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Un nuevo amanecer

Carolina Castellanos
03 de abril, 2020

Después de ver lo acontecido en el congreso (ya no merece mayúsculas) el día de ayer, ese nuevo amanecer pareciera una falacia. Esta gente, ciega, ambiciosa, sin valores ni principios, se atreve a condenarnos a todos los guatemaltecos para siempre. Su única motivación es el poder político que ejercen y que se aumenta cada vez que convencen a un su compañero dipu-lastre, de votar a favor o en contra de algo. Seguramente hay dinero para ellos atrás de todo. El nombre del juego seguirá siendo dinero y poder. Es un círculo vicioso del cual no se sale, excepto con una modificación profunda e integral del sistema de elección.

En medio de ese tsunami legislativo, tenemos las redes sociales que se han convertido en casi la única forma de relacionamiento con el mundo, cercano y lejano.  Lamentablemente, lejos de construir, los miles de comentarios, en su gran mayoría, han sido negativos, de críticas a todo lo que hace el gobierno o deja de hacer.  Además, los oportunistas de siempre, no pierden tiempo en meter su semilla ideológica para seguir creando odio y resentimiento. Por supuesto que se vale. Tenemos libertad para expresarnos.

Es mi criterio que el gobierno central (NO el Congreso) ha hecho un buen trabajo, en medio de tanto problema y con serias limitaciones presupuestarias.  Recordemos que todo el dinero que tiene el gobierno, hasta el último centavo, tiene nombre y apellido. No se puede usar dinero de sueldos para pagar alquileres, por ejemplo. Hay que hacer una maraña de transferencias y reajustes para poder hacerlo. Aún así, han logrado levantar dos hospitales, reducir grandemente el contagio y mantener al país caminando, literalmente con muletas. Por ello considero que una contribución grande que todos podemos hacer es felicitarlos por las cosas bien hechas.  Ellos, más que nadie, necesitan esa motivación.

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Estamos viviendo una época de cambios demasiado fuertes como para procesarlos todos de una vez.  Una partícula invisible nos ha hecho tener que redefinir nuestra forma de vida. La cuarentena y el toque de queda son dos limitaciones a nuestra libertad de movimiento y de relacionamiento con familia y amigos.  Nos hace falta el contacto físico de un abrazo o de un estrechón de manos. También el “cafecito” por la tarde o las reuniones de trabajo durante el desayuno o el almuerzo. Esto tiene que pasar la factura en nuestra mente.  Ya llevamos tres semanas de encierro; ya no somos los mismos.

En medio de todo, sí veo un nuevo amanecer. La solidaridad se ha acrecentado a niveles impresionantes.  Desde ayudar a un comerciante de verduras comprándole más de lo necesario, regalando comida a alguien que lo requiere, hasta grandes empresas dando millones para equipamiento de hospitales y restaurantes dando comida gratis a las enfermeras, médicos, y otros. Tengo confianza en que esta solidaridad va a permanecer después de la emergencia.

Veremos cambios en las formas de trabajo.  Por ejemplo, trabajar desde casa pasará a ser una forma normal de contratación, cuando se puede.  Esto ayudará a muchas madres con hijos pequeños a poder emplearse. Tendremos redistribución de prioridades, redefiniendo lo importante, cada quien en su vida y en su empresa y trabajo.

También veo un nuevo amanecen en cuanto a que la única forma de mantener la salud mental en estos días es vía la espiritualidad. No hablo de religión sino de actitud hacia la vida, de la forma de relacionarnos, de la protección de nuestras formas y costumbres culturales y, sobre todo, de aceptar lo que no podemos cambiar, incidir para lograr cambios positivos en el país y agradecer una y otra vez por todo lo que tenemos, aunque parezca mínimo.  

Como dijo Nando Parrado, sobreviviente de la tragedia de Los Andes en 1972, cuando salió a buscar ayuda, “estamos vivos, seguimos caminando”.


Un nuevo amanecer

Carolina Castellanos
03 de abril, 2020

Después de ver lo acontecido en el congreso (ya no merece mayúsculas) el día de ayer, ese nuevo amanecer pareciera una falacia. Esta gente, ciega, ambiciosa, sin valores ni principios, se atreve a condenarnos a todos los guatemaltecos para siempre. Su única motivación es el poder político que ejercen y que se aumenta cada vez que convencen a un su compañero dipu-lastre, de votar a favor o en contra de algo. Seguramente hay dinero para ellos atrás de todo. El nombre del juego seguirá siendo dinero y poder. Es un círculo vicioso del cual no se sale, excepto con una modificación profunda e integral del sistema de elección.

En medio de ese tsunami legislativo, tenemos las redes sociales que se han convertido en casi la única forma de relacionamiento con el mundo, cercano y lejano.  Lamentablemente, lejos de construir, los miles de comentarios, en su gran mayoría, han sido negativos, de críticas a todo lo que hace el gobierno o deja de hacer.  Además, los oportunistas de siempre, no pierden tiempo en meter su semilla ideológica para seguir creando odio y resentimiento. Por supuesto que se vale. Tenemos libertad para expresarnos.

Es mi criterio que el gobierno central (NO el Congreso) ha hecho un buen trabajo, en medio de tanto problema y con serias limitaciones presupuestarias.  Recordemos que todo el dinero que tiene el gobierno, hasta el último centavo, tiene nombre y apellido. No se puede usar dinero de sueldos para pagar alquileres, por ejemplo. Hay que hacer una maraña de transferencias y reajustes para poder hacerlo. Aún así, han logrado levantar dos hospitales, reducir grandemente el contagio y mantener al país caminando, literalmente con muletas. Por ello considero que una contribución grande que todos podemos hacer es felicitarlos por las cosas bien hechas.  Ellos, más que nadie, necesitan esa motivación.

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Estamos viviendo una época de cambios demasiado fuertes como para procesarlos todos de una vez.  Una partícula invisible nos ha hecho tener que redefinir nuestra forma de vida. La cuarentena y el toque de queda son dos limitaciones a nuestra libertad de movimiento y de relacionamiento con familia y amigos.  Nos hace falta el contacto físico de un abrazo o de un estrechón de manos. También el “cafecito” por la tarde o las reuniones de trabajo durante el desayuno o el almuerzo. Esto tiene que pasar la factura en nuestra mente.  Ya llevamos tres semanas de encierro; ya no somos los mismos.

En medio de todo, sí veo un nuevo amanecer. La solidaridad se ha acrecentado a niveles impresionantes.  Desde ayudar a un comerciante de verduras comprándole más de lo necesario, regalando comida a alguien que lo requiere, hasta grandes empresas dando millones para equipamiento de hospitales y restaurantes dando comida gratis a las enfermeras, médicos, y otros. Tengo confianza en que esta solidaridad va a permanecer después de la emergencia.

Veremos cambios en las formas de trabajo.  Por ejemplo, trabajar desde casa pasará a ser una forma normal de contratación, cuando se puede.  Esto ayudará a muchas madres con hijos pequeños a poder emplearse. Tendremos redistribución de prioridades, redefiniendo lo importante, cada quien en su vida y en su empresa y trabajo.

También veo un nuevo amanecen en cuanto a que la única forma de mantener la salud mental en estos días es vía la espiritualidad. No hablo de religión sino de actitud hacia la vida, de la forma de relacionarnos, de la protección de nuestras formas y costumbres culturales y, sobre todo, de aceptar lo que no podemos cambiar, incidir para lograr cambios positivos en el país y agradecer una y otra vez por todo lo que tenemos, aunque parezca mínimo.  

Como dijo Nando Parrado, sobreviviente de la tragedia de Los Andes en 1972, cuando salió a buscar ayuda, “estamos vivos, seguimos caminando”.