Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Trixie Chapín

Juan Diego Godoy
07 de febrero, 2019

Hace poco tuve la oportunidad de visitar la ciudad de Chicago. Más allá de la impresionantearquitectura y el orden y funcionalidad que caracterizan a las grandes ciudadesestadounidenses, hubo un término que se utiliza en ese lugar que llamó mi atención y queahora encaja muy bien con el tipo de personaje que quiero describir en esta columna.

Se trata de “Trixie”, un término de jerga que se refiere a un o una joven del área urbana, típicamentesoltero, en sus 20 o principios de los 30, que busca llamar la atención, ganar mucho dinero sinesfuerzo y figurar en los círculos sociales que considere importantes para alimentar su imagen,usualmente falsa y producto de una baja autoestima.

Es increíble como ahora que estamos en época electoral, surgen entre los círculos de jóvenesvarios trixies. Aquellos que solo persiguen modas y que siempre están alerta para ver cómoestá la coyuntura, hablar de ello y llamar la atención, a pesar de no tener el más mínimoconocimiento y preocupación sincera por el tema.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

En la contienda electoral, el Trixie opina, finge indignación con la corrupción, la pobreza, la infraestructura, la falta de derechos y esvíctima del sistema. Pero en realidad, el Trixie no es más que un hipócrita.

Vamos a describirlo y a “chapinizarlo”.

El Trixie Chapín es el típico al que no le importó el paísen los últimos 4 años, pero ahora que son elecciones, se ha convertido en todo un analistapolítico, conocedor de las leyes, amante de la patria, esponja que absorbe todo lo que dicealgún pariente (porque es muy perezoso como para buscar información por su cuenta) yaltavoz de discursos populares y vacíos.

Opina en sus redes sociales con el afán de que sus conocidos lo admiren y la gente diga que “ésta persona sí que sabe y es un gran ciudadano”. Se cree un joven ejemplar y toda su imagen la construye desde el sofá, a través de su teléfono conectado al WiFi de la casa, porque eso de salir a la calle, ensuciarse las manos y abandonar esa zona de confort no va con él o ella. Puede que en algún momento se tome una fotografía sosteniendo un cartel que diga “No más corrupción”, “Me dueles Guate”, “Luchemos por elpaís”, ya que esto podría generarle varios likes, comentarios y seguidores en sus redes sociales (lo que más le importa) e incrementar así su fama online.

El Trixie Chapín ama a Guatemala. Es mas, la ama “tanto” que aunque la ignoró por años, cree saberlo todo de ella y tiene en sus manos -mientras teclea arduamente- la respuesta a todos los problemas. Busca el momento exacto para dar su tan cotizada opinión, justo cuando le pondrán atención sus seguidores ya que si no hay show no vale la pena. Es todo un influencer, o se cree uno, y noescucha opiniones contrarias. Éste es el Trixie Chapín en su máxima expresión.

Lo que he descrito, directo y sin tapujos, lo hago no con afán de criticar por criticar. Mi intención es llamar a la reflexión a quienes se sientan identificados con este personajes paraque, de una vez por todas, cambiemos.

Nuestro país, en serio, nos necesita hoy más quenunca y no lo podemos dejar en manos de los mismos. Es un hecho que en éstas eleccioneslos jóvenes seremos protagonistas y las redes sociales el escenario más importante decontienda. Así fue en México en 2018, en El Salvador hace unos días y así será en Guatemala. Hoy puede ser un buen día para dejar atrás el Trixie Chapín y trabajar por el país que queremos con todas nuestras fuerzas, las 24 horas, los siete días de la semana, desdenuestros círculos más cercanos de amigos, colegas de trabajo, compañeros de clase, miembros del grupo de WhatsApp y familiares. Hemos de cambiar ambos extremos: la apatía por la realidad del país y la hipocresía, disfrazada de oportunismo, por el falso interés ensalvarlo.

Ninguno de nosotros deberíamos exigir a los candidatos a los puestos públicos cosas que nosomos capaces de cumplir. El jefe deshonesto, perezoso y mediocre no puede exigir honestidad, trabajo duro ni transparencia al empleado.

El Trixie Chapín tampoco.

Trixie Chapín

Juan Diego Godoy
07 de febrero, 2019

Hace poco tuve la oportunidad de visitar la ciudad de Chicago. Más allá de la impresionantearquitectura y el orden y funcionalidad que caracterizan a las grandes ciudadesestadounidenses, hubo un término que se utiliza en ese lugar que llamó mi atención y queahora encaja muy bien con el tipo de personaje que quiero describir en esta columna.

Se trata de “Trixie”, un término de jerga que se refiere a un o una joven del área urbana, típicamentesoltero, en sus 20 o principios de los 30, que busca llamar la atención, ganar mucho dinero sinesfuerzo y figurar en los círculos sociales que considere importantes para alimentar su imagen,usualmente falsa y producto de una baja autoestima.

Es increíble como ahora que estamos en época electoral, surgen entre los círculos de jóvenesvarios trixies. Aquellos que solo persiguen modas y que siempre están alerta para ver cómoestá la coyuntura, hablar de ello y llamar la atención, a pesar de no tener el más mínimoconocimiento y preocupación sincera por el tema.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

En la contienda electoral, el Trixie opina, finge indignación con la corrupción, la pobreza, la infraestructura, la falta de derechos y esvíctima del sistema. Pero en realidad, el Trixie no es más que un hipócrita.

Vamos a describirlo y a “chapinizarlo”.

El Trixie Chapín es el típico al que no le importó el paísen los últimos 4 años, pero ahora que son elecciones, se ha convertido en todo un analistapolítico, conocedor de las leyes, amante de la patria, esponja que absorbe todo lo que dicealgún pariente (porque es muy perezoso como para buscar información por su cuenta) yaltavoz de discursos populares y vacíos.

Opina en sus redes sociales con el afán de que sus conocidos lo admiren y la gente diga que “ésta persona sí que sabe y es un gran ciudadano”. Se cree un joven ejemplar y toda su imagen la construye desde el sofá, a través de su teléfono conectado al WiFi de la casa, porque eso de salir a la calle, ensuciarse las manos y abandonar esa zona de confort no va con él o ella. Puede que en algún momento se tome una fotografía sosteniendo un cartel que diga “No más corrupción”, “Me dueles Guate”, “Luchemos por elpaís”, ya que esto podría generarle varios likes, comentarios y seguidores en sus redes sociales (lo que más le importa) e incrementar así su fama online.

El Trixie Chapín ama a Guatemala. Es mas, la ama “tanto” que aunque la ignoró por años, cree saberlo todo de ella y tiene en sus manos -mientras teclea arduamente- la respuesta a todos los problemas. Busca el momento exacto para dar su tan cotizada opinión, justo cuando le pondrán atención sus seguidores ya que si no hay show no vale la pena. Es todo un influencer, o se cree uno, y noescucha opiniones contrarias. Éste es el Trixie Chapín en su máxima expresión.

Lo que he descrito, directo y sin tapujos, lo hago no con afán de criticar por criticar. Mi intención es llamar a la reflexión a quienes se sientan identificados con este personajes paraque, de una vez por todas, cambiemos.

Nuestro país, en serio, nos necesita hoy más quenunca y no lo podemos dejar en manos de los mismos. Es un hecho que en éstas eleccioneslos jóvenes seremos protagonistas y las redes sociales el escenario más importante decontienda. Así fue en México en 2018, en El Salvador hace unos días y así será en Guatemala. Hoy puede ser un buen día para dejar atrás el Trixie Chapín y trabajar por el país que queremos con todas nuestras fuerzas, las 24 horas, los siete días de la semana, desdenuestros círculos más cercanos de amigos, colegas de trabajo, compañeros de clase, miembros del grupo de WhatsApp y familiares. Hemos de cambiar ambos extremos: la apatía por la realidad del país y la hipocresía, disfrazada de oportunismo, por el falso interés ensalvarlo.

Ninguno de nosotros deberíamos exigir a los candidatos a los puestos públicos cosas que nosomos capaces de cumplir. El jefe deshonesto, perezoso y mediocre no puede exigir honestidad, trabajo duro ni transparencia al empleado.

El Trixie Chapín tampoco.