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El Creador del Universo: ¿Un Republicano escondido?

Pero ya los profetas bíblicos empezaron a cuestionar tal imagen de Dios tan autocrática en favor de otra más bien amorosa y benigna, cuasi republicana en nuestro vocabulario de hoy. Enorme revolución conceptual.
 

Armando De la Torre |
28 de diciembre, 2021

La esencia del republicanismo es la división de poderes. Y sobre esta premisa me atrevo a sugerir lo impensable.

A mis ojos de diminuta criatura divina ahora sí parece ser identificable como tal.

Se que tales afirmaciones son desbarradas, pero no del todo. Dios se revela al hombre también a través de sugerencias muy sutiles. Y esta que me atrevo a discutir ahora es una de ellas.

Porque las tradiciones paganas y pre-bíblicas siempre lo quiso presentar como un soberano absoluto a un estilo faraónico, es decir, un Señor distante de sus gobernados y por muy encima de los mismos.

Y a su ejemplo, los demás millares de señoritos locales tolerados por Él a pesar de su pretensión de ser “imágenes y semejanzas” suya se comportaron por milenios como los dueños vicarios de la historia.

Pero ya los profetas bíblicos empezaron a cuestionar tal imagen de Dios tan autocrática en favor de otra más bien amorosa y benigna, cuasi republicana en nuestro vocabulario de hoy. Enorme revolución conceptual.

Y así, los monarcas de los Estados respectivos empezaron a ser vistos más bien por sus pueblos desde otros ángulos más modestos y respetuosos de los humanos, algo así como el equivalente a un descenso en catarata de todos los dioses del Olimpo.

Y, por lo tanto, reducidos a ser agentes simplemente provisionales en la conducción de cada uno de sus pueblos y por poco tiempo.

Por ejemplo, en aquel caso del rey David, disminuido a un mero danzante temporal al frente de la procesión del Arca del Pacto (2 Samuel 6:14-23). Nada más humano que eso.

Otro tanto podría decir de Salomón, un admirador encima como cualquier otro de una bella criatura, la reina de Saba. O, mucho más tarde, de un  Godofredo de Bouillón, el caudillo de la primera cruzada que hasta hizo penitencia durante tres días por los excesos de su propia soldadesca al arrebatarles a los musulmanes la ciudad santa de Jerusalén, en 1099.

O el de un austero Mahatma Gandhi al frente de los independentistas de su amada India, descalzo y ayunando humildemente en pro del logro de la independencia del entero subcontinente Hindú.

Inclusive me permito recordarles a mis apreciados lectores aquella proclamación solemne nada menos que en Roma y por el sumo pontífice de la a Iglesia Católica, Juan Pablo II, de una judía conversa Edith Stein y asesinada por los nazis, como patrona de la entera Europa cristiana, en 1999.

Por cierto los monopolios contemporáneos de los medios digitales de comunicación, hoy todos de espíritu tan anti cristiano, apenas mencionan aquel modestísimo “banquete” en Londres de la reina Isabel II en el que se les invitó a los asistentes a donar cuantiosas ofrendas a las obras de la Madre Teresa de Calcuta.

Bajo tales precedentes, me pregunto una vez más si Dios nuestro Señor no será análogamente un “republicano” disfrazado y al modo como nos lo han presentado por milenios la Teología derivada de la Revelación en la persona de nuestro Señor Jesucristo.

Antes de que alguien me condene por lo que acabo de afirmar me apresuro a declarar que he pretendido ser siempre un minúsculo judeocristiano entre tantos miles de millones de esa misma índole heroica, y que mi alusión de que tal vez Dios sea para nosotros un modelo republicano no es más que eso: una modesta inferencia.

Pues porque nuestro único Dios, a la manera en esta víspera de navidad creemos entenderlo los cristianos, no es un solitario y para siempre implacable Señor de los Cielos sino pasmosamente un único Dios según su naturaleza trinitaria y a un mismo tiempo tan única, misteriosamente para nuestros pobres intelectos constituido en un Padre, un Hijo y un Espíritu Santo.

Lo que nos diferencia decisivamente de esos otros cultos llamados abrameicos, es decir, el hebreo inicial y el islámico posterior en el tiempo al de los cristianos.

Pero que conste, por cierto, no soy profeta ni intérprete infalible alguno. Tan solo un hombre común y corriente que especula muy modestamente al paso de sus años.

Y dentro del calendario tan universal en este diminuto, pero muy hermoso globo azul en el espacio, me adhiero a la verdad de que los únicos que exclusivamente pueden pensar y decidir “a la imagen y semejanza de su Creador” somos los humanos.

Privilegio que nos resulta aplastante a ratos.

Y ahora a la mitad de nuestra evolución biológica animal nos hemos vuelto una excepcional especie viva provisionalmente llamado de “Cro-magnones” desde hace aproximadamente unos cuarenta mil años atrás.

Y así, desde ese tan dilatado número de años evidentemente hasta hemos llegado a creernos a nuestro turno monarcas absolutos sobre todo lo vital, y aunque con tal paso del tiempo menos arrogantes hasta habernos vuelto por fin más realistas y por tanto hoy en la esfera de lo político más “republicanos”.

Más de alguno pensará que esto es una broma mía con particular dedicatoria al de la fiesta del “Día de los Inocentes”, que celebramos el 28 de diciembre.

Pero mi reto es serio, queridos amigos. Porque nuestra manera de pensar, ahora a más de trece mil millones de años del “Big Bang” es ya irremisiblemente más modesta y más “republicana”, a pesar de lo que los monopolios de los medios de comunicación digital nos quieran lavar el cerebro a través del Silicon Valley o de Hollywood en sentido contrario.

Pues ya son muy pocos quienes creen en una autoridad humana indivisa como en otros tiempos pasados.

Y hasta ese mismo Dios que ha querido revelársenos como una autoridad infinita de tres personas divinas, nos ha resultado a través de la persona nacida en un pesebre de Belén la parte más esencial e íntima del devenir humano por los últimos dos milenios.

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Mysterium Fidei que yo encuentro perfectamente aceptable dada nuestra insignificancia vis-a-vis de lo infinito.

Y de esa manera, desde esa misma óptica de lo eterno y sin límite alguno, también se me ocurre pensar si nuestro Dios no será un “Republicano” a escondidas, o sea, un Padre que crea, un Hijo que redime y un Espíritu que santifica…

Y con tales antecedente de división de poderes me pregunto a mi turno si tanto progreso humano del que no menos nos enorgullecemos, y muy en especial por una referencia a quienes se proclaman ateos, no serán nuestros tiempos ecos de la Divinidad tras el destape de todo eso que hemos concluido por aceptar como infinitamente superior a nuestro intelecto.

Ya al comenzar por las noches esta meditación nueva y tan diferente por un atrevido y mero hijo de Adán y Eva me empuja esta fe a desearles no menos unas:

¡Felices fiestas de Navidad “republicana”!

 

El Creador del Universo: ¿Un Republicano escondido?

Pero ya los profetas bíblicos empezaron a cuestionar tal imagen de Dios tan autocrática en favor de otra más bien amorosa y benigna, cuasi republicana en nuestro vocabulario de hoy. Enorme revolución conceptual.
 

Armando De la Torre |
28 de diciembre, 2021

La esencia del republicanismo es la división de poderes. Y sobre esta premisa me atrevo a sugerir lo impensable.

A mis ojos de diminuta criatura divina ahora sí parece ser identificable como tal.

Se que tales afirmaciones son desbarradas, pero no del todo. Dios se revela al hombre también a través de sugerencias muy sutiles. Y esta que me atrevo a discutir ahora es una de ellas.

Porque las tradiciones paganas y pre-bíblicas siempre lo quiso presentar como un soberano absoluto a un estilo faraónico, es decir, un Señor distante de sus gobernados y por muy encima de los mismos.

Y a su ejemplo, los demás millares de señoritos locales tolerados por Él a pesar de su pretensión de ser “imágenes y semejanzas” suya se comportaron por milenios como los dueños vicarios de la historia.

Pero ya los profetas bíblicos empezaron a cuestionar tal imagen de Dios tan autocrática en favor de otra más bien amorosa y benigna, cuasi republicana en nuestro vocabulario de hoy. Enorme revolución conceptual.

Y así, los monarcas de los Estados respectivos empezaron a ser vistos más bien por sus pueblos desde otros ángulos más modestos y respetuosos de los humanos, algo así como el equivalente a un descenso en catarata de todos los dioses del Olimpo.

Y, por lo tanto, reducidos a ser agentes simplemente provisionales en la conducción de cada uno de sus pueblos y por poco tiempo.

Por ejemplo, en aquel caso del rey David, disminuido a un mero danzante temporal al frente de la procesión del Arca del Pacto (2 Samuel 6:14-23). Nada más humano que eso.

Otro tanto podría decir de Salomón, un admirador encima como cualquier otro de una bella criatura, la reina de Saba. O, mucho más tarde, de un  Godofredo de Bouillón, el caudillo de la primera cruzada que hasta hizo penitencia durante tres días por los excesos de su propia soldadesca al arrebatarles a los musulmanes la ciudad santa de Jerusalén, en 1099.

O el de un austero Mahatma Gandhi al frente de los independentistas de su amada India, descalzo y ayunando humildemente en pro del logro de la independencia del entero subcontinente Hindú.

Inclusive me permito recordarles a mis apreciados lectores aquella proclamación solemne nada menos que en Roma y por el sumo pontífice de la a Iglesia Católica, Juan Pablo II, de una judía conversa Edith Stein y asesinada por los nazis, como patrona de la entera Europa cristiana, en 1999.

Por cierto los monopolios contemporáneos de los medios digitales de comunicación, hoy todos de espíritu tan anti cristiano, apenas mencionan aquel modestísimo “banquete” en Londres de la reina Isabel II en el que se les invitó a los asistentes a donar cuantiosas ofrendas a las obras de la Madre Teresa de Calcuta.

Bajo tales precedentes, me pregunto una vez más si Dios nuestro Señor no será análogamente un “republicano” disfrazado y al modo como nos lo han presentado por milenios la Teología derivada de la Revelación en la persona de nuestro Señor Jesucristo.

Antes de que alguien me condene por lo que acabo de afirmar me apresuro a declarar que he pretendido ser siempre un minúsculo judeocristiano entre tantos miles de millones de esa misma índole heroica, y que mi alusión de que tal vez Dios sea para nosotros un modelo republicano no es más que eso: una modesta inferencia.

Pues porque nuestro único Dios, a la manera en esta víspera de navidad creemos entenderlo los cristianos, no es un solitario y para siempre implacable Señor de los Cielos sino pasmosamente un único Dios según su naturaleza trinitaria y a un mismo tiempo tan única, misteriosamente para nuestros pobres intelectos constituido en un Padre, un Hijo y un Espíritu Santo.

Lo que nos diferencia decisivamente de esos otros cultos llamados abrameicos, es decir, el hebreo inicial y el islámico posterior en el tiempo al de los cristianos.

Pero que conste, por cierto, no soy profeta ni intérprete infalible alguno. Tan solo un hombre común y corriente que especula muy modestamente al paso de sus años.

Y dentro del calendario tan universal en este diminuto, pero muy hermoso globo azul en el espacio, me adhiero a la verdad de que los únicos que exclusivamente pueden pensar y decidir “a la imagen y semejanza de su Creador” somos los humanos.

Privilegio que nos resulta aplastante a ratos.

Y ahora a la mitad de nuestra evolución biológica animal nos hemos vuelto una excepcional especie viva provisionalmente llamado de “Cro-magnones” desde hace aproximadamente unos cuarenta mil años atrás.

Y así, desde ese tan dilatado número de años evidentemente hasta hemos llegado a creernos a nuestro turno monarcas absolutos sobre todo lo vital, y aunque con tal paso del tiempo menos arrogantes hasta habernos vuelto por fin más realistas y por tanto hoy en la esfera de lo político más “republicanos”.

Más de alguno pensará que esto es una broma mía con particular dedicatoria al de la fiesta del “Día de los Inocentes”, que celebramos el 28 de diciembre.

Pero mi reto es serio, queridos amigos. Porque nuestra manera de pensar, ahora a más de trece mil millones de años del “Big Bang” es ya irremisiblemente más modesta y más “republicana”, a pesar de lo que los monopolios de los medios de comunicación digital nos quieran lavar el cerebro a través del Silicon Valley o de Hollywood en sentido contrario.

Pues ya son muy pocos quienes creen en una autoridad humana indivisa como en otros tiempos pasados.

Y hasta ese mismo Dios que ha querido revelársenos como una autoridad infinita de tres personas divinas, nos ha resultado a través de la persona nacida en un pesebre de Belén la parte más esencial e íntima del devenir humano por los últimos dos milenios.

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Mysterium Fidei que yo encuentro perfectamente aceptable dada nuestra insignificancia vis-a-vis de lo infinito.

Y de esa manera, desde esa misma óptica de lo eterno y sin límite alguno, también se me ocurre pensar si nuestro Dios no será un “Republicano” a escondidas, o sea, un Padre que crea, un Hijo que redime y un Espíritu que santifica…

Y con tales antecedente de división de poderes me pregunto a mi turno si tanto progreso humano del que no menos nos enorgullecemos, y muy en especial por una referencia a quienes se proclaman ateos, no serán nuestros tiempos ecos de la Divinidad tras el destape de todo eso que hemos concluido por aceptar como infinitamente superior a nuestro intelecto.

Ya al comenzar por las noches esta meditación nueva y tan diferente por un atrevido y mero hijo de Adán y Eva me empuja esta fe a desearles no menos unas:

¡Felices fiestas de Navidad “republicana”!