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Celebro su vida, agradezco su enseñanza

De cualquier manera, doña Rebeca era una de esas maestras de antes. ¿Tuviste una de esas? Eran maestras a las que les apasionaba enseñar, y era de aquellas a las que les importabas.

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Luis Figueroa |
13 de julio, 2023

Doña Rebeca vio mi letra y debe haber pensado horrores así que me dijo que me iba a enseñar un tipo de letra llamado script.  Y me puso a hacer planas.  Es que mi letra, hasta tercer grado de primaria, era particularmente fea.  No es que ahora sea bella, pero entonces era muy fea.  Era una mezcla de mala letra de molde, con mala letra de carta y la cosa era seria porque mi madre y mi abuela tenían muy, pero muy bonita letra; eso sí, me salvaba la de mi padre, que sin ser fea, no era armoniosa.

Aquel fue el primer proyecto de Rebeca Fernández de Arias, codirectora del colegio Guatemalteco Bilingüe, en mi persona. Doña Rebeca acaba de cumplir 100 años y no sólo celebro su vida, sino que agradezco la influencia que tuvo en la mía.

Desde siempre a mí me ha gustado la historia.  De chico consumía todo lo que podía sobre los egipcios, los griegos y los romanos; la revolución francesa, los mayas, los viajes de Colón y las hazañas de Hernán Cortés, por mencionar algo.  En sexto grado, cuando se estudiaban historia y geografía universal -luego de haber estudiado historia y geografía hispanoamericana en quinto, e historia y geografía centroamericana en cuarto- doña Rebeca me hizo disfrutar más de algo por lo que yo tenía fascinación.  No era pesado aprenderse los ríos y montañas de Europa y de Asia, si era para la clase de doña Rebeca y para contextualizar mejor la historia.

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No recuerdo bien si también me dio matemáticas, pero como esa nunca ha sido mi área de interés, creo que borré ese archivo.

De cualquier manera, doña Rebeca era una de esas maestras de antes. ¿Tuviste una de esas? Eran maestras a las que les apasionaba enseñar, y era de aquellas a las que les importabas.  Para un estudiante díscolo, como yo, era muy importante que los maestros se enfocaran y encontraran la forma de mantener mi atención, y obtener resultados sin desanimarme.  Ella tenía esa gracia.

Además, era muy elegante y distinguida. ¡Lo es ahora que tiene 100 años!  Guapa y media es doña Rebeca. ¿Cómo no iba uno a sentir respeto y cariño por aquella dama y por su talento docente?

Durante algún tiempo antes del 2020 me la encontraba haciendo mandados sabatinos en Super Verduras, o en Paiz de Las Américas.  Su saludo siempre era cariñoso y a mi me daba mucho gusto verla.  Siempre preguntaba por mi madre y por mis hermanos que también habían estudiado con ella; y por mis sobrinos que siguieron la tradición.  El hecho de que supiera quien soy siempre me dio una sensación de confort.  ¿Sabes? Todo está bien, porque esto está bien. 

Doña Rebeca ha cumplido 100 años y no es poca cosa; sobre todo porque a lo largo de su vida ha visto crecer y multiplicarse promociones y promociones de personas que nos formamos bajo sus cuidados y con sus enseñanzas.  ¡Salud, doña Rebeca!, por una vida rica, hermosa y ejemplar. Muchas gracias, doña Rebeca.

Si te interesan estos temas visita luisfi61.com/

 

Celebro su vida, agradezco su enseñanza

De cualquier manera, doña Rebeca era una de esas maestras de antes. ¿Tuviste una de esas? Eran maestras a las que les apasionaba enseñar, y era de aquellas a las que les importabas.

Luis Figueroa |
13 de julio, 2023
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Doña Rebeca vio mi letra y debe haber pensado horrores así que me dijo que me iba a enseñar un tipo de letra llamado script.  Y me puso a hacer planas.  Es que mi letra, hasta tercer grado de primaria, era particularmente fea.  No es que ahora sea bella, pero entonces era muy fea.  Era una mezcla de mala letra de molde, con mala letra de carta y la cosa era seria porque mi madre y mi abuela tenían muy, pero muy bonita letra; eso sí, me salvaba la de mi padre, que sin ser fea, no era armoniosa.

Aquel fue el primer proyecto de Rebeca Fernández de Arias, codirectora del colegio Guatemalteco Bilingüe, en mi persona. Doña Rebeca acaba de cumplir 100 años y no sólo celebro su vida, sino que agradezco la influencia que tuvo en la mía.

Desde siempre a mí me ha gustado la historia.  De chico consumía todo lo que podía sobre los egipcios, los griegos y los romanos; la revolución francesa, los mayas, los viajes de Colón y las hazañas de Hernán Cortés, por mencionar algo.  En sexto grado, cuando se estudiaban historia y geografía universal -luego de haber estudiado historia y geografía hispanoamericana en quinto, e historia y geografía centroamericana en cuarto- doña Rebeca me hizo disfrutar más de algo por lo que yo tenía fascinación.  No era pesado aprenderse los ríos y montañas de Europa y de Asia, si era para la clase de doña Rebeca y para contextualizar mejor la historia.

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No recuerdo bien si también me dio matemáticas, pero como esa nunca ha sido mi área de interés, creo que borré ese archivo.

De cualquier manera, doña Rebeca era una de esas maestras de antes. ¿Tuviste una de esas? Eran maestras a las que les apasionaba enseñar, y era de aquellas a las que les importabas.  Para un estudiante díscolo, como yo, era muy importante que los maestros se enfocaran y encontraran la forma de mantener mi atención, y obtener resultados sin desanimarme.  Ella tenía esa gracia.

Además, era muy elegante y distinguida. ¡Lo es ahora que tiene 100 años!  Guapa y media es doña Rebeca. ¿Cómo no iba uno a sentir respeto y cariño por aquella dama y por su talento docente?

Durante algún tiempo antes del 2020 me la encontraba haciendo mandados sabatinos en Super Verduras, o en Paiz de Las Américas.  Su saludo siempre era cariñoso y a mi me daba mucho gusto verla.  Siempre preguntaba por mi madre y por mis hermanos que también habían estudiado con ella; y por mis sobrinos que siguieron la tradición.  El hecho de que supiera quien soy siempre me dio una sensación de confort.  ¿Sabes? Todo está bien, porque esto está bien. 

Doña Rebeca ha cumplido 100 años y no es poca cosa; sobre todo porque a lo largo de su vida ha visto crecer y multiplicarse promociones y promociones de personas que nos formamos bajo sus cuidados y con sus enseñanzas.  ¡Salud, doña Rebeca!, por una vida rica, hermosa y ejemplar. Muchas gracias, doña Rebeca.

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