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La obvia respuesta

Más alarmante aún  es el abandono de las aulas de la población infantil, preprimaria y primaria, siendo esos niveles  el fundamento de la construcción de la educación futura, exitosa, exitosa en el sentido del desarrollo integral de la persona desde temprana edad.

educación
Diana Brown
28 de junio, 2022

La meta es una búsqueda, mediada por la patente y profunda esperanza de su encuentro, de noticias positivas a cerca de la educación. Indistintamente si se es del primer mundo, segundo, tercero y si aún hay grados más inferiores de entrega educativa, y aunque si hubiese contados casos de éxito y esfuerzos ejemplares sobresalientes, lastimosamente la generalidad gira alrededor de resultados abrumadoramente negativos, sostenidos por estudios cuantitativos y cualitativos, que confirman y validan el sentir y percepción del sector educativo a nivel mundial.

Sin acudir a los medios locales de comunicación que comparten una preocupante realidad del sistema educativo nacional, se dirige a un informe reciente (2022) del Banco Mundial, acompañado por UNESCO y UNICEF, titulado   “Dos años después, salvando a una generación”, que se refiere al estado de la educación en América Latina y el Caribe, post pandemia  de COVID, haciendo la aclaración que la etapa severa podrá haberse finalizado, pero la enfermedad está presente, ejerciendo su adaptabilidad con alarmante frecuencia,  y podrá afectar nuevamente, no solo la vida escolar, a la vida en general. (Enlace del estudio en su totalidad: https://documents1.worldbank.org/curated/en/099519106222227657/pdf/IDU0ee485f500c82d042e60a8a80732ab3beacab.pdf?deliveryName=DM146829)

Sus mensajes principales son claves, conocidos, y dependientes a voluntades políticas. Se establece que los cierres escolares, en el mundo, han sido del mayor tiempo conocido en la historia; alrededor de 170 millones de niños y adolescentes no pudieron acudir a la educación presencial por dos años. No solo se formó una brecha incalculable del desarrollo de los estudiantes en su formación académica y socio emocional, se abre la puerta al posible abandono escolar, así reforzando el circulo de pobreza, provocada por el vacío en el aprendizaje. Más alarmante aún  es el abandono de las aulas de la población infantil, preprimaria y primaria, siendo esos niveles  el fundamento de la construcción de la educación futura, exitosa, exitosa en el sentido del desarrollo integral de la persona desde temprana edad.

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Se enfatiza la urgencia al retorno a las clases presenciales; y la recuperación de los aprendizajes que se encuentran en un estado de limbo; no seguir los establecidos y tradicionales curriculum sino recuperar en la medida de lo posible, los aprendizajes que estén en suspenso, por medio de una evaluación diagnóstica inicial, y en seguimiento, el desarrollo de una planeación estratégica basado en lo detectado con innovadoras herramientas.

Hubo intentos de combinación de estrategias de seguimiento del proceso educativo desde el inicio de la pandemia; formando con el uso de la tecnología que estuviera a mano, con accesos virtuales de alcance a fuentes de conocimiento y de investigación; los sectores sin la facilidad de tecnología quedaron con las dinámicas tradicionales, hojas de trabajo, comunicaciones vía radio y televisión, siempre y cuando hubiese corriente eléctrica. ¿Y si no? Continua el estado de brechas, vacíos, pausas, respuestas parciales a grandes retos, y paralizado el crecimiento. Los alumnos sin accesos simplemente hicieron lo que pudieron.

¿Y el estado del docente? En metodologías novedosas, el uso de la tecnología, su estado socio emocional? Viviendo esa revolución mundial, que asignó la magna prioridad a la salud, y la sobrevivencia física. Los esfuerzos académicos en vías de adaptación perenne. El docente de vocación, creando respuestas innovadoras para provocar el cuestionamiento, la curiosidad y luego, el aprendizaje.

Ahora, con un mayor conocimiento de la amenaza biológica, con vacunas de prevención al alcance de quien las quisiera, y los protocolos conocidos como “seguros” establecidos, se retornan a las aulas presenciales, a la vida presencial, buscando el cómo recuperar lo perdido. Ese paso es crucial

El estudio propone cuatro compromisos para la recuperación de los aprendizajes desatendidos: Primero, no dejar a ningún niño atrás, y buscar la prevención de la deserción; segundo, recuperar y potenciar las competencias fundamentales y el bienestar; tercero, valorar y apoyar a los docentes; y cuarto, colocar la recuperación de la educación como prioridad en la agenda política.

¿Acciones? “Los países deben seguir priorizando las competencias fundamentales.” Es necesario tener presente que las visiones de la educación prepandemia y postpandemia son muy distintas, y las profesiones a desarrollarse se basan en destrezas y competencias, pensamiento crítico y discernimiento, habilidades perfeccionadas por medio de proyectos y una educación vivencial.  Las recomendaciones continúan: “Se deben repriorizar de manera urgente las evaluaciones del aprendizaje, centrándose en las evaluaciones formativas.”  No se pretende criticar, se pretende diagnosticar y rescatar, fortaleciéndose de los talentos natos de cada persona. …requerirá prestar mucha atención a las brechas digitales.” La dinámica es otra, es primordial la inversión financiera en infraestructura tecnológica, dispositivas amistosas, y las habilidades blandas.

El estudio, de nuevo, valida las observaciones empíricas; y la conclusión es obvia:

¡La educación es prioridad nacional!

La obvia respuesta

Más alarmante aún  es el abandono de las aulas de la población infantil, preprimaria y primaria, siendo esos niveles  el fundamento de la construcción de la educación futura, exitosa, exitosa en el sentido del desarrollo integral de la persona desde temprana edad.

educación
Diana Brown
28 de junio, 2022

La meta es una búsqueda, mediada por la patente y profunda esperanza de su encuentro, de noticias positivas a cerca de la educación. Indistintamente si se es del primer mundo, segundo, tercero y si aún hay grados más inferiores de entrega educativa, y aunque si hubiese contados casos de éxito y esfuerzos ejemplares sobresalientes, lastimosamente la generalidad gira alrededor de resultados abrumadoramente negativos, sostenidos por estudios cuantitativos y cualitativos, que confirman y validan el sentir y percepción del sector educativo a nivel mundial.

Sin acudir a los medios locales de comunicación que comparten una preocupante realidad del sistema educativo nacional, se dirige a un informe reciente (2022) del Banco Mundial, acompañado por UNESCO y UNICEF, titulado   “Dos años después, salvando a una generación”, que se refiere al estado de la educación en América Latina y el Caribe, post pandemia  de COVID, haciendo la aclaración que la etapa severa podrá haberse finalizado, pero la enfermedad está presente, ejerciendo su adaptabilidad con alarmante frecuencia,  y podrá afectar nuevamente, no solo la vida escolar, a la vida en general. (Enlace del estudio en su totalidad: https://documents1.worldbank.org/curated/en/099519106222227657/pdf/IDU0ee485f500c82d042e60a8a80732ab3beacab.pdf?deliveryName=DM146829)

Sus mensajes principales son claves, conocidos, y dependientes a voluntades políticas. Se establece que los cierres escolares, en el mundo, han sido del mayor tiempo conocido en la historia; alrededor de 170 millones de niños y adolescentes no pudieron acudir a la educación presencial por dos años. No solo se formó una brecha incalculable del desarrollo de los estudiantes en su formación académica y socio emocional, se abre la puerta al posible abandono escolar, así reforzando el circulo de pobreza, provocada por el vacío en el aprendizaje. Más alarmante aún  es el abandono de las aulas de la población infantil, preprimaria y primaria, siendo esos niveles  el fundamento de la construcción de la educación futura, exitosa, exitosa en el sentido del desarrollo integral de la persona desde temprana edad.

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Se enfatiza la urgencia al retorno a las clases presenciales; y la recuperación de los aprendizajes que se encuentran en un estado de limbo; no seguir los establecidos y tradicionales curriculum sino recuperar en la medida de lo posible, los aprendizajes que estén en suspenso, por medio de una evaluación diagnóstica inicial, y en seguimiento, el desarrollo de una planeación estratégica basado en lo detectado con innovadoras herramientas.

Hubo intentos de combinación de estrategias de seguimiento del proceso educativo desde el inicio de la pandemia; formando con el uso de la tecnología que estuviera a mano, con accesos virtuales de alcance a fuentes de conocimiento y de investigación; los sectores sin la facilidad de tecnología quedaron con las dinámicas tradicionales, hojas de trabajo, comunicaciones vía radio y televisión, siempre y cuando hubiese corriente eléctrica. ¿Y si no? Continua el estado de brechas, vacíos, pausas, respuestas parciales a grandes retos, y paralizado el crecimiento. Los alumnos sin accesos simplemente hicieron lo que pudieron.

¿Y el estado del docente? En metodologías novedosas, el uso de la tecnología, su estado socio emocional? Viviendo esa revolución mundial, que asignó la magna prioridad a la salud, y la sobrevivencia física. Los esfuerzos académicos en vías de adaptación perenne. El docente de vocación, creando respuestas innovadoras para provocar el cuestionamiento, la curiosidad y luego, el aprendizaje.

Ahora, con un mayor conocimiento de la amenaza biológica, con vacunas de prevención al alcance de quien las quisiera, y los protocolos conocidos como “seguros” establecidos, se retornan a las aulas presenciales, a la vida presencial, buscando el cómo recuperar lo perdido. Ese paso es crucial

El estudio propone cuatro compromisos para la recuperación de los aprendizajes desatendidos: Primero, no dejar a ningún niño atrás, y buscar la prevención de la deserción; segundo, recuperar y potenciar las competencias fundamentales y el bienestar; tercero, valorar y apoyar a los docentes; y cuarto, colocar la recuperación de la educación como prioridad en la agenda política.

¿Acciones? “Los países deben seguir priorizando las competencias fundamentales.” Es necesario tener presente que las visiones de la educación prepandemia y postpandemia son muy distintas, y las profesiones a desarrollarse se basan en destrezas y competencias, pensamiento crítico y discernimiento, habilidades perfeccionadas por medio de proyectos y una educación vivencial.  Las recomendaciones continúan: “Se deben repriorizar de manera urgente las evaluaciones del aprendizaje, centrándose en las evaluaciones formativas.”  No se pretende criticar, se pretende diagnosticar y rescatar, fortaleciéndose de los talentos natos de cada persona. …requerirá prestar mucha atención a las brechas digitales.” La dinámica es otra, es primordial la inversión financiera en infraestructura tecnológica, dispositivas amistosas, y las habilidades blandas.

El estudio, de nuevo, valida las observaciones empíricas; y la conclusión es obvia:

¡La educación es prioridad nacional!