreza extrema es el caldo de cultivo para los socialistas.  El nombre de su juego es dinero y poder, siempre.  El dinero alimenta el poder y éste al otro, en una espiral infinita difícil de quebrar.

La conflictividad social es la forma de mantener vivo el odio y la lucha. Más allá de los bloqueos de carreteras, hay invasión de tierras, ahora llamadas “ancestrales” para tener la excusa de reclamarlas como propias.  Derrumban las torres de transmisión de electricidad pues dicen que causan abortos y deformidades en los niños. La pésima calidad educativa conduce a la ignorancia, y es así como logran convencer a las poblaciones aledañas que deben oponerse y derrumbarlas.  ¿Se imagina usted vivir sin energía eléctrica? La pobreza se desvanece para convertirse en miseria. Estas personas bloquearán carreteras y expondrán a sus hijos, todo a cambio de Q50.

La izquierda penetra todos los ámbitos nacionales con la única intención de tener dinero y poder.  La UNE cometió todo tipo de ilegalidades para tratar de lleva a su dirigente al poder.  La CICIG corrompió el sistema de justicia empezando por la corte de constitucionalidad, que nos tiene ahora sin justicia, y llegando a jueces y fiscales que buscan destruir empresas, denigrar a militares y acabar con todo lo bueno y lo justo.

¿Qué podemos hacer? Contrarrestar esos mensajes de odio, lucha de clases, exigencias de privilegios como tierras gratis, leyes que los protejan, etc., así como agendas que conducen a dividirnos en grupos “pro” y “en contra de” como la promoción del aborto y otros temas que atentan contra nuestros valores y principios cristianos.  Es una labor de hormiga que debe ser constante, persistente y en todos los ámbitos de nuestra vida diaria.