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Giammattei no quiere “tomar bando”

Redacción
20 de enero, 2020

Los primeros meses del gobierno de Jimmy Morales se vieron definidos por el legado de la crisis política del 2015. Como resultado de ese evento histórico, el entonces presidente debía optar por uno de dos posibles caminos. El primero, alinearse a las demandas de actores que exigían continuar la lucha contra la corrupción y la reforma del Estado. El segundo, mantener una relación cordial con la clase política tradicional, con el fin de garantizar cierto nivel de gobernabilidad. En ambas opciones había posibles costos y beneficios. En la primera, Morales obtendría popularidad, pero su posición ante el Congreso y otros poderes sería vulnerable. En la segunda, Morales garantizaría su sobrevivencia ante el establishment, pero perdería su popularidad ante una parte de la ciudadanía deseosa de romper con el statu quo. El desenlace de la historia ya lo conocemos. En los primeros dos años de su gobierno, Morales optó por el primer camino, al apoyar a la facción liderada por Iván Velásquez y Thelma Aldana. Sin embargo, después de la persecución penal a miembros de su círculo familiar, Morales se alineó a los actores tradicionales, fortalecidos por el apoyo de ciudadanos desencantados del actuar de la CICIG. 

Desde mi perspectiva, el presidente Giammattei no quiere “tomar bando” en este conflicto que ha predominado en los últimos años. En efecto, su discurso y primeras acciones muestran su deseo de replantear la discusión política alrededor de una agenda y visión de estado propia. Con esto, Giammattei buscaría posicionar la presidencia como una institución independiente, alejada de las presiones de actores externos. 

Por ejemplo, en su discurso de toma de posesión, Giammattei apeló al fin del conflicto entre grupos ideológicos. Motivó la búsqueda de la unidad, a partir de una agenda de política pública enfocada en la seguridad, lucha contra la corrupción y la desnutrición, promoción de la economía, entre otros temas. A lo largo de su intervención, el presidente no tomó postura sobre ninguno de los debates importantes durante la administración de Morales: el papel de la Corte de Constitucionalidad en el sistema político, la soberanía, y temas sociales como la defensa de una visión conservadora de la familia. Además, sus acciones confirman esta tendencia. El presidente Giammattei ha complacido a la derecha al buscar retomar el control de las fuerzas de seguridad en Mixco y San Juan Sacatepéquez, y ha generado optimismo por la agenda económica del gobierno orientada hacia la inversión. Al mismo tiempo, el presidente ha complacido a la izquierda al buscar una relación amigable con la Corte de Constitucionalidad, criticar la gestión de los ex ministros Jovel y Degenhart, y buscar restablecer las relaciones con países como Suecia.   

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¿Tendrá éxito el presidente Giammattei en replantear los ejes de discusión del sistema político? ¿Podrá sobrevivir sin alinearse a una de las facciones en conflicto?

Dadas las condiciones actuales, el presidente Giammattei podría aislarse de la confrontación. La salida de la CICIG disminuyó el nivel de polarización que azotó al sistema político guatemalteco. Esto permitirá que las coaliciones políticas durante este periodo vayan más allá de las orientaciones ideológicas. En efecto, la elección de junta directiva del Congreso mostró que la ideología no será la base sobre la cual se construirán las alianzas. Asimismo, a diferencia de Morales, quien se enfrentó a la presión de un embajador estadounidense completamente alineado a una facción, Giammattei inició su mandato en el contexto de una administración republicana, la cual ha moderado las posturas de la Embajada en Guatemala. Sin bien, veo positivo el intento del Presidente de alejarse del conflicto, espero que sus decisiones respondan a un conjunto de principios y no a un simple deseo de obtener popularidad. Hasta el momento, su plan de gobierno muestra cierta orientación hacia una visión de centro derecha, veremos si esto se sostiene en el tiempo o si Giammattei también sucumbirá a las presiones del sistema.


Giammattei no quiere “tomar bando”

Redacción
20 de enero, 2020

Los primeros meses del gobierno de Jimmy Morales se vieron definidos por el legado de la crisis política del 2015. Como resultado de ese evento histórico, el entonces presidente debía optar por uno de dos posibles caminos. El primero, alinearse a las demandas de actores que exigían continuar la lucha contra la corrupción y la reforma del Estado. El segundo, mantener una relación cordial con la clase política tradicional, con el fin de garantizar cierto nivel de gobernabilidad. En ambas opciones había posibles costos y beneficios. En la primera, Morales obtendría popularidad, pero su posición ante el Congreso y otros poderes sería vulnerable. En la segunda, Morales garantizaría su sobrevivencia ante el establishment, pero perdería su popularidad ante una parte de la ciudadanía deseosa de romper con el statu quo. El desenlace de la historia ya lo conocemos. En los primeros dos años de su gobierno, Morales optó por el primer camino, al apoyar a la facción liderada por Iván Velásquez y Thelma Aldana. Sin embargo, después de la persecución penal a miembros de su círculo familiar, Morales se alineó a los actores tradicionales, fortalecidos por el apoyo de ciudadanos desencantados del actuar de la CICIG. 

Desde mi perspectiva, el presidente Giammattei no quiere “tomar bando” en este conflicto que ha predominado en los últimos años. En efecto, su discurso y primeras acciones muestran su deseo de replantear la discusión política alrededor de una agenda y visión de estado propia. Con esto, Giammattei buscaría posicionar la presidencia como una institución independiente, alejada de las presiones de actores externos. 

Por ejemplo, en su discurso de toma de posesión, Giammattei apeló al fin del conflicto entre grupos ideológicos. Motivó la búsqueda de la unidad, a partir de una agenda de política pública enfocada en la seguridad, lucha contra la corrupción y la desnutrición, promoción de la economía, entre otros temas. A lo largo de su intervención, el presidente no tomó postura sobre ninguno de los debates importantes durante la administración de Morales: el papel de la Corte de Constitucionalidad en el sistema político, la soberanía, y temas sociales como la defensa de una visión conservadora de la familia. Además, sus acciones confirman esta tendencia. El presidente Giammattei ha complacido a la derecha al buscar retomar el control de las fuerzas de seguridad en Mixco y San Juan Sacatepéquez, y ha generado optimismo por la agenda económica del gobierno orientada hacia la inversión. Al mismo tiempo, el presidente ha complacido a la izquierda al buscar una relación amigable con la Corte de Constitucionalidad, criticar la gestión de los ex ministros Jovel y Degenhart, y buscar restablecer las relaciones con países como Suecia.   

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¿Tendrá éxito el presidente Giammattei en replantear los ejes de discusión del sistema político? ¿Podrá sobrevivir sin alinearse a una de las facciones en conflicto?

Dadas las condiciones actuales, el presidente Giammattei podría aislarse de la confrontación. La salida de la CICIG disminuyó el nivel de polarización que azotó al sistema político guatemalteco. Esto permitirá que las coaliciones políticas durante este periodo vayan más allá de las orientaciones ideológicas. En efecto, la elección de junta directiva del Congreso mostró que la ideología no será la base sobre la cual se construirán las alianzas. Asimismo, a diferencia de Morales, quien se enfrentó a la presión de un embajador estadounidense completamente alineado a una facción, Giammattei inició su mandato en el contexto de una administración republicana, la cual ha moderado las posturas de la Embajada en Guatemala. Sin bien, veo positivo el intento del Presidente de alejarse del conflicto, espero que sus decisiones respondan a un conjunto de principios y no a un simple deseo de obtener popularidad. Hasta el momento, su plan de gobierno muestra cierta orientación hacia una visión de centro derecha, veremos si esto se sostiene en el tiempo o si Giammattei también sucumbirá a las presiones del sistema.