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Más infraestructura, más desarrollo

La red vial permite una mejora en las dinámicas de logística de la cadena de suministros, para que comerciantes y agricultores puedan llevar sus productos más lejos y así dinamizar la economía.

.
Salvador Paiz |
26 de julio, 2023

En 1999, Alfonso Portillo ganó la presidencia gracias a su gran carisma y excelente oratoria. Portillo criticaba constantemente los proyectos de infraestructura de su oponente y repetía “¡el asfalto no se come!”. Durante sus cuatro años de gobierno, apenas se construyeron 83 km de red vial por año, muy por debajo del promedio de 218 km por año. 

Luego del gobierno de Portillo, Guatemala tuvo ciertos avances en materia de infraestructura. Los siguientes tres gobiernos construyeron alrededor de 200 km de red vial anualmente. Durante el período de Jimmy Morales, este número cayó considerablemente a 72 km anuales. Con el presidente Giammattei, el Estado ha logrado ejecutar un mayor presupuesto en proyectos de desarrollo de red vial, lo que permitió llegar a desarrollar 378 km por año. Estos proyectos se han concentrado principalmente en las áreas de Alta Verapaz, Quiché, Huehuetenango y San Marcos. 

Actualmente, en Guatemala contamos con una red de carreteras de 17,212 km, con una longitud pavimentada de alrededor de 6000 de la cual el 65 por ciento se encuentra en buen estado. Pero esto está muy lejos de lo que en realidad necesitamos.  Aún hay un sinfín de comunidades aisladas, desconectadas de oportunidades. Hay muchísimo por hacer. Como mínimo, Guatemala debería construir 2000 km de red vial anuales, pero invierte muy poco en desarrollo de infraestructura, apenas 1.8 por ciento del PIB. Según el BID, se estima que se debería de destinar al menos 3.12 por ciento del PIB a este tipo de proyectos durante 10 años, para poder cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible. 

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En ese sentido, como parte de los talleres previos al Encuentro Nacional de Empresarios por el Desarrollo (Enade), la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (Fundesa), fueron presentados 64 proyectos estratégicos de infraestructura vial. Estos abarcan una inversión de cerca de US $6.9 millardos, lo cual permitiría acelerar el crecimiento económico de nuestro país y generar nuevas fuentes de empleo. 

Es más, no hay ningún otro ámbito que dinamizaría tanto la economía de nuestro país, como la infraestructura. Según un análisis de “Guatemala No Se Detiene”: (i) por cada empleo que se genera en el desarrollo de vías, se generan 1.48 empleos adicionales, (ii)

1 millón de dólares en inversión en el desarrollo de carreteras genera 160 empleos y (iii)

1 dólar adicional en inversión en infraestructura generaría 2.64 dólares de actividad económica general.

Pero, el desarrollo de estos proyectos de infraestructura exige una estrategia y cierto ordenamiento. Podríamos determinar tres ámbitos a tomar en cuenta. Primero se necesita priorizar los proyectos; segundo, contar con mecanismos de financiamiento; y, tercero, fondeo paraejecutar los proyectos. Hoy Guatemala tiene brechas en estos tres ámbitos. Podemos aprender de buenas prácticas en otros países, para replicar esos modelos en el nuestro y así avanzar. 

Por ejemplo, en el tema de priorización, podemos tomar la experiencia de Singapur. El gobierno de este país priorizó el desarrollo de infraestructura con un claro objetivo socioeconómico: mejorar la movilización de los ciudadanos. Con esto lograron mejoras puntuales en la vida y dinámica de sus ciudadanos, como el hecho que 8 de 10 hogares están ahora localizados a menos de 10 minutos a pie, de una estación de tren. Además, motivaron la reducción de usos de autos mejorando la experiencia del ciudadano en el transporte público, disminuyendo los tiempos de traslado (85 por ciento de los viajes se hacen en menos de 60 minutos). 

Otro aspecto para tomar en cuenta es en el tema de inversión. Un ejemplo que sobresale es la experiencia de Perú. Allí la mayor parte de la financiación para la infraestructura proviene de organismos nacionales, fondos de pensiones y bancos multilaterales. Estos proyectos se desarrollan gracias a asociaciones público-privadas. Además, se contempla la posibilidad de que los ingresos generados por el proyecto ayuden a financiar el mantenimiento u otro tipo de costos operativos. 

Ojalá nuestro país lograra replicar esas buenas prácticas en el extranjero y aprender de estas buenas experiencias. A menos de un mes de la segunda vuelta electoral, es importante que analicemos las propuestas de los actuales candidatos para determinar si serán capaces de ejecutar y cumplir con sus promesas. Si bien ambos han prometido resolver los retos que enfrentamos en materia de infraestructura, me parece que hay tres preguntas fundamentales para determinar si serán efectivos: (i) ¿cómo van a atender los cuellos de botella actuales en capacidades de planificación, diseño y definición de bases para contratación?, (ii) ¿van a cambiar el modelo viciado de contrataciones o cómo van a reducir la actual corrupción en construcción y mantenimiento?; y (iii) ¿abrirán las inversiones a capital privado o de dónde saldrán los recursos necesarios y de manera sostenida en el tiempo? 

Espero que, esta vez, no nos dejemos llevar por discursos conmovedores, como los de Portillo. En cierto sentido, Portillo tenía razón en que el asfalto no se come. Sin embargo, el asfalto si permite que los alimentos viajen más lejos y a un menor costo. Así que, el asfalto no se come, pero si nos da de comer. La red vial permite una mejora en las dinámicas de logística de la cadena de suministros, para que comerciantes y agricultores puedan llevar sus productos más lejos y así dinamizar la economía. Existe una fuerte correlación positiva entre la existencia de infraestructura vial de calidad, con el crecimiento económico y desarrollo de las personas. El desarrollo de infraestructura genera miles de fuentes de empleo, mejorando el nivel de vida de miles de familias de guatemaltecos. Una red vial en buen estado y la inversión en infraestructura, mejora el desarrollo, la competitividad y la economía de una nación. Así que no, no comemos asfalto, pero el asfalto nos permite vivir mejor. 

www.salvadorpaiz.com

Más infraestructura, más desarrollo

La red vial permite una mejora en las dinámicas de logística de la cadena de suministros, para que comerciantes y agricultores puedan llevar sus productos más lejos y así dinamizar la economía.

Salvador Paiz |
26 de julio, 2023
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En 1999, Alfonso Portillo ganó la presidencia gracias a su gran carisma y excelente oratoria. Portillo criticaba constantemente los proyectos de infraestructura de su oponente y repetía “¡el asfalto no se come!”. Durante sus cuatro años de gobierno, apenas se construyeron 83 km de red vial por año, muy por debajo del promedio de 218 km por año. 

Luego del gobierno de Portillo, Guatemala tuvo ciertos avances en materia de infraestructura. Los siguientes tres gobiernos construyeron alrededor de 200 km de red vial anualmente. Durante el período de Jimmy Morales, este número cayó considerablemente a 72 km anuales. Con el presidente Giammattei, el Estado ha logrado ejecutar un mayor presupuesto en proyectos de desarrollo de red vial, lo que permitió llegar a desarrollar 378 km por año. Estos proyectos se han concentrado principalmente en las áreas de Alta Verapaz, Quiché, Huehuetenango y San Marcos. 

Actualmente, en Guatemala contamos con una red de carreteras de 17,212 km, con una longitud pavimentada de alrededor de 6000 de la cual el 65 por ciento se encuentra en buen estado. Pero esto está muy lejos de lo que en realidad necesitamos.  Aún hay un sinfín de comunidades aisladas, desconectadas de oportunidades. Hay muchísimo por hacer. Como mínimo, Guatemala debería construir 2000 km de red vial anuales, pero invierte muy poco en desarrollo de infraestructura, apenas 1.8 por ciento del PIB. Según el BID, se estima que se debería de destinar al menos 3.12 por ciento del PIB a este tipo de proyectos durante 10 años, para poder cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible. 

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En ese sentido, como parte de los talleres previos al Encuentro Nacional de Empresarios por el Desarrollo (Enade), la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (Fundesa), fueron presentados 64 proyectos estratégicos de infraestructura vial. Estos abarcan una inversión de cerca de US $6.9 millardos, lo cual permitiría acelerar el crecimiento económico de nuestro país y generar nuevas fuentes de empleo. 

Es más, no hay ningún otro ámbito que dinamizaría tanto la economía de nuestro país, como la infraestructura. Según un análisis de “Guatemala No Se Detiene”: (i) por cada empleo que se genera en el desarrollo de vías, se generan 1.48 empleos adicionales, (ii)

1 millón de dólares en inversión en el desarrollo de carreteras genera 160 empleos y (iii)

1 dólar adicional en inversión en infraestructura generaría 2.64 dólares de actividad económica general.

Pero, el desarrollo de estos proyectos de infraestructura exige una estrategia y cierto ordenamiento. Podríamos determinar tres ámbitos a tomar en cuenta. Primero se necesita priorizar los proyectos; segundo, contar con mecanismos de financiamiento; y, tercero, fondeo paraejecutar los proyectos. Hoy Guatemala tiene brechas en estos tres ámbitos. Podemos aprender de buenas prácticas en otros países, para replicar esos modelos en el nuestro y así avanzar. 

Por ejemplo, en el tema de priorización, podemos tomar la experiencia de Singapur. El gobierno de este país priorizó el desarrollo de infraestructura con un claro objetivo socioeconómico: mejorar la movilización de los ciudadanos. Con esto lograron mejoras puntuales en la vida y dinámica de sus ciudadanos, como el hecho que 8 de 10 hogares están ahora localizados a menos de 10 minutos a pie, de una estación de tren. Además, motivaron la reducción de usos de autos mejorando la experiencia del ciudadano en el transporte público, disminuyendo los tiempos de traslado (85 por ciento de los viajes se hacen en menos de 60 minutos). 

Otro aspecto para tomar en cuenta es en el tema de inversión. Un ejemplo que sobresale es la experiencia de Perú. Allí la mayor parte de la financiación para la infraestructura proviene de organismos nacionales, fondos de pensiones y bancos multilaterales. Estos proyectos se desarrollan gracias a asociaciones público-privadas. Además, se contempla la posibilidad de que los ingresos generados por el proyecto ayuden a financiar el mantenimiento u otro tipo de costos operativos. 

Ojalá nuestro país lograra replicar esas buenas prácticas en el extranjero y aprender de estas buenas experiencias. A menos de un mes de la segunda vuelta electoral, es importante que analicemos las propuestas de los actuales candidatos para determinar si serán capaces de ejecutar y cumplir con sus promesas. Si bien ambos han prometido resolver los retos que enfrentamos en materia de infraestructura, me parece que hay tres preguntas fundamentales para determinar si serán efectivos: (i) ¿cómo van a atender los cuellos de botella actuales en capacidades de planificación, diseño y definición de bases para contratación?, (ii) ¿van a cambiar el modelo viciado de contrataciones o cómo van a reducir la actual corrupción en construcción y mantenimiento?; y (iii) ¿abrirán las inversiones a capital privado o de dónde saldrán los recursos necesarios y de manera sostenida en el tiempo? 

Espero que, esta vez, no nos dejemos llevar por discursos conmovedores, como los de Portillo. En cierto sentido, Portillo tenía razón en que el asfalto no se come. Sin embargo, el asfalto si permite que los alimentos viajen más lejos y a un menor costo. Así que, el asfalto no se come, pero si nos da de comer. La red vial permite una mejora en las dinámicas de logística de la cadena de suministros, para que comerciantes y agricultores puedan llevar sus productos más lejos y así dinamizar la economía. Existe una fuerte correlación positiva entre la existencia de infraestructura vial de calidad, con el crecimiento económico y desarrollo de las personas. El desarrollo de infraestructura genera miles de fuentes de empleo, mejorando el nivel de vida de miles de familias de guatemaltecos. Una red vial en buen estado y la inversión en infraestructura, mejora el desarrollo, la competitividad y la economía de una nación. Así que no, no comemos asfalto, pero el asfalto nos permite vivir mejor. 

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