Si el día de hoy observamos el hemiciclo del Congreso es fácil notar que es un panorama totalmente diferente al que vimos el 14 de enero de 2024. En aquellos días la alianza oficialista no solo garantizó el apoyo en la primera elección de la Junta Directiva (JD), sino que días después consolidó dicha posición con la repetición de la elección y el respaldo de 115 legisladores. En ese momento, Semilla consiguió, pese a las sombras en su camino, mantener el control dentro del legislativo.

Dos meses después de la toma de posesión, dicha alianza ya no encuentra un suelo firme donde pararse. Con cada sesión plenaria que pasa es un nuevo golpe de realidad y es evidente cómo esa coalición, más que tallada en piedra, estaba escrita con lápiz en un papel que parece desvanecerse.

La estrategia de las leyes demagógicas

Si observamos el mapa del último proceso electoral es evidente que las ganancias del partido Semilla se concentraron exclusivamente en las zonas urbanas. No obstante, ahora que ya están sentados en sus curules, son conscientes de que no es posible gobernar para unos pocos, sino que también se tienen que ganar al resto de guatemaltecos que no les otorgaron su confianza. Consecuentemente, han optado por una estrategia que se resume en desgavetar iniciativas de ley que suenan bonitas en titulares, pero que carecen de contenido técnico. Es decir, leyes demagógicas que pueden tomar nombres como “Alimentación saludable”, “Teletrabajo”, “Tarjetas de crédito”, entre otras.

El costo de esta pantomima es muy alto y quienes lo asuman no van a ser los diputados, que en muchos casos están siendo irresponsables con la legislación. En cambio, quienes verdaderamente sentirán los efectos de estas “innovaciones” serán los ciudadanos, cuyos intereses se verán trastocados cuando dichas leyes entren en vigor. 

Las cortinas de humo

Los diputados no se han limitado a aprobar a la carrera varias iniciativas de ley, sino que, a partir de la pérdida de apoyos dentro del legislativo, han empezado a crear varias cortinas de humo para desviar la vista de los ciudadanos.

El plan original del oficialismo era que, independientemente de que tuvieran la Presidencia del Congreso, ellos serían quienes administrarían la agenda de trabajo. Entonces, una vez empezaron a avanzar propuestas con las que ellos no estaban cómodos han empezado a sacar escenarios de la manga para mantener su protagonismo en la narrativa.

Los mejores ejemplos de este presupuesto son la historia del “búnker” y la organización de la Comisión Presidencial para la Ley de Competencia.

En ambos casos, lo que se buscaba era redirigir la atención de la audiencia para ocultar la realidad, la cual indica que su coalición se está rompiendo y ellos están perdiendo influencia en el hemiciclo.

La alianza en el Congreso tiene los días contados. Es una tormenta que se avecina y los diputados oficialistas ya no saben cómo contenerla.