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2020: pensamiento positivo o esperanza cristiana

Redacción
01 de enero, 2020

Cabe esperar en un día como hoy, primero del año, un mensaje alentador y enteramente positivo. Y sí, de alguna manera lo ensayaré, no sin antes hacer frente a un asunto que me parece crítico de cara al tradicional sentimiento esperanzador que nos embarga cada vez que empezamos un año, ya no digamos, cada vez que comenzamos una década. 

Abundan por estos días los mensajes positivos en redes sociales. Incluso de gente que, generalmente, no frecuentas o no conoces. Y está bien: mantener una actitud positiva frente a la vida te permite encarar los problemas, gestionar las emociones y tener una buena autoestima, refiere el psicólogo español Jesús Matos en su artículo La gran mentira del pensamiento positivo. 

El problema es creer que todo lo que se anhela pasará, que todo lo que deseas lo atraes. Lamentablemente, prevalece esta mentalidad, en gran medida estimulada por lo que se ha dado en llamar justamente “el pensamiento positivo”. Es un problema cuando esta actitud te hace no ser consciente de la Realidad; como dice Jenny Murray en su crítica al libro “Sonríe o muere: Cómo el pensamiento positivo engañó a América y al mundo” de Barbara Ehrenreich, ese pensamiento te induce a “ver el vaso medio lleno, incluso cuando se encuentra hecho pedazos en el suelo”. Es un problema cuando quieres “aparentar” algo que realmente o no eres o no tienes. 

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Evitar ser consciente de la realidad, aún cuando esta sea cruel o adversa, tiene sus consecuencias. Invariablemente te conducirá a tener sentimientos de tristeza y frustración del tipo no-anticipado.Mientras que, si reconoces la realidad tal cual es y te dispones allevarla como “cruz”, a pesar de lo pesado que se sienta, no solo te anticipas a aquellos sentimientos, sino que te permite activar mecanismos de defensa, superación y acción. En este sentido es importante recordar que no es bueno reprimir sentimientos negativos; lo importante es vivirlos a la luz de la fe cristiana, siendo aquí donde ahora quiero ensayar…

La esperanza cristiana es muy diferente al pensamiento positivo. Este último parte de la peligrosa premisa de que “tú eres el único responsable de tu condición y que, en cierta manera, todo lo que te ocurre o te deja de ocurrir es únicamente tu culpa”, refiere Juan Carlos Siurana, profesor titular de ética de la Universitat de València. Por su parte la esperanza cristiana es una virtud teologal, por tanto una Gracia, en cuanto don o regalo, dado por Dios. Una virtud es una “disposición” de la mente y del corazón, y la esperanza una “fuerza indómita […] que potencia todas las virtudes de la constelación de la Fortaleza” como lo refiere el Padre argentino Ramiro Sáenz. 

Santo Tomás de Aquino nos enseña que para quienes la esperanza es grande las dificultades de la vida se hacen pequeñas. Y ello no significa que los cristianos seamos masoquistas ni que tengamos un “apego romántico al sufrimiento”, simplemente significa que para los Cristianos los problemas y las adversidadestienen un sentido trascendente y por tanto santificador. 

En este orden de cosas, naturales y sobre naturales, reales ambas, acontece este fin de año 2019 y comienzo de década 2020-2029. Los guatemaltecos y los latinoamericanos esperamos cambios para bien, en todo ámbito de nuestras vidas, y para nuestras naciones. Lamentablemente la realidad no es fácil de advertir para muchos, lo cual les hace sobredimensionar las probabilidades de éxito, cayendo en un pensamiento positivo inútil y perjudicial. Aunque anhelemos cambios para bien, estos no sucederán pues las condiciones reales no son favorables. 

Por ejemplo, Guatemala está a las puertas de un cambio de gobierno y aunque para muchos ello signifique “esperanza”, la realidad es que no lo es. El simple cambio de gobernantes sin cambio de Sistema -político y económico- no provocará cambios para bien. América latina es también ejemplo; la primera década del presente siglo fue -en general- de las izquierdas (Kirchner, Chávez, Colom), la segunda, la que terminamos, fue -en general- de las derechas malas (Macri, Peña Nieto y Jimmy Morales). La que iniciamos, de acuerdo a la teoría política del péndulo, será de las izquierdas y a juzgar por el devenir de los últimos meses, lo será de las izquierdas duras, las violentas. 

Así las cosas, más nos vale que no sucumbamos al inútil pensamiento positivo y nos revistamos de implacable realismo y esperanza cristiana. Anhelemos, pero esforcémonos, porque las cosas no cambian por arte de magia, aún y cuando confiemos en la promesa de Dios. Él requiere de nuestra intercesión y por ella debemos entender “acciones concretas”. Termino con un texto iluminador del profesor español en teología Pedro Álamo: “Debemos luchar por la justicia, la paz y la libertad de todos los seres humanos; y esto lo haremos por fe, en la confianza de que Dios puede transformar este mundo. A veces conquistaremos lo imposible; otras veces, sucumbiremos; pero no importa, porque estaremos haciendo lo que debemos y que Dios haga lo que bien le parezca”. ¡Feliz y próspero año 2020!

___________

Jorge David Chapas es político liberal clásico, académico, empresario y padre homeschooler | [email protected] | @JDChapas

2020: pensamiento positivo o esperanza cristiana

Redacción
01 de enero, 2020

Cabe esperar en un día como hoy, primero del año, un mensaje alentador y enteramente positivo. Y sí, de alguna manera lo ensayaré, no sin antes hacer frente a un asunto que me parece crítico de cara al tradicional sentimiento esperanzador que nos embarga cada vez que empezamos un año, ya no digamos, cada vez que comenzamos una década. 

Abundan por estos días los mensajes positivos en redes sociales. Incluso de gente que, generalmente, no frecuentas o no conoces. Y está bien: mantener una actitud positiva frente a la vida te permite encarar los problemas, gestionar las emociones y tener una buena autoestima, refiere el psicólogo español Jesús Matos en su artículo La gran mentira del pensamiento positivo. 

El problema es creer que todo lo que se anhela pasará, que todo lo que deseas lo atraes. Lamentablemente, prevalece esta mentalidad, en gran medida estimulada por lo que se ha dado en llamar justamente “el pensamiento positivo”. Es un problema cuando esta actitud te hace no ser consciente de la Realidad; como dice Jenny Murray en su crítica al libro “Sonríe o muere: Cómo el pensamiento positivo engañó a América y al mundo” de Barbara Ehrenreich, ese pensamiento te induce a “ver el vaso medio lleno, incluso cuando se encuentra hecho pedazos en el suelo”. Es un problema cuando quieres “aparentar” algo que realmente o no eres o no tienes. 

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Evitar ser consciente de la realidad, aún cuando esta sea cruel o adversa, tiene sus consecuencias. Invariablemente te conducirá a tener sentimientos de tristeza y frustración del tipo no-anticipado.Mientras que, si reconoces la realidad tal cual es y te dispones allevarla como “cruz”, a pesar de lo pesado que se sienta, no solo te anticipas a aquellos sentimientos, sino que te permite activar mecanismos de defensa, superación y acción. En este sentido es importante recordar que no es bueno reprimir sentimientos negativos; lo importante es vivirlos a la luz de la fe cristiana, siendo aquí donde ahora quiero ensayar…

La esperanza cristiana es muy diferente al pensamiento positivo. Este último parte de la peligrosa premisa de que “tú eres el único responsable de tu condición y que, en cierta manera, todo lo que te ocurre o te deja de ocurrir es únicamente tu culpa”, refiere Juan Carlos Siurana, profesor titular de ética de la Universitat de València. Por su parte la esperanza cristiana es una virtud teologal, por tanto una Gracia, en cuanto don o regalo, dado por Dios. Una virtud es una “disposición” de la mente y del corazón, y la esperanza una “fuerza indómita […] que potencia todas las virtudes de la constelación de la Fortaleza” como lo refiere el Padre argentino Ramiro Sáenz. 

Santo Tomás de Aquino nos enseña que para quienes la esperanza es grande las dificultades de la vida se hacen pequeñas. Y ello no significa que los cristianos seamos masoquistas ni que tengamos un “apego romántico al sufrimiento”, simplemente significa que para los Cristianos los problemas y las adversidadestienen un sentido trascendente y por tanto santificador. 

En este orden de cosas, naturales y sobre naturales, reales ambas, acontece este fin de año 2019 y comienzo de década 2020-2029. Los guatemaltecos y los latinoamericanos esperamos cambios para bien, en todo ámbito de nuestras vidas, y para nuestras naciones. Lamentablemente la realidad no es fácil de advertir para muchos, lo cual les hace sobredimensionar las probabilidades de éxito, cayendo en un pensamiento positivo inútil y perjudicial. Aunque anhelemos cambios para bien, estos no sucederán pues las condiciones reales no son favorables. 

Por ejemplo, Guatemala está a las puertas de un cambio de gobierno y aunque para muchos ello signifique “esperanza”, la realidad es que no lo es. El simple cambio de gobernantes sin cambio de Sistema -político y económico- no provocará cambios para bien. América latina es también ejemplo; la primera década del presente siglo fue -en general- de las izquierdas (Kirchner, Chávez, Colom), la segunda, la que terminamos, fue -en general- de las derechas malas (Macri, Peña Nieto y Jimmy Morales). La que iniciamos, de acuerdo a la teoría política del péndulo, será de las izquierdas y a juzgar por el devenir de los últimos meses, lo será de las izquierdas duras, las violentas. 

Así las cosas, más nos vale que no sucumbamos al inútil pensamiento positivo y nos revistamos de implacable realismo y esperanza cristiana. Anhelemos, pero esforcémonos, porque las cosas no cambian por arte de magia, aún y cuando confiemos en la promesa de Dios. Él requiere de nuestra intercesión y por ella debemos entender “acciones concretas”. Termino con un texto iluminador del profesor español en teología Pedro Álamo: “Debemos luchar por la justicia, la paz y la libertad de todos los seres humanos; y esto lo haremos por fe, en la confianza de que Dios puede transformar este mundo. A veces conquistaremos lo imposible; otras veces, sucumbiremos; pero no importa, porque estaremos haciendo lo que debemos y que Dios haga lo que bien le parezca”. ¡Feliz y próspero año 2020!

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Jorge David Chapas es político liberal clásico, académico, empresario y padre homeschooler | [email protected] | @JDChapas