Austin, Texas – La lucha por la libertad y la democracia en Venezuela dio un enorme paso atrás con la decisión de la administración Biden de suavizar las sanciones económicas contra el régimen del dictador venezolano Nicolás Maduro a cambio de su promesa de celebrar elecciones libres y justas. Expertos y líderes de todo el hemisferio occidental, así como el pueblo venezolano, reconocen que esta decisión reducirá la libertad, seguridad y estabilidad en la región.
En julio, amigos y aliados de Estados Unidos y de la Iberosfera se reunieron en Miami para el primer Diálogo Carvalho, dedicado al difunto Olavo de Carvalho, el maestro y filósofo brasileño que advirtió sobre la amenaza representada por “Foro de São Paulo” y su objetivo explícito de unir “a todos los partidos y movimientos comunistas y procomunistas de Latinoamérica y desarrollar nuevas estrategias, más flexibles y mejor camufladas, para la conquista del poder”. Afirmamos nuestro compromiso contra las políticas desastrosas aupadas por esta agenda insidiosa.
La decisión de la administración Biden de proporcionar un alivio general de las sanciones al régimen de Maduro no sólo pone en peligro la libertad, estabilidad y prosperidad regionales, sino que crea un precedente peligroso que otros autócratas regionales podrían imitar. También asesta un tremendo golpe a la seguridad fronteriza de Estados Unidos, ya que el afianzamiento del régimen venezolano conducirá inevitablemente a un aumento de la inmigración ilegal; un aumento del tráfico de drogas, armas y personas; un aumento de los abusos humanitarios, y, lamentablemente, una pérdida innecesaria de vidas en Venezuela, en toda la región y en la frontera sur de los Estados Unidos.
Al contrario de lo sugerido por la administración Biden, la flexibilización de las sanciones de Estados Unidos no traerá elecciones libres y justas en Venezuela. Durante más de dos décadas, Hugo Chávez y Nicolás Maduro han devastado las instituciones democráticas de Venezuela, consolidando el control total o parcial del régimen sobre los medios de comunicación, el discurso político, las instituciones electorales y la sociedad civil. Las medidas simbólicas del régimen de Maduro antes de elecciones fraudulentas sólo envalentonarán y fortalecerán a la dictadura venezolana.
Empoderar a los criminales responsables del tráfico de personas y drogas, de innumerables atrocidades y del deterioro de Venezuela es una grave ofensa para el pueblo venezolano y estadounidense.
El pueblo de Venezuela, incluidas las más de 7,7 millones de personas que han huido del país como migrantes o refugiados, actualmente sufre una crisis económica y humanitaria que precede a la emisión de sanciones por parte de Estados Unidos. Esto se ve agravado por la severa represión, la corrupción, la censura y las atroces violaciones de derechos humanos del régimen de Maduro, que van desde el asesinato hasta la tortura, pasando por detenciones injustas y encarcelamientos basados en creencias políticas. Los venezolanos ya son uno de los grupos de inmigrantes de más rápido crecimiento en las Américas, casi triplicando su tamaño en Estados Unidos entre 2010 y 2021.
Cientos de miles de venezolanos han llegado a la frontera México-EE. UU. en los últimos 2 años, huyendo de la crisis económica y humanitaria orquestada por Maduro. Además, Venezuela se ha convertido en un centro para el tráfico de personas hacia Estados Unidos desde China, África y Oriente Medio, y en un centro mundial de tráfico de drogas en alianza con organizaciones criminales transnacionales mexicanas y colombianas.
La flexibilización de las sanciones de Estados Unidos también empodera a los numerosos regímenes antidemocráticos y hostiles y a los actores ilícitos en todo el mundo que el régimen de Maduro ha abrazado, como lo son Irán, Rusia, China, Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, Siria y la Autoridad Palestina; así como las organizaciones terroristas extranjeras designadas por Estados Unidos, a saber, Hezbolá, Hamás y la Yihad Islámica Palestina. Algunos de estos grupos narcoterroristas han cooptado las industrias del petróleo, el gas y el oro de Venezuela.
Mientras el pueblo de Venezuela sufre, Maduro y sus asociados se han enriquecido traficando drogas a través de Latinoamérica y hacia Estados Unidos y Europa; él y otros enemigos de Estados Unidos están aprovechándose de la crisis en nuestra frontera sur, utilizando como arma la migración hacia México y a través del Tapón del Darién, con la finalidad de infiltrarse en Estados Unidos y crear inestabilidad en todo el hemisferio occidental.
Colaborar con un déspota tiránico como Nicolás Maduro para legitimar su cruel régimen no sólo es espantoso, sino una traición de tipo, tanto al pueblo venezolano como a la seguridad nacional estadounidense. El presidente Biden no sólo debería hacer cumplir las sanciones actuales contra el régimen venezolano, sino fortalecerlas y ampliarlas hasta que el régimen realice reformas democráticas verificables que permitan a la oposición política competir de manera justa en las elecciones nacionales. Dichas reformas también deberían incluir ortes al apoyo que el régimen de Maduro recibe de China, Rusia e Irán.
Mejorar la seguridad y la estabilidad de Latinoamérica es de interés para la región y fundamental para la seguridad nacional de Estados Unidos. La solución no está en acomodar la llegada de venezolanos que huyen del régimen opresivo de Maduro, sino en ayudarlos a liberarse de un régimen genocida luego de años de lucha para devolver la libertad a su país.
Las voces del Diálogo Carvalho siguen comprometidas a trabajar junto al pueblo venezolano, que es un amante de la libertad, para recuperar la soberanía de su país y para que gocen de oportunidades reales de libertad, de tal manera logrando que Venezuela sea, una vez más, una nación pacífica y próspera.
Firmantes
Ernesto Araújo – Brasilia, Brasil
Rodrigo Arenas – Ciudad de Guatemala, Guatemala
James Carafano – Washington, D.C., Estados Unidos
Carlos Augusto Chacón Monsalve – Bogotá, Colombia
Sergio de la Peña – Estados Unidos
Carlos Díaz-Rosillo – Miami, Florida, Estados Unidos
Paul du Quenoy – Palm Beach, Florida, Estados Unidos
Mariano Federici – Miami, Florida, Estados Unidos
Paulo Figueiredo – Miami, Florida, Estados Unidos
Melissa Ford – Austin, Texas, Estados Unidos
Jorge Andrés Galicia Rodríguez – Miami, Florida, Estados Unidos
Alice Galván López – Ciudad de México, México
Mike González – Washington, D.C., Estados Unidos
Simon Hankinson – Washington, D.C., Estados Unidos
Phillip Linderman – Washington, D.C., Estados Unidos
F. Humberto López – Ciudad de México, México
Andrés Lu – Asunción, Paraguay
Andrés Martínez-Fernández – Washington, D.C., Estados Unidos
Marcos Morgan – Washington, D.C., Estados Unidos
Max Primorac – Washington, D.C., Estados Unidos
Josh Treviño – Austin, Texas, Estados Unidos
Adriana Tudela Gutiérrez – Lima, Perú
Matthew Tyrmand – Mimi, Florida, Estados Unidos
Austin, Texas – La lucha por la libertad y la democracia en Venezuela dio un enorme paso atrás con la decisión de la administración Biden de suavizar las sanciones económicas contra el régimen del dictador venezolano Nicolás Maduro a cambio de su promesa de celebrar elecciones libres y justas. Expertos y líderes de todo el hemisferio occidental, así como el pueblo venezolano, reconocen que esta decisión reducirá la libertad, seguridad y estabilidad en la región.
En julio, amigos y aliados de Estados Unidos y de la Iberosfera se reunieron en Miami para el primer Diálogo Carvalho, dedicado al difunto Olavo de Carvalho, el maestro y filósofo brasileño que advirtió sobre la amenaza representada por “Foro de São Paulo” y su objetivo explícito de unir “a todos los partidos y movimientos comunistas y procomunistas de Latinoamérica y desarrollar nuevas estrategias, más flexibles y mejor camufladas, para la conquista del poder”. Afirmamos nuestro compromiso contra las políticas desastrosas aupadas por esta agenda insidiosa.
La decisión de la administración Biden de proporcionar un alivio general de las sanciones al régimen de Maduro no sólo pone en peligro la libertad, estabilidad y prosperidad regionales, sino que crea un precedente peligroso que otros autócratas regionales podrían imitar. También asesta un tremendo golpe a la seguridad fronteriza de Estados Unidos, ya que el afianzamiento del régimen venezolano conducirá inevitablemente a un aumento de la inmigración ilegal; un aumento del tráfico de drogas, armas y personas; un aumento de los abusos humanitarios, y, lamentablemente, una pérdida innecesaria de vidas en Venezuela, en toda la región y en la frontera sur de los Estados Unidos.
Al contrario de lo sugerido por la administración Biden, la flexibilización de las sanciones de Estados Unidos no traerá elecciones libres y justas en Venezuela. Durante más de dos décadas, Hugo Chávez y Nicolás Maduro han devastado las instituciones democráticas de Venezuela, consolidando el control total o parcial del régimen sobre los medios de comunicación, el discurso político, las instituciones electorales y la sociedad civil. Las medidas simbólicas del régimen de Maduro antes de elecciones fraudulentas sólo envalentonarán y fortalecerán a la dictadura venezolana.
Empoderar a los criminales responsables del tráfico de personas y drogas, de innumerables atrocidades y del deterioro de Venezuela es una grave ofensa para el pueblo venezolano y estadounidense.
El pueblo de Venezuela, incluidas las más de 7,7 millones de personas que han huido del país como migrantes o refugiados, actualmente sufre una crisis económica y humanitaria que precede a la emisión de sanciones por parte de Estados Unidos. Esto se ve agravado por la severa represión, la corrupción, la censura y las atroces violaciones de derechos humanos del régimen de Maduro, que van desde el asesinato hasta la tortura, pasando por detenciones injustas y encarcelamientos basados en creencias políticas. Los venezolanos ya son uno de los grupos de inmigrantes de más rápido crecimiento en las Américas, casi triplicando su tamaño en Estados Unidos entre 2010 y 2021.
Cientos de miles de venezolanos han llegado a la frontera México-EE. UU. en los últimos 2 años, huyendo de la crisis económica y humanitaria orquestada por Maduro. Además, Venezuela se ha convertido en un centro para el tráfico de personas hacia Estados Unidos desde China, África y Oriente Medio, y en un centro mundial de tráfico de drogas en alianza con organizaciones criminales transnacionales mexicanas y colombianas.
La flexibilización de las sanciones de Estados Unidos también empodera a los numerosos regímenes antidemocráticos y hostiles y a los actores ilícitos en todo el mundo que el régimen de Maduro ha abrazado, como lo son Irán, Rusia, China, Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, Siria y la Autoridad Palestina; así como las organizaciones terroristas extranjeras designadas por Estados Unidos, a saber, Hezbolá, Hamás y la Yihad Islámica Palestina. Algunos de estos grupos narcoterroristas han cooptado las industrias del petróleo, el gas y el oro de Venezuela.
Mientras el pueblo de Venezuela sufre, Maduro y sus asociados se han enriquecido traficando drogas a través de Latinoamérica y hacia Estados Unidos y Europa; él y otros enemigos de Estados Unidos están aprovechándose de la crisis en nuestra frontera sur, utilizando como arma la migración hacia México y a través del Tapón del Darién, con la finalidad de infiltrarse en Estados Unidos y crear inestabilidad en todo el hemisferio occidental.
Colaborar con un déspota tiránico como Nicolás Maduro para legitimar su cruel régimen no sólo es espantoso, sino una traición de tipo, tanto al pueblo venezolano como a la seguridad nacional estadounidense. El presidente Biden no sólo debería hacer cumplir las sanciones actuales contra el régimen venezolano, sino fortalecerlas y ampliarlas hasta que el régimen realice reformas democráticas verificables que permitan a la oposición política competir de manera justa en las elecciones nacionales. Dichas reformas también deberían incluir ortes al apoyo que el régimen de Maduro recibe de China, Rusia e Irán.
Mejorar la seguridad y la estabilidad de Latinoamérica es de interés para la región y fundamental para la seguridad nacional de Estados Unidos. La solución no está en acomodar la llegada de venezolanos que huyen del régimen opresivo de Maduro, sino en ayudarlos a liberarse de un régimen genocida luego de años de lucha para devolver la libertad a su país.
Las voces del Diálogo Carvalho siguen comprometidas a trabajar junto al pueblo venezolano, que es un amante de la libertad, para recuperar la soberanía de su país y para que gocen de oportunidades reales de libertad, de tal manera logrando que Venezuela sea, una vez más, una nación pacífica y próspera.
Firmantes
Ernesto Araújo – Brasilia, Brasil
Rodrigo Arenas – Ciudad de Guatemala, Guatemala
James Carafano – Washington, D.C., Estados Unidos
Carlos Augusto Chacón Monsalve – Bogotá, Colombia
Sergio de la Peña – Estados Unidos
Carlos Díaz-Rosillo – Miami, Florida, Estados Unidos
Paul du Quenoy – Palm Beach, Florida, Estados Unidos
Mariano Federici – Miami, Florida, Estados Unidos
Paulo Figueiredo – Miami, Florida, Estados Unidos
Melissa Ford – Austin, Texas, Estados Unidos
Jorge Andrés Galicia Rodríguez – Miami, Florida, Estados Unidos
Alice Galván López – Ciudad de México, México
Mike González – Washington, D.C., Estados Unidos
Simon Hankinson – Washington, D.C., Estados Unidos
Phillip Linderman – Washington, D.C., Estados Unidos
F. Humberto López – Ciudad de México, México
Andrés Lu – Asunción, Paraguay
Andrés Martínez-Fernández – Washington, D.C., Estados Unidos
Marcos Morgan – Washington, D.C., Estados Unidos
Max Primorac – Washington, D.C., Estados Unidos
Josh Treviño – Austin, Texas, Estados Unidos
Adriana Tudela Gutiérrez – Lima, Perú
Matthew Tyrmand – Mimi, Florida, Estados Unidos