Guatemala es tan diversa y con matices tan especiales que la vuelven única con una belleza tan particular con la que nos encontramos de frente a un sin número de cosas que son dignas de nombrar, a pesar de que las condiciones difíciles del país se mantienen para millones. 

Nuestro país, es tan lleno de cultura y tradición quedemuestra ser único y con un legado sin igual, en el que debemos luchar por preservar y transmitir de generación en generación.

En este espacio, no quiero inclinarme a hablar de los problemas que tenemos sin resolver, de los grandes abismos que sin lugar a dudas existen y que nos hacen tanto daño, en cambio sí, extenderme en una experiencia de armonía con mi Guatemala.

Los últimos fines de semana he viajado a la Costa Sur del país y he llegado a las playas, en un ambiente de inmensidad en dónde he disfrutado mucho del mar, pero también he sido observador en el viaje, que, a pesar de ser relativamente corto, me ha permitido ver cosas que me impresionan, por ejemplo, de ver por la ventana del carro, un contraste de belleza sin igual. 

Alguien dijo el placer de viajar no es el destinoen sí, sino la travesía para llegar a ese destino y eso sin lugar a dudas es lo que uno vive en un país como el nuestro, mi viaje de fin de semana, aunque sea frecuente siempre me matiza y me encuentro cosas nuevas, algo que creo que todos vivimos al ira diferentes partes ya sean el Sur, Occidente, Oriente o Norte.

Lo placentero para nosotros es esa nueva experiencia que insisto, aunque lo hagamos frecuentemente, no existen dos viajes iguales, en el caso del mío en este precisamente encontré una nueva forma de ver la vida, encontré en mi Guatemala profunda que, si tiene hambre, que no hay salud, ni educación, pero en los rostros de cada uno vi fuerza de vida y veo un aliento a seguir adelante para el bien de los suyos.

Guatemala es bella e increíble pero no solo por sus bellos paisajes e impresionantes playas, volcanes, montañas, lagos, ríos, etc., sino por su gente tan fuerte y altiva que sin lugar a dudas nos ofrece la visión de un país único que no tiene comparación con nada más que con una identidad propia como un rostro que, aunque sufrido y muchas veces lleno de llanto y sangre nunca se rinde y sigue para adelante.

Este viaje me mostro una Guatemala profunda que está allí lista y dispuesta a luchar por un mejor amanecer que está dispuesta al trabajo arduo para dejar a sus generaciones lo mejor de ella, por eso en esta columna me siento optimista y con un espíritu que muchas veces se siente maltratado, hoy está de pie trabajando como usted que me lee por un mejor país para nuestros hijos.