Según la mitología de varias culturas, las sirenas eran seres míticos con torso de mujer y cuerpo de pescado. Sus cantos eran tan bellos que seducían a los marineros y éstos al perder la razón estrellaban sus naves en los riscos de las costas por las que navegaban.
Las campañas electorales me recuerdan mucho a estos seres míticos que con sus cantos embelesan a quienes los escuchan. Las promesas electorales son esos cantos de sirenas que cada cuatro años los candidatos entonan a través de discursos, videos, canciones, lemas, leyendas en las imágenes o hasta en los memes.
En el ámbito electoral, los cantos de sirenas electoreras los hay de todo tipo, provienen tanto de hombres como mujeres, de candidatos presidenciales como de candidatos municipales y a diputaciones. Estas sirenas electoreras intentan atraer a los votantes con sus cantos-promesas de solucionar todos los males que aquejan a la población que visitan.
Tal como los cantos de sirenas estas promesas electoreras buscan atraer el voto, sin embargo, se ha puesto a pensar, en el caso de los diputados ¿por qué no han impulsado agendas como las que dicen ahora sí van a promover?
Muchos candidatos ofrecen maravillas para reactivar la economía, mejorar la seguridad, la educación, la salud, la infraestructura y todo aquello que “suponen” el gobierno debe hacer. Pero, ¿por qué los partidos que tienen diputados en el Congreso no han promovido quitar legislación inútil que sólo le da más poder al burócrata?
¿Cuántos de estos diputados, o candidatos presidenciales en sus partidos, aprobaron presupuestos deficitarios? ¿Cuántos de ellos aprobaron más deuda para programas asistencialistas, electoreros y poco transparentes? O mejor aún ¿cuántos de ellos se opusieron por la razones correctas y no porque no les salpicaba un poco de ese dinero?
Es importante que cuando escuche esos cantos de sirenas electoreras, recuerde cuál ha sido el desempeño en la función pública de los candidatos y del partido en sí mismo. Recuerde cómo han votado en leyes importantes como la que ahora padecemos, me refiero a las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, la Ley del Presupuestos deficitario o las leyes de aprobación de préstamos.
En campaña cualquiera puede autonombrarse defensor de la transparencia y zar anticorrupción, en la cotidianeidad, después de las elecciones estos ofrecimientos se olvidan y confían en la memoria de corto plazo del votante para que, nuevamente, en cuatro años le vuelvan a pedir su voto con cantos de sirenas electoreras.
Según la mitología de varias culturas, las sirenas eran seres míticos con torso de mujer y cuerpo de pescado. Sus cantos eran tan bellos que seducían a los marineros y éstos al perder la razón estrellaban sus naves en los riscos de las costas por las que navegaban.
Las campañas electorales me recuerdan mucho a estos seres míticos que con sus cantos embelesan a quienes los escuchan. Las promesas electorales son esos cantos de sirenas que cada cuatro años los candidatos entonan a través de discursos, videos, canciones, lemas, leyendas en las imágenes o hasta en los memes.
En el ámbito electoral, los cantos de sirenas electoreras los hay de todo tipo, provienen tanto de hombres como mujeres, de candidatos presidenciales como de candidatos municipales y a diputaciones. Estas sirenas electoreras intentan atraer a los votantes con sus cantos-promesas de solucionar todos los males que aquejan a la población que visitan.
Tal como los cantos de sirenas estas promesas electoreras buscan atraer el voto, sin embargo, se ha puesto a pensar, en el caso de los diputados ¿por qué no han impulsado agendas como las que dicen ahora sí van a promover?
Muchos candidatos ofrecen maravillas para reactivar la economía, mejorar la seguridad, la educación, la salud, la infraestructura y todo aquello que “suponen” el gobierno debe hacer. Pero, ¿por qué los partidos que tienen diputados en el Congreso no han promovido quitar legislación inútil que sólo le da más poder al burócrata?
¿Cuántos de estos diputados, o candidatos presidenciales en sus partidos, aprobaron presupuestos deficitarios? ¿Cuántos de ellos aprobaron más deuda para programas asistencialistas, electoreros y poco transparentes? O mejor aún ¿cuántos de ellos se opusieron por la razones correctas y no porque no les salpicaba un poco de ese dinero?
Es importante que cuando escuche esos cantos de sirenas electoreras, recuerde cuál ha sido el desempeño en la función pública de los candidatos y del partido en sí mismo. Recuerde cómo han votado en leyes importantes como la que ahora padecemos, me refiero a las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, la Ley del Presupuestos deficitario o las leyes de aprobación de préstamos.
En campaña cualquiera puede autonombrarse defensor de la transparencia y zar anticorrupción, en la cotidianeidad, después de las elecciones estos ofrecimientos se olvidan y confían en la memoria de corto plazo del votante para que, nuevamente, en cuatro años le vuelvan a pedir su voto con cantos de sirenas electoreras.