Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Las buenas intenciones detrás del intervencionismo.

Nicholas Virzi
26 de marzo, 2021

Se discute mucho la injerencia de EEUU en nuestra región, las presuntas violaciones de la soberanía de nuestros países, en un debate que trata un tema nada nuevo en la región. Lo único nuevo es el abierto abandono de la izquierda latinoamericana de su postura tradicional de oposición a las intervenciones de EEUU. La izquierda al fin entiende que hay buenas intenciones detrás de las intervenciones que históricamente han criticado.

Un repaso histórico permitirá el justo dimensionamiento de la naturaleza y las contribuciones positivas de las intervenciones de EEUU en la región. Desde que se anuncia en 1823 la Doctrina Monroe, que reclamó las américas como su esfera de influencia, EEUU se ha visto en la necesidad de intervenir en los asuntos de la región para avanzar sus intereses, la seguridad, propiedad e inversiones de sus ciudadanos en la región.  Estas intervenciones también han servido los intereses de los países intervenidos, dado que los latinoamericanos se han demostrado a lo largo de los años incapaces de gobernarse de la manera correcta, por el bien de sus ciudadanos.  

En mayo de 1846, el Congreso de EEUU aprobó una declaración de guerra contra México. Esta guerra fue criticada por políticos notables como el entonces congresista Abraham Lincoln, y el expresidente John Quincy Adams, quien dijo que se buscaba una guerra con México para anexar sus territorios y expandir el territorio esclavista en EEUU.  Sin embargo, los resultados históricos validan los argumentos de los intervencionistas que abogaron por esa guerra de agresión.  

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Luego de perder la guerra con EEUU, México cedió el 55 por ciento de su territorio a EEUU. El nuevo territorio adquirido por EEUU incluía partes de los actuales estados de Arizona, California, Nuevo México, Texas, Colorado, Nevada y Utah. El nuevo territorio la confirió a EEUU amplio acceso al Océano Pacífico, sin el cual no podría ser una superpotencia mundial. Es importante recalcar que la conquista Americana trajo mejor gobierno y prosperidad a los territorios mal administrados por México. Los datos recientes comprueban que la conquista Americana trajo desarrollo y prosperidad a los nuevos territorios.  En 2019, en México el ingreso per cápita apenas alcanzaba $9,862 por año por persona, comparado con $70,662 en California, $44,161 en Arizona, $50,043 en Nevada, $61,682 en Texas y $61,311 en Colorado, según datos de Statista.com. La gobernanza y los indicadores de desarrollo también son mejores en los ex territorios mexicanos que en México mismo.  

A principios del Siglo XX, EEUU intervino apoyando fuerzas independistas para crear el país de Panamá, que pronto partió en dos para terminar de crear el Canal de Panamá.  Desde que se abrió el Canal en 1914, el mundo entero se ha visto beneficiado con la expansión del comercio a costos reducidos.  En ese espacio de tiempo EEUU y Cuba también firmaron un tratado que cedió la gobernanza y la base de Guantánamo de Cuba a EEUU. Asimismo, la enmienda Platt aseguró la integridad y seguridad de Cuba contra cualquier intervención extranjera indebida. La influencia Americana en Cuba permitió que estuviera entre los países con mejores indicadores de desarrollo en la región, previo a la revolución castrista.  

En los primeros 40 años del Siglo XX EEUU intervino tantas veces en Centroamérica y el Caribe bajo la lógica de la diplomacia de cañoneras y del dólar para proteger sus intereses comerciales que se llegó a conocer esta época como la era de las Guerras Bananeras, haciendo referencia tanto a los malos gobiernos de la región como a las medidas de política exterior que incluían ocupaciones militares, acciones policiales e intervenciones de Estados Unidos. De hecho, los Marines de EEUU desarrollaron su manual de guerra de guerrillas con base a esta experiencia, combatiendo a las fuerzas irregulares de Augusto Nicolás Calderón Sandino en los años treinta. El conocimiento adquirido en este tema ayudó a los Marines vencer a los japoneses en las junglas de las islas del Océano Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. La victoria de los Aliados en esa guerra constituyó uno de los triunfos más grandes de la humanidad.  

Las intervenciones de EEUU en la región ciertamente se dieron para avanzar los intereses de EEUU, pero también los intereses de los latinoamericanos.  Las intervenciones fueron, y siguen siendo, necesarias para mitigar la inestabilidad política que caracteriza la región, para poder sentar las bases de buena gobernanza, crecimiento económico y desarrollo. Sin embargo, no ha sido hasta recientemente que la izquierda latinoamericana lograse comprender el papel positivo de las intervenciones de EEUU en la región.  

Por años, la izquierda criticó los esfuerzos de EEUU por traer desarrollo a la región, basados en las mismas experiencias que permitieron el desarrollo fenomenal EEUU. Por ejemplo, no supieron apreciar los avances en materia de las enfermedades de transmisión sexual que resultaron de los experimentos médicos que el gobierno de EEUU hizo en conjunto con el gobierno de Juan José Arévalo. Se criticaron cómo bárbaros los experimentos, una clara exageración, dado que la población total del estudio solo incluyó a unas 5,500 personas inscritas sin su consentimiento. EEUU estaba no más haciendo en Guatemala los mismos experimentos que practicó con su población afroamericana en Tuskegee, Alabama. Los guatemaltecos inscritos en el programa por lo general eran prisioneros, trabajadores sexuales, niños y pacientes psiquiátricos. Solo aproximadamente una cuarta parte de los cuales fueron infectados deliberadamente con sífilis y gonorrea. Lo que no se ha apreciado lo suficiente de este episodio son las buenas intenciones de los gobiernos de avanzar el conocimiento científico y, con ello, el progreso humano.  

Asimismo, por mucho tiempo no se apreció el gran esfuerzo que lideró EEUU por contener la expansión del comunismo en América Latina y el Caribe, en beneficio de los pueblos de la región. Los golpes de Estado promovidos por la CIA que derrocaron a Jacobo Árbenz en Guatemala en 1954, a Salvador Allende en Chile en 1973, la fallida invasión de la Bahía de Cochinos en Cuba en 1961, la intervención militar que capturó a Manuel Noriega en Panamá en 1990, el financiamiento de la guerrilla anticomunista Los Contras en Nicaragua en los años ochenta, constituyeron en su conjunto una gran iniciativa que EEUU lideró para proteger a toda la región durante la Guerra Fría, por el bien común de todos los países de las Américas. 

Si no fuera por la constancia de la política exterior de EEUU, la región estaría hoy dominada por gobiernos socialistas y/o por narco Estados, y habría todavía más pobreza de lo que actualmente hay. Por eso es bueno que, finalmente, voces importantes de la izquierda en la región comiencen a apreciar que no toda intervención extranjera es mala. Esto es particularmente cierto cuando nosotros no tenemos la capacidad autónoma de lograr nuestro propio desarrollo.  

Las buenas intenciones detrás del intervencionismo.

Nicholas Virzi
26 de marzo, 2021

Se discute mucho la injerencia de EEUU en nuestra región, las presuntas violaciones de la soberanía de nuestros países, en un debate que trata un tema nada nuevo en la región. Lo único nuevo es el abierto abandono de la izquierda latinoamericana de su postura tradicional de oposición a las intervenciones de EEUU. La izquierda al fin entiende que hay buenas intenciones detrás de las intervenciones que históricamente han criticado.

Un repaso histórico permitirá el justo dimensionamiento de la naturaleza y las contribuciones positivas de las intervenciones de EEUU en la región. Desde que se anuncia en 1823 la Doctrina Monroe, que reclamó las américas como su esfera de influencia, EEUU se ha visto en la necesidad de intervenir en los asuntos de la región para avanzar sus intereses, la seguridad, propiedad e inversiones de sus ciudadanos en la región.  Estas intervenciones también han servido los intereses de los países intervenidos, dado que los latinoamericanos se han demostrado a lo largo de los años incapaces de gobernarse de la manera correcta, por el bien de sus ciudadanos.  

En mayo de 1846, el Congreso de EEUU aprobó una declaración de guerra contra México. Esta guerra fue criticada por políticos notables como el entonces congresista Abraham Lincoln, y el expresidente John Quincy Adams, quien dijo que se buscaba una guerra con México para anexar sus territorios y expandir el territorio esclavista en EEUU.  Sin embargo, los resultados históricos validan los argumentos de los intervencionistas que abogaron por esa guerra de agresión.  

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Luego de perder la guerra con EEUU, México cedió el 55 por ciento de su territorio a EEUU. El nuevo territorio adquirido por EEUU incluía partes de los actuales estados de Arizona, California, Nuevo México, Texas, Colorado, Nevada y Utah. El nuevo territorio la confirió a EEUU amplio acceso al Océano Pacífico, sin el cual no podría ser una superpotencia mundial. Es importante recalcar que la conquista Americana trajo mejor gobierno y prosperidad a los territorios mal administrados por México. Los datos recientes comprueban que la conquista Americana trajo desarrollo y prosperidad a los nuevos territorios.  En 2019, en México el ingreso per cápita apenas alcanzaba $9,862 por año por persona, comparado con $70,662 en California, $44,161 en Arizona, $50,043 en Nevada, $61,682 en Texas y $61,311 en Colorado, según datos de Statista.com. La gobernanza y los indicadores de desarrollo también son mejores en los ex territorios mexicanos que en México mismo.  

A principios del Siglo XX, EEUU intervino apoyando fuerzas independistas para crear el país de Panamá, que pronto partió en dos para terminar de crear el Canal de Panamá.  Desde que se abrió el Canal en 1914, el mundo entero se ha visto beneficiado con la expansión del comercio a costos reducidos.  En ese espacio de tiempo EEUU y Cuba también firmaron un tratado que cedió la gobernanza y la base de Guantánamo de Cuba a EEUU. Asimismo, la enmienda Platt aseguró la integridad y seguridad de Cuba contra cualquier intervención extranjera indebida. La influencia Americana en Cuba permitió que estuviera entre los países con mejores indicadores de desarrollo en la región, previo a la revolución castrista.  

En los primeros 40 años del Siglo XX EEUU intervino tantas veces en Centroamérica y el Caribe bajo la lógica de la diplomacia de cañoneras y del dólar para proteger sus intereses comerciales que se llegó a conocer esta época como la era de las Guerras Bananeras, haciendo referencia tanto a los malos gobiernos de la región como a las medidas de política exterior que incluían ocupaciones militares, acciones policiales e intervenciones de Estados Unidos. De hecho, los Marines de EEUU desarrollaron su manual de guerra de guerrillas con base a esta experiencia, combatiendo a las fuerzas irregulares de Augusto Nicolás Calderón Sandino en los años treinta. El conocimiento adquirido en este tema ayudó a los Marines vencer a los japoneses en las junglas de las islas del Océano Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. La victoria de los Aliados en esa guerra constituyó uno de los triunfos más grandes de la humanidad.  

Las intervenciones de EEUU en la región ciertamente se dieron para avanzar los intereses de EEUU, pero también los intereses de los latinoamericanos.  Las intervenciones fueron, y siguen siendo, necesarias para mitigar la inestabilidad política que caracteriza la región, para poder sentar las bases de buena gobernanza, crecimiento económico y desarrollo. Sin embargo, no ha sido hasta recientemente que la izquierda latinoamericana lograse comprender el papel positivo de las intervenciones de EEUU en la región.  

Por años, la izquierda criticó los esfuerzos de EEUU por traer desarrollo a la región, basados en las mismas experiencias que permitieron el desarrollo fenomenal EEUU. Por ejemplo, no supieron apreciar los avances en materia de las enfermedades de transmisión sexual que resultaron de los experimentos médicos que el gobierno de EEUU hizo en conjunto con el gobierno de Juan José Arévalo. Se criticaron cómo bárbaros los experimentos, una clara exageración, dado que la población total del estudio solo incluyó a unas 5,500 personas inscritas sin su consentimiento. EEUU estaba no más haciendo en Guatemala los mismos experimentos que practicó con su población afroamericana en Tuskegee, Alabama. Los guatemaltecos inscritos en el programa por lo general eran prisioneros, trabajadores sexuales, niños y pacientes psiquiátricos. Solo aproximadamente una cuarta parte de los cuales fueron infectados deliberadamente con sífilis y gonorrea. Lo que no se ha apreciado lo suficiente de este episodio son las buenas intenciones de los gobiernos de avanzar el conocimiento científico y, con ello, el progreso humano.  

Asimismo, por mucho tiempo no se apreció el gran esfuerzo que lideró EEUU por contener la expansión del comunismo en América Latina y el Caribe, en beneficio de los pueblos de la región. Los golpes de Estado promovidos por la CIA que derrocaron a Jacobo Árbenz en Guatemala en 1954, a Salvador Allende en Chile en 1973, la fallida invasión de la Bahía de Cochinos en Cuba en 1961, la intervención militar que capturó a Manuel Noriega en Panamá en 1990, el financiamiento de la guerrilla anticomunista Los Contras en Nicaragua en los años ochenta, constituyeron en su conjunto una gran iniciativa que EEUU lideró para proteger a toda la región durante la Guerra Fría, por el bien común de todos los países de las Américas. 

Si no fuera por la constancia de la política exterior de EEUU, la región estaría hoy dominada por gobiernos socialistas y/o por narco Estados, y habría todavía más pobreza de lo que actualmente hay. Por eso es bueno que, finalmente, voces importantes de la izquierda en la región comiencen a apreciar que no toda intervención extranjera es mala. Esto es particularmente cierto cuando nosotros no tenemos la capacidad autónoma de lograr nuestro propio desarrollo.