Hacia el final del proceso electoral, considero prudente hacer un manifiesto del que ha sido, por mucho, el peor en la historia democrática de nuestra Guatemala.

Situación

1. Incertidumbre al extremo.  Faltan 17 días y aún no hay certeza del número final de candidatos a la presidencia y vicepresidencia.  
2. Las modificaciones a la ley electoral y de partidos políticos resultaron nefastas.  Hay una ausencia de información en cuanto a los planes y propuestas de los candidatos, dificultando la toma de decisiones de los electores.
3. La inscripción de candidatos fue a criterio de quienes dirigen el Tribunal Supremo Electoral. La calificación de “idoneidad” y “honorabilidad” fue totalmente subjetiva inscribiendo a personas, a los diferentes cargos de elección, que claramente tenían impedimentos legales y morales, entre otros.
4. La corte de constitucionalidad (no merece mayúsculas) deliberó a su sabor y antojo, de acuerdo a sus negocios personales, ideología, conveniencia y, seguramente, acorde a sus planes futuros cuando dejen la magistratura.  El respeto irrestricto a la Constitución quedó sujeto a interpretación.
5. La poca institucionalidad que quedaba fue mancillada, ultrajada y destruida, dejando a la población a merced de intereses mezquinos, corrupción y miedo.

Posición

1. Lo más importante para poder vivir en un país libre es construir un Estado de Derecho donde se respete la ley y se haga cumplir, y no donde los principales violadores  a ésta sean los funcionarios públicos.
2. La politización de la justicia, que se evidenció con los fallos y decisiones antojadizas de los magistrados de la corte de constitucionalidad y del tribunal supremo electoral, debe terminar.  El daño que se le ha hecho a Guatemala es de incalculables consecuencias.
3. El proceso electoral es el ejercicio democrático que nos mantiene como  un país libre, soberano e independiente, como lo manda la Constitución. Somos los guatemaltecos quienes debemos decidir nuestro futuro, y no un puñado de burócratas, no electos por nosotros, los mandantes.
4. La ausencia de liderazgo en el país es evidente. La búsqueda de intereses particulares por parte de los diferentes actores civiles y políticos, han causado un fraccionamiento tal que los ciudadanos estamos como borregos perdidos en un campo, fértil, pero en abandono.
5. Los empresarios y los trabajadores estamos sobreviviendo en un ambiente donde las ventas son escasas, la generación de empleos está a niveles muy bajos y no hay garantías de protección a nuestra vida, propiedad y libertad.

Propuestas

1. El Presidente de la República tiene la obligación de tomar el liderazgo que le corresponde y garantizar un proceso electoral en paz, libre y sin fraude.  Debe coordinar con las diferentes dependencias a su cargo para garantizarlo. Es urgente que elabore un plan, en conjunto con su Gabinete, lograrlo. Una vez diseñado, a detalle, debe ser dado a conocer a la población, excepto aquellas estrategias de seguridad que, por su naturaleza, no pueden serlo.  Si este plan ya está elaborado, es momento de darlo a conocer.
2. La reactivación económica es de urgencia nacional. Transmitir confianza al sector empresarial es tarea de todo el gobierno. Seguramente hay diversidad de proyectos pendientes de ser ejecutados a lo largo y ancho del país.  Iniciar la ejecución de inmediato de algunos de ellos, daría un indicio confianza a la población.
3. Los diputados electos tienen una tarea fundamental: restituir la confianza de la población en el imperio de la ley. Les tocará modificar diversidad de leyes.  Una de ellas es agilizar y hacer eficiente el proceso de eliminación del antejuicio, para que los jueces y magistrados que han politizado la justicia, puedan ser procesados legalmente, en el corto plazo.
4. El sistema de comisiones de postulación debe cambiarse para que la elección de jueces y magistrados sea más transparente, eficaz, eficiente y que garantice que el proceso sea limpio y sin favoritismos.
5. Somos libres de elegir entre las diversas propuestas. Sin embargo, votar por aquellos que fomentan división, odios y envidias, hablando de “ricos y pobres”, llevarán a Guatemala a la ruina. Elegir a quienes acusan a los empresarios de corruptos y no reconocen que es el sistema de gobierno el que está diseñado para corromperse, serán los peores gobernantes. Los que ofrezcan dar todo gratis tendrán que expropiar empresas y acabar con empleos y con nuestra vida en libertad.

Estoy segura que hay muchas más propuestas.  Los invito a compartirlas para que todos seamos partícipes de la reconstrucción de nuestra patria.