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¿Cómo nos defendemos?

Carolina Castellanos
15 de noviembre, 2019

Están sucediendo demasiadas cosas últimamente, en especial revueltas muy violentas en América Latina.  Pienso que la mayoría de guatemaltecos no ponen atención a esto pues “es en otro país”.  “Ven venir el aguacero y no sacan el paraguas”, dice el viejo refrán.

Los que sí vemos venir el aguacero estamos preocupados. Basta leer los “chats” en whatsapp, las publicaciones en twitter y en Facebook, para darse cuenta.  Se han desatado batallas en las redes sociales, en especial este año electoral.  La lucha entre el bien y el mal se desató. Pero, ¿quiénes están del lado del bien y quiénes del mal?

Mi opinión es que solo basta ver quiénes son los que destruyen para lograr sus objetivos, para poder identificar, sin lugar a dudas, quienes son los del lado  del mal. GroverCleveland, vigésimo segundo y vigésimo cuarto presidente de Estados Unidos, dijo “el comunismo es odioso, una amenaza a la paz y al gobierno organizado”.  Al ver el caos que se dio en Chile, un país del primer mundo, no cabe duda de la veracidad de esta frase.  Uno de los ejemplos devastadores fue la destrucción de las estaciones del metro, una obra de infraestructura extraordinaria.  “Dispararse en el pie” describe bien este hecho.  Los manifestantes, socialistas por convicción o por conveniencia, dicen proteger a los pobres.  Son éstos los que más utilizan el transporte públicoy quienes ahora no tienen cómo movilizarse hacia sus trabajos. 

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Respondiendo a la pregunta inicial, nos defendemos con la verdad. Por supuesto, la siguiente pregunta es ¿quién define cuál es la verdad? O ¿cómo sabemos cuál es la verdad? Definitivamente, lo que se pueda comprobar.  Se puedecomprobar sin ninguna duda, que los “revoltosos” son quienes desean implantar un sistema socialista.  

El Presidente Piñera ya está a las puertas del abismo, pues aceptó reformar la constitución.  Esta es la forma que ideó Fidel Castro y sus congéneres para tomar el poder. Es un hecho comprobable. En Guatemala, el ex comisionado de CICIG lo intentó hace dos años. Muchísimos de nosotros nos opusimos con todo lo que pudimos y, en conjunto, logramos detener esa aberración que hubiera destruido el sistema de justicia. Lamentablemente, no hemos podido sacar a los esbirros de Velásquez que aún están en la corte de constitucionalidad y, consecuentemente, estamos sin justicia desde el 13 de octubre.

Las diferentes “banderas” utilizadas por los socialistas (reitero, por convicción o por conveniencia), son solo eso, banderas para manipular a la opinión pública y lograr así sus intereses espurios. Temas como el feminismo y el aborto atacan frontalmente los valores fundamentales de la familia. ¿Qué buscan? División, romper la sociedad para aprovecharse de grupos vulnerables a quienes comprarán con promesas de dinero y “reivindicación”, y allanar así su llegada al poder. Todo esto es más que comprobable. Politizan los temas, buscan que se aprueben leyes que los privilegien, se victimizan para “ablandar” las voluntades de los políticos y lograr sus objetivos, que siempre son dinero y poder.  

Esa incesante lucha por la igualdad no es más que otra forma de alcanzar el poder vía la victimización de los pobres y la demonización de los empresarios. La gran verdad es que Dios nos hizo a todos diferentes. Es imposible que todos seamos iguales, excepto ante la ley. Allí no debe haber privilegios, ventajas, favoritismos, nada.  Lamentablemente, sí lo hay, cuando tenemos jueces que favorecen esas agendas.

¿Cómo nos defendemos? Entendiendo qué es lo que ha sucedido en otros países para evitar que nos pase a nosotros. Siempre habrá necesidades insatisfechas en cualquier sociedad, por avanzada que sea, así que la promoción del diálogo a todo nivel (con los amigos de la cuadra, miembros de la iglesia, la familia, los compañeros de trabajo, en la camioneta, etc.) es fundamental.  Se vale criticar las acciones de gobierno o la falta de éstas, pues vivimos en un país libre. También se vale, y es ideal, proponer soluciones. Preservar nuestra libertad, especialmente en paz, es lo más importante.

¿Cómo nos defendemos?

Carolina Castellanos
15 de noviembre, 2019

Están sucediendo demasiadas cosas últimamente, en especial revueltas muy violentas en América Latina.  Pienso que la mayoría de guatemaltecos no ponen atención a esto pues “es en otro país”.  “Ven venir el aguacero y no sacan el paraguas”, dice el viejo refrán.

Los que sí vemos venir el aguacero estamos preocupados. Basta leer los “chats” en whatsapp, las publicaciones en twitter y en Facebook, para darse cuenta.  Se han desatado batallas en las redes sociales, en especial este año electoral.  La lucha entre el bien y el mal se desató. Pero, ¿quiénes están del lado del bien y quiénes del mal?

Mi opinión es que solo basta ver quiénes son los que destruyen para lograr sus objetivos, para poder identificar, sin lugar a dudas, quienes son los del lado  del mal. GroverCleveland, vigésimo segundo y vigésimo cuarto presidente de Estados Unidos, dijo “el comunismo es odioso, una amenaza a la paz y al gobierno organizado”.  Al ver el caos que se dio en Chile, un país del primer mundo, no cabe duda de la veracidad de esta frase.  Uno de los ejemplos devastadores fue la destrucción de las estaciones del metro, una obra de infraestructura extraordinaria.  “Dispararse en el pie” describe bien este hecho.  Los manifestantes, socialistas por convicción o por conveniencia, dicen proteger a los pobres.  Son éstos los que más utilizan el transporte públicoy quienes ahora no tienen cómo movilizarse hacia sus trabajos. 

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El Presidente Piñera ya está a las puertas del abismo, pues aceptó reformar la constitución.  Esta es la forma que ideó Fidel Castro y sus congéneres para tomar el poder. Es un hecho comprobable. En Guatemala, el ex comisionado de CICIG lo intentó hace dos años. Muchísimos de nosotros nos opusimos con todo lo que pudimos y, en conjunto, logramos detener esa aberración que hubiera destruido el sistema de justicia. Lamentablemente, no hemos podido sacar a los esbirros de Velásquez que aún están en la corte de constitucionalidad y, consecuentemente, estamos sin justicia desde el 13 de octubre.

Las diferentes “banderas” utilizadas por los socialistas (reitero, por convicción o por conveniencia), son solo eso, banderas para manipular a la opinión pública y lograr así sus intereses espurios. Temas como el feminismo y el aborto atacan frontalmente los valores fundamentales de la familia. ¿Qué buscan? División, romper la sociedad para aprovecharse de grupos vulnerables a quienes comprarán con promesas de dinero y “reivindicación”, y allanar así su llegada al poder. Todo esto es más que comprobable. Politizan los temas, buscan que se aprueben leyes que los privilegien, se victimizan para “ablandar” las voluntades de los políticos y lograr sus objetivos, que siempre son dinero y poder.  

Esa incesante lucha por la igualdad no es más que otra forma de alcanzar el poder vía la victimización de los pobres y la demonización de los empresarios. La gran verdad es que Dios nos hizo a todos diferentes. Es imposible que todos seamos iguales, excepto ante la ley. Allí no debe haber privilegios, ventajas, favoritismos, nada.  Lamentablemente, sí lo hay, cuando tenemos jueces que favorecen esas agendas.

¿Cómo nos defendemos? Entendiendo qué es lo que ha sucedido en otros países para evitar que nos pase a nosotros. Siempre habrá necesidades insatisfechas en cualquier sociedad, por avanzada que sea, así que la promoción del diálogo a todo nivel (con los amigos de la cuadra, miembros de la iglesia, la familia, los compañeros de trabajo, en la camioneta, etc.) es fundamental.  Se vale criticar las acciones de gobierno o la falta de éstas, pues vivimos en un país libre. También se vale, y es ideal, proponer soluciones. Preservar nuestra libertad, especialmente en paz, es lo más importante.