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La autocrítica y el proyecto

España necesita que el centro-derecha se una ante un proyecto, no contra un proyecto. Unirse significa recuperar los principios y valores que unen a los defensores de la libertad: La propiedad privada como garantía máxima de libertad individual

.
Daniel Lacalle |
01 de agosto, 2023

Los errores nos hacen más fuertes cuando aprendemos de ellos.

El resultado de las elecciones no ha sido el que daban la inmensa mayoría de encuestas y, desafortunadamente, el análisis de lo que ha ocurrido suele centrarse en culpar al chivo expiatorio, en este caso a otros partidos. No, la culpa de que un impresionante resultado en votos del centro-derecha no haya generado más escaños no es del otro. 11,1 millones dieron mayorías absolutas en el pasado, y la clave en todas era la unidad del espacio a la derecha del PSOE.

Se han cometido enormes errores. El PP, al aceptar el mensaje de demonización de Vox y no solo comprarlo, sino venderlo, ha cometido un error evidente ante un electorado atónito que veía a la vez cómo se blanqueaba a Bildu, a ERC, a Sumar, y ahora a PuigdemontPP Vox son partidos de homenajear a víctimas. Bildu, ERC y Sumar de homenajear a terroristas, prófugos y dictadores comunistas. Punto.

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Dejar que se blanquee a Sumar en la misma semana en la que sus líderes se retrataron como los totalitarios que son votando en contra de la liberación de presos políticos en Venezuela y Cuba fue otro gran error. ¿La UE tiene miedo a Vox? A quien debe tener miedo es a Díaz y su corte de totalitarios.

Vox ha cometido el gran error de desplazar a un gran economista, Manso, responsable de uno de los mejores y más completos programas económicos realizados en España, y lanzarse a gestos innecesarios de crispación y mensajes de autarquía y proteccionismo que están en contra de la lógica y del debate que debió centrar la campaña. Atrás quedaban propuestas de liberalización muy lógicas para dejar el programa en una promesa de reducción de impuestos que perdía toda credibilidad al desdibujar las reducciones de gastos requeridas para fortalecer la economía.

El PP tomó la decisión consciente, de nuevo, de dejar bien claro ante sus votantes que el liberalismo y los principios de defensa de la propiedad privada y el contribuyente quedaban nublados para forjar un programa innecesariamente largo, injustificadamente vago y sobre todo socialdemócrata, alarmando a un votante que ha sufrido el mayor asalto fiscal de la democracia en los últimos años. Parecía que se intentase mostrar con orgullo el esfuerzo llevado a cabo para erradicar el liberalismo de las propuestas. El miedo a un déficit oculto empañó la posibilidad de una propuesta liberal, de centroderecha real, ilusionante que pasó a parecer de nuevo una lista de deberes de “fontanero de la gotera recibida” y “no se puede hacer otra cosa”. 

No ayudó una campaña en la que fichajes anunciados a bombo y platillo se dedicaron a silbar ante un tsunami de ataques mediáticos a su líder, Feijóo, y a Bravo, que han sido acusados de todo injustamente sin recibir apoyo alguno. Alguno hasta proponía subir el IVA como gran medida fiscal para reducir el déficit ¡tras sufrir el mayor aumento de gasto político innecesario de la democracia! Alucinante. El objetivo era mostrar el destierro del liberalismo y captar votos de esos socialistas que quieren un gobierno de centroderecha, un concepto que solo existe en la séptima planta de Génova. Y no vino ninguno.

Vox se olvidó de agricultores, ganaderos y muchos sectores que les habían votado en el pasado y perdió votos en la España olvidada por la burocracia estatista. El PP se olvidó de los contribuyentes asfixiados, de las empresas y autónomos ahogados, prometiendo unas reducciones cosméticas tras el mayor hachazo fiscal de la historia, y de la importancia de liberalizar para modernizar y crecer esperando un voto de un supuesto socialista de derechas que no apareció… Y perdió de los propios.

Bien. A llorar a casa. Ahora hablemos de proyecto.

España necesita que el centro-derecha se una ante un proyecto, no contra un proyecto. Unirse significa recuperar los principios y valores que unen a los defensores de la libertad: La propiedad privada como garantía máxima de libertad individual, un estado eficiente y facilitador que deje de tratar a los ciudadanos como niños o delincuentes potenciales y esté al servicio del tejido productivo, familias y empresas. Un proyecto para los creadores de riqueza y las familias, no para el leviatán político. Un proyecto que deje de rehuir la palabra empresario y la defienda. Que deje de esconder la palabra familia y la encumbre. Que no ponga como excusa el despilfarro del anterior para pasarle el coste una vez más al sufrido contribuyente. Que ponga las palabras GESTIÓN y LIBERTAD en mayúsculas como pilares ineludibles, Que no tenga como objetivo presentarse como el 50% del PSOE, para eso la gente prefiere el 100%, ni como el 50% de Meloni. Un proyecto de gestión es una estrategia de país. Ningún CEO se une a una empresa cuya única estrategia es repetir lo que ha hecho el anterior pero un poquito más suave y con cara seria.

Un proyecto de gestión y un proyecto de país donde se aborde el problema demográfico y de productividad sin tratar al votante como un adolescente desorientado. La gente entiende la necesidad de reducir desequilibrios si se aborda el enorme despilfarro de gasto ineficiente, más de 60.000 millones de euros anuales. Los españoles son responsables y trabajadores. Quieren que se ataque el bochornoso problema de tener la mayor tasa de paro de la OCDE de verdad, entendiendo el insultante coste de contratación, los desincentivos y trabas burocráticas al crecimiento empresarial en un país de microempresas, y el desincentivo al crecimiento donde la presión fiscal ajustada a renta es de las más elevadas de la Unión Europea, que es ya muy alto como referente. Un proyecto que entienda que el estado de bienestar no es el bienestar del Estado, que el crecimiento y el progreso no vienen del gasto y la deuda sino del ahorro y la inversión, que el estado no crea riqueza, la consume, que somos individuos libres, no colectivos a premiar o penalizar. Un gran proyecto que recuerde que el estado no regala nada que no te quite en impuestos, inflación o las dos a la vez. Un proyecto que haga que esos 11,1 millones de votantes se ilusionen ante una alternativa, no que se resignen ante lo que existe.

Me caerán muchas críticas y me dirán que si se hace eso no te votarán los socialistas. Es verdad. Tampoco te han votado ahora adoptando la socialdemocracia extractiva y confiscatoria. No necesitamos un proyecto estatista para un estado clientelar. Esos gobiernan ya. No existe un estado prospero sin empresas e individuos prósperos. Necesitamos un proyecto de libertad para un estado eficiente en un país de individuos libres y responsables.

La autocrítica y el proyecto

España necesita que el centro-derecha se una ante un proyecto, no contra un proyecto. Unirse significa recuperar los principios y valores que unen a los defensores de la libertad: La propiedad privada como garantía máxima de libertad individual

Daniel Lacalle |
01 de agosto, 2023
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Los errores nos hacen más fuertes cuando aprendemos de ellos.

El resultado de las elecciones no ha sido el que daban la inmensa mayoría de encuestas y, desafortunadamente, el análisis de lo que ha ocurrido suele centrarse en culpar al chivo expiatorio, en este caso a otros partidos. No, la culpa de que un impresionante resultado en votos del centro-derecha no haya generado más escaños no es del otro. 11,1 millones dieron mayorías absolutas en el pasado, y la clave en todas era la unidad del espacio a la derecha del PSOE.

Se han cometido enormes errores. El PP, al aceptar el mensaje de demonización de Vox y no solo comprarlo, sino venderlo, ha cometido un error evidente ante un electorado atónito que veía a la vez cómo se blanqueaba a Bildu, a ERC, a Sumar, y ahora a PuigdemontPP Vox son partidos de homenajear a víctimas. Bildu, ERC y Sumar de homenajear a terroristas, prófugos y dictadores comunistas. Punto.

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Dejar que se blanquee a Sumar en la misma semana en la que sus líderes se retrataron como los totalitarios que son votando en contra de la liberación de presos políticos en Venezuela y Cuba fue otro gran error. ¿La UE tiene miedo a Vox? A quien debe tener miedo es a Díaz y su corte de totalitarios.

Vox ha cometido el gran error de desplazar a un gran economista, Manso, responsable de uno de los mejores y más completos programas económicos realizados en España, y lanzarse a gestos innecesarios de crispación y mensajes de autarquía y proteccionismo que están en contra de la lógica y del debate que debió centrar la campaña. Atrás quedaban propuestas de liberalización muy lógicas para dejar el programa en una promesa de reducción de impuestos que perdía toda credibilidad al desdibujar las reducciones de gastos requeridas para fortalecer la economía.

El PP tomó la decisión consciente, de nuevo, de dejar bien claro ante sus votantes que el liberalismo y los principios de defensa de la propiedad privada y el contribuyente quedaban nublados para forjar un programa innecesariamente largo, injustificadamente vago y sobre todo socialdemócrata, alarmando a un votante que ha sufrido el mayor asalto fiscal de la democracia en los últimos años. Parecía que se intentase mostrar con orgullo el esfuerzo llevado a cabo para erradicar el liberalismo de las propuestas. El miedo a un déficit oculto empañó la posibilidad de una propuesta liberal, de centroderecha real, ilusionante que pasó a parecer de nuevo una lista de deberes de “fontanero de la gotera recibida” y “no se puede hacer otra cosa”. 

No ayudó una campaña en la que fichajes anunciados a bombo y platillo se dedicaron a silbar ante un tsunami de ataques mediáticos a su líder, Feijóo, y a Bravo, que han sido acusados de todo injustamente sin recibir apoyo alguno. Alguno hasta proponía subir el IVA como gran medida fiscal para reducir el déficit ¡tras sufrir el mayor aumento de gasto político innecesario de la democracia! Alucinante. El objetivo era mostrar el destierro del liberalismo y captar votos de esos socialistas que quieren un gobierno de centroderecha, un concepto que solo existe en la séptima planta de Génova. Y no vino ninguno.

Vox se olvidó de agricultores, ganaderos y muchos sectores que les habían votado en el pasado y perdió votos en la España olvidada por la burocracia estatista. El PP se olvidó de los contribuyentes asfixiados, de las empresas y autónomos ahogados, prometiendo unas reducciones cosméticas tras el mayor hachazo fiscal de la historia, y de la importancia de liberalizar para modernizar y crecer esperando un voto de un supuesto socialista de derechas que no apareció… Y perdió de los propios.

Bien. A llorar a casa. Ahora hablemos de proyecto.

España necesita que el centro-derecha se una ante un proyecto, no contra un proyecto. Unirse significa recuperar los principios y valores que unen a los defensores de la libertad: La propiedad privada como garantía máxima de libertad individual, un estado eficiente y facilitador que deje de tratar a los ciudadanos como niños o delincuentes potenciales y esté al servicio del tejido productivo, familias y empresas. Un proyecto para los creadores de riqueza y las familias, no para el leviatán político. Un proyecto que deje de rehuir la palabra empresario y la defienda. Que deje de esconder la palabra familia y la encumbre. Que no ponga como excusa el despilfarro del anterior para pasarle el coste una vez más al sufrido contribuyente. Que ponga las palabras GESTIÓN y LIBERTAD en mayúsculas como pilares ineludibles, Que no tenga como objetivo presentarse como el 50% del PSOE, para eso la gente prefiere el 100%, ni como el 50% de Meloni. Un proyecto de gestión es una estrategia de país. Ningún CEO se une a una empresa cuya única estrategia es repetir lo que ha hecho el anterior pero un poquito más suave y con cara seria.

Un proyecto de gestión y un proyecto de país donde se aborde el problema demográfico y de productividad sin tratar al votante como un adolescente desorientado. La gente entiende la necesidad de reducir desequilibrios si se aborda el enorme despilfarro de gasto ineficiente, más de 60.000 millones de euros anuales. Los españoles son responsables y trabajadores. Quieren que se ataque el bochornoso problema de tener la mayor tasa de paro de la OCDE de verdad, entendiendo el insultante coste de contratación, los desincentivos y trabas burocráticas al crecimiento empresarial en un país de microempresas, y el desincentivo al crecimiento donde la presión fiscal ajustada a renta es de las más elevadas de la Unión Europea, que es ya muy alto como referente. Un proyecto que entienda que el estado de bienestar no es el bienestar del Estado, que el crecimiento y el progreso no vienen del gasto y la deuda sino del ahorro y la inversión, que el estado no crea riqueza, la consume, que somos individuos libres, no colectivos a premiar o penalizar. Un gran proyecto que recuerde que el estado no regala nada que no te quite en impuestos, inflación o las dos a la vez. Un proyecto que haga que esos 11,1 millones de votantes se ilusionen ante una alternativa, no que se resignen ante lo que existe.

Me caerán muchas críticas y me dirán que si se hace eso no te votarán los socialistas. Es verdad. Tampoco te han votado ahora adoptando la socialdemocracia extractiva y confiscatoria. No necesitamos un proyecto estatista para un estado clientelar. Esos gobiernan ya. No existe un estado prospero sin empresas e individuos prósperos. Necesitamos un proyecto de libertad para un estado eficiente en un país de individuos libres y responsables.