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Crisis del proceso electoral guatemalteco en 2023

Nuestro proceso de elecciones generales es completamente descentralizado. Ha funcionado muy bien. Realmente el poder está en las juntas receptoras de votos y la labor más importante de las Juntas Departamentales y del Distrito Central.

.
Opinión
05 de julio, 2023

Mientras la selección de Guatemala ganaba contra Guadalupe en la fase de grupos de la Copa de Oro, distrayendo nuestra aturdida noción del acontecer nacional, en el Parque de la Industria la Junta Electoral del Distrito Central se esforzaba por tratar de acatar una resolución de la Corte de Constitucionalidad que no tiene ni pies ni cabeza. 

En el mejor de los casos, esta resolución busca la complacencia de partidos políticos inconformes, y en el peor prefiero ni pensarlo, pero resulta infantil no contemplar que  la segunda vuelta convocada para el 20 de agosto se encuentra gravemente amenazada. 

Hace poco más de 30 años nuestro sistema republicano de gobierno sufrió otra afrenta bastante más burda con el “serranazo” del 25 de mayo de 1993. 

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Afortunadamente no tuvo éxito porque no nos dejamos. Lo que puede estar ocurriendo ahora es más solapado y engañoso, vestido con trapos de legalidad, pero ocultando su verdadera intención. ¿Será por eso que nos ha costado sumarnos a una indignación colectiva? ¿Necesitamos un “golpe” burdo a lo Serrano para que  reaccionemos? 

En aquel entonces, voces calmantes de líderes de todos los sectores sentenciaron de forma contundente y al unísono con un fuerte NO a Jorge Serrano Elías y un incondicional SÍ a nuestra entonces joven democracia constitucional.

¿Dónde está  ahora el Colegio de Abogados expresando su preocupación? ¿Dónde estamos todos los ciudadanos guatemaltecos manifestando nuestra desaprobación a lo que a todas luces pinta mal? ¿Dónde está la Corte de Constitucionalidad buscando una solución  que privilegie a la institucionalidad y a nuestro sistema republicano de gobierno? ¿Dónde está el Tribunal Supremo Electoral dotando de confianza a nuestro sistema electoral en estos momentos históricos? 

Es cierto, lo que ahora vemos no es tan burdo. Parece mucho más planificado y  orquestado. No es el arrebato de un megalómano aislado y solitario frustrado por los límites a su “poder”. Aquí hay un concierto de personas y de grupos de todo tipo, con diferentes intereses y moral, pero que de una u otra forma consideran que ganan -o pierden menos- con mantener el statu quo, o por lo menos eso es lo que piensan ahora.

Es, a mi modo de ver, mucho más peligroso. Si la estrategia tiene éxito, muchos de ellos recapacitarán y se darán cuenta que estaban siendo usados por otros 
que dirigen la orquesta. No quiero ni pensar qué sinfonía están tocando. La música puede sonar a legalidad, pero cuando termine su disonante melodía nos quedará el  duro silencio de una realidad distinta a la que ahora vivimos. Desprovistos de libertad y llenos de miedo

Está la alternativa de los que buscarán estar conectados y destaquen jugando el  juego de los chaqueteros, por no decir chanchulleros. El juego de los que con 
conectes resuelven todo a costa de nuestra institucionalidad. Con cuates todo se arregla. Cuando dependemos de cuates para operar quedamos a su merced y  siempre hay alguien que tiene un “mejor” cuate. Alguien con más poder. La justicia  aristotélica que da a cada quien lo que le corresponde no es para ellos, pues ganan  siempre, pero se pierde la Patria. Se pierde el Estado de Derecho. 

Ninguna de las dos opciones que hay para la segunda vuelta me gusta. Eso no  importa. No estoy abogando por ninguna de esas dos opciones, pero son las que las  reglas del juego que estamos jugando nos dejaron.

El pueblo se manifestó reciamente con el voto nulo y esto tuvo como consecuencia que pasaran a segunda vuelta  quienes ahora están allí. Esas reglas pueden no ser ideales y nuestro sistema  electoral es por mucho mejorable. Pero es el que tenemos y debemos respetarlo. Lo  que no queda duda es que las elecciones reflejaron el hastío de una gran mayoría de ciudadanos con las opciones políticas. Los políticos deben asumir esta dura realidad. 

La gran mayoría de guatemaltecos estamos hastiados y no nos gustan las opciones que se postularon. Afortunadamente, en los últimos días se han ido sumando varias cámaras y otras agrupaciones que de forma cada vez más clara, solicitan a nuestras altas cortes y al Tribunal Supremo Electoral que se cumpla con los plazos y se respete nuestro sistema  electoral.

Sin embargo, no es suficiente. Creo que también debemos manifestarnos los ciudadanos, pues a final y al cabo somos las personas de carne y hueso quienes 
realmente nos vemos afectados por los vaivenes políticos. Por eso, me tomo la molestia de expresar mi opinión, esperando que más personas lo hagan. 

En el pasado he participado muy activamente dentro de varios procesos electorales, pasando desde presidente de mesa, a coordinador de centro de votaciones hasta secretario de la Junta Electoral del Departamento de Guatemala.

Lo he hecho con espíritu cívico y con mucho orgullo. Nuestro proceso de elecciones generales es completamente descentralizado. Ha funcionado muy bien. Realmente el poder está en las juntas receptoras de votos y la labor más importante de las Juntas Departamentales y del Distrito Central, y en última instancia, del Tribunal Supremo Electoral, es permitir que aquellas hagan su labor el día de las elecciones.

No es justo encontrar culpa en donde no la hay, señalando el actuar de las juntas receptoras de votos. Estoy seguro que la gran mayoría de los miles de ciudadanos que donaron su tiempo participando en juntas receptoras de votos para este cívico esfuerzo lo han hecho de forma desinteresada. Lo han hecho lo mejor que han podido. Ellos debiesen ser la última palabra. 

Lastimosamente el Tribunal Supremo Electoral ha cometido varios errores, de acción y de omisión, que han minado seriamente la confianza del proceso electoral. Aún pueden enmendar haciendo todo lo que está a su alcance para viabilizar la segunda vuelta el 20 de agosto. No hay otra salida que funcione, aunque se disfrace de legalismos, amparos provisionales u otras argucias legales nocivas para nuestro sistema electoral, que vulneran el sistema de gobierno republicano, provisto de pesos y contrapesos.

La judicialización arbitraria del proceso electoral constituye una tremenda afrenta a la división de poderes y la división de poderes se diseñó, precisamente, para evitar el control del poder sin límite. Estamos, a mi modo de ver, arriesgando enfrentándonos nuevamente al problema tan sufrido históricamente por la humanidad que es quedar a la merced de un poder sin límite que no responde ni rinde cuentas ante nadie.

Estamos arriesgando nuestra libertad. Por eso es que insisto en este llamado para que nos demos cuenta de lo que realmente está en juego, pues si se termina de desmoronar nuestro sistema republicano, permitiendo que no se lleve a cabo una pacífica transición de poder, estaremos más cerca de una tiranía y más lejos de una sociedad que respeta la libertad de las personas.

No olvidemos que ya hubo un golpe técnico a nivel de la Corte Suprema de Justicia y hemos permanecido callados o cuando menos resignados. Una gran irresponsabilidad de la Corte de Constitucionalidad y de los diputados de la anterior y de la actual legislatura. Que esta horrenda mancha no termine de nublar nuestra vista a quienes todavía queremos creer que vivimos en una República democrática, libre y soberana y que el poder radica realmente en el pueblo; 
y en el caso de las elecciones, en las juntas receptoras de votos. 

Termino estas palabras resaltando lo que para mí es lo más importante y lo que debemos proteger a toda costa: Nuestra Libertad. Nuestra libertad de pensar, de expresarnos y de emprender. De tener el derecho de hacer todo lo que la ley no prohíba. Para ser libres debemos ser responsables y cumplir con la Ley. Nadie es superior a la Ley porque quien ostenta serlo siempre lo hace a costa de la libertad de alguien más. Alcemos la voz para proteger nuestra libertad. No es momento de permanecer callados o atemorizados.

Marcos Ibargüen Segovia
Abogado y ciudadano Guatemalteco
 

 

Crisis del proceso electoral guatemalteco en 2023

Nuestro proceso de elecciones generales es completamente descentralizado. Ha funcionado muy bien. Realmente el poder está en las juntas receptoras de votos y la labor más importante de las Juntas Departamentales y del Distrito Central.

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Opinión
05 de julio, 2023

Mientras la selección de Guatemala ganaba contra Guadalupe en la fase de grupos de la Copa de Oro, distrayendo nuestra aturdida noción del acontecer nacional, en el Parque de la Industria la Junta Electoral del Distrito Central se esforzaba por tratar de acatar una resolución de la Corte de Constitucionalidad que no tiene ni pies ni cabeza. 

En el mejor de los casos, esta resolución busca la complacencia de partidos políticos inconformes, y en el peor prefiero ni pensarlo, pero resulta infantil no contemplar que  la segunda vuelta convocada para el 20 de agosto se encuentra gravemente amenazada. 

Hace poco más de 30 años nuestro sistema republicano de gobierno sufrió otra afrenta bastante más burda con el “serranazo” del 25 de mayo de 1993. 

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Afortunadamente no tuvo éxito porque no nos dejamos. Lo que puede estar ocurriendo ahora es más solapado y engañoso, vestido con trapos de legalidad, pero ocultando su verdadera intención. ¿Será por eso que nos ha costado sumarnos a una indignación colectiva? ¿Necesitamos un “golpe” burdo a lo Serrano para que  reaccionemos? 

En aquel entonces, voces calmantes de líderes de todos los sectores sentenciaron de forma contundente y al unísono con un fuerte NO a Jorge Serrano Elías y un incondicional SÍ a nuestra entonces joven democracia constitucional.

¿Dónde está  ahora el Colegio de Abogados expresando su preocupación? ¿Dónde estamos todos los ciudadanos guatemaltecos manifestando nuestra desaprobación a lo que a todas luces pinta mal? ¿Dónde está la Corte de Constitucionalidad buscando una solución  que privilegie a la institucionalidad y a nuestro sistema republicano de gobierno? ¿Dónde está el Tribunal Supremo Electoral dotando de confianza a nuestro sistema electoral en estos momentos históricos? 

Es cierto, lo que ahora vemos no es tan burdo. Parece mucho más planificado y  orquestado. No es el arrebato de un megalómano aislado y solitario frustrado por los límites a su “poder”. Aquí hay un concierto de personas y de grupos de todo tipo, con diferentes intereses y moral, pero que de una u otra forma consideran que ganan -o pierden menos- con mantener el statu quo, o por lo menos eso es lo que piensan ahora.

Es, a mi modo de ver, mucho más peligroso. Si la estrategia tiene éxito, muchos de ellos recapacitarán y se darán cuenta que estaban siendo usados por otros 
que dirigen la orquesta. No quiero ni pensar qué sinfonía están tocando. La música puede sonar a legalidad, pero cuando termine su disonante melodía nos quedará el  duro silencio de una realidad distinta a la que ahora vivimos. Desprovistos de libertad y llenos de miedo

Está la alternativa de los que buscarán estar conectados y destaquen jugando el  juego de los chaqueteros, por no decir chanchulleros. El juego de los que con 
conectes resuelven todo a costa de nuestra institucionalidad. Con cuates todo se arregla. Cuando dependemos de cuates para operar quedamos a su merced y  siempre hay alguien que tiene un “mejor” cuate. Alguien con más poder. La justicia  aristotélica que da a cada quien lo que le corresponde no es para ellos, pues ganan  siempre, pero se pierde la Patria. Se pierde el Estado de Derecho. 

Ninguna de las dos opciones que hay para la segunda vuelta me gusta. Eso no  importa. No estoy abogando por ninguna de esas dos opciones, pero son las que las  reglas del juego que estamos jugando nos dejaron.

El pueblo se manifestó reciamente con el voto nulo y esto tuvo como consecuencia que pasaran a segunda vuelta  quienes ahora están allí. Esas reglas pueden no ser ideales y nuestro sistema  electoral es por mucho mejorable. Pero es el que tenemos y debemos respetarlo. Lo  que no queda duda es que las elecciones reflejaron el hastío de una gran mayoría de ciudadanos con las opciones políticas. Los políticos deben asumir esta dura realidad. 

La gran mayoría de guatemaltecos estamos hastiados y no nos gustan las opciones que se postularon. Afortunadamente, en los últimos días se han ido sumando varias cámaras y otras agrupaciones que de forma cada vez más clara, solicitan a nuestras altas cortes y al Tribunal Supremo Electoral que se cumpla con los plazos y se respete nuestro sistema  electoral.

Sin embargo, no es suficiente. Creo que también debemos manifestarnos los ciudadanos, pues a final y al cabo somos las personas de carne y hueso quienes 
realmente nos vemos afectados por los vaivenes políticos. Por eso, me tomo la molestia de expresar mi opinión, esperando que más personas lo hagan. 

En el pasado he participado muy activamente dentro de varios procesos electorales, pasando desde presidente de mesa, a coordinador de centro de votaciones hasta secretario de la Junta Electoral del Departamento de Guatemala.

Lo he hecho con espíritu cívico y con mucho orgullo. Nuestro proceso de elecciones generales es completamente descentralizado. Ha funcionado muy bien. Realmente el poder está en las juntas receptoras de votos y la labor más importante de las Juntas Departamentales y del Distrito Central, y en última instancia, del Tribunal Supremo Electoral, es permitir que aquellas hagan su labor el día de las elecciones.

No es justo encontrar culpa en donde no la hay, señalando el actuar de las juntas receptoras de votos. Estoy seguro que la gran mayoría de los miles de ciudadanos que donaron su tiempo participando en juntas receptoras de votos para este cívico esfuerzo lo han hecho de forma desinteresada. Lo han hecho lo mejor que han podido. Ellos debiesen ser la última palabra. 

Lastimosamente el Tribunal Supremo Electoral ha cometido varios errores, de acción y de omisión, que han minado seriamente la confianza del proceso electoral. Aún pueden enmendar haciendo todo lo que está a su alcance para viabilizar la segunda vuelta el 20 de agosto. No hay otra salida que funcione, aunque se disfrace de legalismos, amparos provisionales u otras argucias legales nocivas para nuestro sistema electoral, que vulneran el sistema de gobierno republicano, provisto de pesos y contrapesos.

La judicialización arbitraria del proceso electoral constituye una tremenda afrenta a la división de poderes y la división de poderes se diseñó, precisamente, para evitar el control del poder sin límite. Estamos, a mi modo de ver, arriesgando enfrentándonos nuevamente al problema tan sufrido históricamente por la humanidad que es quedar a la merced de un poder sin límite que no responde ni rinde cuentas ante nadie.

Estamos arriesgando nuestra libertad. Por eso es que insisto en este llamado para que nos demos cuenta de lo que realmente está en juego, pues si se termina de desmoronar nuestro sistema republicano, permitiendo que no se lleve a cabo una pacífica transición de poder, estaremos más cerca de una tiranía y más lejos de una sociedad que respeta la libertad de las personas.

No olvidemos que ya hubo un golpe técnico a nivel de la Corte Suprema de Justicia y hemos permanecido callados o cuando menos resignados. Una gran irresponsabilidad de la Corte de Constitucionalidad y de los diputados de la anterior y de la actual legislatura. Que esta horrenda mancha no termine de nublar nuestra vista a quienes todavía queremos creer que vivimos en una República democrática, libre y soberana y que el poder radica realmente en el pueblo; 
y en el caso de las elecciones, en las juntas receptoras de votos. 

Termino estas palabras resaltando lo que para mí es lo más importante y lo que debemos proteger a toda costa: Nuestra Libertad. Nuestra libertad de pensar, de expresarnos y de emprender. De tener el derecho de hacer todo lo que la ley no prohíba. Para ser libres debemos ser responsables y cumplir con la Ley. Nadie es superior a la Ley porque quien ostenta serlo siempre lo hace a costa de la libertad de alguien más. Alcemos la voz para proteger nuestra libertad. No es momento de permanecer callados o atemorizados.

Marcos Ibargüen Segovia
Abogado y ciudadano Guatemalteco