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#NoNosCallarás: sobre la libre emisión del pensamiento, Sandra Torres y El Peladero

Juan Diego Godoy
11 de mayo, 2019

Quiero expresar, desde la primera línea, mi repudio total por la orden judicial que prohíbe al diario elPeriódico publicar información sobre Sandra Torres, quien, nos guste o no, es una candidata a las elecciones presidenciales 2019. Tal como lo expresé al momento de enterarme, hay que ser muy cobarde e ingenuo para creer que se puede silenciar a la prensa así no más. Ahora, todo este escándalo nos obliga a replantearnos el papel de la figura pública frente a la crítica, la responsabilidad del periodismo y el valor de la emisión del pensamiento.

Del caso de Sandra Torres, surgen varias aristas sobre las que tenemos que reflexionar.

Primero, sobre la utilización desviada de una ley (Ley contra el Femicidio y otras formas de violencia contra la Mujer) que fue emitida para garantizar integridad, dignidad, protección e igualdad de todas las mujeres ante la ley. Es vergonzoso como nuestro país es claro ejemplo de políticos, empresarios, congresistas y figuras públicas que mal utilizan a su favor leyes destinadas para otros fines. En este caso, Sandra Torres ha jugado con la Ley contra el Femicidio a su antojo, con el objetivo de intimidar a fiscales del Ministerio Público, a la prensa y a cualquiera que denuncie u opine sobre su actuar. Torres es una figura pública que busca un cargo público; el escrutinio de la prensa, las autoridades y la sociedad viene con el paquete y no tiene otra opción mas que recibir la crítica.

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Segundo, tenemos que reconocer que la ex primera dama (y yo le llamaría ex presidente también) no actuó sola. La demanda ya había sido planteada pero rechazada en febrero. Ahora fue revertida por la Sala Segunda de Apelaciones y le prohíbe al diario escribir y publicar información de la candidata, a la vez que le ordena medidas de protección a su favor. El ataque contra la libre emisión del pensamiento también viene desde esa Sala, desde aquellos magistrados cuyos nombres hemos de tener presentes: Rafael Morales Solares, presidente; Franc Armando Martínez Ruiz, vocal I; y Fredy López Contreras, vocal II.

Tercero, vemos como una vez más estas elecciones con una papeleta presidencial que parece tablero de lotería barata y un espectáculo que parece sacado de un circo mediocre, se lleva a cabo en las cortes y no en las plazas; unas elecciones determinadas por jueces y no ciudadanos. Los magistrados de esta sala están de rodillas por Sandra Torres. La próxima semana veremos quién pone de rodillas a quién cuando la Corte de Constitucionalidad conozca los cuatro casos de candidatos a cargos de elección popular que buscan su inscripción.

Ahora, dejando a un lado el caso de Torres y sus aristas, es necesario recordar lo que dice el Artículo 35 sobre la Libre Emisión del Pensamiento: Es libre la emisión del pensamiento por cualesquiera medios de difusión, sin censura ni licencia previa. Este derecho constitucional no podrá ser restringido por ley o disposición gubernamental alguna. Quien en uso de esta libertad faltare al respeto a la vida privada o a la moral, será responsable conforme a la ley. Quienes se creyeren ofendidos tienen derechos a la publicación de sus defensas, aclaraciones y rectificaciones. El análisis más profundo se lo dejo a un abogado columnista. Para efectos de esta columna, creo que queda bastante claro que con toda libertad hay una responsabilidad a cambio, y eso nos lleva al siguiente tema: la actuación de la prensa, que tampoco es inmaculada ni está exenta de errores.

Como joven, periodista y guatemalteco, considero que cualquier tipo de acciones encaminadas a coartar la libertad de expresión, de consciencia, de locomoción y la libertad religiosa – por mencionar algunas – son condenables y merecen ser frenadas cuanto antes. Sin embargo, partiendo de esa premisa, sería hipócrita de mi parte no hablar sobre el ejercicio de El Peladero; quizás la sección más polémica y popular del diario elPeriódico.

Personalmente, nunca he estado a favor de ese tipo de “periodismo”; que de periodismo no tiene nada. Cuando estudias esta carrera te enseñan que el chisme, el murmullo y la habladuría no son periodismo. En la práctica, si mantienes la ética firme, lo compruebas. Claro, quienes hacemos investigaciones no podemos negar que toda buena historia comienza con una alerta, un comentario o una denuncia perdida. Sin embargo, son diferentes estos recursos que llegan a los periodistas para que hagamos nuestro trabajo, que la forma en que funciona El Peladero; un tabloide público de rumores sin corroborar que hacen más daño que bien.

Así que El Peladero es eso: cobardía matizada en palabras escondidas en anonimato. Es nefasto y espurio. Habemos periodistas para decir las cosas de frente, basadas en hechos y respaldados por un medio serio y profesional. Los chismosos pueden quedarse en sus casas mordiéndose la lengua. No me lo han preguntado, pero de todas formas lo digo, con todo el respeto que merecen los periodistas que trabajan para elPeriódico y el mismo diario en sí: El Peladero es una versión corrompida del periodismo y una sección así no debería pertenecer a un medio profesional, cuyas investigaciones y notas han contribuido al país de manera invaluable.  

De todas las crisis surgen oportunidades. Esta nos regala la discusión sobre la emisión del pensamiento, el actuar de un candidato contra las libertades y la verdadera función del verdadero periodismo. Lo que siempre estará claro es lo siguiente: #NoNosCallarás.

#NoNosCallarás: sobre la libre emisión del pensamiento, Sandra Torres y El Peladero

Juan Diego Godoy
11 de mayo, 2019

Quiero expresar, desde la primera línea, mi repudio total por la orden judicial que prohíbe al diario elPeriódico publicar información sobre Sandra Torres, quien, nos guste o no, es una candidata a las elecciones presidenciales 2019. Tal como lo expresé al momento de enterarme, hay que ser muy cobarde e ingenuo para creer que se puede silenciar a la prensa así no más. Ahora, todo este escándalo nos obliga a replantearnos el papel de la figura pública frente a la crítica, la responsabilidad del periodismo y el valor de la emisión del pensamiento.

Del caso de Sandra Torres, surgen varias aristas sobre las que tenemos que reflexionar.

Primero, sobre la utilización desviada de una ley (Ley contra el Femicidio y otras formas de violencia contra la Mujer) que fue emitida para garantizar integridad, dignidad, protección e igualdad de todas las mujeres ante la ley. Es vergonzoso como nuestro país es claro ejemplo de políticos, empresarios, congresistas y figuras públicas que mal utilizan a su favor leyes destinadas para otros fines. En este caso, Sandra Torres ha jugado con la Ley contra el Femicidio a su antojo, con el objetivo de intimidar a fiscales del Ministerio Público, a la prensa y a cualquiera que denuncie u opine sobre su actuar. Torres es una figura pública que busca un cargo público; el escrutinio de la prensa, las autoridades y la sociedad viene con el paquete y no tiene otra opción mas que recibir la crítica.

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Segundo, tenemos que reconocer que la ex primera dama (y yo le llamaría ex presidente también) no actuó sola. La demanda ya había sido planteada pero rechazada en febrero. Ahora fue revertida por la Sala Segunda de Apelaciones y le prohíbe al diario escribir y publicar información de la candidata, a la vez que le ordena medidas de protección a su favor. El ataque contra la libre emisión del pensamiento también viene desde esa Sala, desde aquellos magistrados cuyos nombres hemos de tener presentes: Rafael Morales Solares, presidente; Franc Armando Martínez Ruiz, vocal I; y Fredy López Contreras, vocal II.

Tercero, vemos como una vez más estas elecciones con una papeleta presidencial que parece tablero de lotería barata y un espectáculo que parece sacado de un circo mediocre, se lleva a cabo en las cortes y no en las plazas; unas elecciones determinadas por jueces y no ciudadanos. Los magistrados de esta sala están de rodillas por Sandra Torres. La próxima semana veremos quién pone de rodillas a quién cuando la Corte de Constitucionalidad conozca los cuatro casos de candidatos a cargos de elección popular que buscan su inscripción.

Ahora, dejando a un lado el caso de Torres y sus aristas, es necesario recordar lo que dice el Artículo 35 sobre la Libre Emisión del Pensamiento: Es libre la emisión del pensamiento por cualesquiera medios de difusión, sin censura ni licencia previa. Este derecho constitucional no podrá ser restringido por ley o disposición gubernamental alguna. Quien en uso de esta libertad faltare al respeto a la vida privada o a la moral, será responsable conforme a la ley. Quienes se creyeren ofendidos tienen derechos a la publicación de sus defensas, aclaraciones y rectificaciones. El análisis más profundo se lo dejo a un abogado columnista. Para efectos de esta columna, creo que queda bastante claro que con toda libertad hay una responsabilidad a cambio, y eso nos lleva al siguiente tema: la actuación de la prensa, que tampoco es inmaculada ni está exenta de errores.

Como joven, periodista y guatemalteco, considero que cualquier tipo de acciones encaminadas a coartar la libertad de expresión, de consciencia, de locomoción y la libertad religiosa – por mencionar algunas – son condenables y merecen ser frenadas cuanto antes. Sin embargo, partiendo de esa premisa, sería hipócrita de mi parte no hablar sobre el ejercicio de El Peladero; quizás la sección más polémica y popular del diario elPeriódico.

Personalmente, nunca he estado a favor de ese tipo de “periodismo”; que de periodismo no tiene nada. Cuando estudias esta carrera te enseñan que el chisme, el murmullo y la habladuría no son periodismo. En la práctica, si mantienes la ética firme, lo compruebas. Claro, quienes hacemos investigaciones no podemos negar que toda buena historia comienza con una alerta, un comentario o una denuncia perdida. Sin embargo, son diferentes estos recursos que llegan a los periodistas para que hagamos nuestro trabajo, que la forma en que funciona El Peladero; un tabloide público de rumores sin corroborar que hacen más daño que bien.

Así que El Peladero es eso: cobardía matizada en palabras escondidas en anonimato. Es nefasto y espurio. Habemos periodistas para decir las cosas de frente, basadas en hechos y respaldados por un medio serio y profesional. Los chismosos pueden quedarse en sus casas mordiéndose la lengua. No me lo han preguntado, pero de todas formas lo digo, con todo el respeto que merecen los periodistas que trabajan para elPeriódico y el mismo diario en sí: El Peladero es una versión corrompida del periodismo y una sección así no debería pertenecer a un medio profesional, cuyas investigaciones y notas han contribuido al país de manera invaluable.  

De todas las crisis surgen oportunidades. Esta nos regala la discusión sobre la emisión del pensamiento, el actuar de un candidato contra las libertades y la verdadera función del verdadero periodismo. Lo que siempre estará claro es lo siguiente: #NoNosCallarás.