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El fantasma en la máquina

Redacción República
07 de mayo, 2019

José Azel

[email protected]

¿Tenemos derecho a creer lo que queramos otenemos obligación intelectual de seguir la evidencia? Los filósofos handebatido mucho esta pregunta, particularmente sobre la existencia de Dios. Enjurisprudencia americana la respuesta explicita es seguir la evidencia. Aquí meapropio la pregunta con respecto a nuestras opciones político-económicas.

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Actualmente, la evidencia es clarísima de quela democracia y el libre mercado son los sistemas político-económicos máspropicios para mejorar el bienestar de la población. Estudios internacionalesrevelan que, sobre una base per cápita,los países más ricos del mundo son todos economías de mercado. Políticamente,la mayoría son democracias, y algunos son reinos ricos en petróleo. Economíascentralmente planificadas estilo soviético están lejos de la cima en losestudios.

Sin embargo, todavía los colectivistassostienen que las economías centralmente planificadas dirigidas por el gobiernoson el camino a seguir. Parecen creer en algún fantasma marxista dentro de lamaquinaria gubernamental que asignará recursos y distribuirá beneficios deforma más favorable que las democracias y las economías de mercado. Mientrassería posible excusar a Marx y Engels por sus argumentos de 1848 en elManifiesto Comunista, dadas las condiciones sociales entonces, hoy es absurdointentar “derribar forzosamente todas las condiciones sociales existentes” enfavor del enfoque colectivista.

Una economía de comando centralmenteplanificada es un sistema económico donde el gobierno toma decisioneseconómicas en vez de las decisiones de abajo a arriba que fluyen de la libreinteracción entre consumidores y productores. Una economía centralmenteplanificada se organiza en un modelo de arriba a abajo donde las decisionesrelacionadas con inversiones y resultados se decretan por burócratas con pocainformación sobre los consumidores.

Entre las muchas falacias de la economíacentralmente planificada está creer que los productos tienen un valor real yconstante: “un precio justo”. Entonces, cualquier cifra sobre ese “preciojusto” se debe a la avaricia de los productores. La teoría de la planificacióncentralizada asume que el mercado no funciona en el mejor interés delconsumidor. Consiguientemente, una autoridad central -un fantasma en lamáquina- se necesita para tomar decisiones que fomentarán objetivos sociales y nacionales.La planificación centralizada ignora que valoramos los productos y serviciossegún nuestras circunstancias individuales, deseos y necesidades.

Llamándola fantasma en la máquina el filósofobritánico Gilbert Ryle critica la noción de que la mente es diferente delcuerpo. Encuentro la frase útil para resaltar el dogma colectivista de unmisterioso agente protector presente en la intervención gubernamental. Eneconomías de comando, empresas estatales asumen producir bienes y servicios. Perono hay fantasma en la maquinaria gubernamental que ordene a la actividadeconómica concretarse a favor nuestro.

Los colectivistas contemporáneos justificansu defensa de las empresas estatales basados en ideas sobre igualitarismo, ecologismo,anticorrupción, anticonsumismo, y cosas como esas. No explican cómo losburócratas planificadores del gobierno -el fantasma en la máquina- detectarán ybuscarán satisfacer mejor que el sistema de precios del libre mercado nuestraspreferencias como consumidores.

Esas dificultades informativas ycomputacionales de la planificación centralizada las describieron loseconomistas Ludwig von Mises como “el problema del cálculo económico”, yFriedrich Hayek como “el problema del conocimiento local”. Como consumidorestenemos una jerarquía de necesidades que discurre constantemente, y expresamoslo que queremos y necesitamos en nuestras decisiones en el mercado. Losplanificadores no pueden detectar nuestras preferencias, ni asignar recursos,mejor que el sistema de precios del mercado.

El filósofo político Tibor R Machan(1939-2016) aclaró: “Sin un mercado donde las asignaciones se hagan de acuerdoa la ley de oferta y demanda, es difícil o imposible canalizar recursos conrespecto a nuestras preferencias humanas y objetivos reales”. Debemos seguir laevidencia: el libre mercado determina mejor nuestras preferencias y objetivos.

Incluso si planificadores centrales, dotadoscon poderes cuasi divinos, pudieran leer nuestras mentes y deseos, y coordinarla producción consecuentemente, solamente podrían hacerlo a un costoinaceptable de libertades e independencia personal. La planificacióncentralizada es incompatible con consumidores capaces de tomar decisioneseconómicas libremente. Una economía de comando necesita represión política paraimplementar sus planes. Somos mejores satisfaciendo nuestros deseos ynecesidades que el fantasma en la máquina.

El ultimo libro del Dr Azel es “Libertad paranovatos”

El fantasma en la máquina

Redacción República
07 de mayo, 2019

José Azel

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¿Tenemos derecho a creer lo que queramos otenemos obligación intelectual de seguir la evidencia? Los filósofos handebatido mucho esta pregunta, particularmente sobre la existencia de Dios. Enjurisprudencia americana la respuesta explicita es seguir la evidencia. Aquí meapropio la pregunta con respecto a nuestras opciones político-económicas.

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Actualmente, la evidencia es clarísima de quela democracia y el libre mercado son los sistemas político-económicos máspropicios para mejorar el bienestar de la población. Estudios internacionalesrevelan que, sobre una base per cápita,los países más ricos del mundo son todos economías de mercado. Políticamente,la mayoría son democracias, y algunos son reinos ricos en petróleo. Economíascentralmente planificadas estilo soviético están lejos de la cima en losestudios.

Sin embargo, todavía los colectivistassostienen que las economías centralmente planificadas dirigidas por el gobiernoson el camino a seguir. Parecen creer en algún fantasma marxista dentro de lamaquinaria gubernamental que asignará recursos y distribuirá beneficios deforma más favorable que las democracias y las economías de mercado. Mientrassería posible excusar a Marx y Engels por sus argumentos de 1848 en elManifiesto Comunista, dadas las condiciones sociales entonces, hoy es absurdointentar “derribar forzosamente todas las condiciones sociales existentes” enfavor del enfoque colectivista.

Una economía de comando centralmenteplanificada es un sistema económico donde el gobierno toma decisioneseconómicas en vez de las decisiones de abajo a arriba que fluyen de la libreinteracción entre consumidores y productores. Una economía centralmenteplanificada se organiza en un modelo de arriba a abajo donde las decisionesrelacionadas con inversiones y resultados se decretan por burócratas con pocainformación sobre los consumidores.

Entre las muchas falacias de la economíacentralmente planificada está creer que los productos tienen un valor real yconstante: “un precio justo”. Entonces, cualquier cifra sobre ese “preciojusto” se debe a la avaricia de los productores. La teoría de la planificacióncentralizada asume que el mercado no funciona en el mejor interés delconsumidor. Consiguientemente, una autoridad central -un fantasma en lamáquina- se necesita para tomar decisiones que fomentarán objetivos sociales y nacionales.La planificación centralizada ignora que valoramos los productos y serviciossegún nuestras circunstancias individuales, deseos y necesidades.

Llamándola fantasma en la máquina el filósofobritánico Gilbert Ryle critica la noción de que la mente es diferente delcuerpo. Encuentro la frase útil para resaltar el dogma colectivista de unmisterioso agente protector presente en la intervención gubernamental. Eneconomías de comando, empresas estatales asumen producir bienes y servicios. Perono hay fantasma en la maquinaria gubernamental que ordene a la actividadeconómica concretarse a favor nuestro.

Los colectivistas contemporáneos justificansu defensa de las empresas estatales basados en ideas sobre igualitarismo, ecologismo,anticorrupción, anticonsumismo, y cosas como esas. No explican cómo losburócratas planificadores del gobierno -el fantasma en la máquina- detectarán ybuscarán satisfacer mejor que el sistema de precios del libre mercado nuestraspreferencias como consumidores.

Esas dificultades informativas ycomputacionales de la planificación centralizada las describieron loseconomistas Ludwig von Mises como “el problema del cálculo económico”, yFriedrich Hayek como “el problema del conocimiento local”. Como consumidorestenemos una jerarquía de necesidades que discurre constantemente, y expresamoslo que queremos y necesitamos en nuestras decisiones en el mercado. Losplanificadores no pueden detectar nuestras preferencias, ni asignar recursos,mejor que el sistema de precios del mercado.

El filósofo político Tibor R Machan(1939-2016) aclaró: “Sin un mercado donde las asignaciones se hagan de acuerdoa la ley de oferta y demanda, es difícil o imposible canalizar recursos conrespecto a nuestras preferencias humanas y objetivos reales”. Debemos seguir laevidencia: el libre mercado determina mejor nuestras preferencias y objetivos.

Incluso si planificadores centrales, dotadoscon poderes cuasi divinos, pudieran leer nuestras mentes y deseos, y coordinarla producción consecuentemente, solamente podrían hacerlo a un costoinaceptable de libertades e independencia personal. La planificacióncentralizada es incompatible con consumidores capaces de tomar decisioneseconómicas libremente. Una economía de comando necesita represión política paraimplementar sus planes. Somos mejores satisfaciendo nuestros deseos ynecesidades que el fantasma en la máquina.

El ultimo libro del Dr Azel es “Libertad paranovatos”