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El “Gran Cañón” de Guate

Carolina Castellanos
03 de septiembre, 2021

Esa brecha cada vez más grande entre la voluntad popular y las decisiones de gobierno está generando una división tan grande que ni el Gran Cañón de Colorado podría superarla. Pareciera una falla de esas que se abren cuando hay un terremoto. Es larga, torcida, con quiebres y muy profunda. 

Guatemala tiene varias fallas que datan desde el inicio de los tiempos. Me parece que ha surgido una nueva que amenaza con volverse muy importante y ocasionar un gran cañón a lo chapín. Mateo Rosales (juandemaria.org) se refiere, en diferente contexto, a “la brecha existente entre la participación de ciudadanos y la confianza entre éstos y los gobiernos para la creación de políticas públicas”. 

La incertidumbre en cuanto a las medidas restrictivas ha acaparado la atención de todos por muchos días. Los comentarios en las redes sociales rechazaron totalmente un cierre. Yo me incluyí en ese grupo. A diferencia de marzo 2,020, la credibilidad hacia el gobierno ha disminuido drásticamente, haciendo más grande la brecha que generalmente existe entre ambos sectores. Cada decisión activa la falla. El temblor se hace cada vez más sensible.

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Vivimos en una época en la que abundan los “expertos”, al extremo de querer imponer su criterio y rechazar, de forma contundente, las opiniones contrarias. Los ataques hacia quienes difieren en la opinión de los “sabelotodo” son violentos, drásticos y, a veces, hasta humillantes. Esto ha ocasionado dos problemas principales. El primero, la abstención de muchos que tienen criterio y derecho a opinar con sensatez, por temor a ser dilapidados en redes sociales. El segundo, el movimiento telúrico, aunque no sea tan violento, que agranda esa brecha y hace imposible llegar a acuerdos.

Ya se abrió el “gran cañón” chapín. Era sumamente difícil para el gobierno cerrar nuevamente. Se hace cada vez más necesario llegar a consensos mínimos que permitan la convivencia pacífica, la comunicación y, sobre todo, la generación de propuestas que construyan puentes entre ambos lados.

Muchos ven amenazada su subsistencia económica con cierres parciales o totales. Otros ven un cierre como el fin del país. Otro grupo, encabezado por quienes están en el área de la salud y ven el virus a la cara todos los días, casi suplicaron un cierre completo porque ya no pueden con tanta carga. El gobierno no ha podido manejar la crisis con eficiencia y se ve atrapado en la burocracia, la corrupción, la incapacidad y tantos otros problemas.

Cada uno tenemos derecho a nuestro punto de vista pues lo vemos desde nuestra propia perspectiva. Pero, como hemos construido el gran cañón, se nos hace imposible entender la perspectiva de otros y así poder proponer soluciones diferentes “fuera de la caja”. 

Sin duda alguna, todos vivimos con miedo a este enemigo invisible pero real. La teoría de una gran conspiración o del nuevo orden mundial ha alimentado ese temor. No hay forma de comprobarlo por lo que todo son conjeturas. Sea cierto o no, el virus es real y mata. 

Es nuestra responsabilidad individual cuidarnos lo más posible para evitar el contagio, y la del gobierno asegurar la disponibilidad de todo lo necesario para atender a tantas personas que lo necesitan. Es un deber cívico no violar las restricciones sino contribuir a la construcción de un puente que una a ambos lados de este gran cañón chapín. El virus pasará eventualmente, aunque no en un futuro cercano. ¿Qué quedará después? ¿Un cañón del doble de ancho y de profundidad? ¿Una sociedad desquebrajada porque fuimos intolerantes, violentos y radicales contra aquellos que opinaron diferente?

¿Cómo rellenaremos ese gran cañón? Podemos empezar en nuestro metro cuadrado si nos esforzamos en no seguir regando el virus, en asumir nuestra responsabilidad individual e incidir en que nuestro entorno cercano haga lo mismo y dar el salto, aunque sea pequeño, para contribuir en la construcción de ese primer puente.

El “Gran Cañón” de Guate

Carolina Castellanos
03 de septiembre, 2021

Esa brecha cada vez más grande entre la voluntad popular y las decisiones de gobierno está generando una división tan grande que ni el Gran Cañón de Colorado podría superarla. Pareciera una falla de esas que se abren cuando hay un terremoto. Es larga, torcida, con quiebres y muy profunda. 

Guatemala tiene varias fallas que datan desde el inicio de los tiempos. Me parece que ha surgido una nueva que amenaza con volverse muy importante y ocasionar un gran cañón a lo chapín. Mateo Rosales (juandemaria.org) se refiere, en diferente contexto, a “la brecha existente entre la participación de ciudadanos y la confianza entre éstos y los gobiernos para la creación de políticas públicas”. 

La incertidumbre en cuanto a las medidas restrictivas ha acaparado la atención de todos por muchos días. Los comentarios en las redes sociales rechazaron totalmente un cierre. Yo me incluyí en ese grupo. A diferencia de marzo 2,020, la credibilidad hacia el gobierno ha disminuido drásticamente, haciendo más grande la brecha que generalmente existe entre ambos sectores. Cada decisión activa la falla. El temblor se hace cada vez más sensible.

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Ya se abrió el “gran cañón” chapín. Era sumamente difícil para el gobierno cerrar nuevamente. Se hace cada vez más necesario llegar a consensos mínimos que permitan la convivencia pacífica, la comunicación y, sobre todo, la generación de propuestas que construyan puentes entre ambos lados.

Muchos ven amenazada su subsistencia económica con cierres parciales o totales. Otros ven un cierre como el fin del país. Otro grupo, encabezado por quienes están en el área de la salud y ven el virus a la cara todos los días, casi suplicaron un cierre completo porque ya no pueden con tanta carga. El gobierno no ha podido manejar la crisis con eficiencia y se ve atrapado en la burocracia, la corrupción, la incapacidad y tantos otros problemas.

Cada uno tenemos derecho a nuestro punto de vista pues lo vemos desde nuestra propia perspectiva. Pero, como hemos construido el gran cañón, se nos hace imposible entender la perspectiva de otros y así poder proponer soluciones diferentes “fuera de la caja”. 

Sin duda alguna, todos vivimos con miedo a este enemigo invisible pero real. La teoría de una gran conspiración o del nuevo orden mundial ha alimentado ese temor. No hay forma de comprobarlo por lo que todo son conjeturas. Sea cierto o no, el virus es real y mata. 

Es nuestra responsabilidad individual cuidarnos lo más posible para evitar el contagio, y la del gobierno asegurar la disponibilidad de todo lo necesario para atender a tantas personas que lo necesitan. Es un deber cívico no violar las restricciones sino contribuir a la construcción de un puente que una a ambos lados de este gran cañón chapín. El virus pasará eventualmente, aunque no en un futuro cercano. ¿Qué quedará después? ¿Un cañón del doble de ancho y de profundidad? ¿Una sociedad desquebrajada porque fuimos intolerantes, violentos y radicales contra aquellos que opinaron diferente?

¿Cómo rellenaremos ese gran cañón? Podemos empezar en nuestro metro cuadrado si nos esforzamos en no seguir regando el virus, en asumir nuestra responsabilidad individual e incidir en que nuestro entorno cercano haga lo mismo y dar el salto, aunque sea pequeño, para contribuir en la construcción de ese primer puente.