Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Política, lo que separa a unos de otros

Carolina Castellanos
01 de agosto, 2019

“Las ideologías nos separan.  Los sueños y las angustias nos unen.”

Eugéne Ionesco, dramaturgo romano francés

Tiempos difíciles los que estamos viviendo en Guatemala,  convulsa, inestable, polarizada y, sobre todo, dividida. Como dijo el dramaturgo Ionesco, la política y las ideologías nos separan.  Esto es inevitable. Lo demás, no.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

La RAE define ideología como “conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso, político, etc.” Ante esta definición, vemos que es imposible que la totalidad de una población tenga esas mismas ideas fundamentales.  Esto, sumado a lo convulso e inestable de la situación en general del país, causa este enorme divisionismo que logra romper barreras intelectuales, espirituales, de amistad, de todo. 

Lo más difícil en este tema ideológico es la creencia que cada uno de nosotros es dueño de la verdad.  Y mientras más cerca se está de la política, esta falsa creencia se hace más evidente. Es aquí donde el divisionismo empieza a romper barreras que, en algún momento, creímos infranqueables.  Amistades eternas, familiares cercanos, vecinos, compañeros de iglesia, terminan en el más profundo de los odios. No vale la pena, pues la realidad es que ninguno de nosotros es dueño de la verdad absoluta.

Hay un grupo grande, llamado genéricamente “de derecha”, que promueve un sistema de vida en libertad que nos permite hacer lo que nos plazca dentro de los límites de la ley; que cree en un sistema republicano con separación de poderes, por lo que ninguna corte de la órdenes al Presidente ni a los diputados.  Aboga por la protección de la familia tradicional como centro de toda sociedad. Hemos peleado con todo para que sea este sistema el que triunfe en el proceso electoral. ¿Eso nos haría dueños de la verdad absoluta? Por supuesto que no. Simplemente promovemos un sistema que hemos visto que funciona en la gran mayoría de países en donde se ha implementado, con mucha o poca corrupción, con deficiencias grandes por no lograr sacar de la pobreza a muchísimas personas, por no mejorar la calidad educativa, por permitir abusos de funcionarios, oenegeros y sindicatos, entre muchas otras cosas.  El sistema funciona; son las personas las que fallan.

Sin embargo, la otra opción ideológica que se nos plantea es la que realmente nos divide como sociedad, tal como lo manifiesta Ionesco. Quienes pregonan todas las versiones de izquierda que hay, desde la “light” hasta la más recalcitrante, utilizan las fallas descritas anteriormente como argumento irrebatible de lo dañino que es el sistema englobado como “de derecha”, rechazando cualquier argumento en contra y manipulando la información a su favor.  Es natural, y prácticamente automático, que se sientan poseedores de la absoluta verdad pues han “demostrado” las grandes fallas del sistema republicano, de derecha, de libre mercado. Este sistema no funciona pues va en contra de la misma naturaleza desigual del hombre y de la sociedad. 

Se hace necesario, entonces, unirnos por medio de la angustia y de los sueños, como dice Ionesco.  Nos aterra vivir bajo el yugo de un Estado que quiera controlarlo todo, que crezca en tamaño para lograrlo a través de la imposición de leyes y reglamentos interminables.  Nos angustia la ignorancia de tantos, consecuencia de un sistema educativo deficiente, anticuado e inoperante, sumado a la desnutrición que dificulta y hasta imposibilita el aprendizaje.  Nos enoja la pasividad de la mayoría de funcionarios públicos que, en vez de asumir su responsabilidad, la delega a quien pueda darle más de lo que ya recibe. Esas angustias, unidas a tantos sueños de vivir en un país próspero y en paz, es lo que nos une.  El “¿cómo?” es la gran diferencia entre unos y otros, y es insoslayable.  

Estamos a pocos días de cumplir con nuestra obligación ciudadana de ir a votar.  Guatemala nos necesita. La decisión de por quién votar es trascendental y debe tomarse con la seriedad que demanda la encrucijada en la que vivimos.  Para mí, la decisión está tomada: iré a votar el 11 de agosto a favor de “la derecha”, con sus deficiencias y limitaciones.


Política, lo que separa a unos de otros

Carolina Castellanos
01 de agosto, 2019

“Las ideologías nos separan.  Los sueños y las angustias nos unen.”

Eugéne Ionesco, dramaturgo romano francés

Tiempos difíciles los que estamos viviendo en Guatemala,  convulsa, inestable, polarizada y, sobre todo, dividida. Como dijo el dramaturgo Ionesco, la política y las ideologías nos separan.  Esto es inevitable. Lo demás, no.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

La RAE define ideología como “conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso, político, etc.” Ante esta definición, vemos que es imposible que la totalidad de una población tenga esas mismas ideas fundamentales.  Esto, sumado a lo convulso e inestable de la situación en general del país, causa este enorme divisionismo que logra romper barreras intelectuales, espirituales, de amistad, de todo. 

Lo más difícil en este tema ideológico es la creencia que cada uno de nosotros es dueño de la verdad.  Y mientras más cerca se está de la política, esta falsa creencia se hace más evidente. Es aquí donde el divisionismo empieza a romper barreras que, en algún momento, creímos infranqueables.  Amistades eternas, familiares cercanos, vecinos, compañeros de iglesia, terminan en el más profundo de los odios. No vale la pena, pues la realidad es que ninguno de nosotros es dueño de la verdad absoluta.

Hay un grupo grande, llamado genéricamente “de derecha”, que promueve un sistema de vida en libertad que nos permite hacer lo que nos plazca dentro de los límites de la ley; que cree en un sistema republicano con separación de poderes, por lo que ninguna corte de la órdenes al Presidente ni a los diputados.  Aboga por la protección de la familia tradicional como centro de toda sociedad. Hemos peleado con todo para que sea este sistema el que triunfe en el proceso electoral. ¿Eso nos haría dueños de la verdad absoluta? Por supuesto que no. Simplemente promovemos un sistema que hemos visto que funciona en la gran mayoría de países en donde se ha implementado, con mucha o poca corrupción, con deficiencias grandes por no lograr sacar de la pobreza a muchísimas personas, por no mejorar la calidad educativa, por permitir abusos de funcionarios, oenegeros y sindicatos, entre muchas otras cosas.  El sistema funciona; son las personas las que fallan.

Sin embargo, la otra opción ideológica que se nos plantea es la que realmente nos divide como sociedad, tal como lo manifiesta Ionesco. Quienes pregonan todas las versiones de izquierda que hay, desde la “light” hasta la más recalcitrante, utilizan las fallas descritas anteriormente como argumento irrebatible de lo dañino que es el sistema englobado como “de derecha”, rechazando cualquier argumento en contra y manipulando la información a su favor.  Es natural, y prácticamente automático, que se sientan poseedores de la absoluta verdad pues han “demostrado” las grandes fallas del sistema republicano, de derecha, de libre mercado. Este sistema no funciona pues va en contra de la misma naturaleza desigual del hombre y de la sociedad. 

Se hace necesario, entonces, unirnos por medio de la angustia y de los sueños, como dice Ionesco.  Nos aterra vivir bajo el yugo de un Estado que quiera controlarlo todo, que crezca en tamaño para lograrlo a través de la imposición de leyes y reglamentos interminables.  Nos angustia la ignorancia de tantos, consecuencia de un sistema educativo deficiente, anticuado e inoperante, sumado a la desnutrición que dificulta y hasta imposibilita el aprendizaje.  Nos enoja la pasividad de la mayoría de funcionarios públicos que, en vez de asumir su responsabilidad, la delega a quien pueda darle más de lo que ya recibe. Esas angustias, unidas a tantos sueños de vivir en un país próspero y en paz, es lo que nos une.  El “¿cómo?” es la gran diferencia entre unos y otros, y es insoslayable.  

Estamos a pocos días de cumplir con nuestra obligación ciudadana de ir a votar.  Guatemala nos necesita. La decisión de por quién votar es trascendental y debe tomarse con la seriedad que demanda la encrucijada en la que vivimos.  Para mí, la decisión está tomada: iré a votar el 11 de agosto a favor de “la derecha”, con sus deficiencias y limitaciones.