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La destrucción de la justicia

Carolina Castellanos
17 de mayo, 2019

“Para los totalitarios el problema es laexistencia misma del Poder Judicial.”

Gabriel Zanotti

Esta semana ha sido, muy probablemente, la peor en cuanto a hacer valer la justicia.  El tráfico de influencias, las negociaciones internas dentro de la nefasta corte de constitucionalidad, la lucha de poderes con visión de mantenerse vigentes por los próximos cuatro años, o más, han dejado a Guatemala desbaratada y con una mezcla de conflictos, desaliento, frustración, odio, ataques y muchas cosas más.  Ciertamente, no se ve nada positivo en el futuro cercano, aun cuando muchos de nosotros (de pronto la gran mayoría) celebramos el fallo en contra de Thelma Aldana.

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Sin embargo, esta celebración es algo así como una pequeña victoria enmedio de una guerra sin cuartel, entre el bien y el mal, entre quienes queremoslibertad y los que nos quieren someter a un sistema que cortará de raíz todo loque hemos logrado construir a lo largo de los años: familia, trabajo, negocios,la vida misma.

La Real Academia Española (RAE) define “justicia” como “principiomoral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece”.  También lo define como “conjunto de todas lasvirtudes, por el que es bueno quien las tiene”. Otra más: “aquello que debe hacerse según derecho o razón”.

¿Se impartió justicia en Guatemala esta semana, o se emitieron fallosde acuerdo a negociaciones internas e intereses particulares de quienes seespera una conducta recta, apegada a derecho? De pronto lo más cercano ajusticia fue la votación 6-1 en el caso de la ex Fiscal, por haber sido unaabrumadora mayoría.  Si bien esaresolución es, a mi criterio, la que debía darse pues ella no cuenta confiniquito, tengo mis dudas por las negociaciones internas que se dieron. Laimpartición de justicia, cuando la entendemos como el principio moral del quedefine la RAE, no se dio.

Nuestro sistema de justicia ha estado plagado de corrupción desdesiempre.  A pesar de ello, había fallosjudiciales, a todo nivel, apegadas a derecho y no a ideología.  La era post-CICIG, que estamos viviendo, eslo quedó después del tsunami quearrastró todo principio de legalidad y justicia, dejando a la ideología deizquierda radical como los restos o despojos de lo que alguna vez tuvoprincipios morales, conjunto de virtudes, derecho y razón.

La Constitución, máxima ley a la que debemos apegarnos, ha sido tanmanipulada que queda muy poco de alguna jurisprudencia que pudo haber.  La ley es lo único que tenemos paradefendernos de cualquier atropello y de violación a nuestros derechos ylibertades.  Pero jueces y magistrados lainterpretan a su sabor y antojo, o sea, según su beneficio personal, suideología o las presiones que recibía de CICIG o de quienes sigan influyendo,corruptamente, en ellos.  Veamos el casode Sandra Torres y su abuso al utilizar la ley de femicidio para que un mediono publicara nada de ella.  Pero muchopeor, es el juez que dictó la medida. Aceptó otorgarla, violando la másfundamental de las libertades: la de expresión. Esto es otro atropello a la justicia.

Si no hay consecuencias legales para ese juez, para los magistrados dela corte de constitucionalidad, para tantos jueces que han corrompido elsistema fallando de acuerdo a los intereses de alguien más o de acuerdo a suideología de izquierda, tendremos otra demostración de los despojos de lo que,alguna vez, fue el imperio de la ley.  Laesperanza está en muchos abogados decentes e íntegros, asociaciones y gruposdiversos, que puedan proceder judicialmente en contra de quienes han violado ycorrompido la ley.  Quizás esa sea laruta para empezar a recuperar nuestra Guate, y rescatarla de las garras de laautodestrucción.

La destrucción de la justicia

Carolina Castellanos
17 de mayo, 2019

“Para los totalitarios el problema es laexistencia misma del Poder Judicial.”

Gabriel Zanotti

Esta semana ha sido, muy probablemente, la peor en cuanto a hacer valer la justicia.  El tráfico de influencias, las negociaciones internas dentro de la nefasta corte de constitucionalidad, la lucha de poderes con visión de mantenerse vigentes por los próximos cuatro años, o más, han dejado a Guatemala desbaratada y con una mezcla de conflictos, desaliento, frustración, odio, ataques y muchas cosas más.  Ciertamente, no se ve nada positivo en el futuro cercano, aun cuando muchos de nosotros (de pronto la gran mayoría) celebramos el fallo en contra de Thelma Aldana.

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Sin embargo, esta celebración es algo así como una pequeña victoria enmedio de una guerra sin cuartel, entre el bien y el mal, entre quienes queremoslibertad y los que nos quieren someter a un sistema que cortará de raíz todo loque hemos logrado construir a lo largo de los años: familia, trabajo, negocios,la vida misma.

La Real Academia Española (RAE) define “justicia” como “principiomoral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece”.  También lo define como “conjunto de todas lasvirtudes, por el que es bueno quien las tiene”. Otra más: “aquello que debe hacerse según derecho o razón”.

¿Se impartió justicia en Guatemala esta semana, o se emitieron fallosde acuerdo a negociaciones internas e intereses particulares de quienes seespera una conducta recta, apegada a derecho? De pronto lo más cercano ajusticia fue la votación 6-1 en el caso de la ex Fiscal, por haber sido unaabrumadora mayoría.  Si bien esaresolución es, a mi criterio, la que debía darse pues ella no cuenta confiniquito, tengo mis dudas por las negociaciones internas que se dieron. Laimpartición de justicia, cuando la entendemos como el principio moral del quedefine la RAE, no se dio.

Nuestro sistema de justicia ha estado plagado de corrupción desdesiempre.  A pesar de ello, había fallosjudiciales, a todo nivel, apegadas a derecho y no a ideología.  La era post-CICIG, que estamos viviendo, eslo quedó después del tsunami quearrastró todo principio de legalidad y justicia, dejando a la ideología deizquierda radical como los restos o despojos de lo que alguna vez tuvoprincipios morales, conjunto de virtudes, derecho y razón.

La Constitución, máxima ley a la que debemos apegarnos, ha sido tanmanipulada que queda muy poco de alguna jurisprudencia que pudo haber.  La ley es lo único que tenemos paradefendernos de cualquier atropello y de violación a nuestros derechos ylibertades.  Pero jueces y magistrados lainterpretan a su sabor y antojo, o sea, según su beneficio personal, suideología o las presiones que recibía de CICIG o de quienes sigan influyendo,corruptamente, en ellos.  Veamos el casode Sandra Torres y su abuso al utilizar la ley de femicidio para que un mediono publicara nada de ella.  Pero muchopeor, es el juez que dictó la medida. Aceptó otorgarla, violando la másfundamental de las libertades: la de expresión. Esto es otro atropello a la justicia.

Si no hay consecuencias legales para ese juez, para los magistrados dela corte de constitucionalidad, para tantos jueces que han corrompido elsistema fallando de acuerdo a los intereses de alguien más o de acuerdo a suideología de izquierda, tendremos otra demostración de los despojos de lo que,alguna vez, fue el imperio de la ley.  Laesperanza está en muchos abogados decentes e íntegros, asociaciones y gruposdiversos, que puedan proceder judicialmente en contra de quienes han violado ycorrompido la ley.  Quizás esa sea laruta para empezar a recuperar nuestra Guate, y rescatarla de las garras de laautodestrucción.