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Componer el país

Eso de ofrecerse y ayudar (que no son lo mismo) tiene un impacto miles de veces más positivo que reglamentar y presumir que ya se dijo “si usa un carro de gobierno ese carro debe llevar las DOS placas puestas y visibles”.

.
Enrique Búcaro Batres |
25 de abril, 2024

En un mundo ideal, todas las personas que no participan de los puestos de elección nos dedicaríamos a nuestro trabajo, emprendimientos, hobbies y curiosidades. Sin ver más allá, pagaríamos nuestros impuestos y leeríamos las acciones de los gobernantes, con una visión crítica pero constructiva para entender y prepararnos para la siguiente votación.

En ese mismo mundo ideal, aquellos que fueron electos como funcionarios de gobiernos, pues, gobernarían, enfocados en aquellos que la Constitución y las leyes les manda, con una planificación y ejecución inspirado en sus convicciones personales, pero limitado a sus funciones y al mandato que sus votantes les confiaron. Todo ello con la consciencia de que producir el dinero que los mantiene (y financia sus actividades y proyectos) no salió del aire, sino de los bolsillos de los ciudadanos y que, por lo tanto, como mínimo, debe ser usado de la forma más eficaz y eficiente.

Un mundo que sencillamente no es ideal

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Lamentablemente, no vivimos en un mundo ideal, sino en el mundo tal cual es. Vivimos en un mundo, y particularmente en un país, donde el Presidente de la República ve como un logro reglamentar que los funcionario que utilicen vehículos oficiales deberán portar placas como manda la ley o que no podrán usar estupefacientes mientras estén haciendo uso de estos… entre otras muchas brillantes cosas más, claro.

Lamentablemente las personas de los últimos gobiernos nos muestran que no es sabio pensar en que ni este ni el próximo nos arreglarán la vida. Eso de arreglarnos la vida nos corresponde a nosotros, pero también nos corresponde ayudar a los demás a tener las oportunidades de arreglarse la vida.

Por ello, no es aconsejable poner toda esperanza en el gobierno. El gobierno siempre existirá y no es ni bueno ni malo, sino es lo que las personas que están en él lo hacen ser. Lamentablemente las personas de los últimos gobiernos nos muestran que no es sabio pensar en que ni este ni el próximo nos arreglarán la vida. Eso de arreglarnos la vida nos corresponde a nosotros, pero también nos corresponde ayudar a los demás a tener las oportunidades de arreglarse la vida.

Sí, se puede

Como personas tenemos una obligación de darnos una mano mutuamente, cuando podamos, cuando sea prudente, pero siempre darnos una mano. Es necesario tomar acción, pensar y hacer, involucrarnos y no solo dejar que todo se deteriore. Yo por eso, estimado lector, sigo y sigo animándolo a que no pierda la esperanza, tampoco de vista y mucho menos pierda la oportunidad de actuar. No le animo a que se meta a la politiquería nacional. No. Le animo a que se involucre en su grupo de amigos, en su barrio y comunidad. Le animo a que una vez involucrado vea, piense y haga para sumar.

Pero ¿cómo?

¿Cómo? Sencillo, no se complique, piense que sabe hacer y comparta ello con los demás. Si usted sabe de motos, comparta con los demás qué hace de una moto una buena moto, ayude a un amigo a hacer una buena compra. Si usted sabe de nutrición, enseñe qué es importante comer. Si usted sabe de vender ayude a mejorar las ventas de quienes le venden, deles una buena retroalimentación.

Eso de ofrecerse y ayudar (que no son lo mismo) tiene un impacto miles de veces más positivo que reglamentar y presumir que ya se dijo “si usa un carro de gobierno ese carro debe llevar las DOS placas puestas y visibles”.

Componer el país

Eso de ofrecerse y ayudar (que no son lo mismo) tiene un impacto miles de veces más positivo que reglamentar y presumir que ya se dijo “si usa un carro de gobierno ese carro debe llevar las DOS placas puestas y visibles”.

Enrique Búcaro Batres |
25 de abril, 2024
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En un mundo ideal, todas las personas que no participan de los puestos de elección nos dedicaríamos a nuestro trabajo, emprendimientos, hobbies y curiosidades. Sin ver más allá, pagaríamos nuestros impuestos y leeríamos las acciones de los gobernantes, con una visión crítica pero constructiva para entender y prepararnos para la siguiente votación.

En ese mismo mundo ideal, aquellos que fueron electos como funcionarios de gobiernos, pues, gobernarían, enfocados en aquellos que la Constitución y las leyes les manda, con una planificación y ejecución inspirado en sus convicciones personales, pero limitado a sus funciones y al mandato que sus votantes les confiaron. Todo ello con la consciencia de que producir el dinero que los mantiene (y financia sus actividades y proyectos) no salió del aire, sino de los bolsillos de los ciudadanos y que, por lo tanto, como mínimo, debe ser usado de la forma más eficaz y eficiente.

Un mundo que sencillamente no es ideal

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Lamentablemente, no vivimos en un mundo ideal, sino en el mundo tal cual es. Vivimos en un mundo, y particularmente en un país, donde el Presidente de la República ve como un logro reglamentar que los funcionario que utilicen vehículos oficiales deberán portar placas como manda la ley o que no podrán usar estupefacientes mientras estén haciendo uso de estos… entre otras muchas brillantes cosas más, claro.

Lamentablemente las personas de los últimos gobiernos nos muestran que no es sabio pensar en que ni este ni el próximo nos arreglarán la vida. Eso de arreglarnos la vida nos corresponde a nosotros, pero también nos corresponde ayudar a los demás a tener las oportunidades de arreglarse la vida.

Por ello, no es aconsejable poner toda esperanza en el gobierno. El gobierno siempre existirá y no es ni bueno ni malo, sino es lo que las personas que están en él lo hacen ser. Lamentablemente las personas de los últimos gobiernos nos muestran que no es sabio pensar en que ni este ni el próximo nos arreglarán la vida. Eso de arreglarnos la vida nos corresponde a nosotros, pero también nos corresponde ayudar a los demás a tener las oportunidades de arreglarse la vida.

Sí, se puede

Como personas tenemos una obligación de darnos una mano mutuamente, cuando podamos, cuando sea prudente, pero siempre darnos una mano. Es necesario tomar acción, pensar y hacer, involucrarnos y no solo dejar que todo se deteriore. Yo por eso, estimado lector, sigo y sigo animándolo a que no pierda la esperanza, tampoco de vista y mucho menos pierda la oportunidad de actuar. No le animo a que se meta a la politiquería nacional. No. Le animo a que se involucre en su grupo de amigos, en su barrio y comunidad. Le animo a que una vez involucrado vea, piense y haga para sumar.

Pero ¿cómo?

¿Cómo? Sencillo, no se complique, piense que sabe hacer y comparta ello con los demás. Si usted sabe de motos, comparta con los demás qué hace de una moto una buena moto, ayude a un amigo a hacer una buena compra. Si usted sabe de nutrición, enseñe qué es importante comer. Si usted sabe de vender ayude a mejorar las ventas de quienes le venden, deles una buena retroalimentación.

Eso de ofrecerse y ayudar (que no son lo mismo) tiene un impacto miles de veces más positivo que reglamentar y presumir que ya se dijo “si usa un carro de gobierno ese carro debe llevar las DOS placas puestas y visibles”.