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Hace rato se cayó el muro

Carolina Castellanos
08 de noviembre, 2019

El próximo domingo se cumplirán treinta años de la caída del muro de Berlín.  Este fue un evento que marcó un cambio radical en el mundo. Representó el derrumbe de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, y una gran derrota para toda la izquierda de entonces.

El reclamo de libertad de movimiento por parte de los berlineses de ambos lados del muro,  finalmente se hizo sentir, aunado con el esfuerzo y trabajo del entonces Presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, del ruso Mijail Gorbahov, de Su Santidad Juan Pablo II y seguramente de muchos otros de forma menos preponderante y hasta anónima.

La izquierda, derrotada, se reinventó y creó el Foro de São Paulo en 1990 con el objetivo de “reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda, para debatir sobre el escenario internacional después de la caída del Muro de Berlín y las consecuencias del neoliberalismo en los países de Latinoamérica y el Caribe”. (https://es.wikipedia.org/wiki/Foro_de_S%C3%A3o_Paulo).  En 1998 llega al poder Hugo Chávez en Venezuela, seguido por Lula da Silva en Brasil, Tabaré Vásquez en Uruguay, Evo Morales en Bolivia, etc.  Esto ha fortalecido al Foro en el sentido que sus miembros son partidos políticos de izquierda, así como sus dirigentes.

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Si nos limitáramos al párrafo anterior, nos sentiríamos derrotados.  Pero ese no es el caso. Existe un sinnúmero de organizaciones a nivel mundial que promueven la libertad, la alternabilidad del poder vía elecciones libres, el respeto a la vida desde su concepción, la igualdad ante la ley, el derecho irrestricto a la propiedad privada, a promoverla y a defenderla con todo el peso de la ley, etc.

Sin embargo, esa minoría que permanece viva siguiendo los designios de los dirigentes (no son líderes) del mencionado Foro, ha logrado tomar por la fuerza, por dinero, por conveniencia o por interés, a sectores estratégicos como los medios de comunicación (no todos), a partidos políticos indecisos o pobres, a jóvenes desorientados que creen que regalarlo todo es justicia social y que el libertinaje es la mejor expresión de vivir.

Hay varios muros que deben ser derrumbados. Treinta años después de Berlín, se han construido muros pero no son físicos, lo que los hace más difíciles de identificar y, más aún, de derrocar.

Uno de ellos es el poder del dinero. Esto significa corrupción.  George Soros, el ejemplo perfecto, ha logrado comprar lo que quiere a nivel mundial.  Posee cantidades ilimitadas de dinero e igual de ilimitados son su deshonestidad, su ambición y su deseo desenfrenado de comandar el mundo.  Otro muro es la Organización de Naciones Unidas, creada en 1945 para mantener la paz mundial. Lo único que medio funciona allí es el Consejo de Seguridad.  Todo lo demás está corrompido, controlado y dirigido por la izquierda. El último acontecimiento, la elección de dos miembros venezolanos para la Comisión de Derechos Humanos, es una muestra más de esto.  

En nuestra pequeña Guate también hay muros que derribar. La corrupción, que ha penetrado a lo largo y ancho del Estado, es uno de ellos. Otro muy importante es la “hipnosis” de muchos jóvenes que han creído en las falacias del socialismo, por falta de valores y de verdaderos líderes a quien seguir e imitar.  El sistema educativo que se limita al aprendizaje por memorización, que carece de análisis profundos, de acceso a las nuevas tecnologías y métodos de enseñanza, es un muro que empezó como bordillo de carretera y se ha vuelto del tamaño de la Sierra de las Minas. Y sí, la influencia de la izquierda chapina, que cree en el socialismo por conveniencia porque les da poder, influencia y dinero “fácil”, como los dirigentes de tantísimas oenegés, es un muro dividido en muchos pedazos que abarcan el territorio nacional.

Hace 30 años se requirió del trabajo tesonero de varios líderes para lograr derribar el símbolo de la izquierda. Ese muro representaba todo lo malo que esa ideología conlleva: odio, división, destrucción y ausencia total de libertad.  Hoy, en nuestra Guatemala, no requerimos de grandes personajes sino de muchísimos pequeños: padres de familia, maestros, políticos, religiosos, los amigos de la cuadra, las asociaciones deportivas y todos aquellos grupos que puedan repetir el mensaje entre sus miembros: la defensa de la libertad, de la propiedad, de la vida y de los valores y principios arraigados en nuestras comunidades pero que han quedado en el olvido ante tan abrumadora influencia negativa.

La victoria será el fruto del trabajo de todos nosotros y solo así lograremos derribar los muros que nos rodean. 


Hace rato se cayó el muro

Carolina Castellanos
08 de noviembre, 2019

El próximo domingo se cumplirán treinta años de la caída del muro de Berlín.  Este fue un evento que marcó un cambio radical en el mundo. Representó el derrumbe de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, y una gran derrota para toda la izquierda de entonces.

El reclamo de libertad de movimiento por parte de los berlineses de ambos lados del muro,  finalmente se hizo sentir, aunado con el esfuerzo y trabajo del entonces Presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, del ruso Mijail Gorbahov, de Su Santidad Juan Pablo II y seguramente de muchos otros de forma menos preponderante y hasta anónima.

La izquierda, derrotada, se reinventó y creó el Foro de São Paulo en 1990 con el objetivo de “reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda, para debatir sobre el escenario internacional después de la caída del Muro de Berlín y las consecuencias del neoliberalismo en los países de Latinoamérica y el Caribe”. (https://es.wikipedia.org/wiki/Foro_de_S%C3%A3o_Paulo).  En 1998 llega al poder Hugo Chávez en Venezuela, seguido por Lula da Silva en Brasil, Tabaré Vásquez en Uruguay, Evo Morales en Bolivia, etc.  Esto ha fortalecido al Foro en el sentido que sus miembros son partidos políticos de izquierda, así como sus dirigentes.

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Si nos limitáramos al párrafo anterior, nos sentiríamos derrotados.  Pero ese no es el caso. Existe un sinnúmero de organizaciones a nivel mundial que promueven la libertad, la alternabilidad del poder vía elecciones libres, el respeto a la vida desde su concepción, la igualdad ante la ley, el derecho irrestricto a la propiedad privada, a promoverla y a defenderla con todo el peso de la ley, etc.

Sin embargo, esa minoría que permanece viva siguiendo los designios de los dirigentes (no son líderes) del mencionado Foro, ha logrado tomar por la fuerza, por dinero, por conveniencia o por interés, a sectores estratégicos como los medios de comunicación (no todos), a partidos políticos indecisos o pobres, a jóvenes desorientados que creen que regalarlo todo es justicia social y que el libertinaje es la mejor expresión de vivir.

Hay varios muros que deben ser derrumbados. Treinta años después de Berlín, se han construido muros pero no son físicos, lo que los hace más difíciles de identificar y, más aún, de derrocar.

Uno de ellos es el poder del dinero. Esto significa corrupción.  George Soros, el ejemplo perfecto, ha logrado comprar lo que quiere a nivel mundial.  Posee cantidades ilimitadas de dinero e igual de ilimitados son su deshonestidad, su ambición y su deseo desenfrenado de comandar el mundo.  Otro muro es la Organización de Naciones Unidas, creada en 1945 para mantener la paz mundial. Lo único que medio funciona allí es el Consejo de Seguridad.  Todo lo demás está corrompido, controlado y dirigido por la izquierda. El último acontecimiento, la elección de dos miembros venezolanos para la Comisión de Derechos Humanos, es una muestra más de esto.  

En nuestra pequeña Guate también hay muros que derribar. La corrupción, que ha penetrado a lo largo y ancho del Estado, es uno de ellos. Otro muy importante es la “hipnosis” de muchos jóvenes que han creído en las falacias del socialismo, por falta de valores y de verdaderos líderes a quien seguir e imitar.  El sistema educativo que se limita al aprendizaje por memorización, que carece de análisis profundos, de acceso a las nuevas tecnologías y métodos de enseñanza, es un muro que empezó como bordillo de carretera y se ha vuelto del tamaño de la Sierra de las Minas. Y sí, la influencia de la izquierda chapina, que cree en el socialismo por conveniencia porque les da poder, influencia y dinero “fácil”, como los dirigentes de tantísimas oenegés, es un muro dividido en muchos pedazos que abarcan el territorio nacional.

Hace 30 años se requirió del trabajo tesonero de varios líderes para lograr derribar el símbolo de la izquierda. Ese muro representaba todo lo malo que esa ideología conlleva: odio, división, destrucción y ausencia total de libertad.  Hoy, en nuestra Guatemala, no requerimos de grandes personajes sino de muchísimos pequeños: padres de familia, maestros, políticos, religiosos, los amigos de la cuadra, las asociaciones deportivas y todos aquellos grupos que puedan repetir el mensaje entre sus miembros: la defensa de la libertad, de la propiedad, de la vida y de los valores y principios arraigados en nuestras comunidades pero que han quedado en el olvido ante tan abrumadora influencia negativa.

La victoria será el fruto del trabajo de todos nosotros y solo así lograremos derribar los muros que nos rodean.